domingo, 19 de octubre de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 26.

I

Derek abre los ojos lentamente, aturdido. Está tirado en el suelo de su dormitorio, con la camiseta a medio poner y un brazo en un ángulo extraño e incómodo. Se incorpora y un fuerte mareo le sobreviene de repente, de modo que se queda sentado, con la espalda apoyada en los pies de la cama. El dolor del costado se ha mitigado un poco, pero se niega a desaparecer. Ha logrado respirar hondo cuando nota que algo caliente le baja por la mejilla. Derek se lleva los dedos a la cara y al mirarlos los ve ensangrentados. Ha debido darse un buen golpe en la frente al caer al suelo.

Todavía sentado, se pone la camiseta. Consigue ponerse de pie –lo que aumenta el dolor de las costillas y la cabeza-, se lava la cara y se coloca una gasa en la herida de la frente. El ojo derecho se está volviendo de un tono azulado bastante feo, y hay morados empezando a aparecer por sus brazos, además de sus nudillos en carne viva. Sabe que tiene que ir al hospital porque todos deben estar preocupados por él, aparte de que una radiografía no le vendría nada mal para saber por qué le duele tanto el puñetero costado, aunque no le apetece en absoluto que lo vean en ese estado tan lamentable. Se obliga a no pensar en cómo habrá dejado a Owen, que durante tanto tiempo fue su amigo.

Derek baja las escaleras no sin dificultad, y conduce hasta el hospital sirviéndose sólo de la mano derecha, pues usar la izquierda agrava su dolor. Caminar tampoco le resulta nada fácil, pero entra al hospital erguido y con su habitual porte de dignidad; se traga sus dolencias porque es lo que Derek Harris hace siempre. Se pone su chaqueta negra para ocultar las contusiones de los brazos y mira al frente.

Al primero que se encuentra es a Connor, sentado en un banco de la entrada del hospital. Parece abstraído en sus pensamientos hasta que se da cuenta de que Derek está entrando por la puerta. Lo mira horrorizado, preguntándole con los ojos qué clase de locura ha hecho, pero Derek simplemente se encoge de hombros y le dedica una media sonrisa. Ninguno de los dos hace amago de intentar hablar con el otro.

Ya que ha llamado al ascensor, decide ir por las escaleras. Si le ven aparecer por su propio pie, tal vez piensen que no es nada grave. En realidad, Derek no sabe si lo es o no, pero primero quiere ver a su hermana y que todos vean que está “bien” antes de ir a suplicar en urgencias que le confirmen que se equivoca.

No se da cuenta de que Ayleen está sentada en un escalón hasta que está casi encima de ella. Tiene los ojos y la nariz enrojecida aunque no está llorando, y su cabeza descansa apoyada en la pared y tiene la mirada fija en la pared de enfrente. Se la ve exhausta.

-Hola, pelirroja.

La muchacha vuelve la cara hacia la voz y sus ojos se iluminan al ver a Derek, si bien inmediatamente frunce el ceño y sus labios se unen en una fina línea de preocupación. Ayleen gira la cara para evitar su mirada.

-¿Cómo está Natasha? –pregunta Derek al comprobar que ella no va a decir nada.
-Eres un gilipollas. 

Él está a punto de levantar la voz y darle una respuesta airada, pero se da cuenta de que por las mejillas de la chica caen sendas lágrimas, y que su labio inferior tiembla en un pobre intento de evitar echarse a llorar.

-Eh, eh –se agacha junto a ella y la rodea con los brazos, sin importarle que eso aumente el dolor que siente por todo el cuerpo.

Ayleen se deja abrazar y tras sorber por la nariz lo mira a los ojos.

-¿Crees que puedes hacerme esto? ¿Eh? –su voz suena furiosa y cansada a la vez- ¡No puedes! ¡No puedes mentirme e irte por ahí a pegarle a la gente! O a que te peguen a ti. ¿Es que no lo entiendes? 
-No debería haberte mentido. Pero no me arrepiento de lo que he hecho.
-Pero mírate –señala su ojo morado y su herida en la frente.
-Owen está peor que yo.
-¿Y eso cambia algo de lo que le ha pasado a tu hermana?
-No, pero te aseguro que ese cabrón no va a volver a hacerle daño.

La muchacha pelirroja se separa del abrazo de Derek y se limpia los ojos con el dorso de la mano. 

-Deberías ir a que te miraran eso. Y Natasha no debería verte así.
-Estoy seguro de que de todos modos sabe lo que ha pasado. Y quiero verla.

Ayleen se encoge de hombros y se pone en pie. Echa a andar al piso de arriba y Derek la sigue. Cuando llegan a la habitación, Ayleen ve a través del cristal a un hombre y una mujer de mediana edad al lado de Natasha. Inmediatamente se da cuenta de que son la pareja que vio antes cuando estaba abajo hablando con Connor. De modo que esos deben ser los padres de Derek.

