jueves, 27 de junio de 2013

ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO; capítulo quince.

24 de diciembre; al mediodía.

-¿Estás seguro de tus amigos no me odian? –pregunto.
-¿Por qué iban a odiarte?

Zayn me mira de reojo mientras recoloca una bola del árbol de Navidad que se ha caído. Anoche, cuando volvimos a casa, pusimos todos juntos el gran abeto en el salón, y lo decoramos con bolas de colores y luces.

-Porque por mi culpa, Alison se siente mal… -bufo, y cruzo las piernas al estilo indio sentada en el sofá.
-En todo caso sería mi culpa, pero Alison se siente mal porque no quiso darse cuenta de que yo no sentía lo mismo, no por ti.
-Pero si yo no hubiera aparecido…
-Antes de que tú aparecieras yo tampoco la quería a ella. La única diferencia es que antes no quería a nadie y ahora te quiero a ti –se sienta a mi lado en el sofá.

Aún me resulta extraño escucharle decir que me quiere.

-Aun así…
-Aun así nada. A Becky le ha encantado enterarse, yo creo que ya te quiere a ti más que a mí –ríe-. Y los demás sólo están un poco sorprendidos, y quizás alguno que otro un poco molesto conmigo por no haberles comentado nada, pero se les pasará.
-Bueno…
-No le des más vueltas –me sonríe-. ¿Quieres ver una película?
-Había pensado que, como papá, Marga y Violet han salido, podrías acompañarme a comprarles algún regalo de Navidad para darles una sorpresa mañana –miro a Zayn mordiéndome el labio.
-Tienes al chófer sobreexplotado, my darling –bromea.
-Es su trabajo –protesto.
-Ya lo sé, tonta –me roba un beso.
-Entonces, ¿me acompañas?
-¡Pues claro! ¿Y si con tu simpatía natural enamoras a algún joven londinense y decides fugarte con él? –la palabra simpatía la dice irónicamente.
-Qué gracioso eres –respondo, con sarcasmo.
-Vas empezando a conocerme –ríe.
-Además, ¿para qué querría yo fugarme con un londinense si ya tengo a un…? –paro un momento- ¿De dónde eres?
-Ya tienes a un Bradford bad boy –se da un leve tirón del cuello de su camiseta, chuleando.

Pongo los ojos en blanco.

-Así que eres de Bradford… ¿Cuándo piensas llevarme? –sonrío.
-Cuando tú me lleves a Madrid –me muerde el labio inferior.

Teniéndolo tan cerca, puedo mirar fijamente a sus ojos, puedo perderme en ellos y soñar con que me quedo así para siempre. Pero lo que acabamos de decir me ha hecho darme cuenta de que cuando las vacaciones acaben, tendré que volver a España, y él seguirá en Inglaterra. ¿Qué pasará entonces? Un escalofrío me recorre la espalda.

-¿Estás bien? –pregunta Zayn, mirándome con preocupación.
-Sí, sí –miento-. ¿Vamos a por esos regalos o no?

Finjo una sonrisa y parece que se lo cree. Salir de compras me vendrá bien para intentar quitarme esos pensamientos de la cabeza.

24 de diciembre; por la tarde.

Zayn me mira con los hombros caídos, casi suplicante.

-¿Todavía no se te ha ocurrido nada?
-No, y así no me ayudas –resoplo.
-Pues es que no sé qué le puedes comprar…
-Tú eres un hombre, ¿qué te gustaría que te regalaran?
-¿No habíamos quedado en que tu padre era el único hombre de la casa y yo aún era un jovencito? –pone una media sonrisa.

Yo río levemente.

-Sí, bueno, tú que eres un jovencito… ¿qué le puedo regalar a mi padre? –suspiro.
-Yo sería feliz con un nuevo tatuaje –se encoge de hombros.
-¡Pues menudo regalo! –protesto- Además, ya tienes bastantes tatuajes.
-¿No te gustaría que me hiciera uno nuevo? –ladea la cabeza.
-Depende de qué te lo hicieras. Si te pusieras mi nombre…
-¿De verdad te gustan esas cosas? –hace una mueca.
-No. Si te pusieras mi nombre te mataría –río-. Por eso digo que depende.
-Bueno, centrémonos en lo de tu padre.
-¿Estás cansado?
-No –dice, aunque sé que está harto de estar en el centro comercial.
-Mentiroso –entrecierro los ojos-. Lo siento…
-No sientas nada, me gusta hacer cosas contigo –me atrapa por la cintura-. Incluso hacer compras aburridas.
-Gracias –ironizo.
-De nada –me guiña un ojo.
-¡Ya sé lo que voy a comprar! –exclamo.

Zayn se lleva tal susto ante mi efusividad que da un saltito y me suelta.

-¿Qué? –pregunta con alivio.
-Le voy a comprar un álbum de fotos y lo voy a llenar con fotos que tengo con él de cuando era pequeña.
-No está mal. ¿Crees que le gustará?
-Él es fotógrafo. Espero que sepa apreciarlo –me encojo de hombros.
-Seguro que aunque le regalaras un papel que dijera “papá, te quiero” le haría ilusión.
-Así son los padres. Cualquier cosa que les regales les gusta, eso es lo bueno –sonrío.
-Pues para ser “cualquier cosa” has tardado un rato en decidirlo –se mete conmigo.
-Qué poco irónico eres –niego con la cabeza.
-Tan poco como tú.

Ambos reímos.

