miércoles, 27 de noviembre de 2013

#Imagina de Louis PARTE 5

Si a Louis le sorprende que en toda la mañana no haya ni rastro de Veronica, te lo oculta muy bien, y sus sentimientos no suelen pasarte desapercibidos. Sin embargo, cada hora que pasa se va mostrando más decaído, o tal vez la palabra adecuada sería confuso. Tanto, que a última hora crees que va a proponerte que pospongáis hacer el trabajo de Arte un día más, pero no tienes esa suerte.

Louis sale del instituto con determinación y tú te apresuras a correr tras él. El día es ahora bastante más agradable que por la mañana. Sigue haciendo frío, pero la ausencia de viento lo atenúa un poco, y las nubes se han apartado para que un tímido sol poco acostumbrado a verse ocupando el cielo caliente la piel de tu cara al andar.

-¡Louis! –protestas.

Él, que te saca unos cinco metros de ventaja, deja de andar para que le alcances.

-¿Se puede saber qué te pasa? –preguntas, molesta, y al instante te sientes estúpida por hacerlo.

A pesar de ello, la expresión de tu amigo se suaviza un poco.

-Estoy enfadado –se cruza de brazos.
-Sí, pero no es culpa mía que Veronica no se haya dignado a venir al instituto.
-Cierto –concede Louis.
-Llámala –sueltas.

Quizás si tu amigo empieza a salir otra vez con su novia, todo vuelva a la normalidad. Tú dejes de sentir eso que estás empezando a sentir por él, puedas volver a tocarle sin tener la sensación de que te vas a derretir y tu vida siga su curso natural, el que ha tenido todos estos años. Es una visión de la situación tan asquerosamente egoísta que te dan ganas de ponerte la zancadilla a ti misma, pero acallas a tu subconsciente diciéndote mentalmente a ti misma varias veces que lo haces para que Louis se sienta mejor.

-No voy a llamarla –contesta él con obstinación.
-Eres un cabezota.
-Veronica lo es más.
-¿Quién rompió? ¿Tú o ella? –te das cuenta de que eso no te lo ha dicho.

Louis te mira un momento y luego suelta un bufido de desesperación.

-¿Y eso qué más da?
-Da –te limitas a decir.
-Yo qué sé. Estábamos enfadados y nos dijimos cosas, no me acuerdo…
-Tomlinson… -has sentido la necesidad de usar su apellido dos veces en dos días, y eso no te hace demasiada gracia.
-Supongo que fui yo el primero que lo expresó verbalmente, pero estaba claro que Veronica… -su ceño se va frunciendo cada vez más y más.
-Lou, Veronica lo único que debía querer en ese momento era que la abrazaras y le dijeras que ella es la persona a la que más quieres en este mundo –replicas con un tono que hasta a ti te suena infinitamente cansado-. Los celos surgen porque tememos que personas a las que queremos nos dejen.

Él te mira, atónito.

-Es que no estoy seguro de que ella sea la persona a la que más quiero en el mundo –dice después de un breve silencio.

Te quedas clavada en el suelo, incapaz de seguir andando.

-¿Qué? –tu voz sale más aguda de lo que lo haría normalmente.
-Ah, no sé, necesito pensar –él aparta la mirada.
-Sí que lo necesitas –te revuelves dentro de tu sudadera, incómoda.

Louis te penetra con la mirada durante un momento, y luego hace una mueca pensativa.

-¿Vamos? –señala hacia la parada de autobús en la que hay un vehículo parado esperando a que todos los pasajeros suban.

Niegas con la cabeza.

-Prefiero ir andando.
-Como quieras –se encoge de hombros y empezáis a caminar.

Te miras los pies mientras caminas, sin saber qué decir. Eso te sorprende, pues nunca te había ocurrido eso cuando estabas con tu amigo. Siempre había algún comentario que hacer, alguna broma que decir, alguna sonrisa que ofrecer. Y ahora vas con la cabeza gacha y apretándote las manos con fuerza dentro del bolsillo central de la sudadera. Los nudillos deben habérsete puesto blancos de la presión.

-Mira.

