viernes, 20 de junio de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 18.

I

Madeleine mira de reojo a Natasha mientras finge estar escribiendo algo en su ordenador. Parece muy afligida y no deja de retorcerse las manos, que tiene sobre la mesa. Sus ojos están hinchados, al igual que su labio inferior. Su testimonio es clave para que Madeleine tome la decisión con respecto a qué va a hacer con Derek y con Owen. 

-¿Cómo te encuentras, Natasha? -pregunta por fin la directora.
-Bien -musita ella.

La mujer asiente con la cabeza y se inclina hacía delante, mostrando su interés en al asunto.

-¿Te duele? -señala sus labios.
-Un poco.

Vuelve a asentir.

-¿Qué ha pasado?

Natasha se queda en silencio, tal vez dudando sobre qué responder bien por temor o bien por vergüenza. Madeleine no está muy segura porque por la información que le han dado antes Derek, Owen, Connor y la pelirroja, tampoco es que haya sacado mucho en claro. Pero sabe que Natasha ha sido el motivo de que Derek haya pegado a Owen de ese modo y quiere descubrir por qué, aunque se hace una idea.

-No lo sé -contesta la interpelada, dubitativa.
-Natasha -la directora de la residencia la mira a los ojos-. No quiero echar de aquí ni a tu hermano ni a Owen, pero necesito un motivo para no hacerlo. Ya me han causado bastantes problemas y...
-Derek sólo me defendía -se apresura a aclarar ella.
-Entonces Owen te estaba haciendo algo -infiere Madeleine.
-No, sólo... teníamos ideas opuestas.
-Bonita forma de maquillar una disputa.

Antes de que Natasha pueda decir nada, la mujer vuelve a centrarse en fingir que escribe algo en su ordenador. Madeleine es plenamente consciente de que Natasha está defendiendo a su novio, que unas horas antes ha pretendido obligarla a algo que ella no quería hacer. El problema reside en que es muy difícil ayudar a alguien que no quiere ayuda.


II

Ayleen está en la cafetería, dándole vueltas a una taza que contiene una tila. Está nerviosa, no sólo porque puedan echar a Derek de la residencia, sino porque Natasha es su amiga y no le ha gustado nada lo que ha pasado con Owen. En consecuencia, no se da cuenta de que Connor se ha sentado enfrente de ella hasta que éste carraspea.

-Hola -Ayleen esboza una sonrisa y su amigo la mira muy serio-. ¿Ocurre algo? 

Él se escoge de hombros. La pelirroja achaca su afectación a lo sucedido con Natasha, no puede saber que en realidad hay algo más. 

-¿Te puedo contar una cosa? -pregunta él después de largo rato.
-Claro -por fin da el primer sorbo a su tila.

En los quince minutos siguientes, Connor le habla del tiempo en que estuvo enamorado de Natasha, y resalta especialmente el papel mezquino que tuvo Derek al contárelo a todos. Ayleen no toca su bebida en ningún momento, ni siquiera para juguetear con el vaso de manera inconsciente, pues se dedica simplemente a escuchar. No está muy segura de por qué el joven rubio le está contando aquello precisamente en ese momento, pero lo cierto es que no lo esperaba. 

-Así que por eso odias a Derek –murmuró la chica pelirroja.
-No le odio.
-Bueno, por eso te cae mal –se miró las manos sintiéndose culpable.
-En efecto –corrobora Connor-. Por eso y por su prepotencia, su arrogancia, su creencia de que puede hacer todo lo que le dé la gana…
-Lo pillo –le interrumpe Ayleen antes de que pueda continuar.

La joven sabe que Derek es todas esas cosas y más, pero a pesar de ello le gusta, aunque no puede culpar a Connor por sentirse así hacia el chico de pelo negro y ojos indómitos. 

-Ayleen.
-¿Qué?
-¿Le conoces?
-¿Cómo que si le conozco? –se sorprende ante la pregunta y no está muy segura de qué debe responder- Hemos hablado a veces y…
-No –sentencia Connor-, no le conoces.
-Connor, no entiendo de qué estás hablando.
-No, claro que no.

Con una sonrisa triste, el joven se levanta de su asiento y se marcha de allí con un simple gesto con la cabeza como despedida. Ayleen está confusa, porque es evidente que Connor se ha dado cuenta de lo que está empezando a surgir entre Derek y ella, pero no comprende su reacción. O quizás sí que la comprende, pero no quiere admitir que se ha equivocado por ocultárselo a su amigo, aquel que lleva estando ahí para ella desde el principio, cuando llegó a la residencia hace tres semanas. Tres semanas. Su vida ha cambiado mucho en ese tiempo, pero no está segura de si ha sido para bien o para mal.


III

Derek contempla, desnudo, el techo de su habitación. Se está haciendo un experto en eso de pasarse los minutos mirando el techo, y piensa irónicamente que tal vez debería pegar un póster para entretenerse mirándolo, al menos. Pamela acaba de marcharse y él sigue en la cama, preguntándose si lo que ha hecho ha estado bien. Nunca se había sentido así. Siempre se ha acostado con quien ha querido y cuando ha querido, pero ahora tiene la sensación de que no debería haberlo hecho. Sin duda a Ayleen no le haría ninguna gracia enterarse de aquello. No es que sean pareja, nada más lejos de la verdad, pero el hecho de besarla de vez en cuando supone ciertas implicaciones para una chica. 

El joven se lleva las manos a los ojos, tapándolos, como si así pudiera desconectar su mente. Tiene muy claro lo que quiere, pero también está empezando a descubrir que no le desagrada pasar tiempo con Ayleen. Antes de poder seguir reflexionando sobre la complicada situación en la que se encuentra, alguien toca a la puerta. 

