sábado, 22 de noviembre de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 29.

I

Con las piernas cruzadas y una taza de té entre las manos, Natasha descansa en una alfombra, justo al lado de la mesita que ocupa el centro del estudio de Derek. Su hermano, también sentado en el suelo, está inclinado sobre la mesa, trazando nuevas líneas sobre las anteriores del último tatuaje de su cuaderno.

-¿Dónde vas a hacértelo? –pregunta ella.
-Creo que en la base de la espalda –responde, sin alzar la vista del papel.
-Derek.
-¿Sí?
-Llevas todo el día muy raro. ¿Te pasa algo?

Termina de dibujar una línea y mira a su hermana.

-Claro que no.

Natasha alza una ceja y Derek se rasca la nuca, molesto ante la mirada suspicaz de su hermana.

-No te creo. Estás como ido. Y ha sido hoy porque ayer por la noche antes de irte con Ayleen estabas normal… 

El volumen de su voz decrece a la vez que sus ojos se estrechan. Luego una amplia sonrisa se expande por su rostro, una que Derek llevaba bastante tiempo sin ver.

-¡Os habéis acostado! –exclama; da un bote en el suelo y el té amenaza con salirse de la taza- ¡Lo habéis hecho! 

Derek se muerde el labio inferior, buscando una forma de negarlo, pero nunca ha sido capaz de mentirle a su hermana. Nota los latidos de su corazón en sus oídos.

-¿Esta noche? 

El joven acaba por aceptarlo y asiente.

-No pidas más detalles, hermanita, que no te los voy a dar.
-Puaj –hace una mueca-. No tengo ningún interés en saber tus experiencias sexuales.

Derek pone los ojos en blanco.

-¿Y ahora… qué? –pregunta Natasha tras un breve silencio.
-¿Cómo que “y ahora qué”? 
-Pues que cuáles son tus intenciones con ella.
-No lo sé –exhala un profundo suspiro-. Te juro que no lo sé. Es que es… Ayleen es…
-Lo sé –Natasha esboza una sonrisa comprensiva-. Sólo piensa si los dos queréis lo mismo. No se merece que le hagan daño.

Su hermano asiente con la cabeza, dándole vueltas al lápiz entre los dedos.

-Mi único objetivo no era acostarme con ella.
-Derek…
-Ya lo sé –dice en voz cansina-. Quizás al principio lo fuera. Ya me conoces, Naty. Pero ahora… no.

Natasha se bebe lo que le queda de té en la taza y se pone en pie.

-¿Has pensado que tal vez ella no sepa eso? –camina hasta la cocina, y antes de desaparecer por la puerta, se vuelve hacia su hermano y le sonríe una vez más- Yo sé que la gente es capaz de cambiar. Puede que tú ya lo hayas hecho. 


II

Ayleen descansa en una de las tumbonas que queda al lado de la piscina de la residencia. Le parece que hace un día demasiado bonito como para pasárselo encerrada en su habitación, así que se ha llevado los apuntes de bioquímica consigo y allí los está leyendo, si bien realmente no les está prestando demasiada atención. Su mente no deja de viajar a la noche anterior, y de su rostro no se ha borrado la sonrisa. 

Sin embargo, esta desaparece cuando escucha cerrarse la puerta que da al patio y ve aparecer a Connor con un libro en la mano. Él la mira como si no esperase verla allí. Posiblemente no lo hiciera. Por un momento, la joven pelirroja tiene la sensación de que Connor va a darse la vuelta y marcharse, pero no lo hace. Ayleen ya está de pie cuando él llega hasta su tumbona. 

-Supongo que no vienes a bañarte –comenta ella, intentando sonar casual pero con voz tensa.

Connor alza el libro que tiene entre las manos. 

-No, venía a leerme la Constitución. Tenemos que escribir una redacción para el martes.

A Ayleen se le escapa una risa nerviosa. Es increíble lo parecidos que son en algunas cosas.

-¿Qué pasa? –pregunta él, con el ceño fruncido.
-Que yo también he venido para estudiar.

La expresión de Connor se relaja, y un amago de sonrisa asoma a sus labios.

-Echo de menos estudiar contigo –dice Ayleen en voz baja. 

Al principio el joven de ojos azules no responde, y ella se pregunta si la habrá escuchado, pero tras unos instantes suspira y se deja caer en la tumbona al lado de la que Ayleen estaba ocupando.

-Yo también.

La muchacha lo mira con resolución. Necesita reconciliarse con él, lo necesita.

-Connor –él la mira-, no sé muy bien qué ha pasado, pero quiero que volvamos a ser como antes.
-Yo también quiero…
-¿Pero? 
-Pero no sé si puedo.
-¡¿Por qué no?!
-Porque me mentiste, y porque no quiero sentir por ti cosas que no llevan a ninguna parte. 

Ayleen se lleva las manos a la cabeza, desesperada.

-Connor, te necesito.
-No es cierto –aparta la mirada.
-¡Claro que lo es!
-A la única persona a la que realmente necesitas es a Derek, siempre ha sido así. 
-Mírame –le insta ella, y Connor acaba por acceder-. Sí, Derek y yo estamos juntos, o algo así. Sí, te lo oculté porque tenía miedo de que pasara lo que ha pasado en cuanto te has enterado. Y sí, necesito que tú y yo volvamos a estar bien porque esta situación que tenemos me está matando. ¿Sabes? Tú también dijiste cosas que no me gustaron, cosas sobre Derek, sobre mí. Pero creo que nuestra amistad vale más que eso, y he perdonado que lo dijeras porque prefiero recuperar lo que teníamos. Y creo que tú deberías hacer lo mismo. 

