lunes, 21 de julio de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 20.

I

Connor observa atentamente a Ayleen acercarse hasta la puerta de su habitación, es decir, hasta él. No está muy seguro de por qué ha ido allí, pero sentía que necesitaba hacerlo. El ceño de la joven está ligeramente fruncido, no desde que le ha visto a él sino desde antes, aunque sus ojos sí se abren un poco al darse cuenta de que está allí.

-Hola -saluda Connor amistosamente.
-Hola -responde ella.

Ayleen se muestra algo cohibida, probablemente por la conversación que tuvieron antes en la cafetería, en la que Connor no sólo le confesó que el año anterior había estado enamorado de Natasha, sino que también le habló de Derek. Antes creía haber visto algo entre ellos, pero ahora con Ayleen delante, la ve normal, como ha estado desde el primer día, y ya no está tan convencido de que lo otro no hayan sido imaginaciones suyas.

-Sé que tenías que estudiar, pero...
-Tranquilo -ella sonríe, más relajada-. No seré capaz, así que pasa si quieres.

Tras dudar un momento, Connor acepta su ofrecimiento. La muchacha abre la puerta y ambos pasan al cuarto.

-¿Quieres ver una peli? -Ayleen enciende su portátil cuando él responde afirmativamente.

Connor se sienta en la cama, como ya ha hecho tantas y tantas veces, y la mira inclinarse hacia el ordenador. Tiene un cuerpo muy bonito.

-Escucha, yo...
-Connor, no importa -ella se adelanta a sus palabras.
-No, de verdad que sí -sacude la cabeza-. Siento lo de antes. Y quiero que sepas que puedes contarme lo que sea con confianza.

Se produce un breve silencio.

-Lo sé -responde ella al final, aún de espaldas.


II

Owen tira una taza que descansa en el escritorio de su habitación, rompiéndola en pedazos contra el suelo. Está furioso. Tiene que buscarse un sitio donde vivir durante un mes, y eso no le va a resultar nada fácil. Por si fuera poco, tiene además la cara hinchada por los golpes que Derek le ha propinado. Ese guapete siempre se ha creído el dueño de todo, pero no tiene ningún derecho a entrometerse en su relación con Natasha. 

Natasha.

¿Seguirá queriendo estar con él? El sentido común le dice que no, pero una parte de su cerebro le insiste en que esa relación no terminará cuando ella quiera, sino cuando lo quiera él. Sin embargo, con un mes fuera de la residencia, le va a resultar bastante difícil restablecer las cosas con Natasha... a menos que vaya a buscarla algún día después de clase, o tal vez antes, cuando puedan hablar tranquilamente, sin que nadie les moleste.


III 

La película está a punto de terminar cuando llaman a la puerta de la habitación de Ayleen. Perezosamente, la chica levanta la cabeza del hombro de Connor y camina casi dormida a abrir. El sueño se desvanece en un instante al abrir la puerta y encontrarse ante sí a Derek. Instintivamente, Ayleen mira hacia atrás, pero por la posición de la cama y porque hay un pequeño pasillo hasta la puerta, Connor no puede ver quién es... a menos que se asome. La chica empuja por el pecho a Derek para que se eche hacia atrás.

-Cuánta pasión, pelirroja -ella le hace un gesto para que baje la voz, y aunque reticente, Derek susurra-. ¿Quieres seguir con lo de antes? -la mira con ojos divertidos.
-Ni pasión ni leches -murmura ella-. Ahora mismo no es el momento, vete.

Él alza las cejas y hace el amago de ir a mirar dentro del dormitorio. Ayleen vuelve a apartarlo poniéndole la mano en el pecho.

-Ah, ya entiendo. El angelito rubito está aquí, ¿eh? -su expresión se endurece- Quería decirte algo, pero seguid con la fiesta, entonces.

Derek se marcha sin que Ayleen diga nada más. La chica está convencida de que no tenía nada que decirle y sólo lo ha comentado para que ella intentara que se quedase, pues no puede saber que las palabras de Derek eran ciertas.
Con la respiración agitada por la tensión, cierra la puerta y entra a la habitación, sin que sus intentos por calmarse surtan efecto. Es precisamente eso lo que hace que Connor se pregunte quién habrá llamado a la puerta para que Ayleen esté en ese estado.

