23 de diciembre; por la noche.
Caminamos
tranquilamente por las calles de Londres con nuestros respectivos cartones de
chocolate caliente del Starbucks en las manos. He conseguido que Zayn me deje
respirar un poco en lugar de ir corriendo, pues le he hecho llegar a la
conclusión de que tenemos suficiente tiempo como para visitar la ciudad poco a
poco.
Cada vez que
nos cruzamos con algún grupo de chicas jóvenes, siento que me miran con
envidia, y la verdad es que lo entiendo, no es fácil encontrar a un chico tan
guapo como Zayn, y al darse cuenta de que ya tiene consigo compañía femenina
las deja bastante desencantadas.
-¿De qué te
ríes? –me pregunta él.
-¿Yo? –lo miro
inocentemente, aunque me cuesta ocultar la sonrisa que amenaza con dibujarse en
mis labios.
-Sí, te he
visto reírte.
Zayn se gira y
mira hacia las chicas que acaban de pasar a nuestro lado. Ellas, que también se
habían vuelto, seguramente para echarle un último vistazo a ese joven tan
insólitamente atractivo, apartan la vista, azoradas.
-¿Y qué se
supone que me ha hecho gracia? –alzo las cejas.
-Esas chicas –las
señala, pero ellas ya no pueden verlo.
-Si tú lo dices…
-me encojo de hombros.
-No dejaban de
mirarnos, y tú te has reído cuando han pasado a nuestro lado.
-Bueno, sus
caras de decepción han sido bastante graciosas…
-¿Decepción?
-Claro, al ver
que yo iba contigo.
Zayn ladea la
cabeza, y entonces me doy cuenta de que él no es consciente de lo que ocurre
cada vez que nos cruzamos con alguna muchacha. Ahora, sin embargo, parece
encendérsele una bombillita encima de la cabeza, y entonces lo comprende.
-¿Es por mí? –se
le nota asombrado.
-No, por mí –ironizo.
Él da un
saltito como de emoción y luego sonríe con autosuficiencia.
-Te lo dije, my darling, soy irresistible.
-Vaya, entonces
soy un impedimento. Fíjate en la cantidad de chicas que tendrías ahora mismo a
tus pies si no fuera porque estamos juntos… -pongo tono dramático, y entonces…
…entonces me
doy cuenta de cómo ha sonado lo que acabo de decir, pero antes de que pueda
intentar dar ninguna explicación, Zayn se me adelanta.
-¿Estamos
juntos? –me mira, y se podría decir que lo hace casi con curiosidad.
-A ver, no me
refería a… quería decir que… vamos
juntos caminando por la calle y… -no soy capaz de formular ni una sola oración
con coherencia.
-Suena bien –él
se encoge de hombros.
-¿El qué? –parpadeo
un par de veces.
-Lo de que
estamos juntos.
-Zayn, ¡venga
ya! No me refería a eso en ese sentido.
-Bueno, pero,
¿no suena bien igualmente? –dice, desencantado, aunque lo oculta bastante bien.
Miro mis manos,
que rodean el vaso de chocolate para absorber todo el calor que desprende el
líquido. Contemplo mi nombre escrito en el cartón y una carita sonriente al
lado, algo muy típico de los Starbucks. Probablemente es sólo otra estrategia
comercial más, pero en este instante, prefiero verlo como el detalle de una
persona que, a pesar de no conocerme, me pide que sea feliz. Y ser feliz
implica hacer lo que uno quiere, no lo que debe. Al menos eso te hace feliz en
el momento. Por ahí dicen eso de vivir cada día como si fuera el último.
Entonces, ¿por qué pensar en lo que pasará cuando llegue a España? Debo
intentar ser feliz ahora. Ya encontraré la forma de serlo cuando vuelva a
Madrid.
Traslado mis
ojos de la bebida a los de Zayn. Qué ojos marrones. Intensos. Brillantes.