-Vamos a comprar el álbum antes de que cierren las tiendas –lo cojo de la mano para tirar de él.
-¿Y de dónde vas a sacar las fotos de cuando eras pequeña?
-Le pediré a mi mamá que me las envíe por e-mail.
-Chica lista.
-Vas empezando a conocerme –imito lo que él me dijo esta mañana.
-Qué graciosa estás tú hoy, eh.
-Se me ha pegado de ti, my darling –digo.

Zayn rompe a reír, y entonces yo veo un vestido precioso en el escaparate de una de las tiendas. Y eso que yo no soy muy de vestidos, pero ése…

-Mira eso –digo, dejando de andar.
-¿El qué? –aún está riendo.
-Ese vestido, el cortito azul con flores rosas.
-¿Te gusta? –me mira.
-Mucho –bajo la vista como una niña pequeña-. ¿Puedo pasar a probármelo? Sólo probármelo, no llevo dinero suficiente para comprármelo, pero me hace ilusión vérmelo puesto… Porfa…
-Vaaaaaale –sonríe y ahora es él quien tira de mí hasta el interior de la tienda.

Me acerco a la dependienta y le pido un vestido como ése de mi talla. La joven me lo trae a los pocos minutos y me señala amablemente el probador.

-Gracias –sonrío.
-Seguro que te queda genial –dice Zayn, sentándose en unos sillones que hay en la zona de los probadores y dejando las bolsas con los regalos en el suelo.
-Bueno, ya veremos. Es bonito, pero…
-Pero nada. El vestido es bonito, tú eres bonita… es la combinación perfecta, ya verás.

Le saco la lengua a Zayn antes de entrar al probador y ponérmelo. Me miro al espejo y la verdad es que dentro de lo que cabe creo que no me queda tan mal. Sin previo aviso, la cortina del probador se abre y Zayn asoma la cabeza.

-¡Eh! –protesto.
-Pero mírate, estás preciosa –busca mis ojos en mi reflejo del espejo.
-¿Tú no sabes que no se debe entrar en los probadores cuando hay gente dentro? ¿Y si me hubiera estado cambiando? –digo, sonrojándome
-Pues mejor para mí –sonríe mordiéndose la lengua.
-Tonto –le pongo la mano en la cabeza para que la saque, pero en lugar de eso, no sé cómo, consigue meterse entero en el probador.
-¿Te he dicho ya lo bien que te queda? –pregunta con voz seductora.
-Sí, me lo acabas de decir –pego la espalda a la pared del probador.
-Bien –se acerca a mí y apoya las manos a ambos lados de mi cabeza, también en la pared.
-Zayn…
-¿Qué? –pega su cuerpo totalmente al mío.
-No es lugar para…

No soy capaz de seguir cuando noto sus labios recorrer mi cuello. Besa toda la línea de mi mandíbula y pasa su lengua húmeda por mi labio inferior.

-¿Para…? –pregunta, acariciando mi pierna con una mano.

No respondo, tan solo suelto un suspiro. Zayn lleva su mano hasta la parte interna de mi muslo, descubierto gracias al vestido, y lo acaricia suavemente. Me doy cuenta de que nunca me ha visto con tan poca ropa, ya que siempre he llevado pantalones y manga larga. Echo la cabeza hacia atrás, incapaz de decir o hacer nada más. Él me da un tierno beso en los labios tras lo cual vuelve a bajar sus besos por todo mi cuello, hasta que llega al escote del vestido. La parte superior es como un corsé que hace que mis pechos suban un poco, y una parte de ellos queda al descubierto. Zayn me mira a los ojos durante un segundo, y supongo que en ellos no ve nada que le pida que pare –de hecho, no quiero que lo haga-, pues sus labios rozan esa piel de mis pechos que queda al aire, y besa todo mi escote. Su mano sigue acariciando mi pierna, y en un momento determinado roza mi braguita, haciendo que un calor desconocido hasta entonces para mí surja desde mi centro y me recorra todo el cuerpo. Deseando sentir más, introduzco mis manos debajo de la camiseta de Zayn y acaricio su torso. Siento sus fuertes músculos en tensión bajo mis dedos, y escucho nuestras respiraciones entrecortadas.

De repente, me asalta el miedo de que él quiera ir aún más lejos cuando yo soy una total inexperta con todo esto, así que me separo un poco de él. Ya hemos avanzado lo suficiente por hoy.

Zayn me mira, interrogante, pero al igual que antes ha visto que podía seguir, ahora se da cuenta de que es momento de parar, y lo acepta sin decir nada.

-Deberías comprarte ese vestido –comenta.
-No llevo suficiente dinero encima –digo, mirando la etiqueta-. Y de todos modos, es demasiado caro.
-En fin, como quieras –abre la cortina y sale del probador-. Te espero aquí fuera.

Me quito el vestido, aún sintiendo el acelerado latido de mi corazón martillear en mis oídos, y, después de haberme puesto la ropa, respiro hondo un par de veces antes de salir. Guau. Lo que acaba de pasar ha sido… simplemente no creo que haya palabras para definirlo.

Salgo del probador y dejo el vestido en una mesa con ropa que la gente se ha probado pero ha decidido no comprarse.

-Vamos, que cierran a las cinco y media y necesito el álbum –digo mientras salimos de la tienda.
-Sí, tenemos que darnos prisa.

Cuando ya hemos caminado unos minutos, me fijo en que no llevamos las bolsas con los regalos.

-¡Zayn! –exclamo.
-¿Qué? –me mira, asustado.
-¡Los regalos!
-¡Oh! –se da una palmada en la frente- Mierda, me los he dejado en la tienda.
-Vamos a por ellos –empiezo a caminar de vuelta.
-No, espera, mejor yo voy a por ellos y tú mientras compra el álbum, porque son las cinco y cuarto –propone.
-Sí, tienes razón, nos vemos aquí en unos minutos –digo, y me doy la vuelta otra vez para comprar el regalo de papá.

