3 años después…
Celia cerró su
ejemplar de Cumbres Borrascosas.
Había vuelto a acabarlo. Era la cuarta vez que lo leía en tres años. Había
llorado cada vez que abría el libro durante las dos primeras veces, pero en la tercera
y la cuarta ya sólo sentía una punzada de dolor. Tal vez por fin lo estuviera
superando.
Dejó el libro
–que empezaba a estar algo estropeado por el uso- en su lugar de la estantería.
Payne tenía razón, merecía la pena leerlo. No era su libro favorito, pero era
muy bueno. En cualquier caso, ese ejemplar en particular era para ella su
posesión más preciada.
Su mente voló
tres años atrás, al momento en que Liam le pidió que se quedara su adorado
libro, ese que llevaba a todas partes y que no paraba de leer y releer. A
cuando le dijo adiós con la mano, porque sabía que si le besaba se aferraría a
él para que no se marchara. Se preguntó si de vez en cuando pensaría en ella,
igual que ella pensaba en él. A lo mejor había conocido a alguna alumna en algún
instituto con la que ahora compartía su vida.
Sacudió la
cabeza. Ya sabía perfectamente que esas cavilaciones nunca la llevaban a
ninguna parte, y siempre acababan con ella en el cuarto de baño lavándose la
cara e intentando disimular sus ojos enrojecidos. Aunque sabía que iba
mejorando. No pensaba en él tanto como antes, y eso era algo positivo. Sin
embargo, tres años le parecía demasiado tiempo para olvidar tres semanas.
“Es tan corto el amor, y tan largo el olvido”, decía Pablo Neruda en
uno de sus poemas. Y probablemente no podría haber escrito algo más cierto.
Haciendo esas
reflexiones, se puso distraídamente unos shorts
y una camiseta de tirantas. Había quedado con Leire para ir a echar un
vistazo a una librería que acababan de abrir en la ciudad. Por fin era verano,
y ella se lo pasaba con recuerdos tristes. Bueno, en sí no eran tristes, eran
recuerdos preciosos, pero por muy bonito que haya sido algo, por mucha
felicidad que te haya dado, una vez que lo pierdes, al pensar en ello, sólo
sientes tristeza. Irónico, quizás.
Bajó
tranquilamente las escaleras, y le sorprendió ver que Leire estaba esperándola
en el portal.
-Como sabía que
ibas a llegar tarde, he venido a por ti –dijo su amiga, mostrándole una
sonrisa.
-¡No iba a
llegar tarde! Son las seis justas –le enseñó el reloj del móvil a Leire.
-Ya, pero de
aquí hasta la librería hay al menos quince minutos. Cuando quedamos a una hora
no es para que salgas de tu casa a esa hora, sino para que estés en el lugar
que sea –empezaron a caminar.
-Ya, lo sé. Es
que no me he dado cuenta de la hora que era –se disculpó Celia.
-No me digas
que estabas otra vez leyendo –cruzó los brazos bajo el pecho en señal de
fastidio.
-Quería
acabarlo…
-¡Celia, por
favor! ¿Cuántas veces te has leído ya ese libro? ¿Cinco? ¡Tienes-que-olvidarlo!
–en sus ojos se reflejaba la preocupación.
-Cuatro
–corrigió ella-. Déjame que me tome mi tiempo, ¿sí?
-Llevas tres
años tomándote tu tiempo. Necesitas un novio.
La chica no
pudo evitar reír.
-Un novio es lo
que menos me conviene ahora.
-A ver, ¿por
qué?
-Porque tengo
que concentrarme en los estudios.
-Ya, claro.
Seguro que si Payne apareciera aquí, los estudios te importaban un carajo –la
miró de forma elocuente.
-Pues no lo sé,
pero…
-Nada de peros.
Anda, vamos a dejar el tema, que sé que de todos modos no va a servir de nada
–Leire suspiró.
Celia le dio un
abrazo a su amiga sin dejar de caminar, y luego un sonoro beso en la mejilla.
-Gracias por
ser tan buena conmigo, mami –sonrió enseñando los dientes.
Leire sacudió
la cabeza, pero sonrió también.
-¿Y cómo te has
enterado de lo de la librería? –preguntó Celia.
-Pues había un
cartel en la facultad –se encogió de hombros.
-¿En la
facultad? –una de sus cejas se alzó.
-Sí. Suena
raro, pero sí.
Las dos chicas
continuaron su camino hablando de sus cosas hasta que llegaron a la puerta del
establecimiento. En un cartel de letras que imitaban la madera, se leía el
nombre: Cazador de sueños. Celia
pensó que el sitio tenía pinta de librería, pero no de la típica librería.
