domingo, 16 de junio de 2013

ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO; capítulo doce.

23 de diciembre; por la tarde.

El ya conocido taxi nos lleva al centro de Londres. O a alguna parte cercana a los monumentos importantes de la ciudad, porque, en realidad, en un sitio tan grande es difícil localizar un centro, una parte principal y a la vez lo bastante cerca de las demás. En realidad, todo Londres parece un centro, aunque no sé muy bien de qué. Es como un hervidero, con todo el mundo haciendo cosas que parecen tan imprescindibles que son necesarias para que el mundo siga girando un día más. Y tal vez lo sean.
Desde la ventanilla del taxi observo a hombres trajeados andando por las calles como si todos llegaran tarde a una reunión importante, la mayoría de ellos hablando por teléfono con cualquiera sabe qué director de qué conocida empresa. 
Nunca he estado en otras capitales del mundo, excepto Madrid, pero Londres parece las ruedas dentadas del mecanismo de un reloj. Necesario para que el mundo funcione.
Me siento tan pequeña dentro de ese insignificante taxi que en este momento no sé si venir ha sido buena idea. Es extraño, porque en Madrid siempre hay mucha gente, pero... no tiene el mismo ritmo. Madrid parece un aparato lento y pesado, y Londres es como las alas de un colibrí. Se mueve tan rápido que es imposible detectar cada movimiento.
-¿Cómo te sentiste la primera vez que viniste? -pregunto de repente.
Zayn mira por la ventana y parece comprender a lo que me refiero.

-¿Sabes esa sensación cuando miras las estrellas y te das cuenta de que entre dos puntitos minúsculos que ves justo al lado hay millones de kilómetros de distancia? Pues algo así -me mira fijamente.
-¿Pequeño?
-Enano -matiza.

Entonces escucho al conductor hablar por primera vez.
-Pero hay una diferencia. Esas estrellas están ahí independientemente de que el planeta Tierra y, por tanto, vosotros, existáis. Sin embargo, Londres no sería nada sin gente como vosotros. Pensad que todo el agua de un vaso la forman pequeñas gotas sin las cuales el vaso estaría vacío.
Me quedo sin palabras ante las del taxista, y Zayn se limita a asentir con la cabeza un par de veces. Yo pensaba que sólo el chico era el filosófico, pero ahora parece que eso viene con la nacionalidad británica.

-Quizás por eso hicieron el London Eye -comenta Zayn.
-¿Por qué? -no soy yo muy de entender estas cosas.
-Porque a la gente no le gusta sentirse pequeña y saber que no es imprescindible. Por eso hicieron el Eye, para que la gente se sienta superior a la rutina diaria y a la vez vean lo necesarios que son para que esto funcione, supongo, y por eso es tan alto.

-Sí, tiene sentido –asiento.
-Bueno, pues ya hemos llegado –dice el taxista, y el vehículo se detiene al lado de la acera.
-Gracias, hasta luego –me bajo del coche y Zayn hace lo mismo.

El conductor me sonríe y vuelve a poner su vehículo en marcha. Ese tipo me ha caído bien.

-¿Crees que resistirás andado o tendremos que coger el metro? –Zayn alza las cejas.
-Probemos andando primero –ladeo la cabeza.
-Lo que usted diga –empieza a caminar y yo le sigo.

El bullicio es incluso más apreciable ahora que vamos por la calle. Nos cruzamos con un montón de gente cada uno pendiente de sus cosas, y pienso en la cantidad de vidas diferentes que se encuentran en Londres.

-¿A dónde vamos? –pregunto.
-Seguro que reconoces lo que es cuando lo veas –sonríe.
-Tú siempre tan enigmático… -bufo.
-Si te lo digo pierde la gracia –ríe levemente.
-Al contrario.

Zayn niega con la cabeza; no me lo va a decir. En fin, tendré que acostumbrarme a que nunca sabré nada de lo que va a pasar cuando él esté cerca.

En ese momento, pasamos la esquina de una calle y nos azota una ráfaga de viento helado. Eso se va pareciendo más a la idea que yo tenía del frío londinense.

