La
veo cruzar la puerta del instituto al igual que todas las mañanas; la falda
ondulante al viento, el pelo botando levemente sobre sus hombros con cada paso
que da. Las ojeras que algo de maquillaje intenta ocultar, y los ojos rojos.
¿Será sólo de no dormir? ¿O será también de pasarse las noches llorando? Sé que
puede sonar muy egoísta, pero me reconforta un poco pensar que no se ha
olvidado de mí, que piensa en mí. Han pasado once días, y aún no he visto ni
una sonrisa asomar en su rostro. El simple hecho de estar totalmente seguro de
que me odia hace se me parta el corazón. Pero el saber con la misma o más
certeza que me quiere hace que desee morirme. Si ella supiera que cada mañana
vengo a verla entrar al instituto porque me aterra olvidarme del color de su
piel, de los reflejos naturales de su pelo, del brillo de sus ojos… Llevo once
días sin oler su perfume. Once largos días sin oír su voz, sin ver su sonrisa,
sin contemplar cómo frunce el ceño ante algo que digo para meterme con ella.
Once jodidos días sin probar sus labios.
Pienso
que quizás me estoy torturando. ¿Seré masoquista? No, en realidad prefiero
verla durante unos minutos que intentar olvidarme de ella. Básicamente porque
sé que sufriré más tratando de fingir que ella nunca ha estado en mi vida que
intentando que permanezca en ella –aunque ni siquiera ella lo sepa-, a pesar de
que sea en esta lenta agonía.
La
verdad es que no fui consciente de lo que la quería hasta que las palabras “Ni siento nada por ti ni lo he sentido
nunca. No-te-quiero” me quemaron los labios al pronunciarlas. Y lo peor es
que sé que a ella le dolieron mil veces más que a mí. Suelo enorgullecerme de
que normalmente no miento –simplemente no digo toda la verdad-, pero en este
caso mentí de lleno. ¿Fui demasiado cruel?
“Follamos, y ya no
necesito nada de ti”
Fui
cruel. Pero no demasiado. Sé que si no hubiera dicho las cosas que dije, si
sólo le hubiera dicho que no quería saber nada más de ella, se habría dado
cuenta de que todo era una mentira, no me habría hecho caso, habría ido a
buscarme. Esa fue la forma de que no quisiera saber nada de mí. Hacerle creer
que soy un cabrón, que la usé, que en ningún momento la quise. Y tal vez sea un
cabrón, pero no le mentí, y tampoco es cierto que no la quisiera. Si no la
quisiera, me habría dado igual seguir con ella, sin importarme el daño que eso
pudiera conllevarle. Jamás la habría dejado –y menos le habría dicho esas
cosas- si no creyera que eso a la larga la beneficia.
Porque
lo único que me impide que corra hacia ella cada mañana al verla aparecer es
repetirme a mí mismo en mi cabeza: “ella
jamás podrá ser feliz a tu lado, sólo conseguirás que le hagan más daño del que
ya le han hecho”.
Lo
más extraño de todo es que jamás pensé que podría llegar a querer a alguien del
modo en que la quiero a ella, y menos en tan poco tiempo. Nunca creí en el
amor, y tampoco iba buscándolo. Simplemente apareció, vestido con pantalones
vaqueros y sentado en una mesa esperando a una cita que llegaba tarde.
La
veo desaparecer entre la gente, como cada mañana. Suspiro. Para cualquiera que
se haya dado cuenta de que llevo unos cuantos días viniendo para observar a la
gente que entra al instituto debo parecer un loco. Quién sabe, a lo mejor
realmente lo estoy.
Me
asaltan unas súbitas ganas de entrar al instituto. A la biblioteca, más
concretamente. Pasé bastantes horas durante una semana allí dentro con ella, y
la verdad es que me apetece volver allí. Ella estará en clase, así que jamás
sabrá que he estado en su instituto. Sí, soy masoquista. Pero hoy tengo ganas
de recordar, y pasé muy buenos momentos ahí dentro vestido con unos vaqueros
viejos y llevando una fregona en la mano. No quiero hacerle más daño así que
bajo ningún concepto puedo dejar que sepa que estoy allí. Ya tuvo bastante con
aguantar todo lo que le dije. Porque ella al menos cree que la usé y ya está.
Yo convivo con un quiero-y-no-puedo. Quiero decirle que todo era mentira, que
sólo intentaba protegerla. Y no puedo hacerlo, porque sólo conseguiría que le
pasaran más cosas como lo que le hizo el hijo de puta de Stuart. Al menos
aquello me sirvió para darme cuenta del mal que le podía hacer estar conmigo.
