Por un momento
estás tan impresionada que no logras ni respirar. Sus palabras resuenan en tu
cabeza con un eco extraño, ligeramente lejano, como si las hubiera dicho un
completo desconocido y no tu mejor amigo, la persona a la que mejor conoces en
este mundo.
“Por ti”.
¿Cómo que por ti? ¿Qué tienes tú que ver en eso?
Sabes que a Veronica no le hace mucha gracia que Louis se lleve tan bien
contigo, se siente celosa y es normal. Pero no habría motivo para cortar a
menos que… a menos que Louis sintiera algo por ti. No, eso es imposible. Sois
amigos, ¿cómo va a sentir algo más por ti? Sacudes la cabeza, o mejor dicho
sacudes mentalmente la cabeza, porque
tu cuerpo permanece totalmente inmóvil.
-¿Por… mí?
–logras susurrar, confundida.
-Bueno, no te
haces una idea de cómo se ha puesto Veronica –él parece haberse quitado un peso
de encima al contártelo-. Ha empezado a decir que estoy siempre contigo, que
seguro que entre nosotros dos hay algo, que es imposible que no sintamos nada
el uno por el otro… Por supuesto yo le he dicho que eso no es así, pero ella se
ha empeñado en que en el supuesto caso de que tú no me gustaras a mí, yo te
gusto a ti.
Emites una
débil protesta que no se asemeja a ningún sonido identificable.
-Eso mismo
–continúa Louis, como si supiera exactamente qué ha significado tu gruñido-. Me
ha pedido que eligiera.
Tú te llevas
las manos a la boca. Eras consciente de que eso pasaría en algún momento en
cuanto Louis o tú tuvieráis una relación con otra persona, pero algo en tu
subconsciente te decía que él no te elegiría a ti.
-Y, obviamente,
te he elegido a ti –es como si hubiera leído tus pensamientos.
-Lou…
Te interrumpe.
-Ni Lou ni
nada. No es culpa tuya que ella me haya hecho escoger. Bueno, como tú comprenderás,
no iba a dejar de hablarte porque ella se empeñara. La quiero, y tú lo sabes, (ella
debería saberlo también), pero no estoy dispuesto a perder a mi mejor amiga
desde los… ¿cinco años? por una chica con la que llevo cuatro meses.
Sus ojos celestes
te miran ahora con pasión y determinación.
-Vaya…
No consigues
articular otra palabra o decir otra cosa. Te sientes egoístamente feliz porque
Louis te anteponga a su novia, pero sobre todo, sientes otra cosa que no logras
identificar. Es algo así como si te hubieran inflado un globo dentro del pecho
y de repente se hubiera desinflado. Ahora sí consigues sacudir la cabeza.
-¿Estás bien?
–tu amigo te sigue mirando intensamente.
-Louis, debería
ser yo quien te preguntara eso a ti –contestas con voz débil.
Él parece
sorprenderse, como si no hubiera sido consciente de ello hasta el momento.
Acaba de cortar con su novia, ¿y te pregunta a ti que si estás bien? Algo ha
dejado de tener sentido en toda esta conversación.
-Es que te has
quedado blanca –murmura él, alargando un dedo para acariciar tu mejilla con
suavidad.
Te estremeces
ante el contacto, y no consigues comprender por qué. Vuestra piel se ha tocado
muchas veces, y nunca habías tenido esa sensación.
-No sé por qué,
la verdad –te pasas una mano por el pelo, nerviosa.
-No quiero que
te sientas culpable –se apresura a decir Louis-. Esto no es culpa tuya.
En realidad no
te habías sentido así en ningún momento, pero ahora que lo ha dicho, el
sentimiento de culpabilidad empieza a aflorar.
-¿Crees que
podría hablar con ella?
-Es probable
que intentara arrancarte la cabellera –Louis esboza una sonrisa algo triste.
-Entonces,
mejor no, ¿no?
Tu amigo niega
con la cabeza.
-Pues tenemos
un problema –haces una mueca.
-Si no te
acercas a Veronica, tú no lo tendrás –juguetea con un mechón de tu pelo suelto
para finalmente recogértelo tras la oreja.
-Louis, si tú
estás mal, yo estoy mal –apartas la mirada.
-Pero yo no
quiero que estés mal.
Él se inclina
hacia ti, y durante unos segundos sólo ves sus ojos a la altura de los tuyos,
sus labios a la altura de los tuyos. Te dan ganas de gritar, porque jamás te
había pasado eso y estás empezando a preocuparte. En su lugar, te echas
levemente hacia detrás, de modo que volvéis a quedar a una distancia
prudencial. Sin embargo, si esperabas que ese movimiento le pasara
desapercibido a Louis, te equivocabas.
-Te noto rara
–cruza los brazos sobre el pecho-. Y no sé por qué.
-Ya te he dicho
que no sé lo que me pasa, Lou –tiras de un hilo que sale de la sábana de tu cama.
-Pues…
-Pues tienes
que aclarar las cosas con Veronica y hacerle comprender que entre nosotros no
hay nada –las últimas palabras te suenan raras al pronunciarlas.
-Ya lo he
intentado.
Se produce un
breve silencio durante el cual no sabes qué decir. Tampoco es que hayas sido
nunca una buena consejera, y ahora lo eres menos todavía con ese extraño
malestar recorriéndote todo el cuerpo.
-Tal vez sea
mejor así –escuchas la voz de Louis.
Alzas los ojos
y ves su expresión seria.
-No digas eso…
-Tampoco sé qué
prefiero.
