domingo, 30 de noviembre de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 32.

I

Los ojos de Derek siguen fijos en el techo, aunque Ayleen puede notar el latido del corazón de él acelerarse bajo su mano. Finalmente gira la cara y la mira, y por un momento Ayleen cree que va a responderle que él también la quiere, pero sus labios no se separan, y sus ojos negros, muy abiertos, se inundan de algo parecido al terror. Sigue en silencio durante un largo minuto, como si las palabras de la chica se le hubieran atado al cuello y le impidiesen hablar. 
Ayleen cierra los ojos un momento. No debería haber dicho nada. Debería haberse tragado las palabras, pero no ha podido, no ha podido. Han salido solas, se ha arriesgado a asumir que Derek no le dijera "te quiero" de vuelta, y en efecto no se lo ha dicho. Evidentemente, si no se lo ha dicho es porque no lo siente. Abre los ojos de nuevo y su mirada se cruza con la de Derek, que ha dejado de acariciarle la espalda. 

Es normal que los sentimientos de uno de los dos se desarrollen antes que los del otro, es normal que sea uno el que tenga que arriesgarse a decirlo primero, es normal que Derek aún no la quiera, teniendo en cuenta que tampoco llevan tanto tiempo juntos. Es normal, y aun así le duele. Trata de convenverse a sí misma de que no importa, eso no cambia nada. Pero su estómago está encogido y le escuecen los ojos.

Ayleen aparta el brazo del pecho de Derek y coge su camiseta de la parte baja de la cama, repentinamente incómoda por su desnudez. Es precisamente la camiseta suya que él le regaló. La muchacha se sienta en la cama, rodeándose las rodillas con los brazos. Derek sigue exactamente en la misma posición de antes, como una estatua. 

-Lo siento –murmura ella-. No debería haberlo dicho.
-No, bueno, si eso es lo que sientes, en fin, está bien… saberlo.

La chica mira incrédula a Derek. ¿Está bien saberlo? ¿Eso es todo? Acaba de confesarle que se ha enamorado de él, ¿y lo único que le contesta es que está bien saberlo? Como si fuera un dato que archivar, como si eso fuera algo que se dijera todos los días. Como si no fuera algo que jamás había sentido por nadie y que nunca le ha dicho a ningún chico.

-También está bien saber que al menos has sido sincero y no me lo has dicho de vuelta sólo para que siga acostándome contigo –dice ella amargamente. 
-¿Qué? –él parpadea, como si no pudiera creerse lo que acaba de escuchar. 
-Da igual, en serio.

Ayleen suspira. No quiere pelearse con él, ni siquiera que él le diga que también la quiere. Visto lo visto, se habría conformado simplemente con otro tipo de reacción, quizás con un beso, o con una sonrisa, o con cualquier otra tontería que siguiera sin significar “yo también te quiero”, pero que fuera más un “me gusta que me quieras” a un “la palabra amor me produce alergia”, que es la forma en que Derek ha reaccionado. 

-No, no da igual –él se incorpora también, con las sábanas cubriéndolo a partir de la cintura-. Acabas de decir que lo único que quiero de ti es sexo, y eso no es verdad, no entiendo…
-¿Qué no entiendes? –le interrumpe ella- Tampoco es tan extraño que lo piense teniendo en cuenta que eso es precisamente lo que siempre has buscado con todas las tías.

Derek frunce el ceño, su pecho subiendo y bajando cada vez con más agitación. Ayleen aparta la mirada. No quería decirlo, no quería sacar el tema ni hablar con Derek de su pasado y de todas las chicas con las que ha estado. Hasta ahora había sido un asunto enterrado que ninguno de los dos se había atrevido a mencionar. Pero no podía permanecer así siempre, en algún momento iba a surgir. Ayleen gira la cara, incapaz de mirarle.

-Lo primero es que tú no sabes cómo era mi vida antes de que llegaras aquí…
-Oh, no, pero hay gente que lo sabe muy bien.
-… y lo segundo es que si lo único que buscara de ti fuese acostarme contigo, no te habría llevado a ver mi estudio, no te habría enseñado cosas de mí que nadie más sabe. No estoy tan desesperado como para tener que recurrir a eso.
-Es verdad, se me olvidaba que el grandioso Derek Harris puede conseguir a la chica que quiera y cuando quiera. Tiene sentido, ¿para qué preocuparse por el amor cuando todo puede quedarse en un revolcón?
-No lo entiendes, no entiendes nada –Derek coge sus pantalones y se los pone, seguramente asaltado por la misma incomodidad que Ayleen-. Te crees lo que sea que Connor te haya contado de mí, pero no que mi hermana y Axel, la gente que me conoce de verdad, te digan que he cambiado. 
-Dime pues que Connor me ha mentido.
-Probablemente no lo haya hecho, pero Natasha tampoco.

Ayleen se pone de pie, la camiseta cubriéndole hasta por encima de las rodillas, y Derek hace lo mismo. Quedan cara a cara, pero separados por varios metros. 