Camino
hasta el instituto y me confundo entre la gente que aún sigue entrando. Sé que
ella pasó hace unos minutos, así que no hay peligro de que me vea por allí. Entro
al cuarto de la limpieza y, como hace ya unas semanas me acostumbré a hacer,
cojo una fregona y un cubo, y me dirijo a la biblioteca. No hay absolutamente
nadie allí, lo cual me reconforta. Voy a la mesa donde solíamos sentarnos, y
paso las yemas de los dedos por su superficie, distraídamente. Sonrío. Siempre
conseguía hacerla rabiar metiéndome con ella. “Bombón”. Sé que al principio le molestaba, pero estoy seguro de que
después no me dijo su nombre hasta aquella noche porque le acabó gustando, y no
quería que dejara de llamarla así.
Voy
por entre las estanterías, tan absorto mirando las portadas de los libros que
no me doy cuenta de que me voy a chocar con algo o alguien hasta que estamos
los dos en el suelo. Resulta que es “alguien”, que por cierto iba tan
despistado como yo.
Justo
cuando voy a reprochar la falta de atención, reconozco ese color de piel, esos
reflejos en el pelo, ese brillo en los ojos… Y siento que se me para el
corazón.
Supongo
que a ella le pasa algo parecido, porque abre mucho los ojos al reconocerme y
me mira asustada. Me recorre el súbito pánico de que eche a correr, o de que me
diga a la cara lo mucho que me odia, pero no hace nada de lo que estoy
imaginando. Simplemente se queda quieta donde está, en el suelo. Yo también
sigo en el suelo, de modo que nuestros ojos quedan a la misma altura. Sí, tiene
los ojos rojos, casi con toda seguridad de tanto llorar.
“La
has cagado, Styles”, me digo a mí mismo, llamándome inconscientemente de la
forma en que ella me llamaría.
-¿Q…
qué haces aquí? –pregunta, entre vacilante y desafiante.
El
sonido de su voz me recorre todo el cuerpo como una gota de sangre caliente, y
me revive. Me hace sentir como en casa. Aunque el tono sea de reproche, es
precisamente ese tono el que ella solía emplear conmigo. De repente es como si
nada hubiera cambiado, como si esos once horribles días no hubieran existido, y
ella siempre hubiera estado ahí. Pero al mirarla de nuevo, me doy cuenta de que
la realidad no es esa. Se está preguntando qué coño estoy haciendo en su
instituto, y estoy convencido de que si le dijera que me apetecía recordar no
me creería, lo cual tampoco sería tan difícil de entender, puesto que ella
piensa que jugué con ella.
-No
lo sé –respondo, y en realidad puede que eso sea hasta cierto.
-¡No
me jodas, Styles! ¡¿Me dices que no quieres volver a saber de mí y eres tú el
que vienes a mi instituto?! ¿Qué quieres? ¡¿Quieres terminar de hundirme más de
lo que ya lo has hecho?!
-No
quise hacerte daño… -digo, débilmente.
-Pues
no se notó, la verdad –reprocha-. ¿Por qué has venido?
Pienso
que tengo que seguir fingiendo, continuar haciéndole creer que no la quiero, porque
si no estos once días no habrán servido para nada, pero es bastante difícil
teniéndola ahí delante de forma tan inesperada, y más sin tener ni idea de qué
responder a su pregunta.
Se
levanta, y yo la imito.
-Mira,
es igual. Tampoco quiero saberlo –noto que sus ojos se humedecen mientras me
habla-. Pero si tú me has pedido que no haga algo, tú tampoco deberías hacerlo,
¿no crees? ¿O es que esto también forma parte de tu juego? “Venga, vamos a
reírnos un poco más de ella, todavía no ha sufrido bastante” –dice, poniendo
una voz diferente a la suya.
Me
paso la mano por el pelo, indeciso. No sé qué hacer. Sé lo que quiero hacer,
pero sé que no debo hacerlo.
-El
mundo no gira a tu alrededor, ¿sabes? Vale, estoy aquí, pero tú no tienes por
qué ser el motivo –digo, finalmente, intentando parecer convencido de mis
palabras.
-Tienes
razón. Ahora, ¿te importaría dejarme seguir con mis cosas?
Hace
un gesto para que la deje pasar, pues los pasillos entre las estanterías son
tan estrechos que no puede seguir avanzando si yo no me aparto.
No
me muevo. Necesito que de repente comprenda por qué hice lo que hice y no me
odie por ello. Necesito que entienda que lo he hecho por ella, y puede que esta
sea la última vez que tenga la oportunidad de hacérselo ver.
-¿No
te das cuenta? –susurro.
-¿De
qué, Styles? –replica, con impaciencia, y el pulso se me acelera al oír mi
nombre salir de sus labios.
-Estar
conmigo no te habría hecho ningún bien. Recuerda lo que pasó con el tipo del
bar…
-Sí,
lo recuerdo de vez en cuando, cuesta sobreponerse. Pero no te excuses en eso.
Teníamos intereses diferentes, punto. No intentes hacerme creer ahora que en
realidad ha sido bueno para mí que lo que fuera aquello que tuviéramos haya
acabado.
-A
lo mejor sí que lo fue.