Parecía sacada de un cuento, toda llena de libros de todas las clases, tamaños
y colores. Decorada con adornos antiguos, al entrar la sensación era de estar
viajando a otra época. Era difícil de explicar, era… diferente.
Se acercaron al
mostrador, tras el cual no había nadie. Leire llevaba un tiempo buscando un
libro, y esperaba encontrarlo allí. Al acercarse, Celia vio que colgando de la
caja registradora –que parecía, o quizás era, de hacía al menos cuarenta años-,
había un diminuto cazador de sueños. A la chica le resultó familiar, pero no
lograba recordar por qué, o dónde lo había visto antes, si es que de verdad lo
había hecho.
-Ya voy –dijo
una voz masculina desde lo que parecía la trastienda.
Una puertecita
se abrió detrás del mostrador y por ella apareció un tipo cargado de cajas que
le llegaban hasta más arriba de la cabeza. Celia estuvo a punto de romper a
reír al ver la imagen, pero se contuvo para no ser maleducada. Para ello, tuvo
que darse la vuelta y fingir que miraba un estante.
-Verá, estaba
buscando un libro y… -empezó Leire.
De repente, se
calló. Celia notó que su amiga le daba un par de golpecitos en el hombro, y se
giró para ver qué pasaba. Su mandíbula inferior se separó ligeramente de la
superior cuando vio al librero. Él abrió mucho los ojos, pero en sus labios se
intuía una sonrisa.
-Cel…
-¿Liam? –no
había ninguna necesidad de preguntarlo, estaba claro que era él, pero aun así
lo hizo.
-¿Tanto he
envejecido? –preguntó, con un deje de diversión en la voz.
Celia ignoró su
pregunta.
-¿Qué… haces
aquí?
-¿No se nota?
–hizo un gesto con los brazos que abarcó la tienda- Tengo una librería. Supongo
que la enseñanza no era lo mío.
-Pero…
-La inauguré
ayer –explicó-. Bueno, la abrí por
primera vez ayer, porque no hubo ninguna clase de fiesta de inauguración o
algo así.
La chica no
entendía nada. En realidad, entendía una cosa. Entendía por qué le sonaba ese
pequeño cazador de sueños; era el de Liam. Todo lo demás carecía de sentido.
-Para serte
sincero, esperaba que vinieras, pero no creía que fueras a hacerlo tan pronto
–ladeó la cabeza-. Vaya, discúlpame. Buenas, Leire.
-Ho… hola
–seguía desconcertada, y casi con toda seguridad estaba planteándose si debía
marcharse o quedarse allí.
-¿Por qué no me
lo has dicho? –cuestionó Celia.
-Pensé que después
de tres años, unos pocos días más no cambiarían mucho –se llevó una mano a la
barbilla, reflexivo-. Y esto daba un mayor golpe de efecto.
Ella negó con
la cabeza, pero esbozó una sonrisa.
-Supongo que
sí.
-Bueno, yo creo
que… -Leire hizo un gesto de despedida con la mano.
-Espera. ¿Qué
libro querías? –las comisuras de Payne se curvaron hacia arriba de forma
amable.
La chica le
dijo el título, y él entró en la trastienda a buscarlo, pues estaba seguro de
que lo tenía.
-¿Y ahora qué?
–preguntó Leire en voz baja cuando él hubo desparecido por la puerta.
-No lo sé –su
amiga se revolvió, inquieta-. No sé qué debo hacer.
La chica no
pudo contestar, ya que Liam apareció con un libro de cubierta dura en la mano.
-¿Es este?
–sabía que sí.
-Sí, muchas gracias,
¿cuánto es? –sacó su cartera.
-Diecisiete.
Quince para ti –guiñó un ojo-. Te haría un descuento mayor, pero todavía no sé
si el negocio me va a dar para más.
-Tranquilo, ten
los diecisiete –puso el dinero en la mesa.
-De ninguna
manera –cogió el billete de diez y el de cinco, pero dejó los dos euros.
La chica
suspiró y se guardó las monedas. Disimuladamente, se puso a mirar libros en la
esquina más alejada de la tienda.
-Encantado, me
llamo Liam y soy el dueño de esta librería –tendió una mano.
Celia dudó un
segundo, pero se la estrechó. Sintió un agradable cosquilleo por toda la piel
que estaba en contacto con la de él.
-Celia,
estudiante de Filología Inglesa. Mucho gusto.