-Derek, me daba igual. Lo decía en serio. Sí, habría preferido que me dijeras “yo también te quiero, Ayleen”, pero me daba igual. Lo único que quería era que no reaccionaras como si acabara de convertirme en un cuchillo que te va a cortar si lo tocas, o incluso si lo miras. 
-Pero es que no entiendo por qué hay que meterlo todo en categorías. Creía que estábamos bien y que no hacia falta etiquetarnos como nada.
-¡Dios, Derek, no te he pedido que te cases conmigo! Sí, estábamos bien, y precisamente por eso he admitido lo que siento. ¿Tú no sientes lo mismo? Pues ya está, no pasa nada, ya lo sentirás, o a lo mejor no, a lo mejor te da tanto miedo enamorarte que puede que nunca lo sientas, no lo sé –gesticula con las manos, intentando expresar su frustración.
-¿Ves a mi hermana? ¿Ves cómo está, cómo la dejó Owen? ¡Eso es lo que pasa con el amor!
-No, para nada. Owen no la quería, ése es el problema, no el amor.

Ayleen siente la rabia y la impotencia apoderarse de todo su cuerpo, y subir por su garganta como un fuego que la quema por dentro. Sólo quiere que Derek la quiera, y cada vez le da más la impresión de que eso es imposible, de que nunca va a pasar.

-Bien, sí, escúdate en tu apariencia de chico duro que no cree en nada y que no necesita a nadie.
-Eso es una estupidez –se cruza de brazos, todo su cuerpo rígido, como si estuviera luchando consigo mismo para no explotar-. Sólo mira lo que acaba de pasar, míralo, cuando empiezan a aparecer expectativas que se supone que hay que cumplir, cuando todo se complica…
-¡Claro que se complica! Es mucho más fácil ignorar al mundo, hacer las cosas como uno quiere, pero no consiste en que sea fácil, sino en que hay veces en que las dificultades merecen la pena, en que arriesgarse a querer merece la pena. Yo acabo de arriesgarme, de admitirlo, porque creo que lo nuestro merece la pena –su tono de voz baja gradualmente, sintiéndose cada vez más cansada.
-Decir o no decir dos palabras no cambia nada, ¡no debería hacerlo! 
-¡Evidentemente no! Pero si a ti te asusta la idea de enamorarte, a mí me asusta la idea de que en realidad no hayas cambiado y de que no busques nada conmigo, de que en cualquier momento te vayas a hartar de mí y te vayas, como habrás hecho con tantas chicas y…
-¡Dios, para! No puedo, es que no puedo. ¿Lo único que crees de mí es que soy una especie de persona sin sentimientos que trata a las tías como si fueran de usar y tirar?

La furia de Ayleen se desvanece de su cuerpo como el aire de un globo al que acaban de pinchar con una aguja. No sabe ni siquiera cómo ha empezado la pelea, sólo sabe que necesita que acabe, y que no aguanta los ojos de Derek mirándola acusadoramente, que no aguanta el olor de su piel inundando la habitación, haciéndole pensar que tal vez nunca llegue a recibir nada más de él sólo porque le asusta dejarse llevar y amar. 

-Sinceramente, ahora mismo me gustaría estar sola. 
-¿Así, sin más? Sólo porque…
-Derek, por favor.

Sus ojos se encuentran unos dolorosos segundos, y la certeza de que nunca va a tener de él lo que le gustaría se apodera de Ayleen, atenazándole la garganta y haciéndola desear llorar. Pero no con él allí, no, necesita que se vaya. Quizás si no lo tiene delante aún pueda imaginar que él siente lo mismo, que ha cambiado lo suficiente como para quererla. 

Derek se pasa una mano por el pelo revuelto y se pone su camiseta.

-Bien –dice entre dientes.
-Bien –replica ella. 

Camina con paso decidido hasta la puerta, y tras mirar una última vez a Ayleen, casi como si quisiera decir algo pero no encontrase la forma, sale de la habitación con un portazo. 

Ayleen se queda de pie, clavada donde estaba, dejando que las lágrimas resbalen por sus mejillas. Es la primera vez que se pelean, y no está segura de qué pasará después. Se pregunta qué haría si Derek volviera ahora mismo, a pesar de que le ha dicho que quiere estar sola; más aún, se pregunta si realmente querría que él volviera, y la respuesta es no. No sería capaz de dejar que la estrechara entre sus brazos o de que le susurrase al oído que lo siente después de que prácticamente le haya dicho que nunca va a permitirse querer a nadie porque eso sólo conlleva complicaciones. Porque para él estar con ella no merece esas complicaciones. 

El fuerte rugido de un motor hace temblar a la chica, y en efecto al mirar por la ventana ve el viejo Ferrari rojo de Derek estremecerse levemente cuando éste pisa el acelerador y salir después a toda velocidad. Huye literalmente de ella. 

Ayleen hace la cama, como si así pudiera borrar lo que acaba de pasar, y se sienta en ella. Ha dejado de llorar, pero una profunda sensación de desolación se ha apoderado ahora de su cuerpo. Se le pasa por la cabeza ir a hablar con Connor, pero desecha la idea tan pronto como aparece, pues no se siente con fuerzas de escuchar un te lo dije. Natasha tampoco está disponible, porque está con su madre y porque siendo la hermana de Derek seguramente no sea lo más oportuno contárselo a ella. Entonces se da cuenta de lo sola que está allí. Se levanta, vuelve a poner a reproducir el disco de Ed Sheeran y se sienta de nuevo en la cama, mirando en la pantalla del ordenador más que escuchando como pasa, minuto a minuto, canción a canción.