-Mierda –murmura él entre dientes.
-Son tus padres, ¿verdad?
-Joder. Sí.

Derek farfulla una excusa y se marcha. Por supuesto, no quiere que sus padres le vean tal y como está. ¿Quién les habrá avisado? Importa poco, en realidad. A pesar de todo, Ayleen camina tras Derek. Sabe que a Natasha en es momento no le sirve de demasiado, y sin embargo la joven pelirroja necesita saber si el horrible aspecto de Derek es más o menos grave de lo que aparenta, y está segura de que él también.


II

Dos semanas más tarde, la piel de Derek ha perdido casi por completo el tono violáceo que tenía en algunas zonas, y su moreno habitual está volviendo a ser el de siempre. Afortunadamente no tenía ninguna costilla rota, pero se había llevado unos buenos golpes que estaban tardando en curar. La versión que ha contado a sus padres ha sido que estaba tan preocupado por Natasha y enfadado con lo que había pasado, que sin darse cuenta se había resbalado y se había caído bajando las escaleras. Es la versión oficial, pero nadie se la cree. 

En cualquier caso, Owen no ha aparecido por allí, ni ha dado señales de vida. Vivo tiene que estar, porque Derek le había dado una buena paliza, pero no tan buena como para matarlo. No obstante, no tiene sentido que hasta el momento hubiera ido a devolvérsela a Derek, porque seguramente a esas alturas todavía le duele moverse, además de que la superioridad de Derek había quedado bastante clara, independientemente de que contase o no con el factor sorpresa. Por otro lado, Derek sabe que Owen no se planteará denunciarlo. Ha surgido una especie de acuerdo tácito en que ni siquiera han necesitado hablar para comprenderlo. Ninguna de las dos partes dice nada, y Owen no tiene que pagar por el acoso a Natasha ni Derek por el ataque a Owen. Seguramente no sea lo correcto, pero la conciencia de Derek está más tranquila así que permitiendo que lo único que le pase a ese capullo sea que un juez le diga que ha sido un chico malo y que tiene que recapacitar. 

Al menos Natasha ha aceptado ir a ver a un psicólogo. No es gran cosa ni las sesiones son especialmente largas, pero toda la ayuda que se le pueda dar es poca, ahora que por fin ha admitido que la necesita. Claro que hay cosas que sólo el tiempo puede poner en su sitio.



III

Ayleen baja a la cafetería a por una botella de zumo de arándanos. Le han dicho que es bueno para concentrarse, y sin duda concentración es lo que más necesita en esos momentos. Lleva dos semanas en las que se siente incapaz de estudiar. Dos semanas desde lo que le pasó a Natasha, y dos semanas desde que Connor ha hecho voto de silencio y actúa casi como si ni siquiera conociese a Ayleen. Tal vez no sea sólo culpa de él, y ella también haya permitido que su relación se enfriase, pero tal vez simplemente fuese algo que tenía que pasar. Sea como fuere, Ayleen ya se había acostumbrado a estudiar con Connor a su lado, y ahora se ve incapaz de hacerlo sola. 

Con voz somnolienta pide el zumo al camarero, que sonríe, comprensivo, y se mete en la habitación que hay detrás de la barra para buscarlo. Cosas del destino –o no-, en ese momento en que la cafetería está completamente vacía, Connor atraviesa el umbral de la puerta. Mira a Ayleen con expresión dubitativa y casi parece que vaya a darse la vuelta y marcharse, pero se lo piensa dos veces y camina con paso decidido hasta la barra.

-Hola –murmura ella.
-Hola, Ayleen. 

Su nombre suena extrañamente familiar en los labios de él. La chica cruza las manos y jugueta con sus dedos, preguntándose si es que el camarero estará exprimiendo los arándanos uno por uno.

-Bueno, ¿qué haces aquí a estas horas? –pregunta él.
-Vengo a por zumo de arándanos.
-Ah, dicen que es bueno para estudiar.
-Eso parece.

La conversación es tan impersonal y extraña como la que dos desconocidos mantienen sobre el tiempo cuando coinciden en el ascensor. Ayleen siente ganas de darle un puñetazo a la barra y zarandear a Connor hasta que vuelva a tratarla como antes. Ya ni siquiera le importa que Connor dijera que Derek sólo está con ella porque quiere acostarse con ella. Sólo quiere que las cosas vuelvan a ser como antes, aunque eso es complicado teniendo en cuenta que Connor admitió que siente algo por Ayleen. Quizás sólo se comporte así porque está tratando de olvidar sus sentimientos, piensa Ayleen.

El camarero por fin aparece con el zumo de arándanos. La muchacha lo paga y se marcha de allí despidiéndose con un breve gesto. Ayleen mira varias veces hacia atrás de camino a su habitación, esperando que Connor aparezca de repente y arreglen las cosas. Pero eso no ocurre. 