Los dos
sonrieron a la vez.
-No parece que
esta tarde vaya a tener muchos clientes… ¿Te apetece ir a tomar un café? –sus
intensos ojos destellaron al mirarla.
-Tal vez podría
ser un té –una de las comisuras de sus labios se alzó.
-No estaría
nada mal –se inclinó un poco hacia delante-. Por cierto, ya sé que mi español
es perfecto y a lo mejor no lo has notado, pero soy británico.
Celia soltó una
leve carcajada.
-Entonces no
hay duda de que te gustará el té.
-No hay duda de
que me gustarán muchas cosas –respondió con una sonrisa enigmática.
FIN.
[Y aquí se acaba. Quiero daros las gracias a todas las que, cuando no estabais muy convencidas al principio, cuando no os gustaba la idea de que estuviera narrado en tercera persona, seguisteis leyendo. Ha sido muy importante para mí contar con vuestro apoyo, y lo agradezco infinitamente. Deciros que os quiero se queda corto. Espero que este #Imagina os haya gustado, y agradecería mucho que me dejarais un comentario o una mención en twitter diciéndome vuestra opinión sincera, y si podéis me dijerais qué ha sido lo que más os ha gustado del #Imagina (la parte, o la situación, o lo que sea) y lo que menos. Me hacéis sonreír con cada una de vuestras palabras, sois lo mejor. Por enésima vez, gracias.
Atte: Ana.]
Aiiii Anaa se me ha echo taan cortoo! Me encantaa se queda cortisimo para describir ese final. Ha quedado genial y no he notado que esta en tercera persona de lo concentrada que estaba. Mi parte favorita es el reencuentro sin duda, y bueno, no hay parte que no me guste porque este imagina es PPERFECTO E INCREIBLE. Espero el siguente con muchas ganas. Mi twitter es @MarMars15 por si me quieres decir algo de todo esto que te he escrito :) Un besazo guapisima <3
ResponderEliminarMe has dejado sin palabras,un Imagina precioso,escribes geniál,sigue así,espero que en el futuro escribas muchos libros! :)
ResponderEliminarAtentamente: una lectora compulsiva
Besos.
Me he leído las dos últimas partes ahora, y tengo que decirte que no lloré, pero por poco (y creo que es difícil hacerme llorar con cosas así). Este imagina ha sido diferente, pero creo que para bien. Se te da genial escribir en primera persona, y ahora has demostrado que también en tercera. Todo escritor necesita un cambio de vez en cuando, y creo que he apoyado este cambio desde el principio. Me encanta la trama, es... No sé cómo llamarlo. Puede que provocativo sea la palabra. He leído alguna que otra fanfiction relacionada con los chicos siendo profesores y cada vez que leo más sexy me parece la idea. En fin, que me ha gustado en todos los aspectos. <3
ResponderEliminar@MAFGdreamer
Increíble Ana... Creo que cada vez escribes mejor, y mira que es difícil porque es genial la forma es que expresas cada una de las situaciones con las palabras adecuadas :) Debo decirte que a partir de ahora no hay tantos comentarios míos ni marco la asilla de "es genial" porque ahora el 99% de las veces te leo desde la tablet y y no sale lo de marcar la asilla y escribir un comentario es eterno desde ahí así que a partir de ahora cuando veas los "es genial" que hay, suma 1, el mio. Por eso al final de cada capítulo vengo y te escribo un testamento como este....jajaja bueno... Al principio, supongo que como a todas, me parecía raro el hecho de leer en tercera persona, pero a medida que iba avanzando el #Imagina me iba gustando ese recurso más y más. Creo que ya sabes que aquí tienes una fiel lectora para largo rato, que te la has ganado tu con tus palabras tan perfectamente bien redactadas. Las gracias te las tengo que dar soy porque como ya te dije, has hecho que me apasionase a la lectura, así que muchas gracias y espero el siguiente con muchísimas ganas ;)
ResponderEliminarPD: ¿Vas a hacer algún tipo de resumen de el de Harry? Es para volverme a leer algunas partes o no :)
@JuliaSP9
ANAAAAAAAAAAAAAAA! Es genial! ME ENCANTA ME ENCANTA ME ENCANTA! No hagas caso a lo que te digan, porque eres genial y me encanta como escribes y absolutamente todos tus imaginas. Gracias.
ResponderEliminarAnaaaa bendita seaaas jajajaja escribes realmente bien cariño, este es uno de los imaginas que mas me han gustado, creeme ha sido muy emocionante, gracias por compartirlo con nosotr@s :))
ResponderEliminar