Expresivos. Siempre fui más de ojos azules, pero éstos superan con creces a
todos los ojos del mundo. Podrían ser morados, que seguirían siendo mucho más
especiales para mí, aunque no sé muy bien por qué. Tal vez sea por la persona
que los lleva en su rostro, en ese precioso marco que expone sus dos piedras
preciosas. Y ahora mismo, esas joyas me miran a mí. Sólo a mí. Me siento afortunada,
y entiendo muy bien que todas las chicas que nos ven me estén maldiciendo por
dentro. Casi llego a entender a Alison, en su obcecado intento por que Zayn la
quiera.
“Estamos juntos.”
-La verdad es
que no suena nada mal –admito al fin.
-Te lo dije –sonríe.
Yo correspondo
a su sonrisa y luego le doy un último sorbo a mi chocolate.
-¿No te lo
quedas? –me pregunta Zayn cuando ve que me acerco a una basura.
-¿Debería
hacerlo? –entrecierro los ojos
-Bueno, el
ochenta por ciento de las turistas jóvenes que vienen a un Starbucks se llevan
el vaso y lo ponen en alguna estantería –comenta.
-¿Y cómo sabes
tú eso?
-He conocido a
algunas en el par de años que llevo aquí –se encoje de hombros.
No sé por qué,
pero ese dato me molesta.
-¿Y crees que
yo debería hacer lo mismo que ellas?
-No, es sólo
que me ha llamado la atención…
-Pues no tengo
ningún interés en un vaso de papel lleno de restos de chocolate por dentro –lo tiro
y continúo caminando.
-Qué poco hipster eres, eh –bromea.
-No pretendo
serlo. En realidad, todas esas chicas que se llevan el vaso del Starbucks y se
compran un iPhone no son hipsters, sólo
intentan serlo. Un hipster no va al
Starbucks por intentar serlo, sino que es hipster
por ir al Starbucks. ¿Ves la diferencia?
-¡Guau! –me mira
con los ojos muy abiertos- Menuda reflexión. Estás aprendiendo de un buen
maestro –se señala a sí mismo.
-Entonces ve
comprándome un espejo bien grande, que dentro de poco me hará falta –río y le
doy un suave golpe en el hombro.
Zayn me rodea
por la cintura y empieza a hacerme cosquillas.
-¿Qué insinúas?
–pregunta, sin soltarme.
-Nada, nada –digo,
entre risas.
-Ah, bueno –sigue
con las cosquillas un poco más, y luego para.
Miro a mi
alrededor y me doy cuenta de que alguna gente nos mira raro, como si hubiéramos
hecho algo que no se debe hacer en la calle. Siento una ligera excitación ante
el hecho de que haya varias personas mirándonos con gesto reprobatorio, lo que
me lleva a coger a Zayn del cuello de su camiseta, haciéndole así que se
acerque a mí. Veo que sonríe, adivinando lo que voy a hacer. Poso mis labios
sobre los suyos y los muevo muy despacio, disfrutando del leve sabor dulce que
queda en ellos después del chocolate. Él acaricia mi espalda lentamente.
Tras varios
segundos, me separo un poco de él y le guiño un ojo. Nunca pensé que haría algo
así, pero me siento bastante satisfecha al echar a andar sintiendo las miradas
de varios pares de ojos en mi nuca. ¿Qué tienen de malo las muestras de cariño
en público? En España, lo menos que las parejas hacen por la calle es lo que
nosotros acabamos de hacer. Le tomo la mano que le queda libre a Zayn –en la
otra aún tiene su chocolate- y él me mira con asombro.
-Eso no me lo
esperaba, pero ha sido… buf –sonríe, estrechando mi mano.
-Gracias,
gracias –saludo teatralmente.
-Esas cosas no
se suelen hacer en público –explica.
-¿Qué cosas?
¡Ni que nos hubiéramos acostado en mitad de la calle! –exclamo.
-Los británicos
siguen siendo algo más conservadores con eso –ríe levemente.
-Pues no tiene
nada de malo.