_
Pasado un rato, ya estamos sentados, como es típico, en el pasillo de mi cuarto, Zayn apoyado en una pared y yo en la otra.

-¡Mañana viene Papá Noel, mañana viene Papá Noel! –Violet corretea delante de nosotros emocionada.
-¡Es verdad! –asiento.

La pequeña se sienta en mis piernas y veo que Zayn nos mira con ternura.

-¿Te has portado bien este año? –le pregunto.
-¡Sí!
-Entonces Papá Noel te traerá muchas cosas.
-¡Bieeeeen! –me da un abrazo.
-¿No crees que deberías irte a dormir, pequeñaja? –le dice Zayn.
-Pero no tengo sueño… -protesta.
-Cuanto antes te vayas a dormir, antes llegará mañana –asegura él.
-¡Entonces sí! Buenas noches –me da un beso y va corriendo a darle otro a Zayn.
-Que descanses, princesa –la despido con la mano.

Ambos la miramos marcharse a su dormitorio.

-¿Has preparado ya tu álbum? –pregunta Zayn.
-No. Ahora quiero hablar un rato con mi madre por Skype, y entonces le pediré las fotos. Hoy es un día especial en España, y la echo bastante de menos… -suspiro.
-Lo entiendo –se cambia de sitio y se sienta a mi lado.
-¿Y tú, has sido bueno este año?
-De vez en cuando… -ríe.
-Entonces Papá Noel no te traerá nada –sonrío.
-Papá Noel ya me ha traído algo –me besa-. Y por lo que es, creo que he sido la persona más buena del planeta.
-Pues yo no sé qué le he hecho para que me haya traído este castigo –bromeo.
-Qué agradable tú –hace una mueca.
-Que es broma, tonto –apoyo mi cabeza en su hombro.

Nos quedamos un rato en silencio, pero un silencio cómodo, en el que sólo se escuchan nuestras respiraciones pausadas.

-Bueno, buenas noches, que Papá Noel tiene que preparar cosas para mañana –dice de pronto Zayn.

Sonrío.

-Pero si tú no celebras la Navidad.
-Ya, pero lo de hacerse regalitos nunca está mal –se encoje de hombros.
-Entiendo… Pero bueno, tienes razón, que encima en España es una hora más tarde que aquí y yo también tengo que preparar cosas. Buenas noches –le doy un beso en la mejilla.
-¿Qué clase de beso de buenas noches es ése? –protesta.
-¿Qué esperabas?
-Algo así –pega sus labios a los míos y me besa con pasión.
-Me lo apunto –río.
-Bien.
-Buenas noches –me levanto, y él hace lo mismo.
-Que sueñes conmigo –sonríe.
-Soñaré contigo y con tu enorme ego –entro en mi dormitorio sintiendo un par de ojos clavados en mi espalda.


Aún tengo bastantes cosas que preparar para mañana. En parte entiendo lo impaciente que se siente Violet, pues yo también querría poder irme a dormir para ver qué sorpresas me esperan al día siguiente debajo del árbol. Porque intuyo que habrá alguna que otra cosa que no me espero. 


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

sábado, 22 de junio de 2013

ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO; capítulo catorce.

23 de diciembre; por la noche, de vuelta a casa.

Ahora mismo me siento como una de estas chicas que, en las películas, son acompañadas hasta la puerta de casa por esos jóvenes apuestos con los que han tenido una cita maravillosa, y allí se dan las buenas noches, hacen como que van a separarse, pero todos sabemos que acabarán besándose, y finalmente, muy despacio, unen sus labios, tras lo que se despiden tímidamente.

Probablemente eso no ocurra en mi caso, porque Zayn y yo vamos a entrar en la misma casa, pero después de lo del London Eye… no puedo quejarme.

23 de diciembre; un rato antes.

-Yo creo que… te quiero –susurró.

Pestañeé un par de veces, sintiendo que aquello no era real. Pero al abrir los ojos, Zayn seguía estando allí, abrazándome, y me acababa de decir que me quería. O que creía que lo hacía. De todos modos, tampoco podría esperar que me dijera que daría su vida por mí cuando nos conocíamos desde hacía tan poco tiempo. Una sonrisa tonta se dibujó en mi cara, pero no fui capaz de contestar hasta pasados unos segundos. La imagen de Jaime pasó por mi cabeza, y me costó bastante trabajo sacarla de ahí. Sentía que le estaba traicionando. No estaba haciendo las cosas bien, pero en ese instante no podría haber querido estar en otra parte. Y eso quería decir que Zayn había conseguido en dos días lo que Jaime no había conseguido en años. Me sentí mal por mi amigo, pero los brillantes –e interrogantes- ojos de Zayn me sacaron de mis pensamientos.

-Te dije que no te enamoraras de mí.
-No lo hiciste –ladeó la cabeza.
-Ya, pero quedaba muy de película y no he podido resistir la tentación de decirlo –reí levemente.

Él negó con la cabeza, aunque también rió.

-¿Sería demasiado alocado si te dijera que yo creo lo mismo que tú? –pregunté.
-¿Tú también crees que te quiero?
-No, tonto –sonreí-. Que yo te quiero a ti.
-Tal vez sí lo sea –se encogió de hombros y me dio un suave beso en los labios-. Pero si el amor no fuera alocado, sería aburrido, ¿no crees?

Asentí con la cabeza y me dejé besar una vez más.


