miércoles, 26 de febrero de 2014

EN UN INSTANTE - Capítulo 14

Londres, con aproximadamente nueve millones de habitantes, es la vigésimo segunda ciudad más poblada del mundo, y la más poblada de Europa occidental. Por Londres pasan sobre unos quince millones de turistas al año, sin contar la gran cantidad de gente que se desplaza desde ciudades cercanas a la capital porque su trabajo está allí. En fin, supongo que os vais haciendo una idea de lo bullicioso que es Londres. Allí, eres como un pequeño insecto que corre el riesgo de ser aplastado por otros cientos de insectos que luchan por abrirse paso entre las ajetreadas calles. Por supuesto, perderse del grupo es tan fácil como parpadear; de hecho, con un simple parpadeo, es posible que tus compañeros de gesta ya hayan desaparecido. No es que las calles sean una avalancha de gente, pero –y estamos hablando de la zona turística- entre los coches, los autobuses, las decenas de grupos de turistas de todo el mundo, y los ciudadanos de a pie, se forma una especie de caos al que cuesta familiarizarse.

Nosotros íbamos en un grupo que afortunadamente todavía permanecía de una pieza, en dirección al Museo Británico. Ya faltaba poco para llegar, y estábamos bastante cansados porque el profesor de historia había decidido que era mejor ir andando que coger el metro. Bueno, al menos me consolé pensando en que era una forma de hacer ejercicio y con suerte volvería a casa con algunos kilos menos.

Caminábamos por la avenida Bedford cuando Steph, que llevaba todo el trayecto hablando con Harry, decidió venirse a mi lado. Niall se apartó un poco, e instantáneamente los chicos lo arrastraron con ellos. He de admitir que me resultó bastante significativo que, aunque yo no abrí la boca a menos que él me preguntase, Niall estuvo toda esa parte del recorrido a mi lado, como si sencillamente disfrutase de mi compañía. Absurdo.

-Es mono, ¿verdad? –me preguntó Steph.
-¿Niall? –nuestras voces eran susurros.
-No, tonta. Bueno, también. Pero me refería a Harry –le señaló disimuladamente con el dedo.
-Ya me dijiste que te estabas enamorando locamente de él.
-¿Yo dije eso? –mi amiga alzó inconscientemente primero una ceja y luego la otra, lo que me produjo un ataque de risa-. Ja, ja –bufó Stephanie.

Cuando la risa convertida en tos remitió, me enjugué las lágrimas y respiré hondo varias veces para recuperar el ritmo normal.

-Sí tú –conseguí contestar.
-Tiene sentido –esbozó una sonrisa y quitó la tapa al objetivo de su cámara-. ¿Nos hacemos una foto?
-Sabes mi política anti-foto –no tenía ninguna gana de afrontar la imagen que los demás veían de mí cada vez que me miraban, ya tenía bastante con verla en el espejo cuando tenía que peinarme.
-¿Ni siquiera en el viaje? –puso cara suplicante, pero yo negué con la cabeza.

Giramos a la derecha para cambiar de calle, y Stephanie intentó convencerme para que usáramos su cámara, aunque yo seguí en mis trece.

No sé si os habrá pasado alguna vez, pero a mí me ocurre que cuando estoy haciendo turismo en una ciudad, muchas veces me olvido de que es eso lo que estoy haciendo, y cuando voy por la calle me pongo a pensar en mis cosas en lugar de mirarlo todo. Cuando llego a monumentos, claro, sí presto atención, pero me molesta porque una ciudad no son sólo sus lugares más turísticos, sino que más bien es todo lo demás. Pero, inevitablemente, eso me pasó en mi viaje a Londres. Tomamos la calle Great Russell y de repente teníamos el Museo Británico ante nuestros ojos, y yo casi ni me había dado cuenta de cómo habíamos llegado hasta allí.

No os aburriré con la visita “auto” guiada que el señor Jackson nos ofreció de su adorado museo, porque en cualquier caso llegó un punto en que dejé de escuchar lo que decía sobre una máscara suramericana encontrada en el templo del nosequé. No os confundáis, algunas de las cosas que había allí dentro me parecieron sorprendentes, si bien por otro lado me pregunté qué habría en los museos griegos y egipcios, porque todas sus reliquias importantes parecían estar ahí –y quizás no quede bien que una británica lo diga, pero había cosas que no deberían estar allí sino en sus países de origen-. Sea como sea, fue una visita interesante pero demasiado larga para mi gusto.

