ESPERARÉ BAJO EL MUÉRDAGO, capítulo dos.

21 de diciembre.

Respiro hondo y me acerco a la gran puerta de metal que separa el inmenso jardín que rodea la casa de la calle. Toco a un timbre que veo justo al lado, y la puerta comienza a abrirse lentamente justo después. Ando por un caminito de piedra que conduce hasta la puerta de la casa y noto cómo mi maleta se zarandea ante el contacto irregular con las piedras del suelo. En un par de minutos llego a la puerta y toco. Ahora tengo que esperar un poco, aunque finalmente escucho unos pasos que se acercan. Por favor, que no sea papá. Por favor, que sea Marga. O quien sea. Pero no mi padre.

Sorprendentemente, mis ruegos se ven escuchados, y descubro con que la persona que abre la puerta no tiene nada que ver con lo que esperaba encontrarme.

-¿Quién eres? –pregunto, al instante, con el ceño fruncido.

Hablo en inglés, idioma con el que ya tengo bastante soltura, porque dudo que en español me entiendan. Me responden en el mismo idioma.

-¿No debería ser yo el que pregunte eso? Eres tú la que ha tocado a la puerta…

Es un joven que tendrá un par de años más que yo. Lleva ropa de andar por casa: unos pantalones que quizás sean de pijama y un jersey azul marino. Es absurdo, parece como si viviera allí. Me fijo en su rostro. Tiene la piel morena, el mentón algo cuadrado, pero no demasiado, las facciones son suaves, se nota que es joven, pero la barba de un par de días le hace parecer mayor. Tiene el pelo castaño oscuro, más corto por los lados de la cabeza que por arriba, y sus ojos… Guau. ¡Vaya ojos! Sus ojos son marrones y grandes, y están rodeados por unas tupidas y largas pestañas.

Creo que se me ha olvidado respirar durante un momento, porque me descubro tomando más aire de lo normal.

-¿Qué tiene eso que ver? –bufo- Tú estás en la casa de mi padre, y que yo sepa él sólo tiene otra hija aparte de mí.

-Ah, así que tú eres su hija, la que va a venir a pasar aquí las vacaciones de Navidad –asiente con la cabeza.

-Sí, soy yo –digo con impaciencia-. ¿Y se puede saber quién eres tú?

En ese momento, aparece correteando una niña de unos tres años cuyo pelito rubio recogen dos coletas. Supongo que será Violet. ¡Cómo ha crecido!

-¡Mira, Zayn! ¡Ya lo he terminado! –grita contenta con su aguda vocecilla, abrazándose a la pierna del chico.

-¿Sí? A ver, enséñame cómo ha quedado –se interesa él.

Violet le enseña un folio en el que hay un bonito dibujo de una de estas princesas Disney de ahora coloreado como lo haría una niña de tres años, y yo lo puedo ver desde donde estoy. No creo que el dibujo lo haya hecho ella.

-¡Vaya, está genial, pequeñaja! –la felicita.

-Gracias –ella sonríe de oreja a oreja.

-Guau, ¿quién ha pintado eso? –pregunto.

Tanto el tal Zayn como Violet me miran.

-Él ha dibujado a Rapunzel, y yo la he coloreado –responde la niña, muy orgullosa de su trabajo.

Alzo las cejas. ¿De verdad ese chico ha hecho ese dibujo? No le pega para nada saber dibujar, pero por lo visto lo hace. Lo miro, y él se encoge de hombros a la vez que asiente con la cabeza.

-Pues ha quedado muy bonito –sonrío.

Violet frunce de repente el entrecejo.

-Bueno, ¿y tú quién eres?

-Ah, pues… -¡¿es que papá no le ha dicho nada de mí?!

-Es tu hermana, pequeñaja. ¿Te acuerdas de la historia que te contó papá ayer? Pues ella es la otra niña, la que se quedó viviendo en otro país –Zayn acude en mi ayuda.

-¡Aaaah! –asiente con la cabeza- Sí, sí. Hola –me sonríe de nuevo.

-Hola –acompaño mi saludo con un movimiento de mano.

-¿No quieres que te dé un beso? Porque todo el mundo siempre me pide besos… -suspira la niña.

-Si me lo quieres dar…

-¡Claro! A partir de ahora eres mi hermana –vuelve a poner expresión alegre.

Me hace gracia que diga que a partir de ahora soy su hermana. Claro, para ella yo antes no existía. No se puede acordar de mí si me habrá visto dos veces en toda su vida. Se pone de puntillas y yo me agacho para que me dé un besito en la mejilla. Después de hacerlo se ríe y vuelve a irse corriendo, igual que ha venido.

-¡Voy a pintar a Tiana! –dice, ya en otra parte de la casa.

Yo sigo en la puerta con mis maletas al lado, y observo a Zayn mientras él mira en la dirección por la que ha desaparecido Violet. Sonríe mordiéndose levemente la puntita de la lengua con las paletas. Qué forma tan extraña de sonreír… Pero me parece un gesto bonito. Tiene una sonrisa preciosa. Me descubre mirándolo, y noto que la sangre se agolpa en mis mejillas.

-Entonces eres… -comienzo a decir.

