jueves, 4 de septiembre de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 23.

I

Si la realidad fuera una película, Natasha habría sentido la presencia de Owen detrás de ella, y algo que todavía los unía misteriosamente la habría hecho girarse sabiendo con exactitud lo que éste quería. Pero la realidad es diferente, y Natasha no ha sido consciente de que Owen la seguía hasta que él ha pronunciado su nombre en voz alta. Sorprendida y algo asustada, la chica se queda paralizada y es Owen el que camina para ponerse en su campo de visión.

-Hola –dice él con tranquilidad.
-Hola –Natasha intenta no fruncir el ceño ni hacer ningún gesto que pueda contrariarle.

Mientras tanto, la gente pasa a ambos lados, dirigiéndose a clase y apartándose del camino de la pareja como el agua de un río lo hace con una piedra.

-¿Me echas de menos? –pregunta Owen directamente, y su voz suena casi dulce.

Natasha lo piensa durante un segundo antes de contestar.

-Ya te echaba de menos cuando todavía estabas en la residencia.
-No comprendo…
-Owen, tú… te fuiste hace mucho tiempo. Ahora te miro y no te veo a ti, sino a un extraño. No sé qué te ha pasado, pero hace semanas que dejaste de ser el Owen del que me enamoré.

Las palabras salen atropelladas de sus labios, y a pesar de saber que quizás no deba haberlo dicho, no consigue evitarlo.

-No he cambiado, sigo siendo yo… y te quiero –susurra el joven, y por un momento Natasha cree vislumbrar en él al chico que era antes.
-No se le hace daño a alguien a quien se quiere.

El rostro de Owen cambia totalmente. Sus ojos se vuelven fríos, sus labios se contraen y su ceño se frunce de tal modo que parece que sus cejas vayan a tocarse. Cierra las manos en puños y Natasha consigue no echar a correr porque todavía hay gente pasando a su lado y está convencida de que Owen no será capaz de lastimarla delante de ellos.

-Owen –se arma de valor- no quiero volver a verte.

La sorpresa se refleja en la expresión del joven que tanto daño le ha hecho. Cuando consigue encajar el golpe, se acerca un paso a Natasha y su respiración es tan agitada que parece que vaya a ponerse a gritar. Pero no lo hace.

-Ya entiendo de qué va todo esto –escupe cada palabra-. Ahora estás con otro y por eso ya no me quieres a mí.
-¿Qué…? ¡No! –contempla asustada como ya no queda casi nadie pasando a su lado, y todos pasan de largo creyendo que será alguna acalorada pero típica discusión de pareja- Escucha, tengo que irme a clase.
-No, no, no –la agarra de la muñeca con fuerza-. No. No puedes mentirme. Te he visto. ¡Joder, que ahora te follas a Axel! ¿Es que vas a ir tirándote a todos los amigos de tu hermano o qué? 

Natasha lo contempla con los ojos desencajados, sin querer creer lo que acaba de escuchar. Tarda demasiado en reaccionar y para cuando lucha por soltar su muñeca, Owen ya la ha agarrado por la cintura y le impide moverse.

-¿Quieres saber lo que eres? –grita, pues ya no queda nadie que le escuche- ¡Eres una puta!

Le propina una bofetada y cuando logra recomponerse, Natasha le escupe en la cara como única forma de defenderse, como la única manera que encuentra de expresar su frustración y su rechazo. Él es mucho más fuerte y la tiene sujeta de un brazo y del torso, y por mucho que forcejea con la otra mano no logra escapar.

-¡Owen, suéltame! –grita, y él le abofetea la otra mejilla.
-Es conmigo con quien tienes que estar –masculla entre dientes.

