ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO; capítulo once.

23 de diciembre; al mediodía.

Después de un buen rato colocando luces y adornos por toda la casa, decidimos darnos un respiro. Al vivir en un piso es imposible hacerse una idea de lo cansado que puede resultar decorar una casa tan grande. A pesar de ello, ha sido un rato muy agradable. Aunque aún nos queda bastante por hacer; por ejemplo, colocar las cosas al árbol, pero eso no hemos podido hacerlo porque papá traerá el abeto cuando vuelva del trabajo.

-¿Tienes hambre, pequeñaja? –pregunta Zayn a Violet.

-¡Sí!

Lleva toda la mañana correteando de aquí para allá, debe estar extenuada.

-Pues voy a preparar la comida, que ya es hora.

-¡Vale! Yo voy a ver a Whiskers, que seguro que me ha echado de menos –va hasta su habitación a un paso algo más lento que de costumbre.

-Pobre, está hecha polvo –comento.

-Esta noche va a caer rendida en la cama –Zayn está de acuerdo conmigo.

Estamos al pie de la escalera, y yo no sé si irme a mi cuarto o acompañar a Zayn a la cocina. La verdad es que me apetece más lo último, pero…

-¿Me ayudas con la comida? –pregunta Zayn sonriente; siempre parece saber qué pasa por mi mente.

-Está bien, pero a este ritmo voy a tener que quedarme con una parte de tu sueldo –alzo las cejas.

-Agoniosa –me mira con los ojos entrecerrados-. Tú puedes comprarte lo que quieras con sólo pedírselo a tu padre.

-Pero nunca viene mal tener unos ahorrillos… -río levemente-. ¡Vale! Lo haré sin ánimo de lucro.

-¿Ves? Muy en el fondo eres buena persona –él también ríe.

-Gracias, eh.

-De nada, my darling.

Vamos bromeando hasta la cocina.

-¿Y qué vamos a preparar? ¿Mashed potatoes? ¿Scrambled eggs?

-Tú tienes a los británicos un pelín estereotipados, ¿no? –ríes.

Noto que me pongo colorada.

-Bueno, no es eso, es que…

-No importa –le divierte hacerme sentir vergüenza-. ¿Tú comes todos los días tortilla de patatas?

A pesar de la situación, rompo a reír. Es realmente gracioso escucharle pronunciar tortilla.

-¿Ya estás otra vez? –bufa.

-Lo siento, lo siento –me limpio las incipientes lágrimas de los ojos.

-Al final no serás buena ni en el fondo…

-Sí lo soy… ¿Sabes qué? ¡Tenemos que hacer una tortilla de patatas! –digo con repentino entusiasmo.

-Por primera vez en tu vida, tienes razón –sonríe.

-Qué simpático estás hoy –ironizo.

-Pero es con cariño…

Ambos nos quedamos callados. Quizás ese “con cariño” no signifique nada… o quizás ambos sepamos que sí.

-Bueno, pero hacen falta algunos ingredientes.

-Que seguramente no tenemos, ¿verdad? –sonríe enigmáticamente.

-Dudo mucho que tengáis aceite de oliva…

Zayn abre la puerta de un armario y saca de él una botella de cristal con el preciado líquido amarillo.

-Creo que olvidas que tu padre es español… -sonríe abiertamente, sintiéndose triunfador.

-Cierto, suelo olvidarlo –admito.

-¿Qué más necesitamos? –me pregunta Zayn.

-Patatas, huevos, cebolla y sal.

Él va sacando todas las cosas de distintos armarios y cajones.

-Vaya, me siento una chef.

-¿Y yo qué soy? –ladea la cabeza.

-Tú… el cocinero que hace todo lo que yo le digo –río con un deje de autosuficiencia.

-¿Y si nos cambiamos los papeles? –dice de repente, acercándose un poco a mí.

-¿Para qué querrías tú ser el chef si no sabrías qué decirme que hiciera?

-Quizás no sabría decirte cosas de cocina, pero te pediría otra cosa –comenta con voz seductora.

-¿Qué? –me había dicho a mí misma que no iba a dejarme ganar tan fácilmente, pero ahora mismo no soy capaz de pensar con demasiada coherencia.

-Uhm… un beso, tal vez –dice con deliberada lentitud.

Acerca su rostro al mío, pero entonces yo reacciono y le pongo el dedo índice en los labios, haciéndole retroceder.

-Estábamos hablando de un caso hipotético, ¿recuerdas?

-La ficción suele ser mejor que la realidad.

-En el momento adecuado –apunto.

-Lo que la jefa diga.

