22 de diciembre; por la
noche.
Es
imposible decirle que no, sus dedos tocando mi piel me impiden pensar, de modo
que no lo hago. Simplemente asiento con la cabeza.
-Gracias
–susurra él antes de retirar sus labios de mi oído.
Me
toma con delicadeza una mano y tira un poco de mí para que salgamos de detrás
del árbol y vayamos a la improvisada pista de baile. No sé qué canción está
sonando ahora, y tampoco es algo que me resulte relevante. Sólo soy consciente
de que es otra lenta, por lo que Zayn apoya sus manos en mis caderas. Yo
entrelazo mis dedos alrededor de su cuello, y empezamos a movernos. Casi no nos
desplazamos, simplemente nos balanceamos un poco a derecha e izquierda
siguiendo el ritmo de la música. Me mira con sus ojos brillantes y esboza una
sonrisa. Creo que yo le correspondo al gesto, pero no estoy segura. Noto su
cuerpo contra el mío, su pecho contra mi pecho. Me siento como en una especie
de nube, tengo los sentidos embotados, lo único que veo es al chico que tengo
delante, lo único que siento son sus manos en mi cuerpo, lo único que escucho
es el acelerado latido de mi corazón.
De
repente la música se para y se oye el típico pitido de los micrófonos cuando no
están bien ajustados. Un par de golpecitos y un carraspeo. No sé dónde está,
pero intuyo que es papá. Zayn y yo nos separamos un poco a la vez; no sé qué
diría si nos viera bailar juntos.
-Me
gustaría daros las gracias a todos por haber venido a la fiesta sorpresa de mi
hija –comienza-. Quería que fuera recibida como se merece, y que supiera que no
va a estar sola durante el tiempo que esté aquí.
Recorro
el jardín con la mirada y por fin lo encuentro, con un micrófono en la mano y
subido en una silla, con Marga a su lado. La gente se vuelve también hacia él.
-Sé
que no quieres estar aquí, y lo entiendo –me dice-. Estás lejos de tus amigos, de tu ciudad, de tu
casa, de tu madre… Pero no estás lejos de tu familia. Quiero que sepas que aquí
también hay una parte de tu familia. Marga y Violet te quieren muchísimo, y yo…
bueno, soy tu padre. Eres una de las personas a las que más quiero en este
mundo, y quería que lo supieras. No quiero que te sientas fuera de lugar aquí,
porque no es así. Me alegra muchísimo que hayas venido, y espero que sepas que
todos lo sentimos así. Te quiero, pequeña.
La
gente aplaude. ¿Sólo me lo parece o a papá se le ha escapado alguna lagrimilla?
No lo sé con seguridad, pero sí sé que yo estoy llorando como una niña pequeña.
Hacía mucho que no escuchaba a mi padre decirme algo así, hacía mucho tiempo
que pensaba que se había olvidado de mí, que ya no me quería. Corro hacia él y
me escondo en su pecho, como cuando era una niña de cinco años que tenía miedo
de lo que podía haber dentro del armario. Papá se sorprende, pero me refugia entre
sus brazos. Quizás no estoy llorando por eso, sino también por todas las
emociones del día, y el cariño de mi padre me sirve de consuelo.
-Gracias,
papá –murmuro.
-Cielo,
no las des –me acuna.
Pasados
un par de minutos, se me pasa por la cabeza que tal vez la gente nos esté
observando, lo que me hace ponerme roja como un tomate. Me separo de mi padre y
miro a Marga. Me sonríe y abre los brazos. También la abrazo a ella, y siento
sincera calidez en sus palabras:
-Estás
en tu casa.
Después
del momento emotivo, mi padre desconecta el micrófono y vuelve a sonar la
música, pero ahora ya es una canción más animada, me suena a David Guetta. Eso
me hace volver a la realidad. Acabo de… ¡besar a Zayn! El hecho de que hayamos
bailado juntos, tan pegados, se vuelve algo secundario. ¡Nos hemos besado! Y lo
peor de todo es que me ha gustado. ¿Qué clase de persona soy? Antes de ayer era
Jaime el que me estaba besando, y hoy es Zayn. ¿Soy una fresca por eso? En
ninguno de los casos he sido yo la que ha dado el primer paso, ¡ellos me han
besado a mí! Pero yo les he correspondido. Me siento fatal.
-Papá…
-le digo en español.
-¿Sí?
–se acerca a mí para escuchar mi voz por encima de la música.
-Me
voy a dormir, no me siento del todo bien y estoy muy cansada –no necesito poner
cara de enferma, sé que estoy pálida y tengo los ojos llorosos.
-¿Quieres
que llame al médico?
-No
hace falta, es sólo el cansancio –intento vanamente una sonrisa.
-¿Segura?
-Sí.