El profesor de historia nos dejó un rato libre mientras él admiraba con detenimiento exasperante una de las exposiciones, y los chicos, Steph y yo fuimos a la tienda de recuerdos.

-¿Vais a comprar algo? –preguntó Zayn antes de que entraramos.

Todos dijimos que no.

-¡Qué más da! Seguro que hay figuritas o juguetes que dicen pruébame para los niños pequeños –Louis, que encabezaba la marcha, se giró para mirarnos-. Y si a mí me dicen pruébame, yo lo dejo todo y pruebo.
-Me pregunto qué será de tus hijos el día que tengas –Liam negó con la cabeza.
-Seré un padre mucho más didáctico porque me pasaré el día jugando con mis hijos –Louis guiñó un ojo.
-Pobres niños –suspiró Harry.
-Qué dramáticos.

Entramos en la tienda –que con sólo nosotros ya parecía llena- y echamos un vistazo a las cosas que tenían. Louis encontró, para su felicidad, unas piezas de madera que imitaban esculturas y estuvo jugando con ellas hasta que la dependienta le dijo algo así como “se mira pero no se toca, madura ya”. Bueno, puede que lo de madurar lo haya añadido yo.

-¿Qué vamos a hacer esta noche? –peguntó de repente Zayn.

Saqué el arrugado papel de la planificación, que llevaba en la mochila, y lo miré, aunque ya sabía lo que ponía.

-“Cena en el hotel y hora de dormir” –leí en voz alta.
-Es decir, “cena en el hotel y fiesta” –intervino Louis.
-Tú a jugar con los muñecos –le ordenó Harry.
-No puedo, me han castigado sin juguetes –señaló a la dependienta y su cara se tornó infantil.
-No quiero ser aguafiestas, pero mañana hay que andar bastante… -miré las actividades del día siguiente.

Steph me lanzó una mirada elocuente y se colocó a mi lado.

-Lo que quiere decir es que en lugar de salir por ahí, deberíamos quedarnos en el hotel… pero no durmiendo, claro está –explicó.
-No, yo…

Todos debieron ver el codazo que me dio, y yo en ese momento sentí que me hubiera partido una costilla. Como se me cortó la respiración, me callé.

-Claro, podemos explorar el hotel –sugirió Louis.
-Sí, como los boy scouts –Zayn puso los ojos en blanco.
-Lo decía en serio –su amigo se hizo el ofendido.
-Yo soy más de jugar a la botella.

Me entraron unas ganas tremendas de darle ahora a Steph yo un codazo, o un rodillazo, o un cabezazo, porque sabía que lo decía sólo para intentar favorecer algo entre Niall y yo, pero me contuve porque habría quedado un poco violento. No pude evitar, sin embargo, que de mi garganta surgiera un débil sonido de protesta.

-¿No te gusta jugar a la botella? –me preguntó Niall.

Negué con la cabeza. Sólo había jugado un par de veces en toda mi vida, pero nunca daba buenos resultados, porque cada vez que a alguien le tocaba darme un beso, o decirme algo sugerente, o encerrarse conmigo en una habitación, buscaban una excusa para decir que la tirada no había valido. A veces pensaba que habrían preferido arrancarse una uña antes que hacer nada de eso conmigo. Así que no, no me gustaba jugar a la botella.

-¿Tienes miedo de tener que pasar cinco minutos con Niall en una habitación a oscuras? –Harry alzó las cejas y esbozó una sonrisa pícara.
-¿O de tener que darle un beso? –añadió Louis.

Yo noté como empezaban a subírseme los colores a las mejillas, con el consiguiente estrés que me producía que todos me estuvieran mirando y bromeando sobre mí. Steph pareció darse cuenta, porque intentó arreglar el barullo que se había empezado a formar.

-Pues claro que no le da miedo –me defendió ella.
-Puede hacerlo, entonces –propuso Louis.
-Yo no he dicho… -rápidamente se dio cuenta de que eso había sido aún peor.
-Técnicamente, lo has dicho –rebatió Zayn.

Miré a Niall a la desesperada, pero él tampoco parecía saber qué decir. O quizás no quería hacerles cambiar de opinión. Por supuesto, esta última opción ni siquiera pasó por mi cabeza en ese momento.