-El niñero de Violet, sí. Aunque ella para mí es casi como una hermana pequeña. Llevo cuidándola desde que nació –sonríe.

Creo que me duele un poco que él conozca más a mi media-hermana que yo, pero fui yo la que cada vez que tenía vacaciones no quería venir a Londres con papá, así que no es culpa de nadie más que mía el hecho de no tener un lugar en esta familia. Tan sólo espero que papá no me haya reemplazado del todo, porque entonces sí que desearé no haber ido a esa casa.

-Vaya… -ladeo la cabeza- ¿Y mi padre y Margaret? ¿No están?

-Pues ahora mismo no –dice.

-Ah.

-Es que están preparando el número de enero de la revista de Marga, ya queda poco para que salga, y parece que han tenido algún problema con la foto de la portada –los disculpa Zayn.

-Así que… ¿papá trabaja para la revista de Marga? –no sabía nada de aquello.

-Sí, desde hace casi dos años. Una revista de moda requiere de un buen fotógrafo para sus modelos. ¿No lo sabías? –se sorprende.

-Pues… la verdad es que no hablo mucho con mi padre –suspiro.

-Ya veo. En cualquier caso, está muy contento de que vayas a pasar las vacaciones con nosotros –sonríe.

-¿Con vosotros? –pregunto; ¿no debería haber dicho “con ellos”?

Él parece entender la cuestión.

-Sí, verás, están los dos muy liados con la revista y el suplemento especial de Navidad, así que tendrán que pasar tiempo en el trabajo. Con lo cual… bueno, me han pedido que me quede aquí cuidando de Violet –explica.

-¿Y tú no vas a estar con tus padres? Es decir, es Navidad y demás…

-Bueno, nosotros no… ejem… no celebramos la Navidad –tuerce el gesto.

-¿Por qué? –pregunto, y al instante me doy cuenta de que no debería meterme donde no me llaman- Lo siento, yo…

-No importa, es normal, la gente me lo suele preguntar. Es porque los musulmanes no celebramos esa fiesta, no significa nada especial para nosotros –sonríe de nuevo, quitándole importancia al asunto.

-Ah, claro –me sonrojo levemente y miro hacia otro lado; él habla inglés perfectamente, pero por su aspecto parece tener ascendencia de algún país árabe.

Me muerdo el labio sin saber muy bien qué decir, y Zayn me mira con descaro. Frunzo el ceño y veo que se aguanta una risilla.

-Me voy a ir a mi habitación, quiero colocar algunas cosas y demás –digo.

-Claro, ¿sabes dónde está? –sigue ocultando una sonrisa.

-Ya estuve aquí una vez. Si no la han cambiado de sitio…

-No, creo que sigue donde antes.

-Bien, pues entonces puedo ir sola –sonrío de forma un tanto forzada, ¿qué ocurre?

-Yo voy a ver cómo le va a Violet.

Ya que me he empezado a caminar en dirección a la escalera, me giro y veo que Zayn me está mirando. Espera, ¿tenía la mirada… en mi culo? Me sonrojo levemente, pero él no parece azorado.

-¿Por qué no me han pedido a mí que me quede con Violet? Si de todos modos voy a estar aquí… -formulo la pregunta que me ha hecho darme la vuelta.

-Supongo que no querían dejarte con una responsabilidad. Querrán que te lo pases bien en Londres –se encoge de hombros.

-Puede ser…

Continúo andando, y cuando me encuentro enfrente de la escalera no sé muy bien cómo coger mi pesada maleta para subirla hasta el segundo piso. Me quedo mirándola angustiada, como si así se fuera a mover sola.

-¿Necesitas ayuda? –susurra una voz muy cerca de mí; demasiado cerca, quizás.

Muevo la cabeza y veo a Zayn a mi lado, sonriendo.

-Pues… sí -reconozco.

-Ahora me pregunto a quién tendré que cuidar estos días. ¿A Violet o a ti? –ríe.

-Muy gracioso –ironizo-. También podría subirla yo.

Él levanta la maleta en peso y empieza a subir las escaleras.

-¿Te vas a quedar aquí un mes o todo el año? Dios, ¡cómo pesa! –exclama.

-Vamos, ¡que tampoco es para tanto!

-¿Y esto no ha pasado el peso permitido por la compañía del avión?

-Pues no, porque no me han cobrado nada extra.

-Les habrá dado lástima…

-Seguramente –bufo.

Cuando llegamos al piso de arriba, deja la maleta en el suelo y se lleva las manos a la espalda.

-Ay, creo que me he roto algo…

-Sé que estás exagerando.

-Sólo un poco –sonríe.

-Gracias por subirla.

-De nada. Ah, por cierto, tu padre y Marga estarán aquí para la cena, así que arréglate antes, que tendrán muchas ganas de verte.

Miro el reloj y veo que son las seis menos cuarto de la tarde.

-Tengo tiempo de sobra con un par de horas para ordenar todas mis cosas y arreglarme –sonrío.

-Bueno… aquí se cena a las seis y media –sonríe, divertido.

Yo abro los ojos como platos.

-Bienvenida a Inglaterra, my darling.

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