Me sorprende que acepte ese pequeño rechazo de forma tan natural. No da la sensación de que se sienta incómodo o le haya molestado.

-Pues la jefa dice que saques una sartén. Hoy vamos a tener un almuerzo typical Spanish.

23 de diciembre; por la tarde.

La tortilla salió lo suficientemente buena como para que Violet haya dicho que prefiere la comida española a la inglesa, y aunque Zayn no lo ha reconocido, sé que él piensa lo mismo. Si hay algo de lo que los españoles podemos sentirnos orgullosos internacionalmente, ese algo es la comida.

Hace un rato que Violet se ha ido a su cuarto a dormir un rato; estaba muy cansada. Zayn ha estado limpiando la casa y yo estoy esperando a no sé muy bien qué sentada en uno de los aterciopelados sillones del salón.

Mientras pienso en mis cosas, escucho el sonido de las llaves girar en la cerradura de la puerta de la casa, y un instante después aparecen en el salón papá y Margaret. Parecen contentos.

-¡Hola! –me saluda mi padre.

-¡Ya lo tenemos! –exclama Marga, y papá asiente con la cabeza.

-¿El qué? –no sé de qué hablan.

-¡El abeto, por supuesto! –contesta mi padre.

-Ah, sí, Violet me comentó que lo traeríais esta tarde.

-Pues ya está aquí. Uno de los más grandes que había, por cierto –se muestra orgulloso.

Se ve que a mi padre eso de los adornos navideños no le gusta mucho, pero el tema del abeto le entusiasma. La excepción que confirma la regla, supongo.

-¿Y Violet? Me gustaría que lo pusiéramos todos juntos –sonríe.

-Pues está durmiendo, hemos estado gran parte de la mañana decorando la casa y estaba rendida.

-Sí, ya nos hemos dado cuenta. Se ha quedado genial –Marga también sonríe.

-Bueno, no pasa nada, ponemos luego el árbol cuando ella se despierte –dice papá.

-¿Qué tal la mañana? –me preguntan.

-Bien. Hemos cocinado tortilla de patatas –río levemente al recordar un momento en que a Zayn le saltó un poco de aceite caliente al brazo y casi tira la sartén al suelo.

-¿Ah, sí? ¿Zayn y tú?

-Sí, Violet jugaba con Whiskers mientras tanto.

-¿Y tú sabes hacer tortilla? –papá frunce un poco el ceño.

-¡Pues claro!

-Recuerdo cuando eras una niña pequeña a la que había que partir los filetes de carne en trocitos… -suspira.

-Ha pasado mucho tiempo de eso, papá.

-Lo sé. Supongo que debería haber imaginado que ya sabes cocinar. Pero es que llevaba tanto tiempo sin verte…

-Ya lo sé.

-¿Y ha sobrado algo? –pregunta Marga.

-Pues la verdad es que no, nos lo hemos comido todo. Pero podemos volver a hacer una cuando quieras –sonrío.

-¡Sí, me encantaría! Este caballero no me ha enseñado ninguna comida típica española… Él es menos de cocinar y más de comer –le da un par de palmaditas en la barriga a papá, aunque él sigue tan delgado como siempre.

-Cariño, ¿por qué no os vais Zayn y tú a dar una vuelta esta tarde? No quiero que estés aquí aburrida… Y Marga y yo ya hemos terminado el trabajo por hoy, así que nos quedamos con Violet –propone mi padre.

-Me parece genial –dice Zayn, que también entra en el salón; supongo que ya habrá terminado de limpiar la casa.

-¿Tú qué dices? –papá me mira.

-Pues… ¿por qué no?

Me levanto del sofá.

-Pero abrígate, que hace frío –me dice ya que estoy subiendo las escaleras.

-Sí, papá.

-Voy a ducharme en un momento, si vas a entrar al baño, avísame y me pongo en alguna pose sexy –dice Zayn, que ha subido a mi lado.

-Qué imbécil eres –niego con la cabeza.

-Tú avísame –guiña un ojo y se va al baño.

Me pongo unos pantalones vaqueros, un jersey gris y unas botas calentitas, y cuando salgo de mi cuarto Zayn ya está esperándome apoyado en la pared del pasillo.

-¿Qué te parece una visita turística por Londres? –me pregunta nada más verme.

-Podría estar bien –acepto.

-Pues ten cuidado…

-¿Por? –caminamos escaleras abajo.

-Porque dicen que París es la ciudad más romántica del mundo, pero en realidad es Londres.

-¿Y…? –ladeo la cabeza.

-Y a lo mejor aunque no quieras, te enamoras de mí –sostiene la puerta de entrada para que salga a ver la ciudad, según Zayn, más romántica del mundo. 

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