-¿Tienes frío? –pregunta Zayn al verme estremecerme.
-No –mi jersey es bastante calentito, ha sido sólo la sensación de frío momentánea, pues ahora mismo no hace mucho viento.
-No me mientas…
-No te miento. Y tampoco sé hacerlo.
-¿Cómo no vas a saber mentir? Todo el mundo sabe.
-Claro, pero me pongo roja y se me nota.
-Ah, vaya, qué faena…
-Ya.
-Pero tienes frío.
-¡Y dale! –ladeo una sonrisa- Tú lo que quieres es dejarme tu chaqueta para que caiga rendida en tus brazos.
-Más bien te iba a decir que hay un montón de tiendas con sudaderas de “I love London” que abrigan bastante, y podíamos parar a que te compraras una, pero si quieres creer otra cosa… -ríe.
-Sí, ya, tú sí que sabes mentir. Eso es que como según tú estamos en la ciudad del amor te has enamorado de mí y ya está –digo en tono de broma; quiero ver cómo reacciona.

Sin embargo, él no cambia la expresión de su rostro y contesta con total naturalidad y una sonrisa en los labios.

-Quién sabe…
-Yo lo sé –contesto.
-Ah, ¿sí?
-Sí. Se me ha pegado tu prepotencia, Zayn the vain -añado, riendo.

Ninguno de los dos vuelve a hablar, pues ante nosotros aparece el majestuoso y conocido Big Ben. Me quedo un rato parada, sin hacer ni un solo movimiento, quizás ni siquiera esté respirando. Es una imagen que he visto cientos de veces, pero siempre en fotos o en grabaciones. Jamás había visto esa torre en persona, nunca la había tenido realmente delante de mí.

-Vaya, es… muy imponente –murmuro.
-Mucho –Zayn sonríe y se acerca a mí.
-Sin embargo, nunca me lo había imaginado así.
-¡¿Es que nunca lo habías visto ni en fotos?! –exclama, alarmado.
-¡Claro que sí, capullo! Si no, ¿cómo crees que sabría lo que es? Es solo que me lo imaginaba más… pequeño –digo.
-Ah, menos mal –se pasa el dorso de la mano por la frente.
-Es una bonita imagen –contemplo el reloj con el cielo con los colores del atardecer de fondo.
-Lo es. Sabes que “Big Ben” es en realidad el nombre de la campana que hay en el reloj, ¿no?
-Sí –pongo los ojos en blanco-. Sé algo más de lo que piensas.
-Yo sé que en realidad eres muy inteligente –se acerca aún más a mí.
-Gracias –sonrío.

Zayn se muerde el labio y me mira fijamente. Yo sostengo su mirada. Creo adivinar en lo que está pensando, pero no pienso que este sea el momento más adecuado. Sé que pretende besarme pero… me apetece dejarlo con las ganas un ratito más.

-¡Anda, mira, una cabina roja! –salgo corriendo esquivando a Zayn hasta una cabina que queda justo enfrente del Big Ben, en el cruce entre dos calles.

Él suspira, pero luego sonríe y me mira de forma parecida a como mira a Violet cuando la pequeña hace algo tierno.

-¿En serio te emocionas por eso?
-¡Sí! –sonrío abiertamente; la verdad es que me ha hecho ilusión ver una.
-Parece que tuvieras diez años –dice él mientras me ve contemplar la cabina.
-¿Me estás llamando inmadura?
-No, te estoy llamando infantil. No es lo mismo –sonríe mordiéndose la lengua.
-En realidad vienen a significar lo mismo. Pues a mí me ha hecho ilusión. Toma, hazme una foto –saco mi móvil y se lo tiendo.
-Pareces una auténtica turista–niega con la cabeza.
-Te corrijo, lo soy. ¿No querías que aprovechara mis vacaciones aquí? Pues en ello estoy. Vamos, haz la foto –me apoyo en la cabina y sonrío.
-Whiskey!  -captura una imagen.
-¿Whiskey?
-Claro, ¿qué se supone que dices tú cuando haces una foto? –habla como si estuviera diciendo la mayor obviedad del mundo.
-¡Pues patata!
-¡¿Patata?! –rompe a reír.
-¿Qué problema hay con eso? –bufo.
-Suena raro…
-Whiskey también.
-Vale, vale. Esto es un intercambio cultural, ya está, no te enfades –me abraza por los hombros a modo de reconciliación.

Noto su fuerte cuerpo rodeando el mío y me siento realmente a gusto ante el contacto.

-Pero, ¿de verdad es tan emocionante ver una cabina de teléfono? –no parece comprenderlo.
-¡Claro que sí!
-Mmmm… ¿quieres ver algo realmente curioso que seguro que no sabías acerca de las bonitas cabinas rojas? –ríe, y noto cierto deje irónico en su voz.
-Supongo –lo miro con los ojos entrecerrados.
-Tú lo has querido.