-¡Voy! 

Se levanta a toda prisa, se pone unos bóxers y hace de forma poco cuidada la cama. Abre la puerta.

-Vaya. Hola, pelirroja –dice en el tono más desenfadado de que es capaz.

Ayleen lo mira desde los dedos de los pies hasta la cabeza. No es la primera vez que ve a Derek en esas condiciones teniendo en cuenta que le ha visto en bañador en la piscina y su cuerpo quedaba igualmente descubierto, pero el simple hecho de que sólo lleve calzoncillos en lugar de bañador le produce cierto sonrojo y, por qué no admitirlo, le genera un profundo calor que la recorre desde el estómago hasta el pecho.

-¿Hola? –Derek pasa una mano por delante de sus ojos, ligeramente divertido.
-Ho…la –ella por fin vuelve en sí.
-¿Quieres pasar? –hace un gesto de invitación.

La chica se encoge de hombros y accede. Derek la deja pasar y cierra la puerta tras de sí. 

-¿Cómo estás? –pregunta Ayleen sentándose en la cama.

El muchacho de pelo revuelto piensa con cierta culpabilidad que Ayleen se encuentra ahora mismo en el sitio en que él acaba de hacer el amor con otra, pero se muerde la lengua y suspira antes de contestar.

-Me gustaría matar a Owen, pero por todo lo demás, bien.
-Realmente te ha enfurecido, ¿no?
-¿Tú qué crees?
-¿Has hablado ya con Natasha?

Derek niega con la cabeza.

-Quizás deberías hacerlo –le recomienda Ayleen.
-Lo que no entiendo es por qué ella no ha hablado conmigo.
-A veces necesitamos un empujoncito para algunas cosas.

La pareja guarda silencio. Derek la mira, pensando en lo guapa que es. Físicamente, tiene varias cosas que podrían mejorarse, pero en conjunto es una de esas chicas que llaman la atención. Desde arriba, puede ver el pequeño canal que separa sus senos y comienza a excitarse. Se obliga a respirar hondo y se da la vuelta para calmarse.

Ayleen aprovecha que él está de espaldas para decir lo que realmente la ha llevado hasta allí.

-¿Por qué Connor y tú os lleváis tan mal?

Derek gira la cara para mirar a la chica de reojo. Su pregunta lo ha descolocado, pues no la esperaba. De hecho, suponía que su amiguito el rubio ya se lo habría contado. Él no sabe que en efecto, así es.

-Él se lleva mal conmigo –puntualiza Derek-. Yo sólo considero que va de bueno y en realidad no lo es tanto. 
-¿Y por qué se lleva mal contigo? 
-¿Qué más da? En este mundo, la gente se queja de hipocresía, pero cuando le dan sinceridad, se dan cuenta de que no les gusta.

Durante varios segundos los dos vuelven a callar. Probablemente aquellas palabras no hubieran tenido ninguna clase de sentido para Ayleen si no fuera porque Connor ya le ha contado la historia. Decide no insistir más porque no quiere que Derek se moleste con ella.

Él se da la vuelta de repente y se queda mirando a Ayleen con intensidad. La mira buscando en sus ojos las respuestas que no es capaz de encontrar en él mismo, la mira preguntándose si será posible acabar enamorándose de ella, la mira pensando qué se sentirá al sentir sus caricias y si alguna vez llegará a saberlo. Está convencido de que sí, pero esa es la pregunta que menos le preocupa de todas las que se agolpan ahora mismo en su cerebro. 

Camina hasta ella y se sienta a su lado, en la cama, sin dejar de mirarla. 

-Derek… -susurra Ayleen.
-¿Sí?
-¿Qué quieres de mí? –pregunta, y parece verdaderamente ansiosa porque él responda. 

Sin embargo, ni siquiera él lo sabe. Bueno, en realidad sí lo sabe, pero no va a decírselo. Y se está planteando que quizás quiera algo más. Cuando la vio aparecer por la puerta de la residencia, lo primero que pensó fue que quería tener sexo con ella. Pero ahora… Incapaz de responder, se inclina sobre la pelirroja lentamente, sintiendo la respiración de la muchacha sobre sus labios. Le apetece besarla, y es lo que hace. Rodea la cintura de ella con un brazo, aunque sabe que no se va a ir a ninguna parte, y une sus labios a los de ella. Primero despacio, luego de forma más acelerada. Ayleen se deja llevar, y juguetea con el borde de la camiseta de Derek, introduciendo debajo de ella sus dedos para acariciar sus marcados abdominales. Quiere quitársela pero no sabe si debe hacerlo. Las manos de él también exploran bajo su camiseta, y acarician uno de sus pechos por encima del sujetador. Finalmente, Ayleen tira de la camiseta de Derek y la lanza a alguna parte de la habitación. No sabe cómo acabará ese momento, sólo es consciente de los besos de Derek en su cuello y de que, a pesar de las dudas que ha generado su conversación con Connor, en este instante sólo quiere más. 


[Ay, ¿qué irá a pasar entre esos dos? ¿Pensáis que llegarán a algo más? ¿Creéis que Ayleen se está equivocando? Dejádmelo en los comentarios aquí en el blog o en menciones en twitter, y si es en ambos, mucho mejor. Gracias por leer, espero que os haya gustado]

martes, 17 de junio de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 17.

I

Cuatro pares de ojos miran a la mujer que, sentada impasible frente a ellos, espera a que alguien se digne a explicar lo ocurrido. En realidad, uno de los jóvenes tiene el labio superior hinchado y un ojo de un color morado bastante desagradable. Los puñetazos que acaba de recibir están empezando a mostrar sus consecuencias. 