-¿Todo bien? -pregunta cuando ella vuelve a sentarse en la cama.
-Sí, perfectamente -sonríe con excesivas ganas y reanuda la película.

Puesto que está claro que no quiere decir quién ha ido a buscarla, Connor lo acepta en silencio y no pregunta nada más, aunque ninguno de los dos consigue volver a concentrarse en la película, y Ayleen no apoya esta vez su cabeza en el hombro de su amigo. Se siente repentinamente mal por lo que está haciendo, pues si no fuera porque Derek y ella no son nada, y está convencida de que Derek está intentando básicamente acostarse con ella, diría que ha visto un destello de celos en sus ojos, o quizás algo parecido al dolor, cuando ha comprendido que estaba en la habitación con Connor. Por otro lado, Connor le ha dicho un rato atrás que puede confiar en él, y ella no le ha dicho que Derek acaba de llamar a su puerta. Lo peor es que cuando alguien oculta algo es o bien porque se siente culpable o bien porque teme las consecuencias. Y Ayleen siente que a ella le pasa un poco de ambas.


IV

Una semana más tarde, Ayleen estudia con infinidad de apuntes y libros esparcidos sobre el escritorio. El examen del viernes anterior fue dificilísimo, y aunque no le han dado todavía la nota, está convencida de que ha suspendido. No estudió tanto como debería, y eso tiene fácil pero tediosa solución.
Connor, por su parte, está tendido en la cama, de lado, leyéndose y releyéndose nosecuántas enmiendas de la constitución. Ambos guardan silencio y estudian concentrados, pero por algún motivo han descubierto que estudiar en la compañía del otro les resulta más productivo. Quizás la mayoría de la gente piense que al estudiar con otra persona es más fácil distraerse, pero para ellos supone forzarse a no perder el tiempo, pues se vigilan mutuamente.

Por otro lado, Ayleen lleva toda esa semana sin ver a Derek. Sabe por Natasha que ha tenido que marcharse de la residencia durante un mes, al igual que Owen, pero no sabe dónde está ni por qué no ha hecho porque Ayleen tenga noticias suyas. Tal vez siga molesto por cuando tocó a su puerta y ella estaba con Connor en la habitación, y la verdad es que por mucho que finja que le da igual, le gustaría volver a verle. 

El sonido de una alarma saca a Ayleen del extraño mundo de los tejidos del cuerpo, que con un suspiro de alivio deja el bolígrafo sobre el escritorio. Connor se incorpora, se estira y bosteza.

-Nos vemos en la cena -se despide con la mano antes de salir, y la chica asiente con la cabeza.

Así es su rutina, estudian hasta veinte minutos antes de la hora de cenar, y siempre ponen la alarma para no descuidarse. A las cocineras no les gusta servir la comida más tarde de la hora permitida. 

Una vez que Connor se ha ido, Ayleen va hacia su armario y busca una fina blusa verde de manga larga para la cena. No es que haga frío, pero por las noches está empezando a refrescar. Va a ponerse la prenda cuando se da cuenta de que hay una sombra en el alfeizar de su ventana. Creyendo que tal vez sea algún pájaro que esté pensando instalar su nido en la amplia superficie, abre la ventana con intención de espantarlo, y casi grita de la impresión al descubrir que es Derek quien, sentado en el alfeizar sin problemas aparentes para mantener el equilibrio, la mira con un aire de aburrimiento en los ojos. 

-Pensaba que no se iría nunca -sus ojos se ponen momentáneamente en blanco.
-¿Cómo...? -la chica señala la posición de él, alarmada y sin intenciones de discutir sobre Connor.

Si lo que Derek pretendía era que Ayleen olvidara que llevaba una semana sin dar señales de vida, ha cumplido su objetivo, porque por ahora ella está demasiado ocupada preguntándose cómo narices Derek ha llegado hasta ahí como para echarle nada en cara, al menos de momento.