-Bueno,
pero si te sientes peor…
-Ya
lo sé, os aviso a ti o a Marga. Anda, seguid con la fiesta y pasadlo bien –me
pongo levemente de puntillas para darle un beso en la mejilla-. Buenas noches.
-Buenas
noches, cielo –me mira con el ceño fruncido; sé que le preocupa que no me
encuentre bien.
Entro
en la casa por segunda vez en la noche, y esta vez no pienso volver a salir. La
mullida moqueta y las pesadas cortinas de la entrada parecen absorber todo el
ruido del exterior, pues allí sólo se escucha un leve murmullo. Subo a mi
cuarto y veo mi móvil encima de la cama. No me atrevo a mirarlo. No le he
contestado a Jaime, y debería hacerlo, pero es que no sé qué decirle.
“Oye, Jaime, acabo de besar a otro chico y ha
sido un momento maravilloso, pero también me gustó el beso que tú me diste.
¿Crees que podré estar con los dos a la vez?” Esa es la propuesta que me
ofrece mi lado irónico. Aunque quizás es la más verdadera de todas las que se
me ocurren.
Me
siento en la cama con la espalda apoyada en la pared y miro –con algo de
pánico- el teléfono. Tengo una llamada perdida de mamá de esa tarde. Tengo que
llamarla, pero ya no es hora, y más si mañana tiene que madrugar. Le mando un
mensaje diciéndole que todo está bien y que la llamaré por la mañana. Mi mayor
problema aparece al abrir Whatsapp.
Todos
mis amigos me preguntan cómo me va, y les respondo contándoselo todo. Todo
excepto la parte de Zayn, claro. Prefiero no decirles siquiera que hay un chico
un par de años mayor que yo cuidando de Violet.
Sin
embargo, la cosa no es tan sencilla cuando llego al numerito verde que aparece
al lado de “Mi capullo” con un
corazoncito al lado. Recuerdo que le puse ese nombre porque quería hacerle
rabiar, y me llevé unas buenas cosquillas cuando lo vio. Ahora que lo pienso, para
cualquiera que no sepa que sólo somos amigos, debemos parecer una pareja en
toda regla.
“Me tienes preocupado…
¿Pasa algo? No contestas a los whatsapp’s de nadie, y nos estamos asustando un
poco. Dime algo cuando puedas”.
Echo
la cabeza hacia atrás y cierro los ojos durante un momento.
“Estoy bien, pero no puedo
hablar mucho. Me han hecho una fiesta sorpresa, así que estoy algo ocupada. Ya
hablamos cuando tenga tiempo, ¿sí? Un beso”.
Me
siento mal por Jaime, pero tomo la resolución de no hablar con él sobre el tema
de lo que pasó entre nosotros hasta que vuelva a España. Si le quiero como algo
más que amigos, no pasará nada más con Zayn porque no me apetecerá, mi cuerpo
no me lo pedirá. Y si no le quiero… bueno, no sé lo que puede pasar con el niñero de Violet durante veinte días. Ya
se verá.
Estar
dentro de la habitación me agobia, por lo que salgo al pasillo. Está vacío, claro.
Bajo las escaleras y justo cuando paso por delante de la puerta de la casa,
ésta se abre, y por ella aparece Zayn. Tendré que acostumbrarme a encontrármelo
por todas partes, puesto que vive en mi casa.
Me
sonríe.
-¿Vas
a salir? –sostiene la puerta.
-No,
gracias.
Deja
que se cierre y camina hacia mí.
-Cualquiera
diría que has salido huyendo –comenta.
-Supongo
que lo he hecho –me encojo de hombros.
-¿Y
de qué huías?
-Del
ruido. De la gente. No sé, de la fiesta en sí –no pienso decirle nada sobre
Jaime, bastante liado está ya todo.
-Me
siento afortunado de ser el único privilegiado que ha bailado contigo –sonríe de
nuevo.
-Siéntete,
sí, porque lo eres –esbozo una sonrisa yo también.
-Beso
bien, ¿verdad? –ríe y se acerca un poco más a mí.
Suelto
una carcajada y retrocedo un par de pasos.
-Bueno,
no ha estado mal –lo miro, divertida-. Pero me han dado besos mejores.
-¿Ah,
sí? –no me cree.
-Sí.
-Ilústrame.
-Mi
primer beso fue mejor.
-Já,
no me lo creo. Los primeros besos siempre son un desastre –ladea la cabeza.
Como
sigue acercándose a mí y no sé si quiero que vuelva a besarme o no, echo a
andar hasta la cocina.
-¿A
dónde vas? –me pregunta Zayn.
-A
la cocina. Me apetece un chocolate calentito. ¿Y a ti?
-Ahora
que lo dices, sí, no estaría mal –camina detrás de mí-. Aún no sé cómo fue ese
primer beso tan increíble –noto cierta ironía en su voz.