Connor tiene el ceño fruncido. Ni siquiera sabe por qué está allí, pues lo único que él ha hecho ha sido sujetar a Natasha -que ahora está con Phil, el conserje- para evitar que cayera al suelo. El joven no está contento en absoluto, no sólo por estar involucrado en algo con lo que no tiene nada que ver, sino también por lo que le ha ocurrido a Natasha y por lo que ha visto entre Ayleen y Derek. Cuando ella ha ido a pararle, ha dado la sensación de que se conocieran, y más aún cuando le ha cogido la mano y le ha susurrado algo que sólo ellos dos han podido oír. Así que no, no le corresponde a él ser el que hable.

Madeleine, la directora, contempla a los cuatro jóvenes. A Owen y Derek los conoce bien por todos los problemas que han causado desde que están en la residencia, pero nunca antes había ocurrido ningún acontecimiento violento. A Connor lo conoce también porque siempre se ha mostrado muy amable y dispuesto a ayudar, y de hecho colaboró enseñándole el lugar a los nuevos estudiantes. De la pelirroja sabe poco, pues es nueva, pero no le da la impresión de que sea una chica que cause problemas. Sabe que los culpables ahí son Derek y Owen, pero Connor y la chica no sólo han sido testigos en primera línea sino que además le sirven como moderadores entre los otros dos, que Madeleine no duda de que se pondrían a pegarse si no estuvieran separados por dos personas. Nadie dice nada, así que la mujer suspira con resignación para sus adentros y decide iniciar ella la conversación.

-Supongo que sabéis que cualquier actitud violenta es castigada con la expulsión, ¿verdad?


II

Axel llega a consejería a paso apresurado, y se encuentra a Natasha con un vaso lleno de agua entre sus manos temblorosas y a Phil diciéndole algunas palabras de consuelo. 

-No te preocupes, todo se arreglará -repite el hombre, a pesar de que no tiene ni idea de qué ha pasado.

Axel tampoco lo sabe, pero por lo que le han contado, puede hacerse una idea. Natasha alza la mirada hasta el recién llegado, y este se plantea entonces que tal vez ella no quiera verle. Pero Axel no es sólo amigo de Owen, también lo es de Natasha. Y en este caso cree que la que merece la atención es ella. El teléfono de Phil empieza a sonar y el hombre se excusa y sale a la entrada para hablar tranquilamente. Axel se sienta en una silla enfrente de la chica.

-¿Cómo estás? -le pregunta.

Ella se encoge de hombros.

-¿Quieres que me vaya?

Niega con la cabeza. Axel se fija en que tiene el labio inferior hinchado y algo de sangre seca en la barbilla. El joven se saca un pañuelo de papel del bolsillo y con cuidado le quita a Natasha el intacto vaso de agua que sostiene entre las manos. Moja el papel en el líquido y lo pasa por la piel de ella, limpiándole las marcas físicas que corresponden sólo a una ínfima parte del dolor que la chica siente.

-Axel -murmura ella en el tono de quien va a hacer una confesión.
-¿Sí? -lanza el pañuelo manchado de sangre a la papelera.
-Me ha pegado.
-Lo sé, lo...

Natasha le interrumpe.

-Y aún así, le quiero.

Él se queda quieto, sin saber qué decir. No es un experto en esas cosas, no sabe cómo se le habla a la gente que tiene problemas.

-Le quiero, pero al antiguo Owen, al de hace unos meses. Al Owen de ahora le tengo miedo, pero no puedo evitar pensar que el Owen real va a volver, que esto es sólo un mal sueño.
-Naty… -Axel mira su labio herido y comprende que ella necesita ayuda.
-¿Qué? –Natasha está al borde del llanto.
-Ese Owen… no va a volver –sentencia-. Ha cambiado, y aunque queramos que todo sea como antes, no va a serlo.

Desbordada por la situación, la joven de pelo negro comienza a llorar sin control. Phil se asoma a la puerta con el teléfono en la mano, pero Axel le hace un gesto indicándole que él se encarga de la situación. Avanza hasta Natasha y, haciéndola ponerse en pie, la abraza con fuerza. Es su amiga, y le duele verla así, sobre todo porque no sabe cómo auxiliarla. Owen también es su amigo, pero eso que ha hecho demuestra que Natasha tiene razón: ha cambiado. Nunca ha sido un chico especialmente cuidadoso con las mujeres, y todos sabían que no quería a Natasha tanto como ella a él. Pero nadie esperaba que no sólo no la quisiera sino que pudiera llegar a despreciarla de tal modo como para hacerle daño. 

La muchacha se deja acunar en el pecho de Axel, buscando el refugio de unos brazos cariñosos y humedeciéndole la camiseta con sus lágrimas.

-Estoy asustada –solloza.
-Tranquila, no te va a pasar nada.

Axel le acaricia con delicadeza el cabello e intenta calmarla, pero en realidad no está en absoluto seguro de que lo que le acaba de decir a Natasha sea cierto.


III

-¿Estaba pegándole? 

Connor niega con la cabeza.

-Creo que quería forzarla a entrar en la habitación. 
-Dios mío –la aguda voz de Hayley suena preocupada. 

Mark observa la escena sentado en la cama. Connor no deja de andar de un lado para otro de la habitación, y Hayley, sentada en la silla, ha empezado a morderse las uñas. Es cierto que Natasha no es una gran amiga ni nada por el estilo, pero un suceso como aquel es capaz de conmocionar a cualquiera. Excepto a Marcus, que está bastante relajado y analiza en su mente lo que el joven rubio les ha contado. 