-Te recuerdo que vives en un primer piso, pelirroja -el joven salta ágilmente al interior del cuarto.

La mirada de Derek escruta la habitación, como un policía que busca encontrar una evidencia en la escena de un asesinato, lo cual incomoda ligeramente a Ayleen.

-¿A qué has venido, Derek? -pregunta ella.
-Directa al grano -él hace un gesto en el aire como si lanzara un dardo.
-No, si fuera directa te habría preguntado por qué llevas una semana desaparecido y no me dijiste nada.

La pregunta no ha podido aguardar más tiempo en los labios de Ayleen. Derek alza las cejas.

-Intenté decírtelo, pero me echaste de la habitación, ¿recuerdas? 
-Claro, habría sido muy agradable, los tres ahí dentro conversando tranquilamente -ironiza ella.
-¿Sería incómodo para nosotros o quizás para ti? Porque podríamos intentar soportarnos el uno al otro si no fuera porque... ¡ah! Connor no sabe nada de esto porque tú se lo has ocultado, como si él fuera tu novio y yo tu amante.

Ayleen mira a Derek mientras habla y va de un lado para otro en la habitación. No le hace ninguna gracia que no le dijera nada, pero le gusta que se comporte de esa forma porque sabe que está celoso. Tampoco es que quiera que sea como Owen, pero una pizca de celos demuestra interés, y eso la reconforta.

-Mira, Derek, Connor y yo sólo somos amigos y...

Él la interrumpe.

-Creo que él no diría lo mismo.
-Bah, no me cambies de tema -le da con el dedo índice en el pecho, en gesto acusador-. Podrías haberme dicho que te ibas en cualquier otro momento.
-Vale, te lo digo ahora: me han echado de la residencia durante un mes. En realidad ya sólo quedan tres semanas, pero...

Ayleen nota que está a punto de sonreír, por lo que se contiene y debe hacer alguna mueca graciosa porque Derek rompe a reír. Su risa suena grave y profunda, y a pesar de todo es un sonido tan poco familiar para Ayleen que acaba por dejar que a sonrisa asome a sus labios.

-Ayleen.
-¿Sí?
-Supongo que tienes motivos para estar molesta, pero... escalar hasta tu ventana dará algún punto a mi favor, ¿verdad?
-Tú mismo has dicho que -hace un gesto con la mano para restarle importancia- es una primera planta. Además, eso de aparecer en la ventana es un poco siniestro.
-No me dejan entrar a la residencia así que obviamente por la puerta es bastante difícil, porque no creo que Phil me tenga suficiente cariño como para hacer la vista gorda.

Ayleen mira la hora y se da cuenta de que ya debería estar bajando para cenar.

-Derek, tengo que irme -dice ella en voz baja.
-Ah, tu amado te estará esperando, claro.
-Deja de decir eso -la joven le da un puñetazo en el hombro que le hace más daño a ella que a él.

Derek se escabulle y sonríe.

-Por cierto, ¿dónde estás viviendo estos días? 
-Ah, es secreto. Un chico tiene que mantenerse…
-¿Misterioso? –le interrumpe Ayleen- Eso mismo me dijiste cuando te pregunté por tus estudios. Pero una cosa es un poco de misterio y otra es que no sepa nada de ti.
-Ya lo descubrirás –contesta él sencillamente, encogiéndose de hombros.

La joven pelirroja niega levemente con la cabeza, y va a decir algo más cuando Derek la rodea por la cintura y la hace acercarse a él para besarla. Sus labios se unen durante un momento en que la chica aspira su aroma y siente la piel de sus brazos rozando la de ella, pero acaba apartándose con la mirada clavada en el suelo. No va a fingir que está enfadada con él, pero sí está contrariada porque no le haya dicho que se iba, y no tiene intención de ponérselo todo en bandeja. Derek no tiene derecho a hacer lo que le apetezca cuando le plazca sin tener unas consecuencias. Aunque… 

-¿Seguirás aquí después de la cena? -Ayleen guarda la blusa que tenía en la mano, pues no está dispuesta a ponérsela con Derek allí delante.
-Eso depende de las ganas que tengas de que lo haga –responde él, que seguramente no esperaba esa reacción a su beso.
-Entonces ya veremos.