II

Hace un rato que el disco ha terminado de reproducirse, pero Ayleen sigue sentada en la cama. Tiene los músculos entumecidos pero no quiere levantarse. De hecho es ya la hora de la cena, aunque sabe que esa noche no va a bajar; cualquier intento por comer se vería frustrado por su estómago, incapaz de aceptar comida. Ahora no le importaría que Derek apareciera. Es más, debe haber vuelto ya de adonde sea que fuera antes –a menos que vaya a quedarse a pasar la noche en su piso, lo cual sería un acto tremendamente cobarde-. Sí, está enfadada con él, por no quererla, más aún, por no querer quererla. Pero un enfado no cambia lo que siente, y ante todo quiere que vuelvan a estar bien.

Entonces tocan a la puerta. Dos golpes sordos, pausados. Ayleen se levanta de la cama como un resorte, convencida de que es él. Carraspea, se alisa el pelo, respira hondo y abre la puerta. 

Se encuentra con unos ojos negros, pero no son los de Derek, sino los de su hermana. Su rostro tiene un color pálido que Ayleen nunca le había visto antes –a pesar de que ha visto a Natasha en situaciones verdaderamente malas-, y sus ojos carecen de emoción. Abre los labios para hablar, y lo intenta dos veces antes de conseguir pronunciar una palabra.

-Se ha… ido –dice, la vista fija en el vacío.
-¿Qué? –Ayleen la mira sin comprender qué pasa.

Sólo entonces ve que Natasha sostiene un teléfono móvil entre su mano, los nudillos blancos de la fuerza con que lo aprieta.

-Derek –casi se ahoga con el nombre de su hermano-. No sé… qué ha pasado. Dicen que iba en el coche… ha tenido un accidente y… y se ha ido. Está... está... muerto.

7 comentarios:

  1. Pero esto que es?!?!?!? Me he quedado sin palabras, pense que iba a acabar de otra manera :( ... No puede acabar así...

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  2. Me encanta de verdad es genial, escribes muy bien. No me esperaba para nada que ocurriera eso, sin palabras!

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  3. NO NO NO NO NO NO NO NO PUEDE SER DE VERDAD QUE NO PUEDE PASAR ESO, NO PUEDES CARGARTE A DEREK NO PUEDES *llora desconsoladamente*
    A ver, vamos a ir por partes.
    Entiendo por una parte la reacción de Ayleen, porque eso de decirle a un chico que le quieres y que el no te responda es un tanto dificil de digerir y si encima te da la respuesta que Drek le dio a ellla.... ejem. Pero por otra parte tampoco debería haberse puesto así, porque vale que él no se lo haya dicho, pero igual con el paso del tiempo lo hacía o yo que se.
    Eso si, te has pasado asesinando a Derek. No puede morir, no puede dejar a Nat y Ayleen solas en la vida. ¿Qué van a hacer sin él? NO NO NO ME NIEGO.
    RE.SU.CÍ.TA.LO.
    No creo que te hagas una idea de cómo me ha afectado ese final porque casi las mismas palabras las escuché yo hace 7 años, solo que no hubo ningún accidente.
    Madre mía, ahora mismo no puedo ni pensar con claridad, menos mal que yo ya subí mi capítulo antes de leer esto porque la inspiración hubiese salido por patas jajaja
    Y bueno, ahora vamos con la parte sentimental que hace de mis comentarios kilométricos ser aún más kilométricos jajajaja
    Te conocí de casualidad un día que me aburría y me ponía a leer imaginas en Twitter y mira dónde hemos llegado... es algo increíble que después de tanto tiempo sigamos en contacto.Sinceramente eres una persona un tanto dificil de olvidar una vez la conoces y aún más difícil apartar de tu vida, y eso es lo que me ha pasado contigo. Sabes escuchar los problemas de los demás para luego poder ayudarlos por muy al que tu estés. Eres genial, pequeña.
    Escribes genial, Ana. Transmites mucho y eso es algo sencillamente genial.
    Sigue así, pequeña, no cambies nunca.
    Te quierooooo
    María

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  4. Lo siento pero no no no y no. No me ha gustado el final ya se que diras que en la.vida no todo son finales felices y tal pero losiento... a parte nose porque pero llegando al final me l lo estaba imaginando lo de que se moria y me estaba encantando este imagina o novela. Pero lo siento no me ha gustado nada este final... lo siento... seria genial que lo cambiaras no creo que deberia acabar asi aunque en la vida real pudiera pasar algo asi. Nose no... no puede acabar asi.

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  5. ESQUE FIJATEEE NOOOOOO. no puede acabar asi la has cagadoooo sorry cambialo PLEASEEEE

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  6. QUE.HAS.HECHO NOOO CON LO BIEN QUE IBA *YO LLORANDO MUCHO* dime que es un sueño

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