Owen la arrastra por el camino de entrada a la facultad hasta que llegan a un pequeño recoveco oculto gracias a unos árboles. Sin duda muchas parejas han debido usar ese sitio para robarse algunos besos sin ser vistos. El joven pone con ímpetu a Natasha de cara a la pared, sin dejar de sujetarla, y ésta intenta darle patadas al tiempo que grita, lo que Owen soluciona tapándole la boca con una mano. Se pega contra ella, de modo que su propio cuerpo sirve para sujetarla contra la pared, e introduce la mano que tiene libre en el interior de la camiseta de Natasha, apretando con fuerza uno de sus pechos. Llegados a ese punto, le importa poco que grite porque sabe que todos deben estar en clase así que usa la mano que antes estaba en su boca –y que se ha llevado varios mordiscos- para bajar el pantalón de Natasha y hacer lo propio con el suyo. Owen siempre acaba consiguiendo lo que quiere, y Natasha tiene que empezar a darse cuenta de ello.



II

Después de un poco menos de media hora de trayecto en el viejo Ferrari rojo de Derek, el joven aparca el vehículo en una zona claramente residencial e indica a Ayleen que es momento de bajarse.

-Me ha parecido simpática tu amiga la de la cafetería –comenta él cerrando el coche.
-¿Elyse? Sin duda tú también le has caído bien –responde Ayleen en tono jocoso.
-Ya sabes lo difícil que es resistirse a mis encantos.
-¿Adónde vamos? –pregunta ella tras una breve pausa- Porque este no parece el típico sitio por el que tú debes moverte.
-No solamente voy a antros de mala muerte, querida –emplea un refinado tono británico en la última palabra que arranca una carcajada a Ayleen.

La pareja camina hasta una bonita zona ajardinada y se paran delante del portal de un edificio. Derek saca un llavero de su bolsillo y abre la puerta con total naturalidad, al igual que hace cuando llegan al cuarto piso. Se hace a un lado para que la joven pase, pero ella se queda donde está, con la boca entreabierta y su mano cogida a la de Derek.

-¿Así que aquí es donde vives ahora?
-¿Por qué no entras y lo compruebas? –reitera su gesto de bienvenida.

El cerebro de Ayleen procesa a toda velocidad. Derek quería enseñarle algo importante, y acaba de llevarla a un piso. ¿Qué puede tener eso de extraordinario? Seguramente sólo la habrá llevado allí porque hay una cama. Sin embargo, se obliga a entrar, y lo que descubre le demuestra que tiene que empezar a confiar más en el chico de piel bronceada.

El piso es, simple y llanamente, un estudio. Una gran estancia repleta de estanterías, con varias mesas y un par de sillones. Está considerablemente desordenado. Hay folios, trozos de cartón, pósters, pinceles, lápices y rotuladores por todo el suelo. Incluso una figura de arcilla sin terminar descansa sobre una de las mesas, aparentemente abandonada. Sin darse cuenta, Ayleen empieza a caminar entre las cosas, y descubre que al fondo del estudio, a la derecha, hay un pasillo.

-Lleva al dormitorio, al cuarto de baño y a la cocina –comenta Derek al seguir la mirada de ella, aunque Ayleen no le ha preguntado.

Da un último vistazo a su alrededor y luego se centra en Derek, que permanece de pie junto a la puerta cerrada.

-¿Lo has alquilado? –parece lo más lógico.

No obstante, él niega con la cabeza.

-¿Éste sitio es tuyo? ¿Qué…?

Ayleen está demasiado confundida para hablar. Le habría resultado mucho más fácil creérselo si no hubiera cientos de cuadros y dibujos por todas partes.

-Bueno, es de mis padres, en realidad.
-O sea, que eso… -señala el artístico caos que la rodea.
-No, no –parece que le cueste hablar, casi como si se avergonzara de ello-. Eso es mío.
-No sé si lo entiendo.
-Vale, espera… ¿quieres algo de beber?
-¿Agua?

Derek asiente con la cabeza. Desaparece por el pasillo y unos minutos después vuelve con un vaso de agua en una mano y un botellín abierto de cerveza en la otra. Se sientan en uno de los sofás y él le explica lo que cree que ella querrá saber. Natasha siempre había querido irse a una residencia para estudiantes así que cumplió su deseo, y sus padres lo enviaron con ella para que cuidara de su melliza. A cambio, compraron ese piso para que él lo usara como estudio, y aunque Derek lo omite, también le ha servido en muchas ocasiones como sitio donde llevar a las chicas

-¿Y para qué quieres tú un estudio? –Ayleen sabe que su pregunta es estúpida, pero sigue sin ser capaz de asociar esas creaciones al Derek que ella conoce.
-Querías saber qué estoy estudiando, ¿no? –bebe un largo trago de su cerveza- Pues aquí lo tienes. Bellas Artes.

