lunes, 12 de agosto de 2013

#Imagina de Liam PARTE 14

Celia se abrió pasó por entre el gentío, en busca de ese pelo color pajizo que tan bien conocía ya. Como esperaba, lo encontró en el puesto de “clásicos de la literatura inglesa”. La chica sonrió al ver a Liam charlando con un tipo que tenía en sus manos un ejemplar de Cumbres Borrascosas, y alzó las cejas al ver que el hombre le tendía a Payne un billete y se marchaba con el libro. Lo que no le hizo ni pizca de gracia fue que una joven bien parecida que rondaría los veinticinco se acercara al puesto; parecía más interesada en el vendedor que en los libros. Liam la miró durante una décima de segundo, y al darse cuenta de que no le iba a comprar nada, la ignoró.

El profesor tardó un poco en ver a Celia, que se encontraba a varios metros de él, pero cuando lo hizo, las comisuras de sus labios se alzaron formando una encantadora sonrisa. La chica no sabía si debía acercarse al puesto o no, pues en la feria del libro que habían organizado en el patio del instituto se había juntado una buena cantidad de gente, pero decidió hacerlo y fingir que miraba los libros. Esperaba que nadie se diera cuenta de que ese no era el motivo por el que estaba allí.

-Así que has conseguido engatusar a un pobre hombre para que compre Cumbres Borrascosas –comentó ella cuando estuvo lo suficientemente cerca.
-Yo no lo llamaría engatusar, pero sí –Payne sonrió, orgulloso.
-Me alegro de que esté habiendo ventas –dijo Celia con sinceridad.
-Gracias. Habría sido un buen palo si la gente hubiera ignorado mi puesto –reconoció-. ¿Cómo van los demás?
-Bastante bien, la verdad. Yo estoy dando vueltas de aquí para allá por si alguien necesita algo, pero todo parece ir funcionando perfectamente.
-No has venido para ver cómo me iba el puesto, ¿a que no? –Liam miró atentamente a la chica.
-Tienes razón -acarició la cubierta de uno de los libros y suspiró-. He venido a decirte que voy a estar castigada otra semana.
-¡¿Otra?! –sus cejas se juntaron tanto que casi parecía que se iban a tocar.
-Sí –puso los ojos en blanco-. Por lo visto lo de estar castigada hasta que se les olvide iba en serio, y mis padres tienen muy buena memoria.
-Lo siento –Payne cambió un par de libros de estante, para ponerlos más a la vista-, aunque supongo que entiendo a tus padres, debieron preocuparse mucho.
-En cualquier caso, hoy les he dicho que la feria acababa un poco más tarde de la hora real…
-¿Para?
-Poder pasar un rato contigo… si te apetece. Esta semana sin poder salir me está ahogando –soltó un bufido.
-Pues claro que me apetece. Pero no deberías mentir a tus padres…
-Ya estás sacando tu faceta de adulto –esbozó una sonrisa.
-Más que adulto, diría que es mi lado protector –reflexionó él.
-¿Quieres protegerme? –lo miró con picardía.
-Por supuesto –los ojos de Liam brillaron intensamente.
-¿Y eso? –dijo balanceándose ligeramente hacia delante y detrás.

Él le hizo señas de que se acercara, como cuando un niño pequeño te llama para contarte un secreto al oído. Celia se pegó todo lo que pudo al mostrador y llevó su cara a pocos centímetros de la de Payne. Durante un momento, tuvo la sensación de que iba a besarla, pero no lo hizo.

-Porque te quiero –su voz apenas era audible.

Ella lo miró a los ojos en lo que duró un interminable segundo, deseando besarle pero sabiendo que no debía hacerlo. Por una vez, fue capaz de anteponer el deber, y, con una inmensa sonrisa de oreja a oreja, se separó poco a poco del joven.

Antes de que pudieran decir nada más, un par de personas llegaron al puesto y comenzaron a mirar los títulos. Celia supo que era momento de marcharse y dejar que Payne hiciera su trabajo con tranquilidad, así que hizo un gesto de despedida con la mano y se alejó de allí, para continuar con su papel en la feria.


-Muy buen trabajo, chicos –dijo el profesor de Lengua, que estaba rodeado por todos los componentes del club de lectura-. Recoged un poco los libros, pensando que mañana hay que ponerlos otra vez.

Todos empezaron a moverse para guardar los libros en cajas de cartón y que no pasaran la noche a la intemperie. La feria duraría tres días, y tenían que llegar hasta el final como si fuera el primero.

No fue casualidad que Celia ayudara a Liam a recoger el puesto de los clásicos de la literatura inglesa.