-Está bastante claro que se trata de violencia de género –puntualiza el estudiante de psicología al ver que sus dos amigos han decidido guardar silencio.
-Yo no lo veo tan claro –Hayley le mira-. Quizás sea un acontecimiento aislado.
-Nunca es un acontecimiento aislado –Mark pone los ojos en blanco.
-¿Qué ha dicho la directora? –los dos amigos giran el rostro hacia Connor.
-Básicamente, nada –éste se pasa las manos por el pelo-. Quiere hablar con Natasha también, cuando se recupere del susto. 
-¿Va a echarles? –insiste Marcus.
-¿A quién?
-Pues a Owen y Derek. ¿No son los que se han peleado?

Connor asiente distraídamente con la cabeza y Hayley entrecierra los ojos. La chica está convencida de que le ocurre algo aparte de lo que le ha pasado a Natasha. Se le ve muy preocupado, demasiado, tal vez.

-¿Y Ayleen? –pregunta, adivinando en ella la responsable del disgusto de su amigo.
-¿Qué le pasa? –Connor frunce el ceño.
-Estaba allí, ¿no? 
-Sí.
-¿Y dónde está ahora?
-¿Tengo que saber cada paso que da y con quién lo da? –el chico de ojos claros parece molesto- Estará en su habitación, o no sé.
-Era sólo curiosidad –se defiende Hayley.

Mark carraspea, recordándoles a sus amigos que se han desviado del tema de conversación.

-Creo que Natasha debería recibir ayuda de algún especialista.
-Ni siquiera tiene por qué ser violencia de género, Mark. Puede que haya sido sólo una pelea de pareja.
-Yo creo que él tiene razón –Connor mira al suelo.

La joven de voz aguda resopla. Tiene la sensación de que últimamente Connor está ausente, y ahora encima sólo parece querer llevarle la contraria. No está nada contenta con la actitud de su amigo y sabe quién es la responsable de ella. Y aunque no haya dicho nada, es plenamente consciente de que Ayleen no le está contando todo lo que debería a Connor. Sobre todo tras aquel día en que Hayley vio a Natasha entrar a la residencia con Owen, y era supuestamente con ella con quien la pelirroja decía que estaba. 


IV

Con la nuca apoyada en sus manos, Derek mira al techo de su habitación. Sabe muy bien que no va a quedarse dormido, pero necesita un descanso físico y a ser posible también mental. Esto último, sin embargo, es algo más difícil. Le duelen los puños, pero sobre todo le duele lo que le está pasando a su hermana. Natasha no ha querido hablar con él alegando que estaba cansada, pero Derek sabe que teme hacerlo por lo que él pueda decirle, por si la reprende. 

No sabe qué debe hacer. ¿Qué se supone que tiene que hacer? Tal vez incluso lo echen de la residencia, de modo que tampoco merece mucho la pena pensarlo. Al menos si lo echan a él, Owen también se irá a la calle, y no podrá molestar a Natasha. Intenta desviar el asunto de su mente pensando en otra cosa, y lo primero que le viene a la cabeza es Ayleen. La pelirroja le ha preguntado si quería que pasara un rato con él pero Derek ha preferido estar solo. 

Derek piensa con ironía que está a punto de cumplirse el plazo máximo de un mes que se impuso para acostarse con ella. Las cosas han ido más lentas de lo que esperaba, si bien es cierto que se han besado varias veces y que no puede ser más evidente que le gusta a la joven. A él también le gusta ella, y sigue decidido a cumplir con su objetivo. 

Justo entonces tocan a la puerta. Derek se plantea no abrir, pero como quienquiera que sea insiste, finalmente se levanta de la cama y lo hace.

-Pamela –dice, algo sorprendido.
-Me he enterado de lo de tu hermana –comenta, apenada.

Derek asiente con la cabeza, sin saber qué decir. Lleva sin ir a visitar a Pamela desde aquel día en que después se encontró a Ayleen en el pasillo y logró que ésta aceptara ir a comer con él. Eso es mucho tiempo para ellos. Pam se pone de puntillas y le da un beso en la mejilla.

-¿Puedo pasar? –pregunta la joven. 

Él se lo piensa un instante. Sabe muy bien para qué quiere entrar, pero acaba por asentir con la cabeza y hacerse a un lado para que esa joven atractiva entre en su habitación. 


[Vaya con Pamela, eh. En fin, espero que os haya gustado el capítulo y que me digáis qué os ha parecido o bien en un comentario aquí en el blog o bien en una mención en twitter, y si es ambas cosas pues mejor todavía. Muchas gracias por leer]

sábado, 14 de junio de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 16.

I

Ayleen mira a ambos lados del pasillo, aliviada de comprobar que nadie les ha visto. Entra en su habitación y cierra la puerta, sin entender qué está sucediendo en su vida. No es la primera vez que se besan, pero está muy confusa. No sabe lo que quiere, y esa forma de actuar no es para nada propia de ella. Se pregunta si es posible haber cambiado tanto en tres semanas, y la respuesta siempre es la misma: no. Entonces, ¿por qué se comporta así? Besando a un chico -o siendo besada por él- en secreto, sin estar enamorada de él. Sí, Derek es tremendamente atractivo en todos los sentidos, pero Ayleen sabe muy bien qué es lo que busca de ella. ¿Será que cree que puede cambiar o que ella quiere lo mismo que él?