Con una amplia sonrisa en los labios, Ayleen abre la puerta y le hace un gesto a Derek para que salga.

-Mejor me voy por la ventana.
-O podrías pasar a hacerle una visita a tu hermana, está justo al lado, ¿sabes? En esa habitación de ahí –señala en la dirección que está indicando.

Él se lleva una mano a la barbilla, pensativo.Tal vez la pelirroja tenga razón. Asiente con la cabeza y sale del dormitorio.

-Y para que lo sepas –Ayleen se gira cuando ya había echado a andar hasta el comedor- esa actitud de aparezco-en-la-ventana-a-lo-Edward-Cullen no te hace parecer más sexy, aunque creas que sí. 
-Soy lo bastante sexy como para necesitar esas cosas, pelirroja.

Ambos sueltan sendas carcajadas que se unen y retumban por todo el pasillo, permaneciendo en los oídos de Derek y Ayleen hasta que cada uno sigue su camino. 


[Bien, pues aquí va el capítulo 20. Espero que os haya gustado, y como siempre os pido que comentéis en el blog, menciones en twitter o ambas a ser posible, muchas gracias por leer]



martes, 15 de julio de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 19.

I

Ayleen no es capaz de pensar ahora mismo, pero algo le hace dar un súbito respingo y posando una mano en el pecho desnudo de Derek, lo aparta un poco de ella. Ambos tienen la respiración agitada, pero la chica pelirroja acaba de volver a la realidad. Aquello no está bien. No sabe muy bien por qué, pero no está bien. Además de ser un joven atractivo y de que le agrade la idea de imaginárselo acariciándola, también hay algo que le gusta de él, de su personalidad, que tal vez sea ese aire de controlar siempre la situación y de saberlo todo que en ocasiones resulta exasperante pero también tremendamente sexy, pero quizás sea que intuye algo más en Derek, algo que la acaba de hacer ver que no es el momento de llegar con él a nada que no sean besos. Se estropearía todo y Ayleen es perfectamente consciente de que tal vez Derek se olvidara de ella en cuanto se acostaran. Puesto que él le gusta, lo que tiene que hacer es que la necesite y se acostumbre tanto a ella, que aunque acabaran teniendo sexo, Derek quisiera seguir con ella por todo lo demás. Y ese no es el camino.

Él intenta besarla de nuevo, pero Ayleen gira la cara hacia un lado y agacha la cabeza.

-Derek, para -susurra.
-¿Qué pasa? 
-Nada, pero... -se levanta de la cama y le tiende a Derek su camiseta.
-Entiendo -el joven se pone la prenda, pensativo.
-Creo que deberías hablar con tu hermana -ella cambia de tema.

Derek también se levanta. ¿Será que la pelirroja intuye algo de lo que acaba de pasar con Pamela? Definitivamente, no debería haberse acostado con ella. Asiente con la cabeza.

-Iré a buscarla -abre la puerta, siendo él quien invita a Ayleen a salir, para así dar la impresión de que posee el control de la situación.

La chica pelirroja esboza una sonrisa y sale, aunque se queda apoyada en el quicio de la puerta. Se cruza de brazos y mira a Derek, que se está poniendo unos vaqueros desgastados. Su atractivo es tal que casi duele, especialmente porque acaba de rechazarlo. Pero eso no le vendrá nada mal al joven de ojos negros.

-¿Cuánto tiempo crees que lleva pasando? -pregunta Derek al tiempo que coge la tarjeta de su habitación.
-¿El qué?
-Que Owen trate mal a Natasha -la mira con seriedad.
-No lo sé, lo mejor es que se lo preguntes a ella -suspira-. Pero estas cosas no pasan de repente.