-Opino lo
mismo.
Los dos echamos
a reír a la vez. Me gusta esa sensación de complicidad, es como si no tuviera
miedo a equivocarme, a hacer o decir algo incorrecto.
-¿Crees que
deberíamos volver? –pregunto.
-Antes me
gustaría llevarte a un sitio –sonríe.
-¿A dónde?
-¿De verdad me
estás haciendo esa pregunta? ¡Estás hablando con Zayn Malik, my darling!
-Tienes razón,
tienes razón –pongo una media sonrisa.
-No tardaremos
mucho –me asegura.
Zayn tira su
vaso a la papelera y, aprovechando que seguimos de la mano, empieza a correr,
de forma que tengo que seguir su ritmo. No es que yo esté especialmente en
forma, pero soy capaz de ir a su velocidad mientras recorremos las calles de
Londres, y no sé cuánto camino recorremos hasta que de repente me doy cuenta de
que estamos a los pies del London Eye.
-¿Vamos a
subir?
-No, te he
traído sólo para que le eches un vistazo desde abajo, ya nos vamos –ironiza.
-¡Y yo qué sé! –protesto-
Entonces, ¿vamos a subir?
-¡Pues claro!
Voy a ir hasta
la cola, pero él tira de mí en otra dirección. Nos paramos justo delante de un
mostrador que tiene un cartel que dice “Embarque
prioritario”. Sólo hay un par de personas delante de nosotros, así que en
cinco minutos ya nos están atendiendo. Zayn habla lo suficientemente rápido
como para que me cueste entenderlo, pero capto algunas cosas, como por ejemplo “cápsula privada” o “quince minutos de espera”.
El tipo del
mostrador nos invita a que nos sentemos en una pequeña salita con cómodos
asientos donde vemos también las personas que había antes que nosotros
esperando para ser atendidos.
-¿Qué es todo
esto? –no me parece que este sea el procedimiento normal.
-Vamos a subir
al London Eye y tenemos que esperar quince minutos –me informa.
Así que lo que
yo había entendido era cierto.
-No me parece
que estemos siguiendo el mismo proceso que el resto de turistas “normales” –digo.
-Cierto, porque
nosotros no somos turistas “normales” –Zayn sonríe misteriosamente-. Ahora lo
verás, ten paciencia.
Pasamos los
quince minutos de espera charlando sobre diferentes cosas, tras lo cual el
hombre del mostrador se acerca a nosotros y nos pide que le sigamos. Todos los
que estábamos en la sala vamos detrás de él por unas pasarelas hasta que va
dejando a cada persona en su respectiva cápsula. Los últimos somos nosotros. Él
nos hace un gesto con la mano de que podemos subir, y Zayn, sonriente, me pregunta:
-¿Lista para un
paseo en la Cupid’s Capsule?
La Cápsula de
Cupido. Vaya, eso no me lo esperaba.
-Supongo –sonrío,
y entro.
Él entra
después que yo, y el hombre del mostrador cierra la puerta.
-¿Ya está?
¿Sólo nosotros? –ladeo la cabeza.
-Eso es lo
bueno de las cápsulas privadas, que son privadas
–ríe.
-Imbécil –niego
con la cabeza.
-Gracias.
-Pero esto…
debe costar una pasta…
-Tranquila, he
recibido una pequeña ayuda económica de mi jefe –sonríe.
-O sea, mi
padre.
-Si lo
prefieres llamar así…
-¿Mi padre te
ha ayudado a que montes todo esto? –pregunto, incrédula.
-Económicamente
hablando.
-Vaya.
Ya me imagino
la cara que pondrá cuando nos vea aparecer por casa. Seguro que preguntará qué
tal ha ido haciendo como si no supiera nada, pero ambos seremos conscientes de
que los dos lo sabemos.
-Estás hecho
todo un detallista –sonrío, paseándome por el recinto.
-El champán
tengo que reconocer que no ha sido idea mía, venía con la cápsula –ríe mordiéndose
la lengua.