-Que lo haga, pues –pidió Louis.
-Pero…
-Vamos, son sólo cinco minutos –Zayn había empezado a apoyarles.
-Así tenemos una excusa para no tener que pasearnos por el hotel al estilo Indiana Jones, como proponía el señor Tomlinson –argumentó incluso Liam.
-¿Y nosotros mientras? –preguntó Steph, suspirando.
-Pegamos el oído a la puerta para intentar escuchar si pasa algo –Harry sonrió.
-No va a pasar nada –rebatí.

Me sentía algo ofendida por que ellos debatieran sobre si Niall y yo íbamos a pasar cinco minutos encerrados o no en una habitación, pero había llegado a ese punto en que si no lo hacía, iba a parecer una cobarde, y Niall podía pensar que le tenía miedo o algo así, y no quería que pensara eso de mí. Así que acepté. Visto con perspectiva, está claro que los chicos simplemente estaban intentando juntarnos.

-¿Ni un besito? –Louis puso morritos.
-Vaya, ¿a quién quieren convencer para que te bese?

La irritante voz de Amber me llegó desde detrás, y ni siquiera me giré para mirarla.

-¿A mi…? –empezó a decir, pero Niall la cortó.
-Amber –me resultó extraño cómo dijo su nombre; fue como si la conociera muy bien, e imprimió una mezcla de súplica y advertencia, algo no demasiado compatible.
-Ah –me la imaginé poniendo los ojos en blanco-. En fin, el señor Jackson dice que a la puerta todo el mundo. Nos vamos al hotel y me ha mandado como paloma mensajera.

Supongo que se fue, sin más, y yo sentí una profunda rabia recorrerme desde el estómago hasta la garganta. Quizás esa rabia fue lo que no me hizo darme cuenta de lo insólito de la interrupción de Niall a Amber, pero el caso es que no pensé en eso.

-Entonces, ¿no queréis nada? –nos preguntó Liam.

Volvimos a negar con la cabeza y salimos de la tienda de recuerdos.

-Lo siento –me susurró Steph mientras íbamos hacia la puerta.
-No importa –me encogí de hombros, aunque en realidad pensaba que iba a ser algo muy tenso, y estaba preocupada.
-No pretendía… -volvió a excusarse.
-Lo sé –dije, antes de que ella terminara.

De vuelta al hotel, la felicidad que había sentido durante la ida al museo se había desvanecido como si de un globo se tratase. La simple presencia de Amber ya me había puesto de mal humor, y lo otro, ya lo he dicho, me preocupaba. Era un reto estúpido surgido de una conversación estúpida, pero para mí tenía mucha importancia.

Para la cena en el hotel tuvimos buffet libre, y los chicos estuvieron metiéndose un poco más conmigo. Ahora me molestó algo menos, pero en cualquier caso no cené casi nada, y subí a la habitación mientras Steph aún seguía comiendo. Me duché –pelo incluido- e intenté adecentarme un poco. Me recogí el pelo húmedo en una trenza porque no sabía qué otra cosa hacer con él y abrí sintiéndome una ladrona la bolsa de maquillaje de Steph (como la había sacado ella antes para peinarse, al menos no tuve que rebuscar entre las cosas de su maleta). Dubitativa, saqué su máscara de ojos y me miré en el espejo. Quizás la cara se vería un poco mejor. Me la apliqué, intentando no echar mucho, y en efecto mis ojos parecieron un poco más grandes. Cogí también su barra de maquillaje y me planteé echarme, pero eso me pareció demasiado para mí, de modo que la volví a meter en su sitio y coloqué el estuche donde estaba.

Tocaron a la puerta y pensé que sería Steph, pues me estaba empezando a extrañar que llevara tanto rato comiendo. Fui a abrir, y para nada me esperaba encontrarme cara a cara con Niall.

-Hola –me saludó él.

Hice un gesto de saludo con la mano.

-¿Y Steph? –pregunté.
-Abajo. El señor Jackson está dando las instrucciones para mañana –me contestó él.
-Ah.
-No tienes por qué hacerlo –soltó Niall de repente, y yo sabía perfectamente a qué se refería.
-Quiero hacerlo –dije, si bien no estaba muy segura de querer-. Soy antisocial, pero puedo pasar cinco minutos a solas con una persona.

Eso arrancó una bonita sonrisa a los labios de Niall.

-Ellos no tardarán en venir –me aseguró-. Podemos ir empezando, si quieres.
-Está bien –me encogí de hombros, repentinamente más tranquila.
-Son las ocho y siete minutos –dijo, mirando su reloj-. A las ocho y doce te libero.