23 de diciembre; por la noche, de vuelta a casa… de nuevo.

-¿Estás pasándotelo mejor de lo que esperabas? –pregunta Zayn abriendo la puerta de la casa.
-¿Esta noche o en las vacaciones en general?
-En las vacaciones –sostiene la puerta para que yo pase.
-Sí, la verdad es que sí. No esperaba encontrarme a alguien como Zayn the vain, ahí tienes la diferencia –sonrío.
-Oh, así que yo soy lo que está haciendo que te lo estés pasando bien –cierra la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido, ya que es tarde y todos estarán durmiendo.
-En efecto.
-No hacía falta que contestaras, era una afirmación –ríe.
-Engreído –pongo los ojos en blanco.
-Sólo cuando me dan motivos –hace una mueca.
-¿Y yo te los doy? –sonrío.

Zayn me atrapa entre sus brazos y caminamos un par de pasos hacia atrás, riendo, hasta que mi espalda choca con la pared.

-Sí, me los das –susurra.

Me escabullo de sus brazos y echo a correr alegremente escaleras arriba. Zayn viene detrás de mí, aunque no logra atraparme.

-Buenas noches –sonrío, le doy un rápido beso en la mejilla y me meto en mi cuarto.

Espero atentamente detrás de la puerta a ver si se ha ido o sigue ahí, pero como no escucho nada, supongo que se ha ido. Me pongo el pijama, me siento en la cama, y cuando voy a coger mi móvil para ver qué tengo, la puerta se abre.

-El de hoy ha superado a tu mejor beso –dice con resolución.

Yo rompo a reír.

-¿Aún sigues con eso?
-Sí –contesta, casi con orgullo-. Admítelo, ha sido el mejor beso que te han dado.
-En realidad, he sido yo la que te ha besado –alzo las cejas.
-Bueno, pues ha sido el mejor beso que has compartido.
-¿Puede un beso no compartirse? –frunzo el ceño.
-¡Dios mío! –exclama con desesperación.
-Que sí, bobo, que ha sido el mejor beso de mi vida –sonrío.
-Gracias –responde, aliviado.
-¿Por?
-Por admitirlo –sonríe con vehemencia.

Río de nuevo, y él se sienta en la cama, a mi lado.

-Aunque nuestro primer beso tampoco estuvo nada mal –reflexiona.
-Zayn, estaba enfadada.
-Lo sé, lo sé. Por cierto, ¿te apetece salir mañana con mis amigos?
-Pero… ¿mañana no es Nochebuena?
-Mañana es el día antes de Navidad… ¿y?
-¿No lo celebráis de ninguna forma especial?
-La verdad es que no. Aquí lo que celebramos es el día veinticinco, es decir, pasado mañana.
-Ah, pues entonces sí, salgamos con tus amigos –sonrío.

Seguimos hablando de unas cosas y de otras hasta que, al final, sin darme cuenta, se me empiezan a cerrar los ojos por el sueño.

24 de diciembre; por la mañana.

Abro los ojos lentamente, y tardan unos segundos en acostumbrarse a la luz que entra por la ventana. Cuando por fin logro ver, casi me da un infarto.

-¡¿Pero qué…?! –exclamo, al ver a Zayn dormido tumbado a mi lado en la cama.
-¡¿Qué?! –se despierta.

Intento repasar mentalmente lo que hicimos anoche, porque no recuerdo en qué momento Zayn entró en mi cama, y lo peor de todo, no sé qué pasó entre nosotros. Es imposible que lo hiciéramos, me acordaría.

-¡Oh, Dios, no! –dice, al darse cuenta de lo que está pasando por mi mente.
-¡Aaaaaah, vale, ya me acuerdo! –exclamo, aliviada.

Estuvimos hablando y me quedé dormida. Probablemente a Zayn le pasó lo mismo, y ahí estamos, uno al lado del otro en la cama.

-Mal pensada –entrecierra los ojos.
-¿Qué esperas que piense cuando estás en mi cama? –bufo.
-¿Que los dos nos quedamos dormidos? No sé, mente perversa, tú sabrás lo que estás dispuesta a hacer conmigo –ríe.
-No tiene gracia –protesto.
-En realidad sí que la tiene.

Me levanto.

-¿Tú no te das siempre una ducha matutina? Pues venga, ya estás tardando.
-Mujer, no te pongas así…

La verdad es que no sé por qué me he puesto tan nerviosa.

-Bueno, ¿no íbamos a salir con tus amigos?
-Claro –responde él, incorporándose y restregándose los ojos.
-Pues arréglate. Que además, me parece que tienes algo que decirle a Alison, ¿no?

Zayn suspira.

-Sí…
-Mira, entiendo que no quieras hacerle daño porque es tu amiga y todo eso. Pero tampoco está bien que le hagas creer algo que no es cierto.
-Ya, lo sé, lo sé. Es que no sé cómo decírselo.
-Si quieres te ayudo –me encojo de hombros.
-¿Cómo?
-Pues me acerco a ti… –hago lo que estoy diciendo y me acerco a él- Y te beso.

Él me da un leve beso en los labios, sonriente. Aunque luego su expresión vuelve a tornarse algo cansada.

-Delante de ella, claro –hago una mueca.
-Ya, ya supongo.
-Aunque creo que es mejor que lo hables tranquilamente con ella.
-Quizás…
-De hecho pienso que deberíais iros un rato por ahí y aclarar las cosas. Si estamos todos delante (especialmente yo), va a sentirse más incómoda aún.

Zayn parece sorprendido de mi propuesta.