La primera vez que la besó pareció casi un error. Ambos miraron a la vez hacia el mismo sitio y el encuentro de sus labios fue inevitable, inevitable y fugaz. Pero se repitió en otras ocasiones, y Ayleen no hizo nada por frenarlo. Le gusta, eso es obvio, pero por algún motivo, cada vez que está con Derek se siente mal por Connor. Es como si le estuviera engañando, porque ese chico de pelo rubio que la trató genial desde el primer día no tiene ni idea de que ella ha salido a veces con Derek, generalmente por la noche. Y cuando se pregunta a sí misma por qué no se lo ha confesado a Connor, siempre se dice que es porque los dos chicos no se llevan bien, y Connor se sentiría decepcionado con ella. ¿Acaso tendría motivos para estarlo? Ayleen ni siquiera sabe por qué se llevan mal. Sólo sabe que le gusta pasar tiempo con los dos, pero que Derek está consiguiendo llevarse una parte de ella que tal vez no sea seguro entregarle. 

-¡Aggg! 

Ayleen zarandea un cojín, impotente, porque no sabe lo que siente por Derek, porque sabe que Connor se acabará enterando y porque quiere que Derek la vea como algo más que un juguete para un rato diversión.

Se sienta en el escritorio, abre su libro de anatomía y mira con desgana las páginas que tiene que estudiarse para el viernes. Sin embargo, su mente no está por la labor y empieza a recordar aquel primer beso que Derek le dio...


II

Ayleen masculló algo que Derek no pudo llegar a oír. Ambos debían estar ya en sus respectivos dormitorios, pues era bien pasada la hora de la cena, pero el chico de piel morena había conseguido convencer a Ayleen para que se quedara con él un poco en el jardín de la residencia. Y allí estaban, sentados en el césped, sin nada de que hablar, pero pasando los minutos uno al lado del otro.

-Derek, ¿tú qué estudias? -preguntó de repente ella.
-¿Y eso?
-Da la sensación de que estás aquí para pasar el rato.
-En cierto modo, todos lo estamos -Derek miró a Ayleen con una sonrisa dibujada en sus labios.
-¿Entonces no estudias?
-Claro que estudio. 
-¿El qué? -la chica no sólo insistía por curiosidad, sino también por tener algo de qué hablar.
-¿Es que quieres comprobar si soy un buen partido? Ya te lo digo yo, no lo soy.
-Imbécil -ella soltó una leve carcajada.

Después de unos segundos de silencio en los que quedó claro que Derek no quería hablar de sí mismo, fue él quien habló de nuevo.

-¿Estás saliendo con Connor? 

La pregunta sorprendió tanto a Ayleen que ni se le ocurrió dejarle con la intriga igual que había hecho él con el tema de sus estudios.

-¿Qué? ¡No! Sólo somos amigos -se sonrojó ligeramente, pero él no pudo apreciarlo porque era de noche.

Derek asintió con la cabeza, pensativo. Ayleen sin embargo, se había puesto algo nerviosa, porque Connor era un chico estupendo que le caía genial y con el que a veces se preguntaba si no podría llegar a surgir algo más, pero Derek... También le gustaba. Decidida a cambiar de tema, giró su cara a la izquierda para mirarle y el chico moreno hizo lo respectivo para mirarla a ella. 

-No me había dado cuenta de esto -Ayleen señaló un tatuaje que se veía en la piel descubierta del hombro de Derek.
-Es uno de los muchos de la colección.

Con una sonrisa perezosa, él agachó la mirada y la barbilla para mirar su propio hombro, y ambos fueron entonces conscientes de la proximidad de sus rostros. Como si hubiera sido un movimiento casual, Derek se inclinó un poco hacia Ayleen y posó con delicadeza sus labios sobre los de ella. Fue sólo un segundo, pero el hecho de que Ayleen no hubiera rechazado aquel contacto implicaba muchas cosas.


III

Mientras se cepilla los dientes, Natasha le sonríe a su reflejo en el espejo. Le ha gustado ver a su hermano y a Ayleen tan juntos, y aunque él todavía no le ha contado nada, sabe que hay algo entre ellos. A la joven de pelo negro le encantaría que salieran juntos, porque cree que Derek podría "formalizarse" gracias a ella. Quién sabe, quizás incluso enamorarse. No se imagina a su hermano así, sin mirar con descaro a cada chica que pasa a su lado, sin hacer visitas de vez en cuando a Pamela, pero ¿quién sabe? Uno no elige al amor, el amor lo elige a él. 

La cara de Natasha cambia completamente. Tal vez no sea tan bueno que su hermano se enamore, después de todo. El amor a ella le está haciendo mucho daño, demasiado. Y no quiere ni que se lo hagan a Derek ni que él se lo haga a alguien. Aunque Owen a ella no la quiere, eso lo tiene cada día más claro. Ya ni siquiera está segura de quererle ella a él. Lleva tiempo actuando extraño, ni siquiera parece la misma persona, y a pesar de que le prometió que no volvería a hacerle daño físico, lo ha hecho. Nunca cosas graves, pero para Natasha el dolor no es tanto físico como interior. 

Dos golpes en la puerta la sobresaltan. La joven escupe la pasta de dientes, se enjuaga la boca y va a abrir, pensando que a lo mejor es Derek para contarle qué hay entre Ayleen y él. De modo que no esperaba ver allí a Owen, y cuando le ve, frunce ligeramente el ceño.

-¿No te alegras de verme? -la mira, impasible.
-¿Por qué piensas eso? -Natasha no le invita a entrar, porque la verdad es que ahora no le apetece estar con él.
-Me ha dado la impresión de que no esperabas verme a mí -poco a poco, su novio entrecierra los ojos.
-Vamos, Owen, ¿a quién iba a estar esperando que no fueras tú?

