domingo, 15 de marzo de 2015

Expuesta.

Perdida. Muchas veces incomprendida. Ni mejor ni peor, de hecho imperfecta en absolutamente todos los aspectos. Respiro palabras mientras todos a mi alrededor cambian su sangre por alcohol. Quiero crear, explorar hasta los más recónditos rincones de la condición humana, no quiero conformarme, quiero marcar una diferencia, aunque sepa que no es posible. Idealista hasta la médula, si bien sé que todo es mentira. Que el mundo es una mentira, que la sociedad es una mentira, que a nadie le afecta lo que hago pero a todo el mundo parece importarle, que la gente se alimenta de las vidas de los demás pero nunca se sacian, porque lo que creen ver no es lo que realmente es, y llenan sus cabezas de humo e ilusiones. Pero el humo se propaga con tanta facilidad, ah, la vida es humo. Y me gustaría pensar que entre el humo todavía quedan algunas personas auténticas, de esas que prefieren conversaciones cara a cara antes que a través de una pantalla, de esas que no han convertido las risas en una forma de salir del paso y los te quiero en un compromiso. Fantaseo con la idea de que todavía hay alguien que retiene una puesta de sol en su memoria en lugar de una cámara de fotos, que algo de lo que vemos es real y que los demás actúan por sí mismos y no por lo que piense el resto. Me encantaría encontrarme a personas que aún guardan bajo llave misterios de su vida, en lugar de lanzarlos al aire y convertirlos en más humo, y que pueden llegar a mostrártelos si comprenden que vales la pena. Quiero creer que la vida es algo más que ver hojas caer, que quedan personas en las que puedes confiar, de esas que sonríen a los desconocidos sólo porque la felicidad es mayor si se comparte. Ya lo he dicho y lo repito, soy una idealista. Y es muy cierto que, menuda estupidez, las personas me ponen nerviosa. Quizás debería haber nacido en otra época, porque nunca logro comprender cómo ve la gente de mi edad las cosas. No entiendo que lean un libro sólo para decir que lo han hecho, o para aclamar que adoran la lectura, porque es lo que se lleva. No entiendo que el único tipo de relación social que la mayoría parece ser capaz de tener sea o beber en compañía hasta que el cerebro no puede retener los recuerdos o comentar cosas banales vía mensajes que hablan por sí solos con cuatro simples términos (un reloj, un tic, dos tics, y una última hora de conexión, y no importa lo que la persona haga o diga después porque ese lenguaje ya lo ha dicho todo). Anhelo alguien con quien hablar de la vida, pero de la vida en general, no de lo que creemos que puede que quizás esté pasando en la vida del prójimo, porque, sinceramente, de eso no tenemos ni idea. Sé que todavía quedan personas como esas en alguna parte, de esas que se abren paso a través del mundo de humo que hemos creado, pero no sé cómo encontrarlas, ni si al final no acabarán cayendo también, igual que yo a veces me noto tambalearme. Es tan fácil dejarse llevar, tan fácil… no hay que hacer nada, no hay que esforzarse, sólo hay que hacer como hacen todos los demás y mirar antes a la pantalla de un pequeño (o no tan pequeño) aparato electrónico que a los ojos de otra persona. Y es que nos sentimos tan solos que hemos inventado cosas que nos hacen creernos que no lo estamos, pero lo cierto es que el vacío sólo se hace más y más grande, y nos quema por dentro, hasta que nos consumimos y nos volvemos humo. Yo no quiero ser humo, pero sería tan sencillo… No quiero serlo, me repito una y otra vez, no quiero. El problema es que tal vez ya lo sea.

1 comentario:

  1. Eres y serás siempre la persona que piensa más parecido a mi.
    Tener la ultima generación en moviles para solo escuchar música como hago yo, me encantaria poder deshacerme de él y dejar solo la música que es lo unico que me hace feliz y de alguna manera me hace entender las diferencias de la vida de unos con la de los otros y creeme si te digo que me alegro de que hayas vuelto y más me alegro de que seas de las pocas personas que dejan la tecnología a un lado solo para ver unos ojos que te dicen más de la persona que tienes en frente a las palabras que suelta por su boca, ojala te acordaras de mi, ese chico llamado Cristian que te leia y lee y que recarga la página de tu blog cada día solo para saber que alguien sigue pensando igual que él y que le hace ver que no es él el raro, si no los demás que no saben que hacer con sus vidas y copian lo que dice la gente solo para no quedarse "anticuados".
    Sin más mediaciones me alegro que vuelvas y sigas pensando como siempre.
    Atentamente Cristian.

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