lunes, 25 de febrero de 2013

#Imagina de Harry PARTE 4


Os habéis subido en la barca, y Harry va remando. “La Reina de los Mares” se desplaza lánguidamente a lo largo del río y durante un instante, ninguno de los dos habláis.

-¿Esto te da menos miedo que la moto, bombón? –él rompe el silencio con una sonrisa en los labios.
-Me parece menos peligroso –alzas las cejas.
-Yo diría que caerse esta agua es bastante peor que caerse al suelo de la carretera… al menos ese no está verde y asqueroso.
-Bueno, pero ¿a qué velocidad va la barca? ¿A un kilómetro por hora?
-¡No te pases! Tampoco vamos tan lentos –dice, haciéndose el ofendido ante tus dudas sobre su capacidad para remar.
-Sabes a lo que me refiero –pones los ojos en blanco.
-Y tú también a lo que me refiero yo –te guiña un ojo.

En ese momento estáis pasando el puente en el que habéis dejado la moto. Miras hacia arriba y ves la parte de abajo del puente, esa que no ve nadie.

-Si antes estabas en una cita, se supone que no tienes novio, ¿no? –pregunta Harry.

Contienes una sonrisa.

-¿Qué pasa? ¿Te preocupa estar llamando “bombón” a la propiedad de otro? –apoyas los codos en tus rodillas y la barbilla en tus manos, y le miras, divertida.
-En absoluto –se aparta un rizo de la frente con la mano-. Es sólo curiosidad.
-Ya, ya. Tienes miedo de que mi supuesto novio se enfade contigo, ¿eh?
-Perdona, bombón, pero te aseguro que sería él quien me tendría miedo a mí.
-¡Uy! ¡Cuidado, señoritas, estamos ante un chico malo, caigamos a sus pies! -ironizas.
-Si te apetece… Pero a lo mejor tu novio se ofende contigo –pone una media sonrisa.
-No tengo novio, capullo.
-Gracias por el halago –sonríe ampliamente de forma exagerada.
-No es nada, simplemente expreso la realidad con palabras.
-Claro, claro.

Harry intenta no sonreír, y le sale un gesto muy gracioso que te provoca una carcajada.

-¿Te ríes de mí? –deja de remar y se cruza de brazos.
-¿De quién si no? Sólo estamos tú y yo… y “La Reina de los Mares” –ríes levemente.
-Ah, interesante apreciación, sí. Digamos que… te tengo secuestrada, ¿no? –se echa hacia delante y te observa.
-O yo a ti, depende de cómo quieras verlo.
-En ambos casos me vale, la verdad –esboza una sonrisa pícara.
-Styles, no sé qué estás pensando, pero no me gusta –te echas hacia atrás.
-¿Por qué tienes esa manía de huir de mí? Que no te voy a comer… -duda- O sí.
-Prepotente –le sueltas.
-Sé que te encanto –pone una sonrisa encantadora.
-Me parece que no eres muy listo –niegas con la cabeza.
-Pues he sido lo suficientemente listo como para que, aunque se supone que no puedes soportarme, estés conmigo en esta barca en mitad de un río de aguas casi venenosas –dice en tono triunfal.

Tú dudas durante un momento de qué contestarle.

-Soy una chica que cumple su palabra. Si pierdo una apuesta, lo acepto –apartas la mirada.
-Pues me gusta apostar contigo. ¿Eres capaz de…
-No, no, no, Styles –alzas el dedo índice y se lo pones en los labios para que no siga-. Con una apuesta tengo bastante por hoy.

Harry captura tu dedo entre sus dientes aunque sin ejercer presión, y tú lo quitas de sus labios, ligeramente ruborizada.

-Te he dicho que podía comerte… -ríe.
-No tiene gracia.
-Oh, sí que la tiene. ¿Por qué no te tomas con un poco de humor lo que te digo?
-Porque si me lo tomara con humor y no me molestara por ello, tú no tendrías motivos para seguir actuando así, y al final la conversación acabaría siendo aburrida –le dices.

Ahora es él el que se queda sin palabras.

-Sé que voy a lamentar decir esto, pero… tienes razón.

Sonríes de oreja a oreja.

-Lo sé.
-¿Pero sabes qué haría esta conversación aún más entretenida? –se echa más hacia delante todavía, acercándose a ti.
-No creo que quiera saberlo.
-Sí quieres.

Coloca sus manos a ambos lados de tu cuerpo, en la madera de la barca, de manera que sus brazos presionan levemente tus costados. Una vez más, acerca su rostro al tuyo, y esta vez tienes la sensación de que realmente va a besarte. Notas uno de sus rizos en tu frente, la punta de su nariz rozando la tuya, su labio inferior levemente posado justo debajo del tuyo… Estás demasiado paralizada como para pensar en si deberías apartarle o no, pero antes de que él pueda hacer algo más, se escucha una voz potente decir:

-¡Styles! A ti te quería yo ver –Harry se aparta bruscamente de ti, y mira en dirección al lugar de procedencia de la voz.

Ambos localizáis a la vez a un tipo muy corpulento y con no muy buena pinta en la orilla del río, mirándoos.

-Ah, joder –Harry echa la cabeza hacia atrás en señal de abatimiento.

Aunque lo hace de forma muy sutil, te das cuenta de que se gira hacia el tipo de manera que su cuerpo tapa el tuyo casi al completo.

-Ni joder ni mierdas, te quiero mañana en “Beer&Bucks” con todo, ¿me oyes? T-O-D-O. No me valen más putas excusas, ¿lo pillas? Si no, ya sabes lo que pasa –parece realmente enfadado.
-Lo pillo –responde Harry escuetamente, aunque no abandona su típico tono de chulito.
-Eso espero. Muy mona tu amiguita, por cierto –dice el tipo con un tono en el que crees entrever algún tipo de amenaza, y luego se va.

Te cruzas de brazos. Esa situación no te ha dado muy buena espina.

-No te voy a preguntar quién era ese tío porque no quiero saberlo –dices con voz inusualmente débil; te das cuenta de que te has asustado bastante-. Pero es mejor que por lo pronto, me vaya.

Harry resopla.

-Lo siento –se disculpa, apartando la mirada.
-Sí, me parece genial, ahora llévame a la orilla, quiero irme a casa.

Que no te intente dar una explicación te deja claro que aquello en lo que sea que está metido es bastante grave.

-Oye, no quiero que te preocupes por nada de lo que ha dicho, ¿sí? –busca tus ojos con los suyos-. Es simplemente un tipo con muy mala leche, lo exagera todo…

No respondes, simplemente le miras. Parece… apenado, quizás.

-Está bien, te llevaré a casa –comienza a remar de nuevo de vuelta a donde os habéis subido en la barca.

En el camino a lo largo del río no habláis ninguno de los dos. Ese chico te estaba empezando a gustar, quizás incluso le habrías besado a pesar de que le acabas de conocer.

En lugar de coger la moto para volver, vais caminando. Él te sigue, pues obviamente no sabe dónde está tu casa. En un parque que hay cerca de allí, dejas de andar.

-¿Pasa algo? –pregunta él.
-Me voy a la casa de una amiga –mientes.
-Ya.
-Es cierto.
-Quizás estés enfadada…
-No lo estoy.
-Ah… -se muerde el labio- Si algún día quieres… puedes pasarte por el restaurante, preferiblemente sin una cita... Yo estaré allí –sonríe tímidamente; ha dado un gran cambio de actitud, tal vez esté arrepentido de lo que ha pasado.
-Está bien –sonríes levemente y te das la vuelta para irte, en realidad, a tu casa.