-Te
lo cuento con una condición –me giro y fijo mis ojos en los suyos.
Él
frunce el ceño, y yo sonrío ante su gesto; tiene un aire como infantil. Hasta
así está guapo.
-¿Qué
condición?
-Que
tú me cuentes tu primer beso –me encojo de hombros.
-¡Pero
el mío no estuvo bien! Culpa de la chica, claro…
Pongo
los ojos en blanco.
-Eres
un egocéntrico.
-Eso
me dicen mis amigos.
-Y
no me extraña.
-¿Sabes
cómo me llaman a veces?
-¿Cómo?
-“Zayn the vain” –sonríe.
Eso
es “Zayn el vanidoso” en español. Es cierto, lo es. Y encima rima.
-Tus
amigos son geniales –río-. Zayn the vain…
Han dado en el clavo.
Él
también ríe.
-Suena
bien, ¿a que sí?
-¡Incluso
ahora le estás haciendo honor a tu apodo!
-Así
soy yo.
-Entonces,
¿me vas a contar tú también tu primer beso o no, Zayn the vain?
-Debí
suponer que en cuanto te lo dijera no ibas a parar de repetírmelo –pone los
ojos en blanco-. Vale, pero cuéntame primero tú el tuyo.
-Prométeme
que me lo vas a contar.
-Te
lo prometo –bufa-. Podrías confiar un poquito más en mí.
-Lo
intento, pero me cuesta.
-Qué
maja ella –ironiza.
Entramos
en la cocina y hago lo mismo que él hizo esta mañana para prepararme el
chocolate; al menos ahora sé dónde está cada cosa. Zayn se apoya en la
encimera.
-¿No
quieres que lo haga yo? –me pregunta.
-Zayn,
eres el cuidador de mi hermana, no nuestro esclavo –lo miro durante un momento
y luego sigo sacando las cosas de los armarios.
-Es
lo más bonito que me has dicho jamás –se finge emocionado.
-De
nada –río.
Echo
las cosas en dos tazas y las meto en el microondas. Lo programo para que esté
dos minutos funcionando y las tazas empiezan a girar. Me apoyo en la encimera,
al lado de Zayn. Noto su brazo rozando mi brazo, y comienzo a hablar para no
desconcentrarme.
-Llevaba
meses colada por un chico de mi clase. Creo que tendríamos doce años. Él no
sabía que me gustaba, o eso pensaba yo. Era San Valentín, y yo estaba en la
puerta del instituto esperando a que mi madre llegara a recogerme. Entonces
noté que alguien me daba un par de golpecitos en el hombro. Me giré y sentí
unos labios sobre los míos. Sólo estuvieron ahí durante unos segundos, no fue uno
de estos besos de película, tan sólo un pico. Cuando nos separamos, vi al chico
que me gustaba con una rosa en la mano. Me la dio y se fue rápidamente, supongo
que avergonzado. Para mí, era el momento más feliz de mi vida. Fue bonito –sonrío.
Justo
entonces suena el pitido del microondas. Saco las tazas con cuidado de no
quemarme y le tiendo a Zayn la suya.
-Vaya
–asiente con la cabeza.
-¿Qué?
–noto un leve rubor en mis mejillas.
-Se
nota que realmente te gustó aquel beso.
-¿Por?
-No
sé, por cómo lo cuentas, supongo. ¿Y tú y él…?
-Unos
años después estuvimos saliendo un tiempo, pero lo acabamos dejando. Éramos muy
diferentes –esbozo una sonrisa un tanto melancólica.
-¿Entonces
tú no…?
-No,
no tengo novio, Zayn the vain –río al
intuir su pregunta, aunque en parte me siento un poco culpable, porque tengo…
algo extraño que no sé lo que es.
-Ah
–parece aliviado-. Pero, ¿ese beso fue mejor que el nuestro?
-Mucho
–río.
-Ya
–ironiza.
Hacemos
una pausa para beber un sorbo de nuestros chocolates. Dentro de la casa no hace
frío, pero tampoco viene mal algo caliente que llevarse al cuerpo.
-Te
toca.
-Mmmm…
-protesta.
-No,
no, me lo has prometido.
-Ya,
y yo soy un hombre de palabra, my darling.
-Pues
empieza –alzo las cejas.
Bebe
otro sorbo de su chocolate antes de contestar.
-Pues
a ver, yo tenía quince años…
-Uh,
tardaste bastante más que yo –suelto una leve carcajada.
-¡¿Quieres
no interrumpirme?! –se queja, aunque también ríe.
-Vale,
vale, ya me callo.
-Bien.
Bueno, tenía quince años y estábamos jugando a la botella. Una de las chicas
que había era la que a mí me gustaba, y por eso me puse a jugar. Cuando fue mi
turno de hacer girar la botella…
-¡No
te tocó ella!
