Dejáis las maletas en vuestro camarote t te tiras en la cama
a ver si es cómoda. Para tu sorpresa, es realmente blandita.
-¡Ven, Nialler, túmbate! –exclamas.
Él se lanza a tu lado de un salto.
-¡Qué cómoda! –luego ríe con picardía- Tendremos que usarla
bastante, ¿no?
-Claro, pero primero vamos a dar una vuelta por el barco.
Te levantas y tiras de Niall de la mano para que se levante
también, y él lo hace, pero cuando está de pie, coge tu cintura con la otra
mano de manera que quedas enroscada en sus brazos, con tu espalda tocando su
pecho, como en los bailes típicos latinos.
Niall te besa el cuello sensualmente.
-¡Estamos en un crucero y lo único que quieres ver es la
cama!-dices, riendo.
-No estaría mal, la verdad, pero sólo si es contigo –él
también ríe.
-Pues no, vamos a salir a que nos dé el aire –te separas de
él, aunque te requiere bastante fuerza de voluntad.
-Está bien –acepta finalmente Niall.
Te roba un beso y cuando estáis saliendo del camarote, te da
un cachete en el trasero. Tú lo miras y él sonríe inocentemente.
-Tonto –dices, riendo.
-Guapa.
-Mentiroso.
-Te quiero.
-Y yo.
Busca tu mano con la suya y juntos os vais a dar una vuelta
por el barco.
Después de dar una vuelta por las tiendas, salones,
restaurantes, piscinas, y demás, os dirigís a la cubierta simplemente para
pasear. Por allí no dejan de pasar camareros con bandejas llenas de bebidas, y
al cruzaros con uno, Niall coge una flor natural que tiene una de las bandejas
en el centro, como decoración, ante la mirada sorprendida del camarero.
Niall te recoge parte del pelo detrás de la oreja y te
coloca allí la flor.
-Preciosa –murmura.
Tú le besas.
-¿Por qué eres tan increíble? – le preguntas.
-Se me habrá contagiado de ti –te da un fugaz beso en el
cuello.
-No lo creo –te apoyas en la barandilla del barco, de
espaldas al mar.
-Yo sí –Niall se acerca a ti y te abraza por la cintura.
Te das la vuelta y miras el agua.
-¿Qué pasaría si me cayera al mar? –preguntas, de broma.
-Que me tiraría contigo –apoya la barbilla en tu hombro.
-Seguramente no conseguirías salvarme y moriríamos ahogados
–dices en tono solemne, aunque la conversación es en broma.
-Sería una muerte muy dulce…
Le interrumpes.
-Sería salada, el agua del mar es salada –ríes.
-Si pudiera elegir como morir, desearía que fuera a tu lado
–te besa la mejilla, como distraídamente, quizás para él no sea una broma esa
conversación-. Y si tú murieras, preferiría hacerlo yo también. No podría vivir
sin ti.
Tú te giras de nuevo y vuelves a besar sus labios cálidos,
ahora de forma más prolongada, dejando que él te acaricie y acariciándole tú a
él mientras.
-¿Ves? En la cama no habría posibilidad de que nos
ahogásemos –ahora Niall también bromea.
-Tienes toda la razón, es un sitio realmente seguro –dices.
-Aunque a veces temo que me dé un ataque al corazón.
-Pero si no solemos…
-Ya, pero sólo con mirarte, los latidos me van el doble de
rápido. Pero me pasa siempre, cada vez que te veo, no sólo en la cama –sonríe,
y coloca tu mano, la que está entrelazada a la suya, en su pecho, en el lugar
del corazón-. ¿Lo sientes?
Asientes con la cabeza. Es verdad, late bastante deprisa.
-Late por ti –besa la palma de tu mano.
-Niall.
-¿Sí?
-¿Nos vamos al camarote? –preguntas con una sonrisa pícara
en los labios.
Él te alza un poco por la cintura, contento.
-Eso no se pregunta, amor –ríe.
Y juntos os vais a vuestro camarote, donde compartís y
hacéis ese amor que os profesáis el uno al otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Motivos para sonreír.