El silencio se instala entre ellos como una barrera inquebrantable. No obstante, siguen mirándose a los ojos, y Ayleen ve en las profundidades azules de los de su amigo que está librando una lucha interna. 

-Creéme que lo intento –dice él en un susurro tan leve que Ayleen no está segura de haber escuchado bien-. Por lo pronto, quizás deberíamos simplemente estudiar.

Sus miradas se separan y Ayleen se sienta también en su tumbona. Connor no está enamorado de ella, él mismo se lo dijo, de modo que no entiende por qué le cuesta tanto dejar ir el tema de Derek y volver a la normalidad. Al menos ahora la tensión de ese muro entre ellos parece haberse debilitado un poco, y la familiar sensación de estudiar con Connor al lado reconforta a Ayleen lo suficiente como para pensar que tal vez puedan volver a ser amigos.


III

Derek desliza la nota por debajo de la puerta de Ayleen y vuelve sin prisa a su habitación.  Se cruza con Natasha en el pasillo de su cuarto, quien le saluda con un beso en la mejilla y sigue su camino. El joven no comprende qué hacía su hermana en esa planta hasta que no ve la puerta de la habitación de Axel cerrándose. Exclama el nombre de su amigo antes de que cierre por completo la puerta, y el interpelado asoma la cabeza por el quicio.

-Hey.

Derek camina hasta él con las cejas levantadas.

-¿No deberías ser tú el que acompañara a mi hermana a su habitación, y no al revés?

Axel suelta una carcajada.

-Y la faceta protectora de Derek ataca de nuevo.
-Teniendo en cuenta todo lo que ha pasado…
-Tienes razón –la expresión de su amigo se vuelve más seria-. Pero ya la conoces, es la persona más independiente de esta residencia, y le gusta demostrarlo.
-¿Más independiente que yo?
-Bueno, según las malas lenguas, has caído en las redes de una chica pelirroja…

El joven de piel bronceada pone los ojos en blanco, pero no consigue contener una sonrisa 

-Axel.
-Dígame.
-Aunque parezca que no, Natasha necesita que la cuiden. 
-Lo sé –Axel suspira-. Y tranquilo, no estamos juntos.
-Lo estaréis –Derek da golpecitos en el marco de la puerta con los dedos.
-¿Y no tienes ganas de partirme la cara? 
-No eres como Owen. En fin, ya sabes –camina hasta su habitación-. ¡Cuídamela! 

Entra en su cuarto y va directo a la ducha. Sabe que Natasha no necesita una relación ahora mismo, pero necesita a alguien que le demuestre que merece la pena confiar en el cariño de los demás, y ese alguien es sin duda Axel. 

Mientras se ducha, piensa en Ayleen, y un escalofrío le recorre la espalda. Se muere por volver a verla, besarla, tocarla. Pero Ayleen no es como las demás –en absoluto-, y sabe que tiene que ser paciente. Sabe que tiene que valorar cada pequeño trocito de ella que le da, y el hecho de que anoche le diera algo tan grande le fascina y le asusta a la vez. Y eso sólo consigue hacerla aún más especial.


IV

Después de una escueta pero alentadora despedida de Connor, Ayleen vuelve a su habitación. Va a poner el pie en el suelo cuando se da cuenta de que está a punto de pisar algo, y se queda con el pie en el aire hasta que pierde el equilibro y lo apoya justo al lado de un papel doblado. Se agacha y lo abre. Una sonrisa vuelve a apoderarse de sus labios cuando lee:

Como buena pelirroja rebelde que eres, espero que no tengas inconviente en escaparte esta noche a las 11. Prometo que mis intenciones son honestas. 
-D.



[¿Qué pensáis? En fin, espero que os haya gustado y que comentéis tanto en blogger como por mención en twitter, muchas gracias por leer. PD: la novela está a punto de terminar, así que acepto ideas para comenzar a escribir algo nuevo, si es que queréis que siga escribiendo.]

4 comentarios:

  1. ME ENCANTA! *-* Esperando al siguiente con ansias. Nunca dejes de escribir ehh necesito tus novelas/imaginas ajaja Me los he leido todos y eres fantástica. Te felicito!

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  2. Me gusta mucho, llevaba tiempo sin leerte, ¡pero aquí estoy de nuevo! Tienes un don para escribir. :)

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  3. Sube el siguiente ya por favor!

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  4. La verdad es que adoro esta novela. En serio, Derek me tiene fascinada y Ayleen es la típica chica que a todas nos gustaría ser.
    Creo que has hecho un muy buen trabajo con los personajes y con la trama de la historia. Me encantan todas y cada una de las novelas que has hecho. Llevo leyéndote desde que empezaste, y he de decir que me encantan todas por igual.
    Esta, sin embargo, es diferente porque no tiene a alguno de los chicos involucrados y me gusta que hayas cambiado eso. A la vez que tu manera de narrar es en tercera persona y yo, como lectora y escritora (como tu aunque no tan buena) me encanta la narración en tercera persona.
    Bueno, eso, que me encanta tu manera de escribir, de narrar y tus ideas y tramas y todo.
    Sigue escribiendo así de bien :)

    -Clara :))

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