miércoles, 19 de junio de 2013

ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO; capítulo trece.


23 de diciembre; por la noche.

Caminamos tranquilamente por las calles de Londres con nuestros respectivos cartones de chocolate caliente del Starbucks en las manos. He conseguido que Zayn me deje respirar un poco en lugar de ir corriendo, pues le he hecho llegar a la conclusión de que tenemos suficiente tiempo como para visitar la ciudad poco a poco.

Cada vez que nos cruzamos con algún grupo de chicas jóvenes, siento que me miran con envidia, y la verdad es que lo entiendo, no es fácil encontrar a un chico tan guapo como Zayn, y al darse cuenta de que ya tiene consigo compañía femenina las deja bastante desencantadas.

-¿De qué te ríes? –me pregunta él.
-¿Yo? –lo miro inocentemente, aunque me cuesta ocultar la sonrisa que amenaza con dibujarse en mis labios.
-Sí, te he visto reírte.

Zayn se gira y mira hacia las chicas que acaban de pasar a nuestro lado. Ellas, que también se habían vuelto, seguramente para echarle un último vistazo a ese joven tan insólitamente atractivo, apartan la vista, azoradas.

-¿Y qué se supone que me ha hecho gracia? –alzo las cejas.
-Esas chicas –las señala, pero ellas ya no pueden verlo.
-Si tú lo dices… -me encojo de hombros.
-No dejaban de mirarnos, y tú te has reído cuando han pasado a nuestro lado.
-Bueno, sus caras de decepción han sido bastante graciosas…
-¿Decepción?
-Claro, al ver que yo iba contigo.

Zayn ladea la cabeza, y entonces me doy cuenta de que él no es consciente de lo que ocurre cada vez que nos cruzamos con alguna muchacha. Ahora, sin embargo, parece encendérsele una bombillita encima de la cabeza, y entonces lo comprende.

-¿Es por mí? –se le nota asombrado.
-No, por mí –ironizo.

Él da un saltito como de emoción y luego sonríe con autosuficiencia.

-Te lo dije, my darling, soy irresistible.
-Vaya, entonces soy un impedimento. Fíjate en la cantidad de chicas que tendrías ahora mismo a tus pies si no fuera porque estamos juntos… -pongo tono dramático, y entonces…

…entonces me doy cuenta de cómo ha sonado lo que acabo de decir, pero antes de que pueda intentar dar ninguna explicación, Zayn se me adelanta.

-¿Estamos juntos? –me mira, y se podría decir que lo hace casi con curiosidad.
-A ver, no me refería a… quería decir que… vamos juntos caminando por la calle y… -no soy capaz de formular ni una sola oración con coherencia.
-Suena bien –él se encoge de hombros.
-¿El qué? –parpadeo un par de veces.
-Lo de que estamos juntos.
-Zayn, ¡venga ya! No me refería a eso en ese sentido.
-Bueno, pero, ¿no suena bien igualmente? –dice, desencantado, aunque lo oculta bastante bien.

Miro mis manos, que rodean el vaso de chocolate para absorber todo el calor que desprende el líquido. Contemplo mi nombre escrito en el cartón y una carita sonriente al lado, algo muy típico de los Starbucks. Probablemente es sólo otra estrategia comercial más, pero en este instante, prefiero verlo como el detalle de una persona que, a pesar de no conocerme, me pide que sea feliz. Y ser feliz implica hacer lo que uno quiere, no lo que debe. Al menos eso te hace feliz en el momento. Por ahí dicen eso de vivir cada día como si fuera el último. Entonces, ¿por qué pensar en lo que pasará cuando llegue a España? Debo intentar ser feliz ahora. Ya encontraré la forma de serlo cuando vuelva a Madrid.

Traslado mis ojos de la bebida a los de Zayn. Qué ojos marrones. Intensos. Brillantes. Expresivos. Siempre fui más de ojos azules, pero éstos superan con creces a todos los ojos del mundo. Podrían ser morados, que seguirían siendo mucho más especiales para mí, aunque no sé muy bien por qué. Tal vez sea por la persona que los lleva en su rostro, en ese precioso marco que expone sus dos piedras preciosas. Y ahora mismo, esas joyas me miran a mí. Sólo a mí. Me siento afortunada, y entiendo muy bien que todas las chicas que nos ven me estén maldiciendo por dentro. Casi llego a entender a Alison, en su obcecado intento por que Zayn la quiera.

“Estamos juntos.”

-La verdad es que no suena nada mal –admito al fin.
-Te lo dije –sonríe.

Yo correspondo a su sonrisa y luego le doy un último sorbo a mi chocolate.

-¿No te lo quedas? –me pregunta Zayn cuando ve que me acerco a una basura.
-¿Debería hacerlo? –entrecierro los ojos
-Bueno, el ochenta por ciento de las turistas jóvenes que vienen a un Starbucks se llevan el vaso y lo ponen en alguna estantería –comenta.
-¿Y cómo sabes tú eso?
-He conocido a algunas en el par de años que llevo aquí –se encoje de hombros.

No sé por qué, pero ese dato me molesta.