Zayn se encoge de hombros, me toma de la mano y tira de mí hacia el interior de la cabina. El espacio es bastante reducido, así que nuestros cuerpos se rozan. Alzo un poco mi mirada para que quede a la altura de sus ojos y él me sonríe. De repente, siento unas inmensas ganas de besarlo. No sé si es el momento, el lugar o incluso la persona adecuada. Sólo sé que en el tiempo que llevo en Inglaterra me ha hecho sonreír infinitas veces, y que no he sido capaz de sacármelo de la cabeza ni un minuto. Sé que Zayn está esperando a que haga o diga algo. ¿Le beso o no le beso? Las veces anteriores ha sido él quien me ha besado a mí. Esta vez… sería por propia decisión mía. No será que me he dejado llevar, si no que he querido hacerlo. ¿Pero por qué le doy tantas vueltas?

“Bésale”, me susurra una vocecita en mi cabeza.

Y le hago caso. Me pego un poco más a Zayn, aunque no es realmente necesario porque ya estamos lo suficientemente cerca, y, poniéndome levemente de puntillas, uno mis labios a los suyos muy despacio, casi con temor a que me rechace. Pero no lo hace. Rodea mi cintura con sus brazos estrechándome contra sí con fuerza y presiona su boca contra la mía. Me besa delicadamente, como si pudiera romperme –o quizás romper el momento- y en un determinado instante roza mi labio inferior con su lengua. Seguramente si fuera posible caminar sobre las nubes, sería una sensación parecida a la que estoy experimentando ahora mismo.

Algo después, separo muy despacio mi rostro del suyo. Me muerdo el labio y observo su expresión. Él sonríe, y me contagia el gesto.

-¿Ha superado a tu primer beso? –pregunta.
-Mmmm… -hago como que pienso- No, lo siento, aún no –me encojo de hombros.
-Vaya –chasquea los dedos-. Bueno, conseguiré superarlo.
-Tendrás que mejorar…
-Si me dejas que practique –me da un leve beso.
-Ya veremos –sonrío-. ¿Qué era eso que me querías enseñar de las cabinas?
-Mira –ríe y señala donde está el teléfono.

Al principio no me había dado cuenta, pero ahora veo que hay un montón de pegatinas de publicidad de locales con señoritas de compañía semi o totalmente desnudas.

-¿Pero qué…? –noto que los ojos se me abren como platos.
-Sí, bueno, por si la gente se aburre mientras llama, pues que conozca los principales locales de la zona y luego se pase por allí –bromea.
-Esto no me lo esperaba –admito.
-Pues hay en absolutamente todas y cada una de tus amadas cabinas rojas.
-Bueno… ya no me gustan tanto –río.

Zayn también ríe.

-Pues venga, échale un vistazo, que yo sé que a los tíos os gustan esas cosas, y vámonos de aquí dentro –digo.
-Sinceramente, me gustan más estas vistas –me señala y me mira de arriba abajo.

No puedo evitar sonrojarme levemente.

-Anda, vamos –lo tomo de la mano y lo hago salir de la cabina.
-¿Puedo? –pregunta Zayn.
-¿Que si puedes, qué? –lo miro.

Él me pasa un brazo por los hombros y me da un beso en el pelo.

-Eso.
-Sí, podías –sonrío.
-Perfecto –me da otro beso-. ¿Adónde quieres ir ahora?
-Me da igual, a donde tú quieras.
-Está bien, continuemos con nuestra visita turística, my darling.



[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

8 comentarios:

  1. Es demasiado asdfghjkhgfdsa *.* Me encanta!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Me Encantooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! =) Cuando Lo Seguiras?

    ResponderEliminar
  3. Dios mío me encanta!!���� síguela lo más pronto posible cielo que me encanta!! Jajajaj :)

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantadooo!!! En serio me ha parecido genial;) siguelo pronto por favor.

    ResponderEliminar
  5. Me ha encantadooo!!! En serio me ha parecido genial;) siguelo pronto por favor.

    ResponderEliminar
  6. cada vez me gusta mas !!!! es genial , fantastico jajaja bs

    ResponderEliminar
  7. Haz un maraton con varios capitulos porfaaaa! Esta buenisima! :))

    ResponderEliminar
  8. Me encantaaaa!!!mori con la parte del beso en la cabinaa*_*enserio amo esta novela es tan asdfghk
    Siguela pronto porfi besiis!!

    ResponderEliminar

Motivos para sonreír.