Yo también sonreí, y me hice a un lado para que Niall pasara al dormitorio. Tras eso, cerré la puerta y, respirando hondo, me volví hacia el chico de ojos azules.  


[Bueno, bueno, ¿qué creéis que pasará en esa habitación? Se aceptan apuestas ;-). Espero que este capítulo os haya gustado, y os pido por favor que, como siempre, comentéis o aquí o por menciones -o ambas cosas- y que marquéis la casilla con la opción que mas se ajusta a lo que pensáis del capítulo. Espero que os vaya gustando más, y muchas gracias por leer.]

10 comentarios:

  1. Esta muy bien! Me encantó! Pero fue un poco corto :c por lo demás perfect! Te quiero ana asdsfjk

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  2. Ayyyyyy q pasaraaaa ?!?!? Seguro q algo q nos dejara con la boca abierta jajajaj. Me encanta esta noveeeeelaaaa ;). Un besooo

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  3. muy genial como siempre !!!, me encanta sube el otro pronto !! esta buenisimo te adoro.

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  4. Una simple frase:
    CREO QUE ME DESMAYO D:

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  5. Uuuuuuhhhhh *cara sexy* :jjjj algo pasa aqui ggggggg algo muuuuy lendo y besho, MALDITO CEREBRO SECO, NI PARA COMENTAR PUEDES PENSAR EN ALGO JA JA JA JA

    They'll either want to kill you, kiss you, or be you.
    -G

    PD: eres la mejor escribiendo I love you

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  6. Por que lo dejas ahí!!!!? :( moriré
    Like always: perfect :) quizás un poco... sin acción(?) Pero muy asdfghjkl next :)

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  7. ¡Genial! Está genial.
    He descubierto este blog gracias a otro, como son las cosas, ¿eh?
    Bueno, sigue, que engancha.
    Un besito.

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  8. Entré al blog para ver si ya habías subido por alguna extraña razón y/o alineación de los astros, pero leí mi comentario y fue como: "¿Por qué es tan pequeño y asqueroso?" y mi gran e inteligente cerebro dijo: "Porque eso lo escribiste a las siete de la mañana y estabas dormida" y dije yo: "Eso tiene mucho, pero mucho, mucho sentido". Y ahí está la razón de mi caca-comentario.

    En fin, te voy a dejar el comentario real (lo digo como si el otro fuese imaginario o algo):

    ¿¡QUÉ HAS HECHO!? ¿QUIERES MATARME? ¿POR QUÉ LO DEJAS AHÍ? ¿Qué te he hecho yo para que me dejes con la intriga? D: A saber qué pasa con Niall y con la protagonista. Tengo tres posibles posibilidades de lo que va a pasar(?):

    1- Están a punto de besarse y entran los chicos y Steph, así que tienen que separarse y hacer como si no hubiese pasado nada.

    2- Están hablando de... algo... Entonces, alguno de los dos hace una pregunta algo "comprometida" y el otro no sabe qué responder, y justo cuando iba a hacerlo, entran los chicos y Steph.

    3- Se están besando (o apunto de besarse) y entra Amber y se queda como--> :O

    Las apuestas están hechas señoras y señores. ¿Quién ganará? El que lo haga se llevará... *redoble de tambores* ¡NADA! *el público aplaude emocionado* *el presentador sonríe* *vienen los del psiquiátrico y me meten en una celda aislada y con camisa de fuerza*

    No estoy loca. Soy especial :)

    En fin... demasiada tontería por hoy, creo.

    TEEEEEEEE ADOOOOOOOOOOROOOOOOOOOO <3 Sube pronto o iré a tu casa y te... haré cosquillas(?) BUAJAJAJAJA.

    Ya paro, no me miren así D:

    Besooos xx

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  9. Da igual lo que pase o no en esa habitación, porque viniendo de ti será algo increíble, lo sé. Solo quiero decirte que a mí es el que más me está gustando. Quizás ayude que Niall sea mi debilidad o cosas así, idk. Pero respecto al imagina en sí, tu manera de redactar las cosas, de describir, y todo, me encanta, eres increíble Ana.
    Una anónima para que sonrías ;)

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  10. Hola! Me gusta mucho la novela, aunque -y no es para ofender- estaria mejor si no hubiera taaanta reflexion en la novela, algo asi como en la de Harry, hay mas dialogo o acciones, no pensamientos. Bueno, solo eso, espero que no te enojes, si me gusta mucho de lo que se trata la novela, solo digo que bueno, estaria genial si hubiera menos reflexion y eso :) besos

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