-¿Y crees que yo debería hacer lo mismo que ellas?
-No, es sólo que me ha llamado la atención…
-Pues no tengo ningún interés en un vaso de papel lleno de restos de chocolate por dentro –lo tiro y continúo caminando.
-Qué poco hipster eres, eh –bromea.
-No pretendo serlo. En realidad, todas esas chicas que se llevan el vaso del Starbucks y se compran un iPhone no son hipsters, sólo intentan serlo. Un hipster no va al Starbucks por intentar serlo, sino que es hipster por ir al Starbucks. ¿Ves la diferencia?
-¡Guau! –me mira con los ojos muy abiertos- Menuda reflexión. Estás aprendiendo de un buen maestro –se señala a sí mismo.
-Entonces ve comprándome un espejo bien grande, que dentro de poco me hará falta –río y le doy un suave golpe en el hombro.

Zayn me rodea por la cintura y empieza a hacerme cosquillas.

-¿Qué insinúas? –pregunta, sin soltarme.
-Nada, nada –digo, entre risas.
-Ah, bueno –sigue con las cosquillas un poco más, y luego para.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que alguna gente nos mira raro, como si hubiéramos hecho algo que no se debe hacer en la calle. Siento una ligera excitación ante el hecho de que haya varias personas mirándonos con gesto reprobatorio, lo que me lleva a coger a Zayn del cuello de su camiseta, haciéndole así que se acerque a mí. Veo que sonríe, adivinando lo que voy a hacer. Poso mis labios sobre los suyos y los muevo muy despacio, disfrutando del leve sabor dulce que queda en ellos después del chocolate. Él acaricia mi espalda lentamente.

Tras varios segundos, me separo un poco de él y le guiño un ojo. Nunca pensé que haría algo así, pero me siento bastante satisfecha al echar a andar sintiendo las miradas de varios pares de ojos en mi nuca. ¿Qué tienen de malo las muestras de cariño en público? En España, lo menos que las parejas hacen por la calle es lo que nosotros acabamos de hacer. Le tomo la mano que le queda libre a Zayn –en la otra aún tiene su chocolate- y él me mira con asombro.

-Eso no me lo esperaba, pero ha sido… buf –sonríe, estrechando mi mano.
-Gracias, gracias –saludo teatralmente.
-Esas cosas no se suelen hacer en público –explica.
-¿Qué cosas? ¡Ni que nos hubiéramos acostado en mitad de la calle! –exclamo.
-Los británicos siguen siendo algo más conservadores con eso –ríe levemente.
-Pues no tiene nada de malo.
-Opino lo mismo.

Los dos echamos a reír a la vez. Me gusta esa sensación de complicidad, es como si no tuviera miedo a equivocarme, a hacer o decir algo incorrecto.

-¿Crees que deberíamos volver? –pregunto.
-Antes me gustaría llevarte a un sitio –sonríe.
-¿A dónde?
-¿De verdad me estás haciendo esa pregunta? ¡Estás hablando con Zayn Malik, my darling!
-Tienes razón, tienes razón –pongo una media sonrisa.
-No tardaremos mucho –me asegura.

Zayn tira su vaso a la papelera y, aprovechando que seguimos de la mano, empieza a correr, de forma que tengo que seguir su ritmo. No es que yo esté especialmente en forma, pero soy capaz de ir a su velocidad mientras recorremos las calles de Londres, y no sé cuánto camino recorremos hasta que de repente me doy cuenta de que estamos a los pies del London Eye.

-¿Vamos a subir?
-No, te he traído sólo para que le eches un vistazo desde abajo, ya nos vamos –ironiza.
-¡Y yo qué sé! –protesto- Entonces, ¿vamos a subir?
-¡Pues claro!

Voy a ir hasta la cola, pero él tira de mí en otra dirección. Nos paramos justo delante de un mostrador que tiene un cartel que dice “Embarque prioritario”. Sólo hay un par de personas delante de nosotros, así que en cinco minutos ya nos están atendiendo. Zayn habla lo suficientemente rápido como para que me cueste entenderlo, pero capto algunas cosas, como por ejemplo “cápsula privada” o “quince minutos de espera”.

El tipo del mostrador nos invita a que nos sentemos en una pequeña salita con cómodos asientos donde vemos también las personas que había antes que nosotros esperando para ser atendidos.

-¿Qué es todo esto? –no me parece que este sea el procedimiento normal.
-Vamos a subir al London Eye y tenemos que esperar quince minutos –me informa.

Así que lo que yo había entendido era cierto.

-No me parece que estemos siguiendo el mismo proceso que el resto de turistas “normales” –digo.
-Cierto, porque nosotros no somos turistas “normales” –Zayn sonríe misteriosamente-. Ahora lo verás, ten paciencia.

Pasamos los quince minutos de espera charlando sobre diferentes cosas, tras lo cual el hombre del mostrador se acerca a nosotros y nos pide que le sigamos. Todos los que estábamos en la sala vamos detrás de él por unas pasarelas hasta que va dejando a cada persona en su respectiva cápsula. Los últimos somos nosotros. Él nos hace un gesto con la mano de que podemos subir, y Zayn, sonriente, me pregunta:

-¿Lista para un paseo en la Cupid’s Capsule?