Louis te da un suave toquecito en el hombro que te provoca un estremecimiento, y alzas la cabeza. En ese momento se cruza con vosotros un tipo que va paseando a uno de esos perros que tienen cara de estar permanentemente enfadados. Resultaría gracioso porque el dueño y la mascota parecen estar haciendo la misma mueca, y es cierto que tu amigo se ríe por lo bajo cuando el hombre pasa a vuestro lado, pero tú sólo consigues esbozar una sonrisa poco convincente.

-¿Sigues sin intención de decirme qué te pasa? –pregunta el chico.

Ignoras su comentario.

-No es que yo sepa mucho de relaciones y rupturas, pero por lo poco que he oído… ¿no deberías estar destrozado? –evitas mirarle- No sé, prefiero que estés así a que lo estés pasando mal, por supuesto. Pero lo lógico sería que... estuvieras llorando o algo.

Temes que reaccione enfadándose contigo, pero no lo hace.

-Ya sabes que yo no soy normal.
-Pero…
-Simplemente no me apetece hablar de ello –te da un leve empujoncito con su hombro en tu hombro-. Entiendo que prefieras formar un consultorio de pareja antes que hacer el trabajo de Arte, pero el trabajo tiene fecha límite y nota, así que…
-Lo pillo, lo pillo –ahora sí sonríes con ganas.
-Así, sí –dice tu amigo, como si lo que quisiera fuera que sonrieras.

El resto de la tarde pasa de forma más o menos normal. Os ponéis serios y empezáis a pintar, y si bien no avanzáis mucho, algo es algo. Hay instantes en los que te olvidas de tus recién descubiertos sentimientos y parece que todo es como antes, llegas a convencerte de que puedes reír con ganas por algo que Louis diga sin sentir una punzada de dolor en el pecho. Es estúpido, porque acaba de cortar con su novia –lo cual quizás deberías considerar bueno-, pero por otra parte sabes que de todos modos él jamás sentiría nada por ti. Y después te sorprendes a ti misma observándolo, contemplando cómo el sol del atardecer se refleja en sus ojos, que miran su bloc de dibujo con concentración, y un escalofrío te recorre la espalda, y las yemas de los dedos te pican, y crees tener la necesidad real de alargar la mano y acariciar el perfecto perfil de su mejilla, y…

Pero no lo haces, al contrario, bajas la vista e intentas abstraerte en el paisaje que estás dibujando (o intentando hacer algo parecido a dibujarlo), porque temes que él te mire y vuelva a usar la palabra “amiga” para referirse a ti.

-Es tarde –dice Louis de repente, y tú miras rápidamente al suelo, antes de que él vea que estabas atontada con los ojos fijos en la línea de su cuello.

No logras más que asentir con la cabeza y guardar de forma mecánica tus instrumentos de dibujo. ¿Te estarás obsesionando? Esto no es normal. No es lógico que desde ayer que empezaste a sentir eso ya no seas capaz de dejar de mirarle. ¿O será que lo llevas sintiendo más tiempo? Ah.

“Los sentimientos nunca son lógicos, llorona”, te dice la vocecilla más racional de tu cabeza.

De vuelta a casa cogéis el metro, pues ya hace bastante más frío y ni siquiera los brazos de Louis a tu alrededor logran que no tirites. Te preguntas por qué él siempre desprenderá tanto calor corporal –y ese maldito adorable olor a naranja-, pero no parece haber una explicación.

-Este invierno va a hacer frío –dice él, pegándote a sí, lo cual tampoco es precisamente difícil porque el vagón está a rebosar de gente.

Tus cejas se alzan casi por voluntad propia.

-¿Qué? –Louis te mira con curiosidad.
-Que parecemos dos desconocidos en un ascensor, comentando el tiempo –dejas que una sonrisa curve la comisura de tus labios.
-Creo que si fueras una completa desconocida y te encontrara en un ascensor, lo que haría no sería exactamente comentar el tiempo –reflexiona, casi para sí mismo.

Como no comprendes muy bien qué es lo que ha dicho o a qué se refiere, no contestas, y el resto del trayecto lo continuáis en silencio.

Al salir del metro –especialmente teniendo en cuenta que en las estaciones siempre hace una temperatura mucho más cálida que la exterior-, una ráfaga de aire frío te abofetea el rostro. Tú tiemblas y Louis te coloca la capucha de la sudadera sobre la cabeza, para después pasar un brazo por tus hombros y apretarte tan fuerte como puede contra él. Entre castañeteo y castañeteo de dientes, se te pasa por la cabeza la idea de que cualquier persona que os vea por la calle tal vez piense que sois una pareja. Por algún maquiavélico motivo, querrías que ahora Veronica apareciera y os viera de ese modo, aunque inmediatamente después sientes lástima por ella y piensas que eres una horrible persona.