-Te lo
perdonaré –me muerdo el labio-. Gracias.
-No hay por qué
darlas –le quita importancia encogiéndose de hombros.
Entonces, la
gran noria se pone en marcha. Se mueve tan despacio que casi no haría falta
sentarse, pero nosotros lo hacemos durante los primeros dos minutos para
habituarnos al movimiento. Aún seguimos cogidos de la mano. Poco a poco vamos
ganando altura, y la ciudad se va haciendo cada vez más pequeña ante nuestros
ojos, que la observan a través de la cristalera.
Cuando estamos
casi en el punto más alto, me acerco al cristal y miro detenidamente hacia
abajo. Todo se ve realmente pequeño, casi como si fuera de juguete. Es una
sensación mágica, casi irreal.
-¿Te gusta? –escucho
la voz de Zayn justo detrás de mi oído.
-Mucho –admito.
El chico me
rodea la cintura con sus brazos y apoya su barbilla en mi hombro. Me da un leve
beso en el cuello, y yo me estremezco. Giro la cara y contemplo la suya. Es
incluso más bonita que lo que se ve al mirar a través del cristal. Me vuelvo
totalmente y quedamos cara a cara, cuerpo con cuerpo, pues no hay distancia
entre nosotros.
-Me gustas…
mucho –susurra él con una voz que, sin pretenderlo, es verdaderamente seductora.
Antes de que yo
pueda contestar, me estrecha un poco más contra sí, y sube una mano
acariciándome desde la muñeca hasta el hombro, luego por el cuello y finalmente
la posa en mi mejilla. Vuelvo a estremecerme. Acerca su rostro al mío hasta que
nuestros labios están a unos escasos milímetros, dándome la oportunidad de
aceptar el beso o rechazarlo, supongo. No sólo lo acepto, sino que salvo la
distancia y uno nuestros labios. Zayn me besa con delicadeza, y nuestras bocas
se mueven a un ritmo tranquilo pero intenso, explorándose. Incluso se atreve a
acercar su lengua a mis labios y yo, por primera vez, la acepto, dejando que
recorra mi boca y luego juegue con mi lengua como en una danza. Sus manos no
dejan de acariciarme la espalda, los brazos, los dedos… Y las mías recorren su
torso y su pelo.
Es una extraña
sensación al recordar que nos encontramos a unos ciento treinta metros del
suelo, con la ciudad de Londres bajo nosotros, como rendida a nuestros pies. Probablemente
este beso haya superado con bastante margen a mi antiguo mejor beso. Es
demasiado especial, demasiado bonito como para que sea un simple beso más.
Zayn hace una
pausa, separa unos centímetros sus labios de los míos para poder mirarme a los
ojos.
-Yo creo que…
te quiero –susurra.
[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]
Es perfecta Ana!! Todo lo que has escrito Hasta ahora es perfecto!!! Siguela cuando puedas (: Es realmente... perfecta.
ResponderEliminarguau es perfecta , me encanta. Escribes genial.Bsssss y gracias por hacernos imaginar cosas tan bonitas
ResponderEliminarWYSTTTTTT OMGGG SFGGSFHFSDCV
ResponderEliminarMe encantaa!! Esta genial me ha gustado muchisimo!!! Siguel pronto por favor:)
ResponderEliminarMe encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1 siguela pronto plissssss
ResponderEliminarAhhhhhhjajai!!! ¿quieres matarme de la intriga ???? Siguelaaa yaaa porfitaa !!! Jajaaj me encantaaaaa escribes como una verdadera directioner jaja (es lo q eres no?? ) jajaja plis no tardes muchoooo..... besitos de una crazy mofo o directioner como prefieras..
ResponderEliminarMe Enamore Desde El Primer Capitulo Buenisima Novela!!!.
ResponderEliminarAhora Es un Amor Por Tu Novela Que No Se ,Es un Amor Rarisimo..!!
Sos una Geniaaaa!!!!!