24 de diciembre; al mediodía.
-¿Estás seguro
de tus amigos no me odian? –pregunto.
-¿Por qué iban
a odiarte?
Zayn me mira de
reojo mientras recoloca una bola del árbol de Navidad que se ha caído. Anoche,
cuando volvimos a casa, pusimos todos juntos el gran abeto en el salón, y lo
decoramos con bolas de colores y luces.
-Porque por mi
culpa, Alison se siente mal… -bufo, y cruzo las piernas al estilo indio sentada
en el sofá.
-En todo caso
sería mi culpa, pero Alison se siente
mal porque no quiso darse cuenta de que yo no sentía lo mismo, no por ti.
-Pero si yo no
hubiera aparecido…
-Antes de que
tú aparecieras yo tampoco la quería a ella. La única diferencia es que antes no
quería a nadie y ahora te quiero a ti –se sienta a mi lado en el sofá.
Aún me resulta
extraño escucharle decir que me quiere.
-Aun así…
-Aun así nada.
A Becky le ha encantado enterarse, yo creo que ya te quiere a ti más que a mí –ríe-.
Y los demás sólo están un poco sorprendidos, y quizás alguno que otro un poco
molesto conmigo por no haberles comentado nada, pero se les pasará.
-Bueno…
-No le des más
vueltas –me sonríe-. ¿Quieres ver una película?
-Había pensado
que, como papá, Marga y Violet han salido, podrías acompañarme a comprarles
algún regalo de Navidad para darles una sorpresa mañana –miro a Zayn
mordiéndome el labio.
-Tienes al
chófer sobreexplotado, my darling –bromea.
-Es su trabajo –protesto.
-Ya lo sé,
tonta –me roba un beso.
-Entonces, ¿me
acompañas?
-¡Pues claro!
¿Y si con tu simpatía natural
enamoras a algún joven londinense y decides fugarte con él? –la palabra simpatía la dice irónicamente.
-Qué gracioso
eres –respondo, con sarcasmo.
-Vas empezando
a conocerme –ríe.
-Además, ¿para
qué querría yo fugarme con un londinense si ya tengo a un…? –paro un momento-
¿De dónde eres?
-Ya tienes a un
Bradford bad boy –se da un leve tirón
del cuello de su camiseta, chuleando.
Pongo los ojos
en blanco.
-Así que eres
de Bradford… ¿Cuándo piensas llevarme? –sonrío.
-Cuando tú me
lleves a Madrid –me muerde el labio inferior.
Teniéndolo tan
cerca, puedo mirar fijamente a sus ojos, puedo perderme en ellos y soñar con
que me quedo así para siempre. Pero lo que acabamos de decir me ha hecho darme
cuenta de que cuando las vacaciones acaben, tendré que volver a España, y él
seguirá en Inglaterra. ¿Qué pasará entonces? Un escalofrío me recorre la
espalda.
-¿Estás bien? –pregunta
Zayn, mirándome con preocupación.
-Sí, sí –miento-.
¿Vamos a por esos regalos o no?
Finjo una
sonrisa y parece que se lo cree. Salir de compras me vendrá bien para intentar
quitarme esos pensamientos de la cabeza.
24 de diciembre; por la tarde.
Zayn me mira
con los hombros caídos, casi suplicante.
-¿Todavía no se
te ha ocurrido nada?
-No, y así no
me ayudas –resoplo.
-Pues es que no
sé qué le puedes comprar…
-Tú eres un
hombre, ¿qué te gustaría que te regalaran?
-¿No habíamos
quedado en que tu padre era el único hombre de la casa y yo aún era un
jovencito? –pone una media sonrisa.
Yo río
levemente.
-Sí, bueno, tú
que eres un jovencito… ¿qué le puedo regalar a mi padre? –suspiro.
-Yo sería feliz
con un nuevo tatuaje –se encoge de hombros.
-¡Pues menudo
regalo! –protesto- Además, ya tienes bastantes tatuajes.
-¿No te
gustaría que me hiciera uno nuevo? –ladea la cabeza.
-Depende de qué
te lo hicieras. Si te pusieras mi nombre…
-¿De verdad te
gustan esas cosas? –hace una mueca.
-No. Si te
pusieras mi nombre te mataría –río-. Por eso digo que depende.
-Bueno,
centrémonos en lo de tu padre.
-¿Estás
cansado?
-No –dice,
aunque sé que está harto de estar en el centro comercial.
-Mentiroso –entrecierro
los ojos-. Lo siento…
-No sientas
nada, me gusta hacer cosas contigo –me atrapa por la cintura-. Incluso hacer
compras aburridas.
-Gracias –ironizo.
-De nada –me guiña
un ojo.
-¡Ya sé lo que
voy a comprar! –exclamo.
Zayn se lleva
tal susto ante mi efusividad que da un saltito y me suelta.
-¿Qué? –pregunta
con alivio.
-Le voy a
comprar un álbum de fotos y lo voy a llenar con fotos que tengo con él de
cuando era pequeña.