-¿A qué hora tienes que estar en casa? –preguntó él mientras metía varios libros en una caja que descansaba en el suelo.
-Les dije que esto acababa a las diez, así que hasta las once tengo excusa –la chica sacó el dinero de una improvisada caja registradora y lo metió en una bolsa que el profesor de lengua le había dado.
-Y ahora son las… -miró su reloj de pulsera- Siete y media. Vaya, tenemos un buen rato.
-Había pensado… -se quedó callada, contemplando cómo los fuertes músculos de él se tensaban al levantar la caja llena de libros para ponerla en el mostrador.
-¿Habías pensado…? –Payne ladeó la cabeza.
-Que quizás podríamos ir a tu casa –respondió ella, mostrándose más segura de sí misma de lo que realmente estaba-. A celebrar tus ventas –sacudió la bolsa con el dinero.
-Mmmm… me parece bien –guardó silencio un momento cuando una chica pasó cerca de ellos.
-Genial –sonrió.

Celia no sabía si Liam podría intuir lo que ella estaba proponiendo realmente, pero pensó que, en cualquier caso, luego podría ser más aclaratoria en la intimidad. La simple idea de proponérselo le hizo sentirse casi más nerviosa que mientras se preparaba para su primera vez.

-¡Ey! ¿Qué tal por aquí? –Leire caminó hasta ellos, también con una bolsa de dinero en las manos.
-Mira –su amiga le enseñó la recaudación-. Parece que el profe tiene madera de vendedor.

Liam luchó por evitar que una sonrisa escapara de sus labios al escuchar que Celia lo llamaba “profe”.

-Qué bien escogimos los libros –comentó Leire, alzando las cejas significativamente.
-Sí, habéis hecho un gran trabajo –intervino el profesor de Lengua, que también pasaba por allí en ese momento.

Las chicas le dieron sus respectivas bolsas y el hombre se marchó.

-Estaré encerrada otra semana –le dijo Leire a su amiga.
-Joder –ésta hizo una mueca.
-En el hipotético caso de que vieras a mis padres y ellos te preguntaran, la feria en vez de a las siete acaba a las diez, ¿vale?
-Ah, ya entiendo –rió levemente-. Ahora vosotros dos aprovecháis para iros por ahí, ¿no? –dijo en un susurro.

Celia se limitó a guiñarle un ojo.

-Anda, yo termino con esto –dijo Leire.
-Ni lo sueñes –contestó su amiga, que se había puesto también a guardar libros.
-Sólo queda una estantería, no vamos a tardar nada –intervino Liam.
-Precisamente por eso. Yo lo acabo en un momento, y vosotros aprovecháis el único rato que esta pobre –señaló a Celia- tiene libre.

Payne no parecía dispuesto a aceptar, tal vez pensando que lo decía sólo por cortesía. Pero Celia conocía muy bien a su amiga, y sabía que si lo estaba ofreciendo era porque realmente no le importaba hacerlo. Y lo cierto era que los nervios la estaban devorando; necesitaba llegar ya a casa de Liam y dejarle totalmente claro lo que quería.

-Está bien –aceptó.
-Pero… -el profesor intentó protestar.
-¡Pues no se hable más! Venga, fuera –empujó a Celia por la espalda para que se marchara de allí.

Liam tuvo que acabar aceptándolo.

-Gracias –se cogió de las muñecas y estiró la espalda-. Voy a meter estas cajas dentro y nos vamos.

Celia le esperó, ayudando a Leire a terminar de guardar los últimos libros. Unos diez minutos después, el joven volvió a donde estaban las chicas.

-Ya pensábamos que te habías perdido ahí dentro –bromeó Celia.

Él se limitó a sonreír.

La pareja salió del patio del instituto, aprovechando la oscuridad que había empezado a aparecer para que la gente no los viera. Fueron hasta la casa de él en silencio, y la chica lo achacó a que probablemente Liam supiera lo que iba a pedirle y estuviera, si no nervioso, pensativo.

-¿Estás bien? –preguntó mientras subían en el ascensor.
-Sí -respondió él escuetamente.
-No me lo parece…
-Estoy bien –dijo en tono tranquilizador, y, sin embargo, no la miró mientras hablaba.

Al entrar en el piso y cerrar la puerta tras de sí, la chica lanzó una mirada furtiva en dirección al dormitorio. Mientras Payne dejaba las llaves en una bandeja del recibidor, Celia respiró hondo varias veces.

-Liam, yo… -comenzó, pero no supo seguir.

Él estaba de espaldas a ella, aunque la chica no sabía qué estaba haciendo ahora.

-A ver, he pensado que… -se mordió el labio, sin saber cómo expresarlo; en su cabeza había encontrado muchas formas de decirlo, pero ahora no le salía ninguna.
-¿Qué? –preguntó él con voz tenue.
-Pues que… -se cruzó de brazos, enfadada consigo misma-. ¡Pues que hoy no estoy borracha! No hay ni una gotita de alcohol en mis venas.