El tipo ha hablado de “Beer&Bucks”… Por el nombre, parece un bar o algo así. De repente, te asalta la resolución de saber qué es lo que Harry se trae entre manos. Necesitas saberlo para decidir si olvidarle y seguir con tu vida normal o no ignorar lo que ha pasado esa tarde. Y preguntándole a él seguramente no te diga qué es verdaderamente en lo que está metido. Así que lo único que puedes hacer es ir tu misma a ese sitio y averiguar qué es lo que pasa allí. De ese modo, tal vez te des cuenta de que lo que hace Harry no es nada malo, y podáis volver a veros y pasar algún rato juntos… o tal vez descubras que es mejor salir a correr y evitar por todos los medios volver a verle jamás. Lo que no piensas en ese momento es que hay veces en las que nos olvidemos de lo que nos dice el cerebro y nos dejamos llevar simplemente por lo que nos pide el corazón. 

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sábado, 23 de febrero de 2013

#Imagina de Harry PARTE 3


El viento producido por la velocidad te azota con fuerza el rostro, lo que te lleva a apoyar la mejilla en la espalda de Harry. Jamás te habías subido en una moto, y tienes la sensación constante de que te vas a caer, así que te agarras con más fuerza al torso del chico.

-Bombón, ¿es que me quieres matar o que realmente te morías por abrazarme? –Harry gira la cara y te mira de reojo con una media sonrisa.
-¿Q…qué? –preguntas- Ah, lo siento –aflojas la presión que tus brazos ejercen sobre su cuerpo, sonrojándote.
-Déjate llevar –aumenta la velocidad.

Intentas no pensar en lo rápido que vais y librarte de la sensación de que te vas a caer, pero no lo consigues, así que lo único que eres capaz de hacer en el rato de trayecto –que te resulta eterno- es agarrarte a Harry pero intentando no aplastarle, lo cual es más difícil de lo que parece.

En algún momento, empezáis a reducir la velocidad hasta que la moto queda completamente quieta.

-Creo que ya puedes soltarme, aunque si quieres seguir abrazada a mí, por mí perfecto –él te mira, y tú te bajas de la moto rápidamente.
-No pienso volver a subirme ahí nunca más –te cruzas de brazos.
-Si ganas la apuesta no tendrás que hacerlo –Harry se encoge de hombros y se baja de su moto.

Miras a tu alrededor. Estáis en la acera uno de los puentes de piedra que cruzan el gran río de la ciudad, y por el que no pasa casi ningún coche.

-¿Qué se supone que hacemos aquí? –alzas una ceja.
-No me digas que eres una de esas chicas a las que les gusta que las lleven al zoo en sus citas, bombón –ríe.
-Bueno, mejor que a un puente… Además, esto no es una cita –bufas.
-Vale, vayamos al zoo, pero está en la otra punta de la ciudad… Tendríamos que volver a subirnos en la moto –pone cara de afectación.
-Bah, déjalo.

Harry se cruza de brazos.

-Mira, si vas a estar de este humor todo el rato, esto no tiene sentido –se pone serio.
-¿Qué humor? –frunces el ceño.
-Quizás no quieras estar aquí conmigo, pero ya que vas a estarlo durante estos cuarenta y cinco minutos, podrías intentar divertirte un poco.

“Lo peor”, piensas, “es que tiene razón”.

-¿No se trataba de que tú consiguieras hacerme reír?
-Sí, pero si estás así…
-Está bien. Estamos en un puente. ¿Qué quieres que hagamos? –sonríes amistosamente.
-¡Eso es lo que quería escuchar! –Harry le pone un candado a la moto rápidamente- Ven.

Se asoma al borde del puente y se sube encima.

-¿Qué haces? ¡Baja de ahí, te vas a matar! –exclamas con preocupación.
-Así te librarías de todo mí –dice con tono dramático-. Tranquila, bombón, no voy a tirarme al río. ¿Vienes o qué?
-¿Cómo? ¿De verdad quieres que me suba ahí? –abres mucho los ojos.
-Oh, vamos, que es sólo un segundo… -te mira- Te va a gustar lo que voy a enseñarte… espero.
-Creo que debería haber escrito ya mi testamento –murmuras, pero te acercas a donde está él.

Harry te tiende una mano, y tú se la tomas a regañadientes, tras lo que te ayuda a subir. Sientes su suave piel sobre la tuya. El borde no está muy alto en comparación con la carretera, pero una vez que estás arriba no te atreves a mirar hacia el río. Eso sí está bastante abajo.

-Bueno, ¿qué ocurre con estar aquí?
-Lo que quiero que veas está abajo, no aquí –sonríe.
-¿Abajo… dónde?

El joven se da la vuelta y empieza a bajar por el otro lado, apoyándose quién sabe en qué.

-¿Vas a quedarte ahí todo el rato, bombón? –pregunta, desde abajo.
-Me voy a matar como intente bajar, además, ¿qué pretendes? ¿Tirarme al río?

Escuchas cómo Harry resopla. Entonces notas algo tirar de tu pierna y pierdes el equilibrio. El pánico te atenaza cuando te notas caer, pero un segundo después sientes que unos brazos fuertes te sujetan. Ves a Harry mirándote con una sonrisa en los labios, y notas su cuerpo contra el tuyo, sus músculos presionando contra tu piel.

-¿Cómo…?

Resulta que sólo había que dar un pequeño saltito para llegar a una sólida escalera de piedra, que parece acabar en la orilla del río. Te sonrojas, sintiéndote estúpida.

Harry acerca su cara a la tuya, y por primera vez, no puedes alejarte, pues te tiene fuertemente sujeta entre sus brazos. Ya que vuestros rostros están a milímetros, rompe a reír, y te deja en el suelo.

-¿Qué pasa? –preguntas.
-Eres muy graciosa –sigue riendo.
-¿Ah, sí? –dices, irónicamente.
-Sí. Bueno, vamos a bajar las seguras y estables escaleras. ¿Te ves capaz? –se mete contigo.
-Já, já.
-¡Pero si te has reído!
-Era una risa irónica, por si no te has dado cuenta.
-No especificamos que no tenía que ser irónica, ¿no? Así que cuenta, ¡he ganado la apuesta! –sonríe ampliamente.
-Ni lo sueñes. Vamos ya de una vez –empiezas a bajar las escaleras por delante de Harry.
-¿Quieres que te ayude, no sea que te resbales? –coloca sus manos en tu cintura desde detrás.
-No hace falta –apartas sus manos, aunque te ha recorrido un escalofrío a causa del contacto.
-Como quieras –escuchas su risa.
-Todo esto te divierte, ¿verdad?
-Muchísimo, ¿a ti no?
-Pues no demasiado…
-Aunque no lo admitas, yo sé que sí.

Y quizás tenga razón. Si te has subido a lo alto del borde del puente habrá sido por algo, ¿no? Y si has llegado hasta allí con él, seguramente también. Ese chico y su forma de ser tienen su encanto, a pesar de que pueda llegar a ser un pesado.

-Bombón… -guarda silencio.
-¿Sí? –te sorprendes al darte cuenta de que has respondido a ese apelativo, pero ya es demasiado tarde para rectificar.
-Aún no me has dicho tu nombre.
-¿Y para qué quieres saberlo, si de todos modos no me vas a llamar así? –giras el rostro y le miras, y por un instante no ves al chico arrogante, sino a uno simplemente curioso.
-Ah, tienes razón –sonríe y se pasa una mano por el pelo.

Cuando llegáis a la base de la escalera, Harry camina por la orilla del río durante unos doscientos metros, y tú le sigues.

-¿Se puede saber a dónde vamos? –preguntas, aunque no con reproche.
-Yo la llamo “La Reina de los Mares”.
-¿Qué? –ladeas la cabeza, sin entender.