La pelirroja parpadea.

-Este año aún no he… digamos que no he ido mucho a clase, y no soy buen estudiante, en absoluto, pero…

Ayleen sigue sin dar crédito a sus oídos y a sus ojos.

-En fin, te acabo de enseñar algo muy personal, espero que lo valores porque ya sabes que yo no soy muy de hacer estas cosas.
-Es que es tan…
-Chocante. Lo sé.
-¡Sí! –sacude la cabeza- No…
-… me pega. Ya me lo han dicho.
-Guau.

Derek frunce los labios y asiente lentamente con la cabeza. Cada vez que ha lleva a chicas allí les cuenta la misma historia: que el piso es de una tía francesa que pasa temporadas en Chicago pintando para su galería. No es que el arte le quite masculinidad, ni que lo que pinta sean dibujos de delicadas florecillas, pero no le gusta enseñar sus dibujos a nadie porque le hace sentirse expuesto, y débil. Pero ahora, por primera vez, ha dicho la verdad. El joven mira a Ayleen como esperando su aprobación. Ella se levanta indecisa del sofá y observa las pinturas ahora con mucha más atención.

La mayoría son a lápiz o a rotulador negro, pero hay algunas con tantos colores que ellas solas iluminan la habitación. Abundan los dibujos de mujeres desnudas –aunque todas tienen una mancha gris difuminada por rostro-, los nudos celtas, las formas afiladas y los paisajes montañosos. Además de eso, hay cuadros con manchas de colores sin sentido aparente y bocetos de cualquier cosa –incluido del viejo coche rojo de su abuelo-. Se para frente a una de las estanterías y coge un cuaderno de tapas marrones. Inmediatamente, cae al suelo un dibujo hecho en papel grueso, en el que se ve el final de una barbilla y todo un cuello femenino adornado por un sencillo colgante plateado. El dibujo incluye el principio del escote de dicha chica, y Ayleen no puede evitar fijarse en que al lado de la barbilla cuelga un fino mechón de pelo de color cobrizo. Quizás sea coincidencia.

Derek la mira, pensando una y otra vez que ha sido una mala idea llevarla allí. Cambiará el concepto que tiene de él, sin duda, pero no sabe si es algo bueno o malo. Mientras tanto, ella pasa un dedo distraídamente por uno de los diseños del cuaderno que ha encontrado.

-Éste… -murmura, y luego se vuelve hacia Derek- Quítate la camiseta –le ordena.
-Directa al grano, sí señor –sonríe y se la quita.
-No es por lo que piensas, tus pantalones se quedan donde están.

Ocultando una sonrisa, Ayleen camina hasta Derek y observa sus hombros. En efecto, ahí está. El tatuaje que vio la primera vez que se besaron es exactamente igual que el dibujo que tiene entre sus manos. Mira los demás tatuajes de su espalda y su torso y comprueba que todos se corresponden a sus dibujos.

-Menuda caja de sorpresas –pasa las páginas del cuaderno hasta la última que no está en blanco; ha conseguido unir una luna con algo parecido a unas runas, pero no parece estar terminado.
-Ése es el próximo.
-¿Dónde te lo vas a hacer?
-Aunque parezca mentira, es lo que más me cuesta decidir.

Ayleen deja el cuaderno en el sofá y pasa un dedo por el hombro de Derek, siguiendo las líneas de la tinta negra. El cuerpo del joven se tensa y la pelirroja sonríe, sintiéndose extremadamente poderosa. Baja su dedo por el pecho de él y lo coloca donde nota su corazón latir con más fuerza.

-Así que ahí dentro –da un leve golpecito- hay algo más que prepotencia y amor propio, ¿eh?
-Eso lo dices porque no has visto los autorretratos en los que me represento como un dios griego –contesta Derek con voz ronca.