-No está mal.
¿Crees que le gustará?
-Él es
fotógrafo. Espero que sepa apreciarlo –me encojo de hombros.
-Seguro que
aunque le regalaras un papel que dijera “papá,
te quiero” le haría ilusión.
-Así son los
padres. Cualquier cosa que les regales les gusta, eso es lo bueno –sonrío.
-Pues para ser “cualquier
cosa” has tardado un rato en decidirlo –se mete conmigo.
-Qué poco
irónico eres –niego con la cabeza.
-Tan poco como
tú.
Ambos reímos.
-Vamos a
comprar el álbum antes de que cierren las tiendas –lo cojo de la mano para tirar
de él.
-¿Y de dónde
vas a sacar las fotos de cuando eras pequeña?
-Le pediré a mi
mamá que me las envíe por e-mail.
-Chica lista.
-Vas empezando
a conocerme –imito lo que él me dijo esta mañana.
-Qué graciosa
estás tú hoy, eh.
-Se me ha pegado
de ti, my darling –digo.
Zayn rompe a
reír, y entonces yo veo un vestido precioso en el escaparate de una de las
tiendas. Y eso que yo no soy muy de vestidos, pero ése…
-Mira eso –digo,
dejando de andar.
-¿El qué? –aún está
riendo.
-Ese vestido,
el cortito azul con flores rosas.
-¿Te gusta? –me
mira.
-Mucho –bajo la
vista como una niña pequeña-. ¿Puedo pasar a probármelo? Sólo probármelo, no
llevo dinero suficiente para comprármelo, pero me hace ilusión vérmelo puesto…
Porfa…
-Vaaaaaale –sonríe
y ahora es él quien tira de mí hasta el interior de la tienda.
Me acerco a la
dependienta y le pido un vestido como ése de mi talla. La joven me lo trae a
los pocos minutos y me señala amablemente el probador.
-Gracias –sonrío.
-Seguro que te
queda genial –dice Zayn, sentándose en unos sillones que hay en la zona de los
probadores y dejando las bolsas con los regalos en el suelo.
-Bueno, ya
veremos. Es bonito, pero…
-Pero nada. El
vestido es bonito, tú eres bonita… es la combinación perfecta, ya verás.
Le saco la
lengua a Zayn antes de entrar al probador y ponérmelo. Me miro al espejo y la
verdad es que dentro de lo que cabe creo que no me queda tan mal. Sin previo
aviso, la cortina del probador se abre y Zayn asoma la cabeza.
-¡Eh! –protesto.
-Pero mírate,
estás preciosa –busca mis ojos en mi reflejo del espejo.
-¿Tú no sabes
que no se debe entrar en los probadores cuando hay gente dentro? ¿Y si me
hubiera estado cambiando? –digo, sonrojándome
-Pues mejor
para mí –sonríe mordiéndose la lengua.
-Tonto –le pongo
la mano en la cabeza para que la saque, pero en lugar de eso, no sé cómo,
consigue meterse entero en el probador.
-¿Te he dicho
ya lo bien que te queda? –pregunta con voz seductora.
-Sí, me lo
acabas de decir –pego la espalda a la pared del probador.
-Bien –se acerca
a mí y apoya las manos a ambos lados de mi cabeza, también en la pared.
-Zayn…
-¿Qué? –pega su
cuerpo totalmente al mío.
-No es lugar
para…
No soy capaz de
seguir cuando noto sus labios recorrer mi cuello. Besa toda la línea de mi
mandíbula y pasa su lengua húmeda por mi labio inferior.
-¿Para…? –pregunta,
acariciando mi pierna con una mano.
No respondo,
tan solo suelto un suspiro. Zayn lleva su mano hasta la parte interna de mi
muslo, descubierto gracias al vestido, y lo acaricia suavemente. Me doy cuenta
de que nunca me ha visto con tan poca ropa, ya que siempre he llevado
pantalones y manga larga. Echo la cabeza hacia atrás, incapaz de decir o hacer
nada más. Él me da un tierno beso en los labios tras lo cual vuelve a bajar sus
besos por todo mi cuello, hasta que llega al escote del vestido. La parte
superior es como un corsé que hace que mis pechos suban un poco, y una parte de
ellos queda al descubierto. Zayn me mira a los ojos durante un segundo, y
supongo que en ellos no ve nada que le pida que pare –de hecho, no quiero que
lo haga-, pues sus labios rozan esa piel de mis pechos que queda al aire, y
besa todo mi escote. Su mano sigue acariciando mi pierna, y en un momento
determinado roza mi braguita, haciendo que un calor desconocido hasta entonces
para mí surja desde mi centro y me recorra todo el cuerpo. Deseando sentir más,
introduzco mis manos debajo de la camiseta de Zayn y acaricio su torso. Siento
sus fuertes músculos en tensión bajo mis dedos, y escucho nuestras
respiraciones entrecortadas.