Él se dio la vuelta con una sonrisa en los labios, aunque parecía una sonrisa… ¿triste? ¿melancólica?

-¿Lo has… comprendido? –Celia buscó los ojos de él con los suyos.
-Sí –contestó-. ¿Estás segura?
-¿De qué?
-De que quieres hacerlo.

Asintió con la cabeza.

Ese simple gesto pareció el botón activador de un muelle que llevaba mucho tiempo contraído, y que de repente saltó, sin control. Liam sujetó con fuerza a la chica por la cintura y la atrajo hacia sí, provocando que el choque de sus cuerpos sonara con un golpe sordo. Sus bocas se buscaron, ansiosas, de una forma que a Celia le recordó a aquel día en el departamento de inglés. La muchacha enredó las manos en el pelo de él, pero aquello no parecía suficiente. Bajó sus manos por el pecho del chico, mientras él se afanaba en explorar cada rincón de su boca con la lengua. A la vez, los dos daban acelerados pasos en dirección al dormitorio, y probablemente se hubieran caído al suelo si no fuera porque sus cuerpos se equilibraban mutuamente cuando los pasos de alguno eran demasiado largos, o chocaban con una pared, o simplemente a uno de ellos se le olvidaba andar.

Por fin llegaron al cuarto, y se dejaron caer en la cama, ella debajo de él. Esa posición ya era mucho más cómoda, más familiar para ambos. No eran nuevos en esto, sabían qué hacer, así que se pusieron a ello.

Celia le sacó la camiseta a Liam y la lanzó por ahí, tras lo que él empezó a besar su cuello y su escote. Con un brazo, el joven se aguantaba en la cama para no dejar caer todo su peso sobre ella, pero con la otra mano se dedicó a explorar todo su cuerpo. Desde la rodilla subió por el muslo, donde se detuvo un momento, en la cara interior. Sin embargo, decidió que allí volvería más tarde. Introduciendo su mano bajo la camiseta de la chica, rozó su vientre, pero no se entretuvo más. Palpó hasta encontrar uno de los bien formados pechos de ella, y lo atrapó en su mano. La tela del sujetador se interponía entre sus pieles, pero por el momento eso no fue un impedimento. Apretó el pecho y buscó los labios de ella con los suyos propios. Celia seguía recorriendo frenéticamente con sus manos todo el torso y la espalda de él, pero tuvo que parar cuando sintió que Liam metía una mano bajo la tela del sujetador y acariciaba directamente su seno. Sintió una inmensa oleada de calor extenderse por todo su cuerpo cuando él capturó su pezón y lo pellizcó varias veces.

Un gemido escapó de entre sus labios, y Payne la miró con sus ojos brillantes. Decidió que era momento de quitarle la camiseta, que también lanzó a alguna parte de la habitación, y después, con un rápido movimiento, le desabrochó el sujetador y también se lo quitó.

Celia se quedó inmóvil durante unos instantes, intentando contener su respiración agitada. Era plenamente consciente de que era la primera vez que él la veía así, y no sabía cuál podría ser su reacción.

Liam la contempló, como los expertos en obras de arte contemplan la Gioconda. Con admiración, pero también con respeto, con intriga. Tal y como se observa una obra con una belleza especial y única.

Y entonces el tiempo se paró. Las agujas del reloj parecieron congelarse para ellos.

-Eres… -tragó saliva- Más preciosa de lo que podría haber imaginado jamás.
-Payne…
-¿Sí? –sus ojos se encontraron.
-Por favor –le dio un tierno beso en los labios- quiéreme –rogó.
-Ya lo hago –contestó él, besándola de nuevo.

El tiempo volvió a correr, pero esta vez a otro ritmo. Si antes lo habían hecho todo de forma frenética, ahora empezaron a deleitarse en cada movimiento. Cada beso. Cada caricia. No importaba lo mucho que duraran, tenían todo el tiempo del mundo.


Celia descansaba con la cabeza apoyada en el hueco de la axila de Payne. Ninguno de los dos decía nada, pero ambos sabían que el otro estaba despierto.

Estaban totalmente desnudos, pero eso ya no era importante. Sólo los hacía sentirse un poco más unidos, aunque ahora la chica se sentía, en cierto modo, vacía. Había tenido a Liam lo más cerca que jamás habían estado, y ahora sentía que le faltaba tenerle ahí.

Payne comenzó a acariciarle la espalda distraídamente, y ella le miró. Quizás ninguno de los dos quería estropear el momento con palabras, y por eso no decían nada. Tal vez es que no hiciera falta. Los dos habían sentido todo lo que cualquiera de ellos fuera a intentar decir.

Sin embargo, Liam rompió el silencio.