-¿De verdad no te importaría?

La verdad es que sí que me importaría. No me apetece nada que se vaya a solas con una chica que está enamorada de él y que le besa cada vez que se le antoja. Pero tienen que hablar, y no quiero ser tan egoísta. Ni tampoco creo que deba empezar lo que sea que esté empezando con Zayn ya ahogándolo.

-Claro que no me importaría –sonrío quitándole importancia.
-Pues creo que lo haré así. Gracias –tira de mí hasta que caigo en la cama a su lado.
-Sólo intenta que no te bese cuando lleguemos hoy también, por favor –lo miro a los ojos.
-Lo haré.

Me pasa la yema del dedo índice por el cuello hasta que llega al filo de mi camiseta. Me quedo muy quieta esperando su siguiente movimiento, pero simplemente me da un besito en la nariz y se levanta de la cama.

-¿Te apetece ducharte conmigo? –pregunta, con una sonrisa pícara.
-¡Zayn! –le reprendo, lanzándole la almohada a la cara.

Él la coge al vuelo y rompe a reír.

-De todos modos, no hay nada que no hayas visto ya, ¿recuerdas?

Me sonrojo, a pesar de que el que debería estar avergonzado fuera él.

-Muy gracioso –bufo.
-Cierto, ¡pues claro que recuerdas! Es imposible olvidar mi cuerpazo –guiña un ojo y yo le tiro un cojín.
-¡No, no quiero ducharme contigo!
-Bueno, tenía que intentarlo –frunce el ceño-. Si cambias de idea, ya sabes dónde encontrarme.

Sale de mi dormitorio sin decir nada más. Yo sólo espero que ni papá ni Marga se lo encuentren saliendo de mi cuarto, porque podría traerme problemas. En fin, qué creído. Le encanta hacerse el interesante, y, a pesar de todo, ésa es una de las cosas que me gustan de él.

Me pongo ropa para salir y bajo a la cocina a prepararme el desayuno. No sé cuándo vamos a ir a ver a sus amigos, pero, sinceramente, estoy impaciente por que Zayn aclare las cosas con esa chica y sea, a ojos de todos, un hombre libre. O tal vez que no sea libre, pero que la que lo tenga ocupado sea yo.

Un rato más tarde…

-No hay nadie, ¿seguro que es aquí? –pregunto, mirando alrededor.
-Sí, es aquí. Les dije “en Covent Garden a las seis” –Zayn mira su reloj-. Deben estar al llegar.
-Bueno… -resoplo- Creo que la cena no me ha sentado bien.
-¿Y eso?
-No sé, me molesta la barriga. No estoy acostumbrada a cenar a las cinco y media, ¿sabes? –esbozo una media sonrisa.
-Tú lo que estás es nerviosa, my darling.
-¿Nerviosa? ¿Yo? ¿Por?
-Por lo que yo debería estarlo. Es decir, lo de Al…

Justo entonces aparecen los amigos de Zayn. Forman un gran y variopinto grupo que viene caminando hasta nosotros.

-¡Hola! –saludan muchos ya antes de llegar hasta nuestra altura.
-Hey –saludo con la mano.

Alison se acerca peligrosamente a Zayn, pero éste saca su móvil y hace como que mira algo en él. La chica, claramente decepcionada, vuelve al lado de la que parece su mejor amiga del grupo, Zoe.

-¿Qué tal estás? –me pregunta Becky, la que fue más simpática conmigo el otro día.
-Bastante bien, la verdad –sonrío y miro de reojo a Zayn-. ¿Y vosotros?
-Bien.
-¡Genial!
-Intrigado –dice Louis.
-¿Intrigado? –pregunto.
-Sí. Zayn nos ha reunido aquí y no sabemos muy bien por qué… Sólo dijo que era importante que viniéramos todos –se cruza de brazos, y me doy cuenta de que es un chico muy perspicaz.
-Lou, tú siempre viendo conspiraciones –Eleanor sacude la cabeza y le da un par de palmaditas en el brazo.
-Veréis… es que quiero hablar con Alison –Zayn se gira hacia ella, y la joven se debate entre la sorpresa y el recelo-. Y pensaba que podríais enseñarle a esta señorita –me señala- Covent Garden.

Todos se miran unos a otros, como preguntándose qué querrá decirle Zayn a Alison, pero finalmente asienten con la cabeza.

-¡Claro, déjanosla, que se queda en buenas manos! –exclama Harry.
-Con eso no me dejas más tranquilo –bromea Zayn.
-Bueno, ¿vamos? –pregunta Alison, impaciente.
-Sí. Te veo en un rato, ¿sí? –él me mira, y yo siento el impulso de besarle, pero no lo hago; no hasta que hable con Alison.

Asiento con la cabeza y, disimuladamente, rozo mi mano con la suya. Él me sonríe, y me doy cuenta de que Louis nos ha visto y ahora nos mira con los ojos entrecerrados.

Alison y Zayn echan a andar. Ella busca su mano para cogérsela, pero el chico rehúye el contacto.

-Bueno, ¿de qué querrán hablar esos dos? –pregunta Louis, mirándome a mí.
-Pues de la extraña relación que tienen –comenta Claire.
-Yo creo que Zayn le va a decir que no quiere nada con ella –aventura Niall.
-Si no quisiera nada, ya le habría dicho que no mucho antes –interviene Kim.
-O no –Louis vuelve a mirarme-. ¿Tú qué crees?
-¿Yo…? –balbuceo.
-¡¿Y ella qué va a saber?! Deja a la pobre muchacha, hombre –me “defiende” Eleanor.
-Bueno, dejad ya el culebrón y vamos a enseñarle Covent Garden, que a lo mejor encuentro mi inspiración como guía turístico –dice Liam.