-¿En qué
sentido? –preguntas, preocupada de que haya cambiado de opinión y esté
sopesando la idea de dejar de relacionarse contigo.
-No en ese, no
seas burra –pone los ojos en blanco-. Ningún amor de una chica vale más la pena
que tu amistad.
“Eso cambiará algún día”, se te ocurre decirle, pero no crees que
sea el comentario más adecuado.
-¿Entonces?
-Que a lo mejor
no es tan malo que Veronica y yo hayamos terminado.
-¿Por lo de tu
libertad y todo eso?
Asiente con la
cabeza.
-En ninguna
relación vas a poder tener la misma libertad que si estuvieras soltero –le
recuerdas.
-Tienes razón.
Parece muy, muy
cansado, y en tu interior sabes que no está tan seguro de lo que está diciendo,
que se siente mal por lo que ha pasado con Veronica, que tiene un debate
interno sobre qué es mejor o qué debe hacer.
-Creo que
deberías irte a la cama –las palabras salen de tus labios sin pensarlas.
Por suerte, él
no se ofende. Sabe que no te importaría quedarte hablando con él durante horas,
sino que lo dices porque es lo que realmente debería hacer.
-También tienes
razón –accede-. ¿Estás segura de que no quieres contarme lo que te pasa?
Notas que tus
cejas se levantan.
-Vete a dormir
–le sueltas.
Louis se
levanta de la silla con una sonrisa que parece verdadera. Se inclina hacia
delante y te da un beso en la frente. Notas el olor a su champú de naranja y
cierras los ojos por un momento.
-Buenas noches
–murmura él.
-Lou, no te
preocupes –lo miras a los ojos-. Seguro que mañana podéis hablar y Veronica está
más tranquila.
-Es posible –se
muerde el labio inferior distraídamente-. Ahora tengo que pensar en qué
prefiero.
-Si la quieres
de verdad, sabrás al instante lo que prefieres.
-Supongo que
eso también tengo que decidirlo esta noche.
Se da la vuelta
y escala hábilmente por tu escritorio para salir hasta la escalera de incendios
de tu edificio.
-Buenas noches
–susurras, aunque sabes que Louis ya no puede oírte.
Observas su
figura, perdida ya entre las sombras de la noche, saltar hasta la escalera de
su bloque y entrar en su cuarto por su ventana.
Te levantas de
la cama con una sensación muy extraña de pesadez en el estómago, y cierras la
ventana. La luz del cuarto de tu amigo ni siquiera se enciende, de modo que
debe de haberse ido a la cama directamente. Tú haces lo mismo. Te quitas la
ropa y te pones una camiseta ancha para dormir. Mientras estás metiéndote en la
cama, recuerdas que esa camiseta te la regaló Louis hace algo más de un año...
“-¿Y no te da frío dormir en ropa interior? –Louis te mira con
curiosidad.
-Claro que no, si no, no lo haría –tus ojos describen sendas
circunferencias.
-Ya, pero… en invierno hace mucho frío –insiste.
-Que no, pesado, no me gustan los pijamas –te cruzas de brazos
con obstinación.
-Pues dormir en ropa interior tiene que ser incómodo, digas lo
que digas.
Tú niegas con la cabeza y Lou esboza una sonrisa divertida”.
Al día
siguiente, apareció en tu casa con una bolsita que contenía algo envuelto en
papel de regalo. Al abrirla, te encontraste con una de sus camisetas que se le
habían quedado pequeñas, con un fuerte olor a suavizante.
“La he lavado, que conste”, te había dicho, después de explicarte que
era para que, ya que no te gustaban los pijamas, usaras eso para dormir. Tú te
habías reído y le habías preguntado, con un deje de picardía, si le preocupaba
la idea de entrar algún día a tu cuarto y encontrarte en ropa interior, a lo
que él había contestado: “Exacto. No sé
lo que llegaría a hacer si pasara eso, pero no me gustaría poner en peligro
nuestra amistad”.
Y los dos
habíais reído.
Te abrazas a la
camiseta, que ahora ya no huele a él, ya que desde aquel día la usas para
dormir. Te queda como un vestido, pero no te importa. Con la luz apagada, miras
al techo de tu dormitorio, pensando en lo que ha pasado. Por un momento has
creído que Louis sentía algo por ti, y de repente has empezado a sentirte de
esa forma. Es difícil de describir, pero parece como si tu estómago se hubiera
hecho el doble de pequeño, tus extremidades se hubieran quedado aletargadas y
el corazón te latiera a un ritmo más rápido que de costumbre. Bueno, no. Eso no
lo parece. Tu corazón realmente está
latiendo a un ritmo vertiginoso. Te obligas a respirar con calma hasta que
recobras unas pulsaciones normales. Al inspirar, notas el dulce olor a naranja
que tu amigo ha dejado en tu habitación, y el corazón vuelve a desbocársete.
Mordiéndote el labio con tanta fuerza que no te
extrañaría haberte hecho sangre, crees comprender por fin qué es lo que te está
pasando.
[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]
primer comentario o siiiiii, bien amo, tus novelas, te sigo desde esperare bajo el muedago, pero ya lei todas las que teniais antes, debo felicitarte por que tienes una imaginacion grande y linda, eres muy buena escritora, me parece muy bien que hagas esto de los mejores amigos, es diferente (respecto a tus novelas) me encanta la manera de describir todo, eres mu esncial y creo que si sacas un libro te volverias famosa besoosss es la primera vez que escribo tanto
ResponderEliminarAtt.
luhelys