-¡Sí
que me tocó ella! ¡No me interrumpas más! –se lleva el dedo índice a los
labios.
-Perdón
–me disculpo.
-Dios
mío… paciencia. Pues sí me tocó ella. Me acerqué y la besé.
-¿Y
cuál fue el problema?
-La
chica tenía brackets. Tenían que ser al menos veinte segundos de beso, así que
no podía ser sólo un pico. Se me quedó el labio enganchado en su aparato y me
hice un corte horrible. Empecé a sangrar y tuve que ir al médico a que me lo
curaran. Me dieron dos puntos en el labio…
Sin
poder evitarlo, rompo a reír.
-No
es gracioso –protesta Zayn.
-¡Sí
que lo es! –se me escapan un par de lágrimas de la risa.
-¡No
lo es!
-¿Tienes
cicatriz? –digo, entre carcajadas.
-Sí
–resopla.
-¿Puedo
verla? –ruego.
-Venga,
acabemos cuanto antes con esto –suspira.
Se
coge el labio inferior con los dedos y me lo muestra. Me acerco para verlo
mejor, y en efecto, ahí tiene una pequeña línea que lo confirma. Echo a reír de
nuevo, pero antes de que me dé cuenta, Zayn toma mi barbilla con su dedo pulgar
e índice, me alza levemente la cara y me besa. Esta vez lo hace más despacio,
deleitándose. Ahora no tardo en reaccionar, sino que respondo instantáneamente
a sus labios, haciendo que los míos adquieran su mismo compás. Lleva una mano a
mi espalda y me aprieta hacia él, haciéndome sentir todo su cuerpo contra el
mío. En esta ocasión noto su barba de tres días hacerme cosquillas en la piel, y
enredo los dedos de la mano en que no tengo la taza de chocolate en su pelo,
dejándome llevar por la sensación. Zayn captura mi labio inferior con los suyos
y sonrío levemente.
-¡Oh!
–ambos escuchamos una vocecilla que viene de la puerta.
Nos
separamos y vemos a Violet con el pequeño Whiskers en los brazos y los ojos
abiertos como platos.
-Hola,
pequeñaja –dice Zayn con toda naturalidad-. ¿Qué te pasa?
-No
puedo dormir, y Whiskers tampoco –nos señala con el dedo-. ¿Sois novios?
Zayn
y yo nos miramos durante un segundo.
-Claro
que no –digo.
-¿Y
entonces por qué os estabais besando? –inquiere.
-No
lo sé –respondo con sinceridad.
No
parece muy satisfecha con esa respuesta, pero no pregunta más porque Zayn la
coge en brazos y le dice:
-Anda,
vamos a la cama, voy a contaros un cuento y ya verás como Whiskers y tú os
dormís y tenéis dulces sueños.
-Vale
–la pequeña sonríe.
-¿Le
dices buenas noches a tu hermanita? –pregunta Zayn a Violet.
-Claro.
¡Buenas noches! –se despide con la mano.
-Que
descanses –yo también sonrío.
Zayn
me mira fugazmente.
-Buenas
noches –me guiña un ojo.
Le
correspondo con una sonrisa. Quizás haya sido mejor que Violet nos haya
interrumpido, no lo sé. Lo que sí sé es que el chico que acaba de desaparecer
por la puerta me está empezando a gustar, y mucho. Me termino el chocolate de
un sorbo y me voy a mi cuarto. Mañana será otro día. Y, aunque me cueste creérmelo,
por primera vez tengo la sensación de que me gusta estar en Londres. Aunque
intuyo que lo que realmente me gusta es saber que al despertarme a la mañana
siguiente, Zayn estará en alguna parte de mi casa.
[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]
QUIERO MÁS! adasjhdkjdhs:$
ResponderEliminarque perfeccion de capitulo!! siguiente yaa :)
ResponderEliminarEs demasiado asdgjhgdsfhsa *.* Me encanta!!!
ResponderEliminarNecesito el siguiente ya por favor asdfghjk!
ResponderEliminarCada día me sorprendes con tus ideas, imaginación, palabras con las que escribes. Realmente son geniales, y me encantan, al igual que a muchísima gente. No puedo esperar a leer ya el próximo y ver como nos sorprenderás.
ResponderEliminarescribe ya mujer, me tienes esperando!! ERES UNA ESCRITORA INCREIBLE. Amo tu novela. Continua porfis...
ResponderEliminarME EN-CAN-TA! Es geniaaal asdfadsfadsf Sigueloo prontooo *--* Pasaste por el mio http://onedirectionimaginasynovelas.blogspot.com.es/ lo acabo de empezar :3
ResponderEliminarhermoso.... me encanta como escribes sigue asi!!!
ResponderEliminar