Asiento con la cabeza, aliviada, y empezamos a andar. Sin embargo, no puedo evitar sentir un par de ojos celestes mirarme todo el tiempo, y sé que esos ojos pertenecen a Louis, que seguramente supone lo que está pasando.

Dos horas después…

Estamos sentados en el bordillo de la acera, realmente cansados. Después de dos horas caminando de aquí para allá, viendo puestos, entrando en tiendas y recorriendo calles, necesitábamos un descanso. Ha sido un rato muy agradable, los amigos de Zayn son muy simpáticos, y han estado todo el tiempo contándome cosas de la zona e intentando hacer una especie de “visita turística interesante”.

Aunque para mí lo verdaderamente interesante es cuando Zayn aparece entre la gente y se acerca a nosotros… solo.

-¿Y Alison? –pregunta Zoe.
-Mira tu móvil, seguro que ya te ha dicho algo –bufa Zayn.
-¿Qué ocurre? –pregunta Claire, preocupada.
-Que hay gente muy poco comprensiva y que no es capaz de entender que no siempre los demás tienen que sentir lo mismo que ellos.
-O sea, que yo tenía razón –dice Niall.
-¿Qué? –Zayn no sabe a qué se refiere, pero nosotros sí somos conscientes de que él había aventurado que su amigo le iba a decir a Alison que no quería nada con ella.
-Nada, nada.

Zoe, que está mirando su teléfono, abre los ojos como platos.

-Mira, ella ya lo sabe –Zayn parece cansado.
-¡¿Pero el qué?! –preguntan varios de sus amigos a la vez.
-Esto.


Sin que pueda esperarlo, tira de mi mano y me pone en pie. Entonces coloca sus manos en mi cintura y, delante de todos sus amigos, me besa. Es un beso sencillo, recatado, ya que es consciente de que todos sus amigos están mirando. Y yo me siento feliz. Porque a lo mejor ellos se lo toman a bien, pero ha elegido estar conmigo a pesar de que eso ha implicado decepcionar a una amiga de antes de que yo llegara. Y alguien no arriesga una amistad por un capricho de unos días. Ese beso delante de todos es una prueba de que realmente siente lo que dice sentir. Estoy demasiado contenta como para pensar que yo aún no he sido capaz de hacer lo que él acaba de hacer por mí, aún no he sacado del error a un amigo a pesar de que eso implique decepcionarle, el asunto de Jaime aún sigue sin resolver. Y, tarde o temprano, acabará por estallarme en la cara. 


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

miércoles, 19 de junio de 2013

ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO; capítulo trece.


23 de diciembre; por la noche.

Caminamos tranquilamente por las calles de Londres con nuestros respectivos cartones de chocolate caliente del Starbucks en las manos. He conseguido que Zayn me deje respirar un poco en lugar de ir corriendo, pues le he hecho llegar a la conclusión de que tenemos suficiente tiempo como para visitar la ciudad poco a poco.

Cada vez que nos cruzamos con algún grupo de chicas jóvenes, siento que me miran con envidia, y la verdad es que lo entiendo, no es fácil encontrar a un chico tan guapo como Zayn, y al darse cuenta de que ya tiene consigo compañía femenina las deja bastante desencantadas.

-¿De qué te ríes? –me pregunta él.
-¿Yo? –lo miro inocentemente, aunque me cuesta ocultar la sonrisa que amenaza con dibujarse en mis labios.
-Sí, te he visto reírte.

Zayn se gira y mira hacia las chicas que acaban de pasar a nuestro lado. Ellas, que también se habían vuelto, seguramente para echarle un último vistazo a ese joven tan insólitamente atractivo, apartan la vista, azoradas.

-¿Y qué se supone que me ha hecho gracia? –alzo las cejas.
-Esas chicas –las señala, pero ellas ya no pueden verlo.
-Si tú lo dices… -me encojo de hombros.
-No dejaban de mirarnos, y tú te has reído cuando han pasado a nuestro lado.
-Bueno, sus caras de decepción han sido bastante graciosas…
-¿Decepción?
-Claro, al ver que yo iba contigo.

Zayn ladea la cabeza, y entonces me doy cuenta de que él no es consciente de lo que ocurre cada vez que nos cruzamos con alguna muchacha. Ahora, sin embargo, parece encendérsele una bombillita encima de la cabeza, y entonces lo comprende.

-¿Es por mí? –se le nota asombrado.
-No, por mí –ironizo.

Él da un saltito como de emoción y luego sonríe con autosuficiencia.

-Te lo dije, my darling, soy irresistible.
-Vaya, entonces soy un impedimento. Fíjate en la cantidad de chicas que tendrías ahora mismo a tus pies si no fuera porque estamos juntos… -pongo tono dramático, y entonces…

…entonces me doy cuenta de cómo ha sonado lo que acabo de decir, pero antes de que pueda intentar dar ninguna explicación, Zayn se me adelanta.

-¿Estamos juntos? –me mira, y se podría decir que lo hace casi con curiosidad.
-A ver, no me refería a… quería decir que… vamos juntos caminando por la calle y… -no soy capaz de formular ni una sola oración con coherencia.
-Suena bien –él se encoge de hombros.
-¿El qué? –parpadeo un par de veces.
-Lo de que estamos juntos.
-Zayn, ¡venga ya! No me refería a eso en ese sentido.
-Bueno, pero, ¿no suena bien igualmente? –dice, desencantado, aunque lo oculta bastante bien.