Entonces él deja de andar delante de un gran plástico negro que cubre algo, y al quitarlo, deja ver una pequeña barquita de madera.

-¡Tachán! –exclama.
-¿Esto… esto es “La Reina de los Mares”? –señalas la barca, con una sonrisa asomando de tus labios.

Ahí es cuando Harry ve la oportunidad.

-Bueno, sí, me planteé llamarla “La Reina de los Charcos”, pero no iba a quedar tan bien…

Sin darte cuenta, una leve carcajada se escapa de tu garganta. Cuando te das cuenta de lo que acabas de hacer, te tapas la boca con las manos y abres mucho los ojos, aunque sigues conteniendo una sonrisa. Harry sonríe de oreja a oreja.

-¡Te has reído! ¡Te acabas de reír! ¡Y eso no ha sido irónico! –dice, triunfal.
-Pero… -intentas excusarte.
-Nada de “peros”, bombón. He ganado la apuesta –ríe.

Tú miras el reloj para ver si el tiempo se había acabado ya, pero aún os quedan diez minutos. Aunque quizás eso ya sea puro teatro. Algo en tu interior te dice que ese chico te gusta. “No, no, no”, te dices a ti misma. “Bueno… quizás, pero sólo un poquito”.

-No lo intentes, no estoy fuera de tiempo. He ganado –se cruza de brazos, con esa sonrisa con hoyuelos permanentemente en los labios.
-¿Y ahora qué? No me dijiste qué pasaba si ganabas tú, Styles –levantas una ceja.
-Ahora… podríamos darnos un paseo en “La Reina de los Mares y de las Charcas”, ya que la moto no es lo tuyo –se pasa la lengua por el labio inferior.

Tú ríes levemente de nuevo.

-Mmmm… está bien –accedes finalmente.
-Esperemos que no se desintegre el vehículo, porque el agua está bastante sucia –se asoma al río y tú le imitas; está verde de toda la contaminación.
-¿Y podemos ir con una barca por aquí? –preguntas.

Harry se rasca la frente.

-Ahora nos enteraremos. No te preocupes, si nos arrestan, diré que te tengo secuestrada –empuja la barca para que se pose en el agua.
-En realidad, sería casi cierto.
-Ten cuidado, no sea que empieces a sufrir “Síndrome de Estocolmo” –él ríe.
-¿El qué? –haces una mueca.
-Mira que eres inculta, eh, bombón –niega con la cabeza, divertido-. Es como se llama cuando los secuestrados se enamoran de sus secuestradores.
-Algo así no me va a pasar –afirmas con una seguridad que en realidad no sientes.
-Eso ya lo veremos –responde él con una sonrisa misteriosa.

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miércoles, 20 de febrero de 2013

#Imagina de Harry PARTE 2


Vas de camino a casa después de unas horas que desearías que hubieran pasado más rápido de lo que lo han hecho. Mike quería acompañarte de vuelta, pero lo has rechazado con una sonrisa amable. Prefieres volver sola y no tener que fingir que te interesan las miles de cosas que ese tipo no deja de contarte.

Andas tranquilamente, no tienes ninguna prisa. Entonces, el ruido de un motor rompe el silencio de la calle. Una moto para haciendo un derrape justo a tu lado, y, para tu sorpresa, el camarero de pelo rizado te mira con esa sonrisa con hoyuelos desde encima de la moto. Quizás tenga la camisa debajo, pero tú lo que ves es la chupa de cuero que le da aún más aspecto de chico problemático del que ya te había parecido antes. Pero… buf, le sienta realmente bien.

-Anda, pero mira a quién tenemos aquí, ¡la chica a la que los hombres la ponen tan nerviosa que se da contra las sartenes!
-Los hombres no me ponen nerviosa –sueltas un bufido.
-Ah, ¿no? ¿Sólo yo lo hago? –se baja de la moto.
-Tú no… -balbuceas.
-Tranquila, es normal, les pasa a todas –se lleva una mano al pelo y se lo sacude con una sonrisa.
-¿También las persigues a todas por la calle? –alzas una ceja.
-No, si consigo que me den su número o su nombre antes de que se vayan.
-Oh, entonces te lo estoy poniendo difícil, ¿no? –ladeas una sonrisa.
-No lo niego –Harry sonríe-. Por cierto, señorita, ¿lo ha pasado usted bien en su cita?
-¡Por supuesto! ¿No me has visto reírme todo el rato? –ironizas.
-La verdad es que sí –ríe-. ¿Volverás a quedar con él?

Sonríes misteriosamente. Te ha gustado que te haga esa pregunta, sobre todo porque parece realmente interesado en la respuesta.

-Puede.
-Sabes que aunque te llame mil veces, fingirás que no has oído el teléfono.
-Entonces, ¿por qué preguntas? –echas a andar y Harry te toma de la muñeca para impedir que avances.

Te das la vuelta y le miras.

-Quiero volver a casa, la verdad.
-Eso es lo que quieres creer que quieres.
-Já, ni en tus sueños.
-Te propongo algo. Dame una hora. Sólo una hora. Si en ese tiempo no consigo hacerte reír ni una sola vez, no vuelvo a molestarte nunca más. Y bueno, si no aceptas, voy a seguir siendo un pesado –sonríe con algo de prepotencia.
-¿Y qué pasa si sí consigues que me ría?
-Me odias tanto que algo así no va a ocurrir, ¿no? –te guiña un ojo.

Frunces el ceño. No vas a reconocer que quizás sí consiga hacerte reír, pero si no aceptas, va a seguir persiguiéndote. Y no es que el chico no te guste; esa clase de conversaciones te estimulan bastante, incluso te divierten, pero ves algo en él a lo que quizás no deberías acercarte. Sin embargo, te oyes decir:

-Está bien. Una hora –miras el reloj.

Harry tira de tu muñeca, que aún tiene entre sus dedos, y te pega a él en un movimiento seco. Tu pecho golpea contra el suyo, y tienes que alzar los ojos para mirar los de él. Pone una sonrisa ladeada, y notas su aliento sorprendentemente freso en tu rostro. Acerca mucho su cara a la tuya, tanto que vuestros labios casi se rozan.

-¿Preparada? –susurra.
-¿Para la hora más aburrida de mi vida? –consigues articular, con algo de sarcasmo.
-Esa la acabas de pasar con tu cita, bombón –dice, en tono seductor.

Haces una mueca ante el apelativo, y él se da cuenta, lo cual es lo peor que puede ocurrir, porque eres consciente de que ahora que sabe que te molesta, lo va a usar.

De repente se separa de ti y va hacia su moto. Tú te quedas clavada donde estás.

-¿No piensas venir? Me corre algo de prisa, así que ir motorizados no nos vendría nada mal –da un golpecito en el asiento de la moto.
-No –te cruzas de brazos.
-¿Por qué? –ladea la cabeza.
-Porque ni tienemos casco ni voy a subirme por primera vez en una moto contigo.
-¿No quieres compartir tu primera vez conmigo? –ríe- Yo te puedo enseñar cómo se hace… No soy virgen en esto.
-Ja, ja –muy gracioso-. ¿Acaso lo eres en algo?
-Ah, bombón, esa es información que no te voy a desvelar… aún –camina hacia ti.
-¿Qué haces?
-Subirte en la moto –responde, con una sonrisa.
-No, no, no –retrocedes.
-Me has dado una hora, pues déjame que la emplee como quiera… dentro de ciertos límites, claro.
-Estos son mis límites.
-Sube a la moto. Te gustará.
-No quiero –chocas con la pared-. ¡Ay!

Harry rompe a reír.