Natasha esboza una sonrisa forzada, y se da cuenta de que ha hecho la pregunta errónea. Sin embargo, él no le da más vueltas al asunto y agarrándola por la cintura, saca a su novia al pasillo. La pone de cara a la pared y se pega a ella, pasando su lengua por el cuello de la chica. Acaricia la parte interior de su muslo, y Natasha protesta.

-¿Qué pasa? -parece molesto ante la interrupción.
-Owen, estamos en mitad del pasillo.

Ella se gira y echa a un lado para separarse de su novio.

-¿Y? ¿No te apetecería? -intenta acercarla a él pero Natasha se niega.
-No, no me apetecería.
-Bueno, pues vamos dentro -señala la puerta abierta.
-No, Owen, no tengo ganas.

Natasha no se atreve a mirarlo. Hace mucho tiempo que no se niega cuando él quiere acostarse con ella, pero el hecho de estar en el pasillo, donde cualquiera puede ir a socorrerla si Owen se pasa de la raya, le da fuerzas, y se niega por primera vez a algo que él le pide.

-¿Que qué? -Owen parece esencialmente incrédulo.
-Que no me… -murmura Natasha, amedrentada.

El joven agarra a su asustada novia y tira violentamente de ella. No está dispuesto que le nieguen lo que quiere.


IV

Tranquilamente, Connor camina por el pasillo. Ayleen se ha dejado las gafas de sol en el césped, y aunque probablemente no las vaya a necesitar hasta la cena y el muchacho pudiera dárselas entonces, tener una excusa para visitar a la chica pelirroja no es ningún problema, todo lo contrario. De repente, escucha un grito. Frunce el ceño, extrañado, y acelera un poco el paso pues la voz –femenina- ha sonado precisamente en la dirección a la que él se dirige. Le llega otro sonido, este similar a una especie de protesta ahogada, y se escucha muy cerca. Casi echa a correr cuando se da cuenta de que debe venir de la habitación de Ayleen, así que cuando se encuentra en el pasillo a Natasha con su novio, para en seco, sorprendido. Owen la tiene sujeta por las caderas, de espaldas a él, y la joven forcejea para librarse de sus brazos. Natasha tiene sangre en la barbilla, que gotea desde su labio inferior. 

Connor está demasiado impresionado como para reaccionar y se queda quieto unos segundos.

-Ah, así que éste era el cabrón al que estabas esperando, ¿eh? –Owen tiene los ojos desorbitados-. ¡Ni te acerques a ella! 
-¡Joder, Owen, que no estaba esperando a nadie! ¡Suéltame! –patalea, pero él la tiene sujeta con fuerza.

Entonces, el joven rubio comprende que Owen se estaba refiriendo a él. Se produce un silencio en que ninguno de los tres se mueve, de modo que escuchan perfectamente la puerta de la habitación 119 abrirse. Tres pares de ojos contemplan cómo Ayleen sale de la habitación. La chica pelirroja contempla la escena con estupefacción. Ha escuchado ruido pero pensó que sería una película, o alguien bromeando. Al ver que no cesaba, ha decidido salir al pasillo y ella también se ha quedado en shock. 

-Vamos –Owen intenta arrastrar a su novia hacia dentro de la habitación, y todo lo demás sucede a una velocidad pasmosa.

Ayleen y Connor se adelantan para intentar impedirlo –pues está claro que todo está pasando en contra de la voluntad de Natasha-, pero súbitamente Owen suelta a su novia y desaparece. En realidad, cae al suelo, y Derek, que acaba de aparecer porque también se ha alarmado con los gritos, está sentado a horcajadas sobre él, zarandeándolo. 

-¡¿QUÉ-COÑO-HACES?! –grita, fuera de sí.

Connor se da cuenta de que Natasha se está apoyando débilmente en la pared y logra sujetarla antes de que caiga al suelo. No sabe si se ha desmayado o si está consciente, pero los brazos de Connor la rodean con fuerza y la mantienen en pie. Ayleen ve cómo Derek le da un puñetazo a Owen y su nariz empieza a sangrar. El novio de Natasha intenta levantarse y no lo consigue, pero le da un rodillazo a Derek en la espalda, quien suelta todos los insultos que conoce y le golpea de nuevo en la cara. La pelirroja no sabe qué hacer, y algunos compañeros cuyo cuarto está en ese pasillo se acercan a ver de dónde viene tanto ruido. Derek alza el brazo para asestarle otro puñetazo, pues Owen está aturdido y aún no ha reaccionado.

-¡Para! –grita Ayleen, corriendo hasta ellos- ¡Derek, para! 

Él la mira un segundo. La muchacha ve en sus ojos más rabia de la que ha visto jamás, y aunque no puede comprender cómo se siente, entiende su ira por lo que Owen estaba haciendo a Natasha. Sin embargo, Derek sólo va a buscarse más problemas de los que ya ha conseguido si sigue pegándole. 

-Para –susurra ella, más preocupada por lo que pueda pasarle al chico de pelo negro que a Owen. 

Con un gesto de dolor y rabia contenida, Derek se levanta. Owen tose, tirado en el suelo, y Ayleen busca con su mano la del chico, que no rechaza el contacto pero tampoco responde a él. No le importa, la pelirroja sólo quiere que se calme y que no vuelva a pegarle a Owen. 

-Te juro por Dios que como vuelvas a acercarte a mi hermana, te mato –dice Derek. 

Cada vez son más los testigos de lo que está pasando, y entre ellos está la directora de la residencia, que, avisada por uno de los estudiantes, ha subido a la primera planta a ver quién estaba rompiendo las normas de su residencia. 