Derek se encoge de hombros y Ayleen vuelve a sonreír, mientras él no mira. No es el momento de mostrar contento, pero es una de esas pocas veces en las que Derek se ha mostrado serio y preocupado en presencia de ella, y eso le gusta. Es, sin duda, una buena señal.


II

Ayleen es consciente de que debería ponerse a estudiar, pero no se siente de humor para ello. Sabe que no podrá concentrarse así que decide volver a la cafetería, por si ve a algún conocido y puede hablar un rato con alguien. Así dejará de preguntarse si ha hecho bien frenando a Derek. Cree que sí, pero el calor que aún permanece en su interior se empeña en indicarle lo contrario.
La joven llega a la cafetería y se sienta en una de las sillas a pesar de que no va a pedir nada. No es consciente de la presencia de Axel hasta que éste no se sienta a su lado. En las tres semanas que lleva en esa residencia, Ayleen no ha llegado a entablar mucha relación con él, pero al ser amigo de Natasha y Derek, han hablado alguna que otra vez. Por eso, no sabe si sorprenderse o no de que Axel se le haya acercado.

-Pareces preocupada -comenta él.
-Lo estoy -admite ella, cogiendo una servilleta del servilletero y jugueteando con ella-. Por diversos motivos.

Axel asiente con la cabeza, como si supiera exactamente qué pasa por la cabeza de la muchacha.

-He estado hablando con Natasha.
-¿Y qué te ha dicho? -se interesa ella.
-Supongo que te lo puedes imaginar -se mira las manos, dubitativo-. Creo que necesita ayuda. Tal vez tú podrías ayudarla. Sois amigas.
-Lo somos, pero no la conozco desde el tiempo suficiente como para decirle que deje a su novio -suspira.
-No creo que sea necesario que nadie le diga eso. Quiere a Owen, pero no es tonta.

Ayleen se da cuenta de que inconscientemente ha hecho un barquito de papel con la servilleta.

-¿Sabes qué? El día en que llegué, estaba en la cafetería y Owen se acercó a mí. Se presentó y tuve la sensación de que flirteaba conmigo. Después, conocí a Natasha, y cuando ella me presentó a Owen, este hizo como si no me conociera ya. 
-Muy propio de él -dice Axel en voz baja.
-Lo que quiero decir es que no parece el tipo de chico adecuado para una relación seria... Y vosotros le conocéis desde hace tiempo.

Entonces Axel comprende la acusación de Ayleen. Si ellos sabían cómo era Owen, ¿por qué no advirtieron a Natasha?

-Créeme, si hubiéramos pensado que algo así podía suceder, Derek habría sido el primero en prevenir a su hermana -contesta él tranquilamente, porque sabe que en cierto modo Ayleen tiene razón, y se siente algo culpable.
-Pero sabíais cómo es Owen.
-Todos lo saben. Tú lo sabes, Natasha lo sabe. En realidad, es bastante parecido a Derek -observa la reacción de Ayleen, que se limita a alzar levemente las cejas-. Ambos intentan disfrutar al máximo de la compañía femenina.
-Y Owen se ha pasado de la raya.
-Y Owen se ha pasado de la raya -repite Axel, aceptando que ella no quiera hablar de Derek.

Un grupito de varias personas entra en la cafetería y Ayleen escucha que están comentando la pelea que ha sucedido en el pasillo de la primera planta. Es llamativo que no parecen sorprendidos, ni siquiera Axel lo parece. La chica se levanta de la silla y decide marcharse a su habitación a intentar estudiar para el examen. Entre el trabajo del restaurante en los fines de semana, la presión de las clases y su extraña situación sentimental -que no sabe cómo ha llegado hasta ahí- está realmente cansada, pero tiene que seguir adelante.

-Ayleen -Axel no se gira para seguirla con la mirada pero su voz suena preocupada.
-¿Qué? -deja de caminar.
-Algún día Derek descubrirá que puede experimentar sentimientos verdaderamente intensos, y seguramente tú estés ahí para verlo -carraspea-. Sólo espero que para entonces ya hayas decidido qué significa Connor Ackland para ti.