-Tienes un problema, eh, bombón. Te vas a hacer un morado muy grande como sigas dándote golpes cada vez que me acerco a ti.
-No me llames así –bufas.
-¿Cómo? ¿Bombón? –te mira, sonriente- Bombón. Bombón, bombón, bombón.
-¡DIOS! ¡ERES DESESPERANTE!
-Pero te encanto –se encoge de hombros.
-Pues no mucho, lo siento.
-Vaya, más lo siento yo –se finge apenado.

En un segundo, te toma de la cintura y te echa a su hombro como quien coge un saco.

-¡Bájame ahora mismo! –le das golpes en la espalda.
-¿Esa es toda la fuerza que tienes? Vas a necesitar algo más para que te baje…

La gente que camina por la calle os mira, extrañada.

-¡Harry “el-que-sea-tu-apellido”, bájame ahora mismo!
-Styles, es Styles.
-¡Pues Harry STYLES, suéltame!
-Menudo escándalo estás montando, que si “bájame”, que si “suéltame”, con tanta exigencia. Simplemente súbete en la moto, y te bajo.

Te das con la palma de la mano en la frente y respiras hondo un par de veces, aún boca abajo.

-Está bien, está bien. Me subiré en la puta moto –resoplas.
-Uy, he sacado tu lado oscuro, bombón –te baja, pero te retiene cogida de la cintura-. ¿Prometes que te subirás?

Gesticulas con las manos para intentar no estrangularlo. Es más desesperante aún de lo que lo ha sido en el restaurante. Aunque, visto por otro lado, no te has aburrido con él ni un segundo, no como con Mike.

-Lo prometo –dices, después de contar hasta diez mentalmente.
-¡Perfecto! ¿Ves lo fáciles que son las cosas? –te suelta.

Harry se sube en la moto, y tú te montas detrás, con resignación.

-¿La hora empieza a contar desde ya? –pregunta él.
-No, te quedan cuarenta y cinco minutos –sonríes de forma exagerada a propósito.
-Bueno, veremos qué podemos hacer en cuarenta y cinco minutos… Por lo pronto, te recomiendo que te agarres, bombón. De todos modos, sé que te mueres por abrazarme –él sonríe con descaro.

Tú no lo haces, pero cuando la moto se pone en marcha, te ves obligada a abrazar su torso con fuerza si no quieres caerte al suelo. Van a ser tres cuartos de hora muy largos… o quizás no tanto.


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lunes, 18 de febrero de 2013

#Imagina de Harry


Llevas sentada en esa silla algo más de media hora, esperando. Pero sigue sin aparecer. Suspiras una vez más. Lo que te extraña es que todavía no haya llegado ningún camarero a decirte que si no vas a consumir, te vayas de allí y dejes la mesa libre. Quizás se nota tanto que estás esperando a alguien que han decidido esperar ellos también a que llegue tu acompañante. Si es que llega. Le prometiste a Julia que irías a esa cita sólo para que dejara de decirte que tienes que salir con alguien, y ahora es su amigo el que no se presenta. No es que te haga demasiada ilusión, pero ya que te has molestado en ir, él debería hacer lo mismo.

-Buenas, señorita, ¿ha decidido ya lo que va a tomar? –pregunta alguien con cierto tono de burla en la voz.

Alzas la vista y ves ante ti a un joven de quizás un par de años más que tú, pelo rizado y ojos azules y ataviado con un traje de camarero, que te mira con las cejas levantadas.

-¿O acaso espera usted a una cita? –pregunta con descaro.

Usa el “usted” porque debe hacerlo, pero se nota que no le gusta tratar a la gente así.

-Oh, Sherlock Holmes, discúlpeme. ¿Debo hacer una reverencia? –ironizas; estás de bastante mal humor.
-No estaría mal –dice.
-Obviamente estoy esperando, así que no, no he decidido qué quiero tomar –le miras.

Él esboza una fugaz sonrisa torcida que durante un momento te acelera el pulso. ¿Qué te ocurre? “Es simplemente un tío que sabe que es guapo y va de chulo por la vida”, te dices a ti misma.

-Ah, vaya un hombre, haciendo esperar a una dama… -suspira teatralmente y apoya un codo en la mesa- No debe estar muy interesado. Uy, no será tu novio, ¿no? –comienza sutilmente a tutearte.
-Afortunadamente, no –pones una sonrisa forzada.
-Al menos podría venir con flores, si es que se presenta. Siempre es una buena forma de arreglar las cosas.

Se sienta en la silla que queda enfrente de la tuya, y piensas que como llegue el encargado le va a caer una buena. Se lo merecería, por desvergonzado.

-No me gustan las flores –bufas.
-¿Ah, no? Eso cambia las cosas… Y es raro. ¿Por qué no te gustan?
-¿Por qué no te vas a atender al resto de mesas, que esos seguro que sí saben qué pedir? –dices.
-Porque no me gusta ver a una dama sola…
-Hay damas que prefieren estar solas. ¿No sabes eso de “mejor sola que mal acompañada”?
-¿Insinúas que soy una mala compañía? –parece divertirse.
-Ah, no sé, tú sabrás qué entiendes. Por lo pronto, sé que eres un camarero al que no le gusta su trabajo.
-Uh, Sherlock Holmes, ¿desea una reverencia? –muestra una sonrisa con hoyuelos.
-Eres bastante prepotente, ¿te lo habían dicho alguna vez? –sabes que no deberías estar “discutiendo” o teniendo esa conversación con el camarero, pero no puedes evitarlo; te saca de tus casillas.
-Muchas veces –se levanta de la mesa-. ¿Sabes qué creo que deberías hacer?
-Yo sé lo que deberías hacer tú. Irte a la cocina y hacer tu trabajo.
-Bah, eso es aburrido –se pasa una mano por el pelo-. Deberías irte. Y cuando ese tío llegue, que no estés. Tranquila, no le diría que te has ido, y él se quedaría esperando igual que estás haciendo ahora tú.

Es una idea tentadora, la verdad, pero Julia se decepcionaría bastante, y no piensas hacer nada que ese camarero que se cree ‘guay’ te diga.

-Quizás tú nunca te comprometas a nada, pero hay gente que sí lo hace.

De repente, sus ojos se vuelven algo más fríos, y te parece ver en ellos algo oscuro y profundo, un recuerdo, un sentimiento, quién sabe. Pero algo más.

-Aprendes a no comprometerte cuando los compromisos no dan buen resultado –dice secamente.
-Puede que no hayas encontrado los compromisos adecuados.
-Parece que tú sí. Supongo que ese tío de ahí es tu cita. Tuviste la oportunidad de escapar cuando te lo dije –se encoge de hombros y se aleja de tu mesa.

Ese cambio tan radical en el comportamiento del camarero te ha dado en qué pensar. No tienes por qué implicarte, pero te parece un chico con algún tipo de problema. Aunque para él quizás no sea precisamente un problema. El botón de arriba de la camisa abierto, los faldones por fuera del pantalón, el pelo descuidado y los pantalones vaqueros negros que se podrían confundir con unos de tela dejan bastante claro que no es un chico que se deje domar. E inevitablemente, te preguntas qué lo habrá llevado a trabajar en un restaurante.

-Hola, siento muchísimo el retraso –el tipo se acerca a ti, te coloca una mano en la cintura que preferirías que no estuviera ahí y te da dos besos.

Luego se presenta –se llama Mike-, se disculpa por haber llegado tarde una vez más, presenta una bonita excusa que probablemente ni siquiera sea el motivo real de su retraso, y se dedica a parlotear mientras esperáis a que os atiendan. Sin embargo, tú no puedes evitar que tus pensamientos vayan hacia el camarero de pelo rizado. Aunque te desespere, hay algo interesante en él.