[Vaya vaya. Parece que algunas cosas se están acelerando ahora, ¿no? ¿Qué consecuencias tendrá lo que acaba de pasar para los protagonistas? ¿Y esa extraña relación que tienen Ayleen y Derek? En fin, agradezco todos los comentarios (en el blog y si puede ser en menciones en twitter también), y supongo que ahora podré subir más a menudo porque ¡YA HE ACABADO SELECTIVIDAD! Gracias por leer y espero que el capítulo os haya gustado]

domingo, 8 de junio de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 15.

I

Owen y Natasha regresan a la residencia cogidos de la mano. No han hablado mucho durante el camino de vuelta, pero la muchacha se ha sentido bien cada vez que era consciente del contacto de la piel de él sobre la de ella. 

Justo antes de llegar a las escaleras, la joven morena ve aparecer a Hayley, esa amiga de Connor con la voz tan aguda. Por un momento se asusta, temiéndose que Connor esté con Hayley y vaya a acercarse a saludarla a ella. Owen no puede saber bajo ningún concepto que anoche estuvieron hablando, de lo contrario se enfadaría, y con razón, pues ella prometió expresamente que no se relacionaría con el muchacho rubio. Por suerte, Hayley camina sola, pero se les queda mirando con un aire extrañado, como si no esperase verlos allí o no esperase verlos juntos. Lo que Natasha no sabe, por supuesto, es que ella en esos momentos estaba, supuestamente, con Ayleen. Y si Natasha está con Owen en la residencia, entonces… ¿dónde y con quién está la pelirroja?


II

Un rato más tarde, Ayleen camina nerviosa por el pasillo de la residencia, temiendo encontrarse con Connor o con alguno de sus amigos. Si la vieran allí, con Derek, descubrirían que les ha mentido, y no quiere que eso pase. Se relaja un poco cuando llegan a la puerta de su dormitorio; no cree que ninguno de ellos vaya a pasar por allí precisamente en ese momento. Ayleen mira de reojo a Derek, sin saber muy bien qué hacer, cómo despedirse de él. Lo ha pasado bien, es cierto, y él no ha vuelto a intentar ningún acercamiento peligroso a lo largo de la tarde, pero ahora se siente… rara.

-Espero haberte demostrado que soy de confianza –él sonríe.
-De ti no se fía ni tu sombra –Ayleen alza las cejas.
-¿No era al revés? ¿Que uno no debía fiarse ni de su sombra
-Tu caso es tan extremo, que no. 

Los dos comparten una leve carcajada. Parecen haber roto un poco el hielo de ser dos completos desconocidos, pero todavía queda mucho camino por andar hasta que puedan confiar realmente el uno en el otro. Y, en realidad, Ayleen piensa que no debe bajar la guardia ni descuidarse, pues está segura de que lo único que Derek busca en ella es una relación, digamos, corta pero muy intensa a la que la chica no está dispuesta. 

-En fin, pues hasta otro día.
-Adiós.

Derek va a darse la vuelta pero cambia de idea.

-Ayleen, ¿tienes novio? –le suelta, mirándola fijamente.
-¿Qué? ¿Piensas que si tuviera novio me habría ido contigo así sin más? 
-No pensaba que nuestra relación fuera por ese camino, pero si es lo que tú quieres… -las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.

Ayleen frunce los labios, molesta consigo misma por haber cometido el error de decirle lo que quería oír. Tiene que tener más cuidado cuando hable con él de ahora en adelante. 

-Adiós, Derek –repite ella, empujándole por el pecho para que se marche, y sintiendo inevitablemente sus músculos bajo sus manos.
-Adiós, pelirroja –le da un fugaz beso en la mejilla y se marcha.

Azorada, Ayleen entra en su habitación. Menudo día. Intenso, sin duda. Está bastante cansada y no tiene hambre, a pesar de que ya es casi la hora de cenar. La chica decide llamar a sus padres para hablar un poco con ellos mientras se come sin muchas ganas una barrita de chocolate de entre las muchas que sus padres le compraron para que tuviera algo que comer si le entraba hambre. No es que ahora sea uno de esos momentos, pero tampoco piensa que deba irse a dormir sin nada en el estómago. Sus padres parecen contentos de hablar otra vez con ella, e incluso su hermana se pone al teléfono. Cuando se acaba la barrita, Ayleen coge su mochila y mete en ella un estuche y una carpeta con folios en blanco. Mañana tendrá su primera clase como estudiante de medicina. En cuanto cuelga el teléfono, pone la alarma, se mete en la cama y se duerme tan rápido como una exhausta niña pequeña.


III

Tres semanas más tarde.

Connor tira del pie de Ayleen, haciéndola caer a la piscina. En cuanto sale a la superficie, la joven ríe e intenta ahogar al rubio sin éxito. Connor también ríe, sabiendo que por mucho que lo intente no va a conseguir hacerle hundirse. Cuando Ayleen se cansa de forcejear, se agarra al borde de la piscina. Él nada junto a ella, pero prefiere mantenerse a flote moviendo las piernas y los brazos. 

La contempla mientras trata de normalizar su respiración. Su pecho sube y baja y tiene las mejillas sonrosadas, como a conjunto con su pelo. Pero sus ojos rebosan felicidad, y para Connor no hay una persona más hermosa que aquella que es feliz. Le aparta un mechón mojado de la cara y ella arruga la nariz como acto reflejo.

Se han hecho buenos amigos. Es curioso, porque cuando conoces a gente nueva y convives con ellos, todo se acelera. Sabes rápidamente quién te caerá bien y quién no, y las amistades tardan menos en forjarse. O quizás sea sólo en su situación, por estar viviendo lejos de casa, en un sitio diferente en que o haces amigos o te quedas solo. 