-Cel… -dijo con voz ronca.
-Dime –le dio un besito en el pecho.
-Tengo que hablar contigo.
-Háblame –estaba tan extasiada que ni siquiera era capaz de preocuparse por los resultados que suelen tener los “tenemos que hablar”.

Él le dio un tierno beso en la frente.

-¿Va todo bien? –preguntó Celia, al ver que no respondía.
-La verdad es que no –hizo un amago de suspiro.
-¿Qué ocurre?
-Me tengo que ir –dijo en un susurro.
-Yo también debería irme, deben ser ya casi las diez… -la chica fue a incorporarse, pero él la paró sujetándola por la cintura con algo de fuerza.
-No, no me refiero a eso –se mordió el labio inferior, como hace alguna gente cuando no quiere llorar.
-¿A qué te refieres, entonces? –estaba empezando a preocuparse.
-Me tengo que ir de ciudad. Me llevan a otro instituto. No puedo seguir en este –murmuró Liam.
-¡¿Qué?! –Celia se incorporó para quedar sentada en la cama, cara a cara con el joven.
-Cuando he ido a llevar las cajas dentro del instituto –se retorció las manos, temblorosas- me he encontrado con el director. O más bien él me ha encontrado a mí. Me ha dicho que varios profesores le han comunicado que una alumna y yo estamos teniendo un trato… especial.
-¿Pero cómo…?
-Da igual, Cel. Esas cosas se notan, supongo. Sólo hace falta vernos los ojos cuando nos miramos –tragó saliva-. Y me mandan a otro instituto a cubrir otra baja. La persona destinada a la baja de allí vendrá aquí. Sencillo. Y se quitan problemas.

La chica notó que su respiración se hacía más pesada, y un sollozo amenazó con salir de su garganta, pero logró contenerlo.

-¿Y no puedes…?

Él volvió a adelantarse.

-Tengo que ir a donde me manden. Si pudiera quedarme, créeme que lo haría.
-No quiero que te vayas –dijo, desesperada.
-Y yo no quiero irme –una solitaria gota brillante resbaló por su mejilla.
-¿Por qué no me lo has dicho antes?
-No quería… empañar este momento.
-Supongo que ha sido mejor así.

Él parpadeó un par de veces, y Celia vio en sus ojos acuosos un reflejo de los de ella.

-¿Dónde?
-No sé exactamente cómo de lejos está, pero por lo que me ha dicho… está a más de quinientos kilómetros.

Celia cerró los ojos, intentando encajarlo. Intentando comprender que a tanta distancia sería imposible que se vieran a menudo. En realidad, sería imposible que estuvieran juntos.

-¿Cuándo te vas? –dijo en un susurro.
-En cuanto pase la feria del libro.
-Esto se acaba, ¿no? –abrió los ojos y vio que Liam contraía el gesto.
-Si me dices algún modo de seguir… -parecía igual de desesperado que ella.

La chica asintió con la cabeza. Los dos sabían que era mejor dejarlo ahí, y no tratar de hacer que durara, y que se fuera secando poco a poco hasta que aquella relación fuera algo moribundo. Sí, podrían intentar una relación a distancia, pero Celia no se sentía capaz. Hablar por skype una vez al día no sería suficiente para ella.

-Podrías… ¿besarme? –pidió.


Él se inclinó hasta ella para unir sus bocas. La chica notó la humedad de la lágrima que Payne había derramado un momento antes en los labios de él. Liam le acarició un pecho con dulzura y volvieron a hacer el amor. Un amor que sabía a despedida.



[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

10 comentarios:

  1. Me encanta, me encanta, esto se pone tristeeeee :'''(

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  2. Nooooooo, no puede acabarrrr, esto tiene que continuaaaar, te quierooo anaaaa <333

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  3. No tardes en subir, moriremos si no xx

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  4. Me encanta <3 Sonríe :D

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  5. Sí, nuestros comentarios son tus motivos de sonreír, los nuestros son tus imaginas <3

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  6. Me ha encantado pero como la dejas asi que yo me muero seguro que hay una solucion... espero <3¡¡¡¡¡¡

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  7. Anaa!! no me puedes dejar asi!!!! dime que las cosas se arreglaran...dimelo!! jajaja okno pero si síguela y que las cosas mejoren.... o si no.... moriré.....:D

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  8. Espero qe haya una solucion me he puesto muy nerviosa asdflgkjh enserio no quiero que quede asi :( en cuanto puedas siguelaa por fii :)

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  9. Asdfghjkll nooooo Liam no te vayas!!! Siguela porfii vamos a morir en la esperaa! :( Jooo

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  10. ANAAA NO NOS DEJES ASI PORFAVOOOR!!!! SIGUELAAAA TE QUEREMOOS :)

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