-¿Han decidido ya? –aparece de la nada con una sonrisa pícara en los labios.

“Está planeando algo”, se te ocurre de repente.

-Pues sí, yo voy a tomar de entrante un surtido de quesos con olivas, de primer plato lubina con patatas a lo pobre, de segundo plato solomillo de ternera con salsa a las finas hierbas, y trae un vino del ochenta y cinco… -dice Mike, mirando la carta-. ¿Y tú, querida?

¡¿Querida?! Ni que tuvieras cincuenta años y fueras su mujer… Haces una mueca de disgusto, y miras al camarero, que contiene la risa.

-Pollo con patatas fritas, gracias. Y agua.

El joven no puede evitar una carcajada.

-Lo siento –finge una disculpa y se va a pedir vuestras cosas.

Mike sigue hablando y hablando sobre quién sabe qué. Tú simplemente respondes con monosílabos, casi sin poder contener los bostezos de aburrimiento. ¿De qué le conocerá Julia? Porque no ha acertado en absoluto…

Poco después –o mucho, no lo sabes-, el camarero llega con vuestros platos. Lleva en la mano una botella de agua ya destapada, y cuando está colocando tu pollo delante de ti, la botella se gira y te echa toda el agua encima.

-¡AH! –exclamas, sobresaltada; está muy fría.
-Oh, vaya, ¡lo siento muchísimo! Déjeme intentar arreglarlo –coge una servilleta y te la pasa lentamente desde la barriga hasta los muslos antes de que puedas evitarlo, al igual que no puedes evitar el escalofrío que te produce el roce.
-No hace falta –apartas su mano, aunque ya lo ha hecho, y ves la satisfacción en sus ojos a pesar de la preocupación fingida de su cara.
-Discúlpeme, de verdad –sigue pidiendo perdón.
-Incompetente –murmura Mike, lo suficientemente alto como para que lo oiga él.

Para tu sorpresa, el camarero decide ignorar el comentario.

-Se va usted a resfriar, el agua está helada, creo que debería venir a la cocina a que le sequemos eso…
-Iré al servicio –sonríes otra vez de forma forzada.
-Lamento decirle que el aseo de señoras está fuera de servicio por unos problemas con las cañerías –ladea la cabeza-. En la cocina, los fogones secarán rápidamente el agua y podrá volver en un instante.

Te cruzas de brazos. No quieres ir, pero el frío está empezando a traspasar la tela, y te has mojado toda la barriga y parte de las piernas. “Todo sea por no pillar una pulmonía”, te dices a ti misma.

-Está bien –dices, a regañadientes.
-Muchas gracias, señorita –te tiende la mano para ayudarte a levantarte con expresión de victoria, pero tú la rechazas.
-Ahora vuelvo –le dices a Mike, a pesar de que no sabes qué prefieres, si estar en la cocina con el camarero prepotente o allí fuera con el tipo charlatán.
-Está bien –sonríe, y se pone a comer.

Sigues al joven de pelo rizado hasta la cocina.

-Te he librado de una buena, ¿eh? Se notaba que te morías de aburrimiento –sonríe abiertamente.
-Ah, que ha sido a propósito. Genial. Lo suponía.
-Tranquila, te puedo dar calor para que no te resfríes si es necesario –ladea la cabeza.
-No, gracias –frunces el ceño.

Él te lleva hasta un recoveco de la cocina en el que hay un fogón que no está ocupado, y lo enciende. Tú te acercas al calor. Es una sensación reconfortante, la verdad es que estás muerta de frío.

-¿Segura que no quieres que te ceda parte de mi calor corporal?
-Segura.
-Vuelvo a proponerte que te vayas –comenta él-. Ahora sí que sería increíble ver su cara –ríe-. Vente conmigo. Seguro que lo pasas mejor que con él.
-¿Es que no tienes jefe que te controle o qué? –respondes, intentando que no se note lo mucho que te ha sorprendido su proposición.
-Puede que no –sonríe misteriosamente-. Entonces, ¿no prefieres venir conmigo?
-Preferiría mil cosas antes que eso.

El camarero se acerca a ti poco a poco. Tú intentas retroceder, pero los fogones te lo impiden. Te das un golpe con una sartén en la cabeza.

-¡Mierda! –exclamas y te llevas la mano a la nuca.
-¿Te pongo nerviosa? –ríe de nuevo.
-No –dices de forma muy poco convincente.
-Ah, mejor. No querría… ponerte nerviosa –acerca su cara a la tuya, hasta que quedan a unos milímetros.

Tú, sin saber qué hacer, soplas, y él parpadea y se aparta. Sonríes, triunfal.

-Bueno, ya estoy seca, me voy a mi mesa otra vez –caminas a través de la cocina hasta la puerta.
-Que te lo pases bien en tu súper cita –dice irónicamente.
-Que te lo pases bien atendiendo a tus súper mesas –respondes.
-Si me necesitas, pregunta por mí. Soy Harry –dice, justo antes de que salgas.
-Si me necesitas tú, moléstate en averiguar cómo me llamo o dónde encontrarme –sales de la cocina y vuelves a la mesa.

Te esperan un par de horas bastante aburridas, pero algo te dice que ese tal Harry, el camarero, no se va a dar por vencido tan fácilmente.


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, gracias.]  

jueves, 14 de febrero de 2013

#Imagina de Nialler PARTE 14 (FINAL)