La Cápsula de Cupido. Vaya, eso no me lo esperaba.

-Supongo –sonrío, y entro.

Él entra después que yo, y el hombre del mostrador cierra la puerta.

-¿Ya está? ¿Sólo nosotros? –ladeo la cabeza.
-Eso es lo bueno de las cápsulas privadas, que son privadas –ríe.
-Imbécil –niego con la cabeza.
-Gracias.
-Pero esto… debe costar una pasta…
-Tranquila, he recibido una pequeña ayuda económica de mi jefe –sonríe.
-O sea, mi padre.
-Si lo prefieres llamar así…
-¿Mi padre te ha ayudado a que montes todo esto? –pregunto, incrédula.
-Económicamente hablando.
-Vaya.

Ya me imagino la cara que pondrá cuando nos vea aparecer por casa. Seguro que preguntará qué tal ha ido haciendo como si no supiera nada, pero ambos seremos conscientes de que los dos lo sabemos.

-Estás hecho todo un detallista –sonrío, paseándome por el recinto.
-El champán tengo que reconocer que no ha sido idea mía, venía con la cápsula –ríe mordiéndose la lengua.
-Te lo perdonaré –me muerdo el labio-. Gracias.
-No hay por qué darlas –le quita importancia encogiéndose de hombros.

Entonces, la gran noria se pone en marcha. Se mueve tan despacio que casi no haría falta sentarse, pero nosotros lo hacemos durante los primeros dos minutos para habituarnos al movimiento. Aún seguimos cogidos de la mano. Poco a poco vamos ganando altura, y la ciudad se va haciendo cada vez más pequeña ante nuestros ojos, que la observan a través de la cristalera.

Cuando estamos casi en el punto más alto, me acerco al cristal y miro detenidamente hacia abajo. Todo se ve realmente pequeño, casi como si fuera de juguete. Es una sensación mágica, casi irreal.

-¿Te gusta? –escucho la voz de Zayn justo detrás de mi oído.
-Mucho –admito.

El chico me rodea la cintura con sus brazos y apoya su barbilla en mi hombro. Me da un leve beso en el cuello, y yo me estremezco. Giro la cara y contemplo la suya. Es incluso más bonita que lo que se ve al mirar a través del cristal. Me vuelvo totalmente y quedamos cara a cara, cuerpo con cuerpo, pues no hay distancia entre nosotros.

-Me gustas… mucho –susurra él con una voz que, sin pretenderlo, es verdaderamente seductora.

Antes de que yo pueda contestar, me estrecha un poco más contra sí, y sube una mano acariciándome desde la muñeca hasta el hombro, luego por el cuello y finalmente la posa en mi mejilla. Vuelvo a estremecerme. Acerca su rostro al mío hasta que nuestros labios están a unos escasos milímetros, dándome la oportunidad de aceptar el beso o rechazarlo, supongo. No sólo lo acepto, sino que salvo la distancia y uno nuestros labios. Zayn me besa con delicadeza, y nuestras bocas se mueven a un ritmo tranquilo pero intenso, explorándose. Incluso se atreve a acercar su lengua a mis labios y yo, por primera vez, la acepto, dejando que recorra mi boca y luego juegue con mi lengua como en una danza. Sus manos no dejan de acariciarme la espalda, los brazos, los dedos… Y las mías recorren su torso y su pelo.

Es una extraña sensación al recordar que nos encontramos a unos ciento treinta metros del suelo, con la ciudad de Londres bajo nosotros, como rendida a nuestros pies. Probablemente este beso haya superado con bastante margen a mi antiguo mejor beso. Es demasiado especial, demasiado bonito como para que sea un simple beso más.

Zayn hace una pausa, separa unos centímetros sus labios de los míos para poder mirarme a los ojos.


-Yo creo que… te quiero –susurra. 


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

7 comentarios:

  1. Es perfecta Ana!! Todo lo que has escrito Hasta ahora es perfecto!!! Siguela cuando puedas (: Es realmente... perfecta.

    ResponderEliminar
  2. guau es perfecta , me encanta. Escribes genial.Bsssss y gracias por hacernos imaginar cosas tan bonitas

    ResponderEliminar
  3. WYSTTTTTT OMGGG SFGGSFHFSDCV

    ResponderEliminar
  4. Me encantaa!! Esta genial me ha gustado muchisimo!!! Siguel pronto por favor:)

    ResponderEliminar
  5. Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1 siguela pronto plissssss

    ResponderEliminar
  6. Ahhhhhhjajai!!! ¿quieres matarme de la intriga ???? Siguelaaa yaaa porfitaa !!! Jajaaj me encantaaaaa escribes como una verdadera directioner jaja (es lo q eres no?? ) jajaja plis no tardes muchoooo..... besitos de una crazy mofo o directioner como prefieras..

    ResponderEliminar
  7. Me Enamore Desde El Primer Capitulo Buenisima Novela!!!.
    Ahora Es un Amor Por Tu Novela Que No Se ,Es un Amor Rarisimo..!!
    Sos una Geniaaaa!!!!!

    ResponderEliminar

Motivos para sonreír.