Estás tan helada que es Louis el que saca las llaves de tu edificio del bolsillo pequeño de tu mochila y abre la puerta con mano firme. Tú entras y él te sigue, si bien normalmente suele dejarte en el portal y entrar a su cuarto por la puerta, no por la ventana de tu dormitorio.

-Trae –dice.
-¿Q… ué? –logras articular.

Pone los ojos en blanco y saca tus manos del bolsillo de la sudadera. Tienes los dedos tan blancos que da la sensación de que la sangre lleve sin pasar por allí mucho tiempo, y Louis frota tus manos entre las suyas hasta que éstas empiezan a recuperar el color.

-¿Cuántas veces te he dicho que te pongas guantes? –reprocha.

Intentas protestar, pero el agradable cosquilleo que te está recorriendo los dedos te distrae.

-Voy a tener que comprarte un buen abrigo. Y unos guantes y una bufanda. Cualquier día coges una pulmonía –sigue diciendo él.
-Louis…
-Ya, esta mañana no hacía tanto frío. Pero esta tarde sí. Voy a ponerte todas las mañanas un cartel en la ventana con la temperatura prevista a cada hora del día.

En cierto modo, te reconforta su preocupación, aunque te esté regañando.

-Mira, es que hasta tienes los labios morados…

Tu amigo lleva inconscientemente un dedo a tus labios, y tú sientes que toda la sangre que había vuelto a tus manos se ha agolpado en tus mejillas, haciéndote sonrojarte. Él parece repentinamente absorto, y deja que su dedo se entretenga recorriendo la línea de tu boca con lentitud. Te resulta un contacto tan sensual que tu corazón empieza a golpearte frenéticamente el pecho.

Te parece que la cara de Louis está un poco más cerca que antes de la tuya, pues su olor te resulta algo más intenso y crees sentir su aliento cálido en la piel fría de tu cuello.

-Ups, vaya –escuchas de repente una voz conocida.

Louis se separa de ti bruscamente, y puedes ver que su mandíbula se encaja con fuerza.

-¿Interrumpo algo? –pregunta tu padre, entrando al edificio con ropa que parece de venir de esquiar, pero con bolsas de la compra en la mano.
-Sólo estaba intentando que tu hija entrara en calor y no le diera una hipotermia subiendo las escaleras –tu amigo adopta de nuevo una actitud relajada y responde por ti, ya que tú estás demasiado anonadada para contestar-. Así que no.

Tu padre ríe, divertido.


-En fin, supongo que siempre podréis terminar eso después –bromea. 


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

8 comentarios:

  1. ASDFGHJKLAJSKANAKAJKALSBSJS QUE SE BESEN YAAAAAAAAAAA!!

    ResponderEliminar
  2. Madremia casi muero pero como haces esto¡¡¡¡ <3. el cap a sido P.E.R.F.E.C.T.O.

    ResponderEliminar
  3. EN LAS OPCIONES DE LAS CASILLAS TENDRIA QUE DECIR "KSJDHALSKDHAKSDJLAKSJD" PORQUE ES DEMACIADO PERFECTOW SDKAJDLAKJD QUE SE BESEN DE UNA VEZ!!!!!!

    ResponderEliminar
  4. ASDFGHJKLÑAJKFNEJSKAKZJSJAKXBSJSJZAKA AY. ME MUERO. POR DIOS QUE ADORABLE. Espero que lo sigas pronto Ana. No puedes dejarnos así. <3 (@_mysexymalik)

    ResponderEliminar
  5. ME ENCAAAAANTAAAAAAAAA♥♥♥

    ResponderEliminar
  6. Jope yo queria ser la primera en comentar alguna vez pero no ha podido ser. Bueno decirte que me gusta mucho como escriber que eres una maquina tia

    ResponderEliminar
  7. SIGUELO SIGUELO SIGUELO Y QUE NUNCA TERMINE, ME REQUETENCANTA!<3

    ResponderEliminar
  8. Siguela siguela¡¡¡ <3. me ha enamorado <3.

    ResponderEliminar

Motivos para sonreír.