-¡Niall, DÁMELO!
-¡Intenta cogerlo, Zayn, enano!
Se escuchan un par de ruidos sordos, golpes.
-¡Papáááááááá!
-¿Qué ocurre? ¡Ah, Niall Horan, devuélvele su juguete a tu hermano!
-Pero… -protesta.
-¡Ahora! Venga, a vuestros cuartos, a dormir, ¡vamos!
Oyes pasos acelerados por la casa.
Ya que todo parece algo más en calma, vuelves a lo que estabas haciendo antes de que se montara ese escándalo. Miras tu cuerpo en el espejo de pie que queda delante de tus ojos. Has cambiado tanto en tan poco tiempo… Diriges tu mirada al reflejo de tu vientre, algo abultado. Pasas una mano por tu piel desnuda –te has quitado la ropa para verte mejor-, y sonríes ante lo que está pasando ahí dentro. ¿Quién te iba a haber dicho que las cosas transcurrirían realmente de esa forma? En ese momento, ves en el espejo una mano que no es la tuya acariciar tu barriga prominente. Un dulce estremecimiento que te lleva atrás en el tiempo recorre tu espalda, y posas tu mano encima de la suya. Notas que apoya su barbilla en tu hombro, y os miráis a través del espejo.
Esos ojos… Esos ojos celestes capaces de hacerte perder la respiración aún después de haberlos mirado tantas veces. Esos ojos que ahora te observan con amor, que no te han vuelto a abandonar jamás.
-Quizás esta cosita –murmuras, señalando tu vientre- tenga tus ojos. Ojalá sea así.
Niall te besa delicadamente en el hombro.
-Yo quiero que se parezca a ti. Que sea tan guapa como tú. Y si tuviera tu forma de ser también, mucho mejor –te da otro beso.
-No es justo. Niall y Zayn ya han salido con mis ojos. A ella le tocan los tuyos –sonríes.
-Ah, no sé qué vamos a hacer con esos dos, todo el día peleando –resopla él.
-Seguro que tener una nueva hermanita les ayudará a aprender a llevarse bien –te das la vuelta y le das un beso a Niall en el cuello.
-Eso espero…
Él pasa su dedo índice por tu cadera, lo sube por el costado, pasa por un pecho hasta que llega a tus labios.
-Pero no quiero que la pequeña tenga tus labios –dice en un susurro.
-¿Por qué no?
-Porque todos los chicos querrán besarla. Y no quiero que lo hagan –esboza una sonrisa ladeada.
Tú ríes.
-Cuando crezca, te aseguro que la van a besar, quieras o no. Pero si es alguien tan increíble como su padre, la verdad es que no me importaría… Por cierto, ¿es que te dan ganas de besar mis labios?
Niall asiente con la cabeza.
-“I find your lips so kissable, and your kiss unmissable, your fingertips so touchable…” –canta él.
-“…and your eyes… irresistible” –continúas tú.
Te sabes esa canción de memoria. Es una de tus favoritas de todas las que los chicos han hecho. Sonríes al pensar en lo lejos que han llegado. En que han cumplido su sueño de ser un grupo, cantar en escenarios, componer. Niall, Harry, Louis, Liam y Zayn. Los cinco. Juntos. Nunca se volvieron a separar. De hecho, Zayn y Niall son tan amigos que le pusisteis su nombre a vuestro segundo hijo.
Vuestros hijos.
Te suena raro pensar que unas habitaciones a la derecha, tenéis a dos pequeñas criaturas que han surgido de vosotros. Que vosotros los habéis creado, que han estado dentro de ti. Igual que la que tienes ahora en tu interior. Aunque esta es una niña. A veces te parece increíble lo rápido que pasa el tiempo. Ayer estabas en un baile de instituto, y ahora tienes dos hijos y esperas el tercero. Pero algo no ha cambiado. Si miras al frente, ahí está Niall. Piensas en lo que habéis construido juntos, y sientes que sigues enamorada de él. Quizás no con la pasión del primer día. Ahora discutís a veces, él sale con sus amigos, tú con las tuyas. Pero luego siempre volvéis el uno al otro, amándoos. Jamás pensaste que tu vida podría ser tan perfecta dentro de su imperfección.
Niall interrumpe tus pensamientos dándote un leve beso en los labios.
-Lo siento, no he podido resistirlo –se encoge de hombros.
Tú le das un golpecito en el pecho.
-¿Tendrás cien años y serás igual que cuando tenías diecisiete? –dices, riendo.
-¡Por mí perfecto! ¡¿Dónde tengo que firmar?!
Ríes aún más que antes, y entonces notas algo de frío.
-Voy a ponerme el pijama –te escabulles de los brazos de Niall, que te tenían agarrada por la cintura.
-Oh, vaya… ¿Por qué no, en lugar de eso, me quito yo también la ropa? –ladea la cabeza, sonriente.
-Porque ya nos hemos quitado la ropa esta mañana cuando los niños estaban en el colegio. Y tú ya estás mayor para hacerlo más de una vez al día –bromeas.
Él se cruza de brazos.
-Pues no me ha dado la sensación de que esta mañana te haya parecido que lo hacía como un viejo… -te guiña un ojo.
Tú con diecisiete años te sonrojarías, pero ya has superado eso.
-Precisamente, quedémonos con el bonito recuerdo de ese momento –coges tu pijama y te lo pones rápidamente.
-Jo…
Te acercas a Niall y le das un beso, este más prolongado que el anterior. Él posa las manos en tu trasero, y le dejas acariciarte un poco.
-Niall…
Te da un tierno beso en la punta de la nariz, y te deja.
-Ya, ya paro –sonríe.
Te sientas en el borde de la cama y te quitas la alianza de tu boda para dejarla en la mesita de noche. Siempre la llevas, pero para dormir nunca te la dejas puesta, no quieres que se pierda. Pasan por tu mente flashes del día en que te pidió que te casaras con él y del día de tu boda.
-Nialler…
-¿Sí? –él, que también está sentado en la cama, te mira.
-Gracias –te muerdes el labio inferior.
-¿Gracias por qué, cielo?
-Por todo. Por haber estado aquel día demasiado cerca de mi taquilla y haber recibido ese golpe con la puerta. Por haberme enseñado a tocar la guitarra y haber ido a ese baile conmigo. Por seguir a mi lado mientras estudiaba en la universidad. Por pedirme que me casara contigo.
Niall va hasta tu lado de la cama y te atrapa entre sus brazos.
-Creo que quien debe estar agradecido por todas esas cosas soy yo, princesa.
Vuestros labios se vuelven a unir, muy despacio, sin prisa, no existe el tiempo, sólo vosotros dos.
-¡ME HAGO PIS!
Pero vuestros hijos sí que existen.
Aunque con fastidio, os separáis sonrientes.
-Anda, voy yo –dice Niall.
-Gracias –murmuras.
Tu marido te da un beso en la frente y se levanta de la cama para llevar al pequeño Zayn al baño.
Tú te tumbas y te quedas mirando al techo, con una sonrisa permanente en los labios. Siempre te ha parecido que Niall haciendo de padre se ve muy sexy, quién sabe por qué motivo. Parece maduro y responsable… al contrario que cuando está con los chicos. En cualquier caso, adoras sus dos facetas.
Ahora fijas la vista en una foto que hay encima de la cajonera, en la que aparecéis vuestros dos pequeños y vosotros, en la playa, sonrientes los cuatro. Recuerdas ese día a la perfección, lo bien que lo pasasteis. Dentro de poco vuestra familia tendrá un miembro más, aparecerá en fotos, y llevará una vida independiente. Pero que sin Niall y tú no existiría.
Poco a poco tus ojos se van cerrando sin que te des cuenta, te puede el sueño. Cuando estás casi dormida, se abre la puerta del dormitorio y Niall se mete en la cama.
-Ya están durmiendo otra vez –murmura.
Pasa un brazo por tus hombros y tú te acurrucas en su pecho. Dormir abrazados es una costumbre que te gusta demasiado como para perderla por el simple paso de los años.
Él acaricia tu pelo con delicadeza.
-Buenas noches –susurras.
-Que descanses, mi vida –no deja de acariciar tu pelo ni un momento, al menos no hasta que te duermes.
Mañana será otro día. Otro día juntos. Tal vez os peleéis, tal vez os llevéis de maravilla, ¿quién sabe? Lo que importa, lo que ambos sabéis, es que, a pesar de todo, pase lo que pase, os amáis por encima de todas las cosas.


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Muchas gracias por haber leído todo este #Imagina. Espero de corazón que os haya gustado, que hayáis disfrutado soñando, y que esta última parte, aunque diferente a lo normal, no os haya decepcionado como final de esta historia. De nuevo gracias. Por favor, comentad aquí en el blog o mencionadme en twitter con vuestra opinión, lo valoro muchísimo, y marcad en reacciones (aparece justo abajo de esto) lo que os ha parecido este #Imagina. Volveremos a soñar pronto, ¿verdad? 