-A
lo mejor soy yo la que decide lo que sería o no sería bueno para mí.
-Hay
ciertas cosas de las que quizás no te das cuenta.
-Tengo
dos años menos que tú, no doscientos. Sé pensar por mí misma sobre lo que me
conviene y no me conviene –da repetidos golpecitos con la punta del pie en el
suelo-. Bueno, ¿me dejas?
Intenta
pasar, pero yo se lo impido. Su mano roza levemente mi brazo, y sé que ella es
tan consciente de ese contacto como yo.
-Necesito
que lo entiendas –mi voz suena suplicante.
-¿Qué?
¿Que follamos y ya no quieres saber nada más de mí? Lo entendí perfectamente el
día que me lo dijiste, no era necesario venir a reiterarlo –se muerde el labio.
Está
al borde de las lágrimas, tal vez por eso tiene tantas ganas de irse. Y que
diga eso me hace sentir ganas de llorar hasta a mí. Suena muy cruel, demasiado
cruel. Y más cuando fue su primera vez. Se supone que debería ser bonita –y creo
que lo fue-, pero todo lo que pasó después ha borrado la parte bella del
recuerdo.
-No,
eso no.
-Ah,
que según tú es mejor para mí que tú y yo ya no estemos juntos, ¿no? Sí,
quedaría muy noble por tu parte si no fuera una simple excusa.
-No
es una simple excusa.
-Styles,
si no lo fuera, no me habrías dejado. Habrías intentado que lo que haces y la
gente con la que te relacionas no me pusiera en peligro. Habrías cambiado
aquello que, según tú, nos impedía seguir juntos. Así que no me digas que no es
una excusa.
Me
empuja levemente, y me pilla con la guardia baja, de forma que consigue pasar.
Me giro a tiempo de verla tomar rápidamente un pasillo hacia la derecha, en
dirección a la salida. Debería estar destrozado ahora mismo, pues soy
consciente de que realmente cree que soy un cabrón, me odia. Pero, por otro
lado, el que se haya quedado a hablarme –aunque haya sido para reprocharme
cosas, lo cual entiendo perfectamente- ya significa que también estoy en lo
cierto al pensar que todavía me quiere.
Y
ella tiene razón. Tiene absolutamente toda la razón. Romper con ella fue la “salida
fácil”. Tendría que haber intentado cambiar yo. Haberme buscado otra forma de
ganar dinero, haber dejado de hablar con todas las personas con que me
relaciono y que sólo pueden traerme problemas. Debería haber intentado
convertirme en una persona normal,
alguien con quien no sea peligroso tener una relación. Tampoco es que me apene
mucho la idea de romper definitivamente con mi vida anterior a conocerla a
ella. El problema es que ni siquiera se me ocurrió hacer eso. No hasta que ella
no me lo ha dicho. Pero ahora… ahora quizás sí pueda haber, al menos, una forma
de intentar volver con ella –si es que ella quiere volver conmigo-. Y tengo que
conseguir que eso sea así.
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Jsjsjdhdjdndjdbd preciooosooo ana sigueloo que tierno harry att:@Rocio_Direction :)
ResponderEliminarNO PUEDO, estoy llorando como una cerda
ResponderEliminar¿Por qué me haces esto?
Tienes que volver a subir, cojona.
NO PUEDO
Ay, pobre Harry, que me da mucho penita, y entonces lloro más.
Siguela por favor
asglahahfsjarg Por favor, que pena, el ultimo ya porfavor,haver su vuelven o no :(
ResponderEliminarIncreiblemente perfecto xXx
ResponderEliminarPerfecto como todos :) tengo muchisima intriga miro todos los dias unas 50 veces a ver si has subido el siguiente jaja
ResponderEliminarDios,me encanta,desearia k no se acabara nunca,pero eso es imposible,es perfecto pense k hiba a acabar mal pero ahora me he dado cuenta de k acabara bien muchos besos :) <3
ResponderEliminarDios es increible ya sabia yo que harry no podia ser asi ahora olo falta un final feliaz.....
ResponderEliminarEscrives muy bien de verdad estoy deseando cap 21¡¡¡¡
Siguelaaaaaa!!!!!!!!! Porfaplis:)
ResponderEliminarOk yo no suelo leer novelas o imaginas pero este se siente tan real... juro llorar a moco suelto en las partes 19 y 20. No te tardes en seguirlo porfiis:(
ResponderEliminar@luisisabel19
Aww, muero ya :33
ResponderEliminar¿Qué va a pasar? ¿Qué va a pasar? Sube en cuanto puedas, aww<3.
Asdfghhjjklqowqodhydywqxdxjswdfnsiqofdcy MORI *-* Y LO AME!!!! SIGUE!!!!
ResponderEliminarmorii *___* dioo es precioso siguelo porfaaa cuando subas avisame
ResponderEliminarsiguela porfavorooor
ResponderEliminar¡Dios, jamás he llorado tanto con una historia! Es preciosa...
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