Miro mis manos, que rodean el vaso de chocolate para absorber todo el calor que desprende el líquido. Contemplo mi nombre escrito en el cartón y una carita sonriente al lado, algo muy típico de los Starbucks. Probablemente es sólo otra estrategia comercial más, pero en este instante, prefiero verlo como el detalle de una persona que, a pesar de no conocerme, me pide que sea feliz. Y ser feliz implica hacer lo que uno quiere, no lo que debe. Al menos eso te hace feliz en el momento. Por ahí dicen eso de vivir cada día como si fuera el último. Entonces, ¿por qué pensar en lo que pasará cuando llegue a España? Debo intentar ser feliz ahora. Ya encontraré la forma de serlo cuando vuelva a Madrid.

Traslado mis ojos de la bebida a los de Zayn. Qué ojos marrones. Intensos. Brillantes. Expresivos. Siempre fui más de ojos azules, pero éstos superan con creces a todos los ojos del mundo. Podrían ser morados, que seguirían siendo mucho más especiales para mí, aunque no sé muy bien por qué. Tal vez sea por la persona que los lleva en su rostro, en ese precioso marco que expone sus dos piedras preciosas. Y ahora mismo, esas joyas me miran a mí. Sólo a mí. Me siento afortunada, y entiendo muy bien que todas las chicas que nos ven me estén maldiciendo por dentro. Casi llego a entender a Alison, en su obcecado intento por que Zayn la quiera.

“Estamos juntos.”

-La verdad es que no suena nada mal –admito al fin.
-Te lo dije –sonríe.

Yo correspondo a su sonrisa y luego le doy un último sorbo a mi chocolate.

-¿No te lo quedas? –me pregunta Zayn cuando ve que me acerco a una basura.
-¿Debería hacerlo? –entrecierro los ojos
-Bueno, el ochenta por ciento de las turistas jóvenes que vienen a un Starbucks se llevan el vaso y lo ponen en alguna estantería –comenta.
-¿Y cómo sabes tú eso?
-He conocido a algunas en el par de años que llevo aquí –se encoje de hombros.

No sé por qué, pero ese dato me molesta.

-¿Y crees que yo debería hacer lo mismo que ellas?
-No, es sólo que me ha llamado la atención…
-Pues no tengo ningún interés en un vaso de papel lleno de restos de chocolate por dentro –lo tiro y continúo caminando.
-Qué poco hipster eres, eh –bromea.
-No pretendo serlo. En realidad, todas esas chicas que se llevan el vaso del Starbucks y se compran un iPhone no son hipsters, sólo intentan serlo. Un hipster no va al Starbucks por intentar serlo, sino que es hipster por ir al Starbucks. ¿Ves la diferencia?
-¡Guau! –me mira con los ojos muy abiertos- Menuda reflexión. Estás aprendiendo de un buen maestro –se señala a sí mismo.
-Entonces ve comprándome un espejo bien grande, que dentro de poco me hará falta –río y le doy un suave golpe en el hombro.

Zayn me rodea por la cintura y empieza a hacerme cosquillas.

-¿Qué insinúas? –pregunta, sin soltarme.
-Nada, nada –digo, entre risas.
-Ah, bueno –sigue con las cosquillas un poco más, y luego para.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que alguna gente nos mira raro, como si hubiéramos hecho algo que no se debe hacer en la calle. Siento una ligera excitación ante el hecho de que haya varias personas mirándonos con gesto reprobatorio, lo que me lleva a coger a Zayn del cuello de su camiseta, haciéndole así que se acerque a mí. Veo que sonríe, adivinando lo que voy a hacer. Poso mis labios sobre los suyos y los muevo muy despacio, disfrutando del leve sabor dulce que queda en ellos después del chocolate. Él acaricia mi espalda lentamente.

Tras varios segundos, me separo un poco de él y le guiño un ojo. Nunca pensé que haría algo así, pero me siento bastante satisfecha al echar a andar sintiendo las miradas de varios pares de ojos en mi nuca. ¿Qué tienen de malo las muestras de cariño en público? En España, lo menos que las parejas hacen por la calle es lo que nosotros acabamos de hacer. Le tomo la mano que le queda libre a Zayn –en la otra aún tiene su chocolate- y él me mira con asombro.

-Eso no me lo esperaba, pero ha sido… buf –sonríe, estrechando mi mano.
-Gracias, gracias –saludo teatralmente.
-Esas cosas no se suelen hacer en público –explica.
-¿Qué cosas? ¡Ni que nos hubiéramos acostado en mitad de la calle! –exclamo.
-Los británicos siguen siendo algo más conservadores con eso –ríe levemente.
-Pues no tiene nada de malo.
-Opino lo mismo.

Los dos echamos a reír a la vez. Me gusta esa sensación de complicidad, es como si no tuviera miedo a equivocarme, a hacer o decir algo incorrecto.

-¿Crees que deberíamos volver? –pregunto.
-Antes me gustaría llevarte a un sitio –sonríe.
-¿A dónde?
-¿De verdad me estás haciendo esa pregunta? ¡Estás hablando con Zayn Malik, my darling!
-Tienes razón, tienes razón –pongo una media sonrisa.
-No tardaremos mucho –me asegura.

Zayn tira su vaso a la papelera y, aprovechando que seguimos de la mano, empieza a correr, de forma que tengo que seguir su ritmo. No es que yo esté especialmente en forma, pero soy capaz de ir a su velocidad mientras recorremos las calles de Londres, y no sé cuánto camino recorremos hasta que de repente me doy cuenta de que estamos a los pies del London Eye.