miércoles, 13 de febrero de 2013

#Imagina de Nialler PARTE 13


En la puerta por la que Niall y tú habéis salido del gimnasio hace un rato, se adivina la figura de Zayn ya desde lo lejos. Tiene un cuerpo que es bastante difícil de confundir. Da golpecitos con el pie en el suelo, lo que significa que está impaciente, aunque cuando os ve aparecer se queda completamente quieto. Casi parece asustado. Probablemente lo esté. No ha ido al baile, pues lleva unos vaqueros y una camiseta, y si hubiera estado allí antes habría llevado un traje. Es decir, ha ido únicamente para hablar con ellos.
Liam hace amago de entrar al gimnasio del instituto.
-Eh, ¿a dónde vas? –pregunta Niall a su amigo, frunciendo el ceño.
-Niall, nosotros ya hemos hablado con él. Te hemos buscado, pero no estabas. De todos modos, quizás sea mejor que esto lo habléis solos –responde Liam.
No te mira, pero lo que ha dicho llevaba una segunda intención dirigida a ti, si bien tú ya tenías pensado dejarles que hablaran a solas aunque ellos no te lo pidieran.
Niall asiente con la cabeza, y tú miras a Zayn, sonriéndole, porque te ha hecho caso y ha decidido intentar reconciliarse con sus viejos amigos.
-Bueno, yo… -diriges tus ojos hasta los de Niall- Me voy a ir dentro, quiero conocer un poco a Eleanor y Danielle, y así de paso vosotros habláis tranquilamente.
Sonríes levemente, y le das un suave apretón de manos a Niall, tras lo cual entras al gimnasio, ahora transformado en sala de fiesta, junto con Liam.
-Vosotros os… ¿habéis reconciliado con Zayn? –le preguntas mientras buscáis al resto de los chicos entre la gente.
Él te mira durante un segundo.
-Se podría decir que sí. Le conocemos. Sabemos que lo siente. Era nuestro amigo –se encoge de hombros- y puede volver a serlo.
-¿Crees que Niall le perdonará?
-Bueno, él es el que lo pasó peor con todo esto, pero yo diría que sí. Tal vez antes no, pero ahora sí. Has cambiado mucho su forma de ser en estos meses.
-¿Yo? –dices con asombro.
Liam deja de caminar.
-Sí, tú. Desde que te conoció, Niall está como más… sereno, no sé, es raro. Es como si le hubieras dado una paz interior que llevaba mucho tiempo buscando.
Sonríes ampliamente al escuchar eso, y se lo contagias a tu amigo.
-Anda, mira, están allí –señala una zona en la que se ve claramente a Harry, Louis, Eleanor y Danielle, charlando.
-Ya los he encontrado –dice Liam cuando llegáis a su lado.
-Ah, genial. ¿Y qué? ¿Da la sensación de que vayan a reconciliarse? –Harry parece ansioso.
-Creo que sí –todos suspiran, aliviados.
Estás deseando saber lo que está pasando entre los dos ahí fuera, pero aguantas las ganas de salir hablando con Danielle y Eleanor. Resultan dos chicas muy simpáticas que realmente quieren que algún día vayas de compras con ellas, o que salgáis a dar una vuelta juntas. Sientes que acabas de hacer dos amigas. Después de un rato que se te hace eterno, en el cual nombran al rey y la reina del baile –no sois vosotros-, Zayn y Niall aparecen a vuestro lado. Nadie dice nada, sólo se miran unos a otros. Niall carraspea, y Zayn se pasa una mano por el pelo. Los dos chicos se chocan tímidamente los puños, en un gesto de amistad, y los demás comienzan a saltar de alegría. Suele ocurrir. Cuando tienes amigos, no quieres perderlos. Aunque os hayáis peleado, aunque haya pasado un tiempo. Los amigos de verdad se perdonan siempre. Sonríes, contenta, y entre el alboroto, ves que Zayn te mira y esboza con sus labios la palabra “gracias”. Te encoges de hombros.
Observas cómo los chicos comentan cosas durante unos minutos, y notas una mano en tu cintura. Te giras y ves a Niall mirándote con ojos brillantes.
-Me alegro de que os hayáis reconciliado –murmuras.
-Yo también. Sé que siente lo que hizo, con eso me vale.
Colocas una mano en su mejilla, y la acaricias con el pulgar. Él te da un leve beso en los labios, y justo entonces los chicos se ponen a silbar y a deciros cosas.
-Uy, uy, uy, ¿ya sois parejita oficial?
-¡DALE UN BESO CON MÁS PASIÓN, NIALL!
-Qué booooonito, qué booooonito –cantan a coro.
Tú te sonrojas, pero en realidad te sientes bien por tener esos amigos.
Niall te coge de la mano y echa a andar.
-¡¿A dónde vais?!
-Voy a darle ese beso con más pasión que me habéis pedido, pero sin espectadores –bromea él.
Ríes levemente, y salís del gimnasio. Dentro está abarrotado y hace calor, así que agradeces la brisa de la noche. Camináis de la mano sin decir nada.
-¿Es que no me vas a dar ese beso? –preguntas, casi con timidez.
Él te mira, alzando una ceja.
-¿Quieres que te lo dé? –sonríe.
-Niall, me parece absurdo que de verdad me estés preguntando si quiero que… -sus labios posándose sobre los tuyos cortan cualquier posibilidad que tuvieras de hablar.
Te abraza por la cintura y te pega a él, y tú haces lo mismo. Vuestras bocas no se separan ni un segundo, y, en un momento de atrevimiento, Niall roza tus labios con su lengua, para luego presionarlos levemente. ¿Está intentando hacerse paso en tu boca? Jamás habías besado a nadie antes de Niall, por lo que tampoco sabes cómo se dan besos con lengua. Sin embargo, una vez más, descubres que no necesitas saber hacer las cosas. Él lo hace todo muy fácil, muy natural. Entreabres los labios, y su lengua baila en tu boca. Tú simplemente le sigues, le imitas, y sientes que realmente te gusta estar compartiendo ese momento con Niall. Es algo íntimo, más que un beso normal, aparte de más apasionado, y te alegra hacerlo con él. Acaricia toda tu espalda lentamente, y permanecéis así durante un beso que te parece muy largo, pero que desearías que lo fuera aún más.
Niall sujeta con delicadeza tu barbilla con dos dedos, y te alza un poco la cabeza, para que le mires a los ojos.
-Dios, es que… no soy capaz, no me salen las palabras cuando… cuando te quiero decir lo que siento al mirarte, eres… -se muerde el labio, intentando encontrar la palabra adecuada.
-No importa. A mí me pasa igual al mirarte, así que creo que sé exactamente qué estás intentando decir –sonríes.
Él agacha la cabeza, pero también está sonriente.
-Quizás el baile no ha sido como esperabas…
-Ha sido mucho mejor de lo que esperaba, tonto.
Te atrapa por la cintura y te estrecha fuertemente contra sí.
-Mientras estabas hablando con Zayn han dicho quiénes son el rey y la reina del baile.
-¿Somos nosotros? –pregunta.
Niegas con la cabeza.
-Ni siquiera sé los nombres de los que han sido elegidos –haces una mueca, y él ríe.
-Bueno, no importa. ¿Sabes por qué?
-¿Por qué?
Niall pasa un dedo con dulzura por la línea de tu mandíbula y lo baja por tu cuello. Otro estremecimiento más durante la noche.
-Porque de todos modos, tú ya eres mi princesa –te coloca la diadema que llevas en el pelo bien, que por lo visto se ha torcido.
-¿Y crees que tendremos nuestro final feliz y seremos felices y comeremos perdices?
-Bueno… yo todavía soy sapo, pero si me das un beso, a lo mejor me convierto en príncipe –sonríe inocentemente y pone morros.
-¡Cómo eres, Niall Horan! –exclamas, pero le das un corto beso en los labios- ¿Ya te has convertido en príncipe?
-Ajá. Y voy a ir empezando a cazar las perdices, que vamos a ser tan felices que vamos a comer muchas, pero muchas –bromea.
Tú rompes a reír.
-¿Sabes qué palabras son las dos únicas que me salen al mirarte? –comentas.
-Sí, creo que sí. Espero que sí.
-¿Cuáles?
-“Te quiero”.