No dice nada más, y la pelirroja se queda sin palabras. No está muy segura de haber comprendido lo que Axel acaba de decirle, y sobre todo no entiende por qué todos piensan que hay algo entre Connor y ella. Es cierto que Connor es un joven muy guapo, cariñoso, que la trata de maravilla, y que entre ellos hay una bonita relación en la que ambos se comprenden y apoyan, pero ella sólo la considera como una relación de amistad. Sí, a veces se ha imaginado iniciando algo más con él, incluso durante tres noches seguidas soñó que él iba a buscarla a su habitación y de diferentes formas, siempre acababan besándose.

Sin embargo, Ayleen sabe que Derek ha hipnotizado una parte de ella y que no podría estar con nadie que no fuera él porque no dejaría de preguntarse si algo entre ellos habría funcionado. También es verdad que quiere a Connor de una forma especial, y que ella nunca ha creído que una relación de amistad entre un chico y una chica fuera posible sin que a menos uno de los dos acabara enamorado del otro, pero en este caso no le queda más remedio que el de convencerse a sí misma de que sí se puede, porque admitir lo contrario sería o creer que ella le gusta a Connor o que Connor le gusta a ella, y no piensa que sea posible que a alguien le gusten realmente dos personas a la vez. ¿O tal vez sí? 

Pensando en esas cosas llega a su habitación, y para su sorpresa, se encuentra con el joven rubio en su puerta. Por alguna razón, de repente la situación le recuerda a la de sus sueños en los que Connor acababa besándola.


III

Derek da dos suaves toques en la puerta de la habitación de su hermana. Ésta tarda un rato en abrir la puerta, y cuando lo hace, lo hace sin ganas, hasta el punto de que el chico de pelo negro empuja con impaciencia la puerta para entrar por fin. No obstante, cuando ve la cara de dolor de su hermana y su labio inferior hinchado, toda su prisa desaparece y lo único que se siente capaz de hacer es abrazar con fuerza a Natasha. Su hermana se refugia en su pecho, como cuando eran pequeños y escuchaban a sus padres gritándose en el dormitorio, y Derek le acaricia el pelo a lo largo de toda su espalda, intentando tranquilizarla. Sabe que Natasha es fuerte y que lo último que quiere es que su hermano la vea llorar, pero lo necesita, y a pesar de todo con ella es con la única persona con la que Derek es capaz de mostrarse afectuoso, al menos hasta ahora. 

-Tranquila, pequeña, tranquila –susurra en su pelo.

Ella se abandona por fin al llanto que antes estaba intentando contener, y Derek nota su camiseta humedecerse cada vez más, provocándole un frío en el pecho que no está totalmente seguro de que provenga del exterior. 

Pasado un rato, Derek se siente capaz de bajar la vista hasta Natasha y de obligarla a mirarlo. Ella sorbe por la nariz, se limpia las lágrimas con el dorso de la mano, y lo mira con ojos enrojecidos pero que han conseguido dejar de llorar. 

-No voy a dejar que te pase nada, ¿me oyes? –sujeta la cara de su hermana entre sus manos.

La joven de piel morena asiente levemente con la cabeza.

-Naty, sé que le quieres, pero como Owen vuelva a acercarse a ti… 
-Dudo que pueda hacerlo, al menos durante un mes –agacha la mirada.
-¿Por qué lo dices? –Derek frunce el ceño.
-He estado hablando con Madeleine –la chica recuerda su conversación con la directora unos minutos atrás.
-¿Y qué te ha dicho? 

Natasha suspira, abatida.

-Bueno, va a llamaros para decíroslo ella personalmente, pero… A ver, no quiere echaros de la residencia, no de forma permanente. Así que sólo va a expulsaros un mes, en el que no piensa dejaros que pongáis un solo pie aquí. 


[En fin, sé que he tardado un siglo y que tal vez no tenga excusa pero tenía que parar, y lo hice. Seguramente no recordéis ni siquiera de qué iba esta novela, pero espero que no la hayáis abandonado y que tras refrescar la memoria, este capítulo os haya gustado. Muchas gracias por leer]