-¿Vamos a subir?
-No, te he traído sólo para que le eches un vistazo desde abajo, ya nos vamos –ironiza.
-¡Y yo qué sé! –protesto- Entonces, ¿vamos a subir?
-¡Pues claro!

Voy a ir hasta la cola, pero él tira de mí en otra dirección. Nos paramos justo delante de un mostrador que tiene un cartel que dice “Embarque prioritario”. Sólo hay un par de personas delante de nosotros, así que en cinco minutos ya nos están atendiendo. Zayn habla lo suficientemente rápido como para que me cueste entenderlo, pero capto algunas cosas, como por ejemplo “cápsula privada” o “quince minutos de espera”.

El tipo del mostrador nos invita a que nos sentemos en una pequeña salita con cómodos asientos donde vemos también las personas que había antes que nosotros esperando para ser atendidos.

-¿Qué es todo esto? –no me parece que este sea el procedimiento normal.
-Vamos a subir al London Eye y tenemos que esperar quince minutos –me informa.

Así que lo que yo había entendido era cierto.

-No me parece que estemos siguiendo el mismo proceso que el resto de turistas “normales” –digo.
-Cierto, porque nosotros no somos turistas “normales” –Zayn sonríe misteriosamente-. Ahora lo verás, ten paciencia.

Pasamos los quince minutos de espera charlando sobre diferentes cosas, tras lo cual el hombre del mostrador se acerca a nosotros y nos pide que le sigamos. Todos los que estábamos en la sala vamos detrás de él por unas pasarelas hasta que va dejando a cada persona en su respectiva cápsula. Los últimos somos nosotros. Él nos hace un gesto con la mano de que podemos subir, y Zayn, sonriente, me pregunta:

-¿Lista para un paseo en la Cupid’s Capsule?

La Cápsula de Cupido. Vaya, eso no me lo esperaba.

-Supongo –sonrío, y entro.

Él entra después que yo, y el hombre del mostrador cierra la puerta.

-¿Ya está? ¿Sólo nosotros? –ladeo la cabeza.
-Eso es lo bueno de las cápsulas privadas, que son privadas –ríe.
-Imbécil –niego con la cabeza.
-Gracias.
-Pero esto… debe costar una pasta…
-Tranquila, he recibido una pequeña ayuda económica de mi jefe –sonríe.
-O sea, mi padre.
-Si lo prefieres llamar así…
-¿Mi padre te ha ayudado a que montes todo esto? –pregunto, incrédula.
-Económicamente hablando.
-Vaya.

Ya me imagino la cara que pondrá cuando nos vea aparecer por casa. Seguro que preguntará qué tal ha ido haciendo como si no supiera nada, pero ambos seremos conscientes de que los dos lo sabemos.

-Estás hecho todo un detallista –sonrío, paseándome por el recinto.
-El champán tengo que reconocer que no ha sido idea mía, venía con la cápsula –ríe mordiéndose la lengua.
-Te lo perdonaré –me muerdo el labio-. Gracias.
-No hay por qué darlas –le quita importancia encogiéndose de hombros.

Entonces, la gran noria se pone en marcha. Se mueve tan despacio que casi no haría falta sentarse, pero nosotros lo hacemos durante los primeros dos minutos para habituarnos al movimiento. Aún seguimos cogidos de la mano. Poco a poco vamos ganando altura, y la ciudad se va haciendo cada vez más pequeña ante nuestros ojos, que la observan a través de la cristalera.

Cuando estamos casi en el punto más alto, me acerco al cristal y miro detenidamente hacia abajo. Todo se ve realmente pequeño, casi como si fuera de juguete. Es una sensación mágica, casi irreal.

-¿Te gusta? –escucho la voz de Zayn justo detrás de mi oído.
-Mucho –admito.

El chico me rodea la cintura con sus brazos y apoya su barbilla en mi hombro. Me da un leve beso en el cuello, y yo me estremezco. Giro la cara y contemplo la suya. Es incluso más bonita que lo que se ve al mirar a través del cristal. Me vuelvo totalmente y quedamos cara a cara, cuerpo con cuerpo, pues no hay distancia entre nosotros.

-Me gustas… mucho –susurra él con una voz que, sin pretenderlo, es verdaderamente seductora.

Antes de que yo pueda contestar, me estrecha un poco más contra sí, y sube una mano acariciándome desde la muñeca hasta el hombro, luego por el cuello y finalmente la posa en mi mejilla. Vuelvo a estremecerme. Acerca su rostro al mío hasta que nuestros labios están a unos escasos milímetros, dándome la oportunidad de aceptar el beso o rechazarlo, supongo. No sólo lo acepto, sino que salvo la distancia y uno nuestros labios. Zayn me besa con delicadeza, y nuestras bocas se mueven a un ritmo tranquilo pero intenso, explorándose. Incluso se atreve a acercar su lengua a mis labios y yo, por primera vez, la acepto, dejando que recorra mi boca y luego juegue con mi lengua como en una danza. Sus manos no dejan de acariciarme la espalda, los brazos, los dedos… Y las mías recorren su torso y su pelo.

Es una extraña sensación al recordar que nos encontramos a unos ciento treinta metros del suelo, con la ciudad de Londres bajo nosotros, como rendida a nuestros pies. Probablemente este beso haya superado con bastante margen a mi antiguo mejor beso. Es demasiado especial, demasiado bonito como para que sea un simple beso más.

Zayn hace una pausa, separa unos centímetros sus labios de los míos para poder mirarme a los ojos.


-Yo creo que… te quiero –susurra. 


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]