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domingo, 10 de febrero de 2013

#Imagina de Nialler PARTE 12


Como la canción lenta ha acabado, la gente comienza a dispersarse, y Niall y tú os separáis un poco. Probablemente, nadie se haya fijado en vosotros, así que tampoco es plan ahora de ponerse allí a dar el espectáculo.
Él te sonríe ampliamente, y aparta su mano de tu cintura.
-¿Te apetece comer algo? –pregunta, como si hace un momento antes no te hubiera dicho que te quería.
-La verdad es que no tengo nada de hambre –admites-. Pero sé que tú sí, ¡siempre la tienes! Así que vamos a coger algo, si quieres.
-Por extraño que parezca, yo tampoco tengo hambre –dice, con asombro.
-¡¿No?! –ríes.
-No.
-Aunque sí que me apetece beber algo –tiras de la mano de Niall hasta la barra-. ¿Tú quieres alguna cosa?
-Lo que tú te pidas –se encoge de hombros.
-Niall, voy a beberme una Coca-Cola –ríes levemente.
-Y yo otra –sonríe angelicalmente-. ¿Es que me ves como un borracho, o qué?
-Bueeeeno…
Ambos rompéis a reír, y pides las dos bebidas al tipo de la barra.
-Gracias –dices cuando te las da, y le tiendes la suya a Niall.
Comienza a sonar música tecno, y haces una mueca.
-¿No te gusta esta música? –pregunta Niall.
-Para nada –frunces el ceño.
-¿Salimos fuera un rato? Luego seguro que la cambian –esboza una sonrisa arrebatadora.
-Me parece una idea genial –así, de paso, podréis estar solos, y podrás responderle seriamente a lo que te ha dicho cuando estabais bailando.
Fuera del gimnasio hay varias parejas. Algunos caminando, otros besándose, otros mejor no saber lo que están haciendo.
-Ven –murmura Niall, y echa a correr, tirando de ti.
A pesar de los tacones, consigues acomodarte a su ritmo, y corres también.
-¿Adónde vamos? –preguntas, entre risas.
-A un sitio que seguro que te gusta más –responde, también riendo.
Entráis al instituto, y te lleva por varios pasillos, que, al no estar iluminados, no reconoces. Al final, llegáis a un gran salón, y cuando tus ojos se acostumbran a la oscuridad de allí, que es menor que la del instituto, pues la luz de la luna llena entra por varios ventanales, te das cuenta de que estáis en el auditorio donde solíais tocar la guitarra.
Cuando vuestra respiración después de la carrera vuelve a ser normal, Niall te lleva de la mano hasta el fondo del escenario, y ves que hay un gran piano de cola en el que nunca antes te habías fijado. Él se sienta en el taburete que preside el piano.
-Ven –te agarra por la cintura y te sienta en sus piernas.
¿Es que también sabe tocar el piano?
Sin decir nada, sus manos empiezan a moverse sobre las teclas, con suavidad, y una dulce melodía empieza a sonar. No es demasiado compleja, pero es muy bonita, suave, deliciosa, uno de estos sonidos que se podría escuchar durante horas sin que moleste hacerlo. Al moverse las manos de Niall, de vez en cuando rozan tu cuerpo, muy levemente, pero te gusta esa sensación. Está totalmente concentrado, casi más que cuando toca la guitarra, y cuando le miras la cara, ves que sus ojos no están en las teclas del piano, sino clavados en ti. Termina de tocar con unas notas cortas y agudas, y aparta las manos del piano para rodear tu cintura con ellas.
-No sabía que tocaras el piano, pero lo haces… genial –dices en voz bajita.
Es como si la canción hubiera creado una atmósfera especial que no quieres romper con tus palabras.
-Hacía tiempo que no lo tocaba, pero durante las tardes que no he venido contigo a ensayar con la guitarra… sentí la necesidad de hacerlo –sonríe levemente.
-Lo que has tocado ha sido muy bonito.
-Gracias. Lo he compuesto en estos días. Y quiero ponerle letra, pero aún no he encontrado las palabras para expresar lo que siento.
-¿Sobre qué va a tratar la canción?
-Sobre nosotros –murmura.
Sonríes.
-Niall…
-¿Sí?
Clavas tus ojos en los suyos.
-Yo también te quiero.
Él besa tus labios con dulzura, y luego apoya su frente contra la tuya. Descansáis así durante unos minutos, vuestras respiraciones acompasadas, los ojos cerrados.
-A veces me pregunto qué sería de mí si aquel día no me hubieras dado un golpe con la puerta de tu taquilla –dice él, aún con los ojos cerrados.
-Probablemente tendrías algunas neuronas más de las que tienes –sonríes.
-Pero me sentiría vacío por dentro… No me di cuenta de lo incompleto que estaba hasta que apareciste tú…
Abres los ojos, y rozas sus labios con tus dedos.
-Yo jamás había sentido en el estómago lo que siento al mirarte, jamás había imaginado que besar a alguien podía ser tan…
-Perfecto –él completa la frase por ti-. No, yo tampoco.
Comienzas a hacer circulitos con tu dedo índice en el pecho de Niall.
-¿Quieres merendar? –mira en dirección a la máquina de comida, que no se ve, pues la luz no llega casi hasta allí.
-¿Merendar a las diez de la noche? –preguntas, divertida.
-¿Por qué no? Comerse un batido y una palmera de chocolate a las diez de la noche no puede ser cenar, ¡es merendar! –dice, muy serio.
-Vale, merendemos –os levantáis, y vais hasta la máquina.
-¿Lo de siempre?
-Lo de siempre –te muerdes el labio.
Niall saca dos batidos y dos palmeras de chocolate, y os sentáis en el suelo del escenario a coméroslos. Igual que la primera vez. Excepto porque ahora Niall está apoyado en la pared con las piernas abiertas, y tú estás entre ellas, con la espalda descansando en su pecho. Te sientes muy bien así, rodeada por su cuerpo. Os lo coméis todo en un cómodo silencio, y justo después sientes los labios de Niall en tu hombro. Te da un solo beso, pero es suficiente para producirte un escalofrío que incluso él nota.
-¿Te ha dado frío?
-No, precisamente eso no –ríes levemente.
Él te da otro beso, ahora en la base del cuello, y vuelves a notar un escalofrío. Niall ríe abiertamente.
-Así que es esto… -ahora te da numerosos besos por toda la línea desde el hombro hasta el cuello, aunque eso lo que te produce son cosquillas.
-Ay, para –ríes.
Hace que sus besos sean muy sonoros.
-¡Niall, para! –no puedes dejar de reír.
Giras la cara para encontrarte con la de él, y te roba un beso. Ves sus ojos brillar con una ternura que jamás habías visto en los ojos de ningún chico. Él te coloca un mechón de pelo que se te ha escapado del moño detrás de la oreja, y te contempla.
-A la luz de la luna estás incluso más preciosa, y mira que eso es difícil –se humedece los labios con la lengua.
Vas a besarle, pero escucháis cómo la puerta del auditorio se abre.
-¿Niall? –pregunta una voz conocida; es Liam.
-Estamos aquí –hace gestos con la mano para que vuestro amigo os localice.
-Ah, vaya, lo siento, no quería molestar –se rasca la nuca-, pero es que Zayn está ahí fuera, buscándote. Quiere hablar contigo.
-¿Zayn? –la voz de Niall cambia bastante, se vuelve algo brusca.
-Quizás deberías ir a hablar con él –dices en un susurro, recordando que tú le pediste a Zayn que se reconciliara con Niall.
Él te mira, casi sorprendido.
Te encoges de hombros.
-Está bien –acepta, finalmente, y os levantáis.
Acaricias con ternura el pelo de Niall por la nuca.
-Intenta no ser muy duro con él, ¿sí? –pides.
Camináis hasta Liam, y los tres salís del auditorio. Sólo esperas que Zayn se reconcilie con sus viejos amigos. Todo el mundo merece una segunda oportunidad. 

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