Una para nada fructífera hora de estudio más tarde, se escuchan tres toques en la puerta de la habitación de Ayleen. La chica abre y se encuentra a Derek con los brazos cruzados y apoyado en el marco de la puerta. Sus labios dibujan una media sonrisa.

-Bonito pelo.
-¿Qué? Ah –Ayleen se da cuenta de que lleva un moño despeinado, uno de esos que se hace para estudiar, y sonrojándose, se suelta el pelo-. Esa frase me suena de algo, por cierto.
-¿De verdad? 

Derek frunce el ceño, pero Ayleen está convencida de que se acuerda de que fue lo primero que le dijo cuando se conocieron, aquel día en que él llamó también a su puerta y se autopresentó con descaro. 

-¿Cómo lo llevas? –él señala con la barbilla hacia el escritorio de ella.
-Mal –admite, con un suspiro-. No soy capaz de concentrarme.
-Quizás que sean las doce de la noche no ayuda mucho, pero no me hagas demasiado caso.
-Pero es que tengo mil cosas que estudiar, no me sé nada y…

Derek le pone la mano en la boca, haciéndola callar. Se miran a los ojos un momento, y Ayleen contiene la respiración. Siguen en la puerta cuando Derek arrastra su mano hasta la mejilla de ella, y recorre sus labios con el dedo pulgar. El cálido contacto con su piel hace que Ayleen se estremezca. Derek se inclina hacia delante, sus labios rozando el lóbulo de la oreja de ella. 

-Necesitas olvidarte de todo por un momento –susurra-. Relajarte.

Su voz es sexy, rematadamente sexy. Sus labios resbalan por el cuello de ella, depositando un beso tras otro. Derek cierra la puerta tras de sí al avanzar un par de pasos. Ayleen gira la cara, buscando los labios de él con su boca, y cuando por fin los encuentra, le besa como si nunca le hubiese besado. Verdaderamente logra olvidarse de los estudios, de Connor, y de sus dudas, consigue por algún motivo dejarse llevar, tal vez porque esa es la forma más sencilla de dejar ir la tensión acumulada. Introduce las manos bajo la camiseta de Derek y se empapa del calor de su espalda a la vez que él baja las manos hasta el trasero de ella y lo masajea, desde la base de la espalda hasta peligrosamente abajo. Sus respiraciones se convierten en jadeos agitados hasta que Derek se separa un poco y aparta el pelo de Ayleen de su cara. Clava sus ojos negros en ella y sonríe al ver su expresión contrariada.

-Quizás esa no sea la definición más adecuada de relajarse –comenta como si nada.
-Probablemente no –contesta Ayleen, todavía respirando con dificultad, y sin comprender por qué se ha detenido.
-Al menos espero que haya servido para que te olvides del mundo.
-Sin duda.
-Buenas noches, pelirroja. 

Tras darle un suave beso en la mejilla, sale de la habitación. Ayleen se queda un minuto de pie frente a la puerta, sin comprender bien lo que acaba de pasar. ¿Acaso Derek no quería seguir? Oh, vamos, eso es imposible tratándose de Derek. Lo único de lo que Ayleen está segura es de que, por si le faltaban motivos para no ser capaz de estudiar, ahora ya tiene uno más, y ahora sin duda le va a ser imposible concentrarse esta noche. 


[Espero que os haya gustado, y si leéis por favor comentad en blogger y por mención en twitter, muchas gracias por la paciencia que tenéis siempre conmigo, os quiero.]

4 comentarios:

  1. Hey chica, me encanta como escribes, ojala yo lo hiciera igual. Se nota que vales para esto. Espero que te vaya bien y sigue con la novela, que por cierto, engancha demasiado��

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  2. YA SOMOS DOS LAS QUE NO VAMOS A PODER ESTUDIAR ESTA NOCHE JAJAJAJAJA CADA DÍA TE SUPERAS MÁS ANA, DE VERDAD. MUCHÍSIMAS FELICIDADES, SI SIGUES ASÍ LLEGARÁS MUY LEJOS
    PD: AMO A DEREK

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  3. Geniiiaaal como siempre!!! La espera siempre merece la pena para poder leer un cap taaaan fantástico!!! Me encanta ♥
    Muchos besosssss :)

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  4. No hace falta decirte que estoy completamente enamorada de esta novela (de todas en realidad) y de como las creas y llevas adelante. Pero mas que todo te escribo para decirte que acabo de releerme por centésima vez el imagina de Harry, y como el resto de las veces he acabado llorando. De verdad te digo que siento un vacío increíble cada vez que termino de leerme ese y el resto de los imaginas. Siento como si me faltase algo, y creo que no todo el mundo puede hacer sentir eso a la gente cuando escriben. Así que enhorabuena y gracias; por como escribes y por todo en realidad.

    Una enorme admiradora tuya:)

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