La chica ríe y le da un corto beso en los labios. Realmente parece un dios griego, con el torso musculado y bronceado, pero no piensa admitirlo. Derek posa sus manos en la cintura de ella y las sube por sus costados, hasta que llegan a la base de sus pechos. Se para ahí y durante un momento se miran a los ojos. Ayleen enreda sus dedos en el pelo de él y le besa, ahora de forma más prolongada, buscando con su lengua los labios de él, y deja que Derek la toque por primera vez. Se dejan caer en el sofá, ella sentada en las piernas de él, con las rodillas apoyadas en el cojín. Derek le quita la camiseta y ella jadea, acariciando su espalda y pegándose contra el joven. Él le acaricia el pecho por encima del sujetador y busca con avidez la boca de ella. Sus dedos están intentando colarse por el borde del pantalón de Ayleen cuando suena un teléfono.

Los dos se sobresaltan y en el bolsillo de la pelirroja algo vibra, pero ambos hacen caso omiso y siguen besándose. En cuanto la primera llamada se agota, el móvil suena de nuevo. Ayleen saca el móvil con fastidio, y Derek consigue ver que se trata de Connor. Gira el rostro, contrariado, pero ella se levanta y contesta a pesar de todo.

-¿Qué…?

La interrumpen al otro lado del teléfono. Durante unos cuatro minutos, Ayleen tiene el aparato pegado a su oreja y escucha un torrente de palabras que a Derek sólo le llegan como un pequeño ruido de fondo.

-Ahora mismo –dice ella justo antes de colgar.

Ayleen coge su camiseta y se la pone a toda prisa.

-Tenemos que irnos –dice apresuradamente-. Natasha está en el hospital.

[OMG. Bueno, espero que me dejéis en los comentarios lo que pensáis que ha pasado con Natasha y lo que os parece este descubrimiento sobre la vida de Derek. Gracias por leer, de verdad]

4 comentarios:

  1. Lo primero quería decirte que me he leído todas tus novelas y de verdad que son muy buenas. Mi novela favorita es la de Harry y tu, el imagina de Bombón. Pero este también me encanta.
    Hasta ahora nunca he comentado nada, pero no me podía contener más jajaja En fin, que escribes súper bien y espero que nunca dejes de hacerlo por que tienes un don chavala. Deberías escribir de verdad, quiero decir como una profesión, se te daría genial y yo compraría todos tus libros jijijiji

    Y bueno ahora hablando de este nuevo capitulo yo creo que Owen a violado a Natasha y que ella se ha opusto o algo parecido y después Owen la ha pegado y de ahí que ella este en el hospital.
    Por otro lado me encanta Derek estoy enamorada de el lo juro. Es un trocito de pan y el en el fondo lo sabe. Me encanta le toque que le das a cada uno de tus personajes para hacerlos especiales, en serio.

    Y bueno que estoy ansiosa de leer el siguiente capitulo que siempre me dejas en ascuas.

    Un beso muy grande.

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  2. ¡Me encanta! Escribes de maravilla, chica.

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  3. ASDFGHJKLÑ *-*

    Me en-can-ta.

    Yo tengo dos opciones para lo de Natasha:

    1- Owen la ha violado y después la ha golpeado.

    2- Intenta violarla pero ella escapa, y como va con prisas, no se da cuenta y la atropellan.

    Seguramente no sea ninguna de esas dos cosas pero bueno jajajaja.

    Y lo del lado artístico de Derek me encanta, en serio. No me lo esperaba. Me pegaba más algo tipo música o algo por el estilo.

    Bueno... ¿Qué más? Cada día te superas más y más, Ana. En serio, esta novela es increíble.

    ¡Por cierto! Tengo una pregunta: ¿volverás a hacer algún imagina con los chicos? No es por nada en especial. Curiosidad, supongo.

    En fin, sigue pronto que quiero saber qué pasa con Natasha y entre Derek y Ayleen :)

    Besos de tu fan número 1 :) xx

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