De repente, me
asalta el miedo de que él quiera ir aún más lejos cuando yo soy una total
inexperta con todo esto, así que me separo un poco de él. Ya hemos avanzado lo
suficiente por hoy.
Zayn me mira,
interrogante, pero al igual que antes ha visto que podía seguir, ahora se da
cuenta de que es momento de parar, y lo acepta sin decir nada.
-Deberías
comprarte ese vestido –comenta.
-No llevo
suficiente dinero encima –digo, mirando la etiqueta-. Y de todos modos, es
demasiado caro.
-En fin, como
quieras –abre la cortina y sale del probador-. Te espero aquí fuera.
Me quito el
vestido, aún sintiendo el acelerado latido de mi corazón martillear en mis
oídos, y, después de haberme puesto la ropa, respiro hondo un par de veces
antes de salir. Guau. Lo que acaba de pasar ha sido… simplemente no creo que
haya palabras para definirlo.
Salgo del probador
y dejo el vestido en una mesa con ropa que la gente se ha probado pero ha
decidido no comprarse.
-Vamos, que cierran
a las cinco y media y necesito el álbum –digo mientras salimos de la tienda.
-Sí, tenemos
que darnos prisa.
Cuando ya hemos
caminado unos minutos, me fijo en que no llevamos las bolsas con los regalos.
-¡Zayn! –exclamo.
-¿Qué? –me mira,
asustado.
-¡Los regalos!
-¡Oh! –se da
una palmada en la frente- Mierda, me los he dejado en la tienda.
-Vamos a por
ellos –empiezo a caminar de vuelta.
-No, espera,
mejor yo voy a por ellos y tú mientras compra el álbum, porque son las cinco y
cuarto –propone.
-Sí, tienes
razón, nos vemos aquí en unos minutos –digo, y me doy la vuelta otra vez para
comprar el regalo de papá.
_
Pasado un rato,
ya estamos sentados, como es típico, en el pasillo de mi cuarto, Zayn apoyado
en una pared y yo en la otra.
-¡Mañana viene
Papá Noel, mañana viene Papá Noel! –Violet corretea delante de nosotros
emocionada.
-¡Es verdad! –asiento.
La pequeña se
sienta en mis piernas y veo que Zayn nos mira con ternura.
-¿Te has
portado bien este año? –le pregunto.
-¡Sí!
-Entonces Papá
Noel te traerá muchas cosas.
-¡Bieeeeen! –me
da un abrazo.
-¿No crees que
deberías irte a dormir, pequeñaja? –le dice Zayn.
-Pero no tengo
sueño… -protesta.
-Cuanto antes
te vayas a dormir, antes llegará mañana –asegura él.
-¡Entonces sí!
Buenas noches –me da un beso y va corriendo a darle otro a Zayn.
-Que descanses,
princesa –la despido con la mano.
Ambos la
miramos marcharse a su dormitorio.
-¿Has preparado
ya tu álbum? –pregunta Zayn.
-No. Ahora
quiero hablar un rato con mi madre por Skype,
y entonces le pediré las fotos. Hoy es un día especial en España, y la echo
bastante de menos… -suspiro.
-Lo entiendo –se
cambia de sitio y se sienta a mi lado.
-¿Y tú, has
sido bueno este año?
-De vez en
cuando… -ríe.
-Entonces Papá
Noel no te traerá nada –sonrío.
-Papá Noel ya
me ha traído algo –me besa-. Y por lo que es, creo que he sido la persona más
buena del planeta.
-Pues yo no sé
qué le he hecho para que me haya traído este castigo –bromeo.
-Qué agradable
tú –hace una mueca.
-Que es broma,
tonto –apoyo mi cabeza en su hombro.
Nos quedamos un
rato en silencio, pero un silencio cómodo, en el que sólo se escuchan nuestras
respiraciones pausadas.
-Bueno, buenas
noches, que Papá Noel tiene que preparar cosas para mañana –dice de pronto
Zayn.
Sonrío.
-Pero si tú no
celebras la Navidad.
-Ya, pero lo de
hacerse regalitos nunca está mal –se encoje de hombros.
-Entiendo… Pero
bueno, tienes razón, que encima en España es una hora más tarde que aquí y yo
también tengo que preparar cosas. Buenas noches –le doy un beso en la mejilla.
-¿Qué clase de
beso de buenas noches es ése? –protesta.
-¿Qué
esperabas?
-Algo así –pega
sus labios a los míos y me besa con pasión.
-Me lo apunto –río.
-Bien.
-Buenas noches –me
levanto, y él hace lo mismo.
-Que sueñes
conmigo –sonríe.
-Soñaré contigo
y con tu enorme ego –entro en mi dormitorio sintiendo un par de ojos clavados
en mi espalda.
Aún tengo
bastantes cosas que preparar para mañana. En parte entiendo lo impaciente que
se siente Violet, pues yo también querría poder irme a dormir para ver qué
sorpresas me esperan al día siguiente debajo del árbol. Porque intuyo que habrá
alguna que otra cosa que no me espero.
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