-Creo que debería irme –Ayleen suspira, sacando a Connor de sus pensamientos.
-¿Ya? –la decepción es evidente.
-Tengo que estudiar –su cara ya no refleja la felicidad de antes-. Me han puesto una prueba el viernes.
-Qué crueles son tus profesores –Connor se pasa una mano por el pelo, mojándolo.
-Lo sé, pero lo miro por el lado bueno: cuanto más estudie ahora, menos agobiada estaré en los finales –se impulsa en el borde para salir de la piscina.
-Ahí sí tienes razón –él alza la vista para mirarla.

Ayleen se despide con la mano, coge su toalla de una de las tumbonas y se marcha tras decirle adiós también a Hayley y Mark, que están sentados en el césped charlando tranquilamente. Antes de entrar al recinto de la residencia, se seca un poco para no gotear y que Luca, el limpiador italiano que siempre tiene una sonrisa para ella, no tenga que fregar por su culpa. La pelirroja sube a su habitación en bikini, y mientras abre la puerta escucha unos pasos acercándose. 

-¿Eso de ir casi desnuda por los pasillos es para provocar o porque te está dando un golpe de calor? –la ya familiar voz de Derek suena a su izquierda. 

Ayleen pone los ojos en blanco y saca la tarjeta de la rendija, con lo que suena un clic y la puerta se abre. 

-Vaya, yo a eso lo llamo una invitación en toda regla –el joven moreno señala primero a la puerta abierta y luego a ellos dos.
-Siento que no puedas resistirte a mis encantos –ironiza ella- pero en cualquier caso tengo que estudiar.
-¿Si no tuvieras que estudiar…?
-Tampoco, no te hagas ilusiones –lo fulmina con la mirada.
-Para tu querido Connor sí que tienes tiempo.
-¿Celoso? –Ayleen alza las cejas muy seria, aunque por dentro está ocultando una sonrisa.
-¿Yo? ¿De ése? ¡Já! –mueve la cabeza para apartarse el pelo de la frente.
-Ya –ahora sí que sonríe.
-Vamos, pelirroja, sabes que… 

Derek empieza a inclinarse hacia la chica cuando una risa se escucha al lado de la pareja. Los dos giran rápidamente la cara y se encuentran allí con Natasha, que tiene la cara que pondría una niña pequeña si hubiera descubierto un cofre lleno de golosinas.

-Vaya, vaya, así que somos familia, ¿eh, Ayleen? –sonríe ampliamente.
-¿Qué? ¡No! No, para nada –la pelirroja niega firmemente con la cabeza.
-Ya ves, se me está resistiendo, Naty -Derek se finge compungido.
-Como si fuera una trucha que estás intentando pescar -protesta Ayleen.

Los hermanos ríen.

-Tú más bien serías una carpa, por el pelo rojo y tal... 

La muchacha le da un puñetazo al joven en el brazo y resopla.

-Ay, Derek, es que así no se es como se hacen las cosas -Natasha le guiña un ojo a su hermano y abre la puerta de su cuarto-. En fin, aquí os dejo pelando la pava, hasta luego.

Los dos observan como la chica de pelo negro entra en su habitación. Ayleen y ella se han hecho buenas amigas en esas tres semanas. Nunca está con Natasha y con Connor a la vez, pues aún no sabe por qué pero hay algo que no va bien entre el rubio y sus amigos y Natasha y los suyos. Ayleen se siente en cierto modo una traidora, porque ante esa tensión, no ha querido contarle a Connor que a veces sale con Derek. ¿Cómo iba a hacerlo? Se odian, y ella no quiere perderlos a ninguno de los dos. Siente un extraño principio de dolor de cabeza cada vez que piensa en lo que ha pasado desde que está en Chicago. Derek se mostró interesado en ella desde el principio, y aunque antes Ayleen recelaba más, y a pesar de que cuando habla con él lo trata como si la molestase... bueno, lo cierto es que no puede evitar que cada día la atraiga más.

-¿En qué piensas? ¿En mí? -cuestiona Derek al verla tan pensativa.
-Deja de creerte el ombligo del mundo.
-Eso es que sí.

Él sonríe con prepotencia. A Ayleen le gusta muchísimo su sonrisa, aunque no sea tan encantadora como la de Connor. Pero no dice nada, ni hace ningún gesto.

De repente, Derek la atrapa por la cintura y la pone con la espalda en la pared. Aprisiona su cuerpo con los brazos, que quedan a la altura del pecho de ella. Sin decir nada, se inclina sobre Ayleen y, tal y como ha hecho en otras ocasiones, la besa. Sólo apoya sus labios en los de la joven, para luego darle un mordisquito en el labio inferior, sonreír, y marcharse de allí sin decir siquiera adiós.

[Perdonadme. Sé que he tardado un siglo en subir, y tendré que tardar otro siglo para el siguiente porque empiezo selectividad el jueves de la semana que viene, pero espero que me comprendáis, porque más no estoy pudiendo hacer. Pues... ¡¿QUÉ HA SIDO ESO ENTRE DEREK Y AYLEEN?! ¿Y cómo que "como ya ha hecho en otras ocasiones"? ¿Qué habrá pasado en esas tres semanas? ¿Estarán juntos? Y bueno, Hayley vio entrar a Natasha en la residencia y Ayleen no estaba con ella, pero... ¿se lo habrá dicho a Connor? ¿Se lo dirá si no lo ha hecho ya? Acepto y adoro comentarios largos y llenos de respuestas/suposiciones a estas preguntas, y por favor, mencionadme en twitter si leéis, necesito saberlo, muchas gracias y espero que os haya gustado.]