Desde
el coche, observas alejarse el instituto.
-¿Qué
tal el día, señorita? –te pregunta el chófer.
-Charles,
te he pedido mil veces que no me llames así –protestas-. Y además, creía que ya
habías dejado de hacerlo.
El
conductor señala con la cabeza el asiento del copiloto del coche, y, para tu
sorpresa, te das cuenta de que tu madre está sentada ahí.
-¡Mamá!
–exclamas; no suele ir a recogerte a ningún sitio, siempre está ocupada.
Ella
se gira y te mira.
-¿Cómo
te ha ido, cariño?
-Bueno,
bien.
-¿Has
hecho amigas?
-Amigos
–dices con timidez.
Tu
madre frunce el ceño.
-Y
esta tarde tengo que venir al instituto porque tengo que aprender a tocar la
guitarra y me van a enseñar…
Ella
suspira, pero asiente.
-¿La
traerás, Charles?
-Por
supuesto.
Tú
quieres protestar, preferirías ir andando, no quieres arriesgarte a que Niall
te vea dentro de ese pedazo de coche. Aunque tu casa está a más de media hora
del instituto…
-Gracias
–acabas diciendo.
Después
de comer te cambias de ropa. Te pones unos shorts y una blusa con un estampado
de flores muy pequeñas. Te recoges el pelo en una cola, aunque te caen algunos
mechones alrededor de la cara.
-¡Me
voy! –gritas al salir, pero tus padres no están en casa, así que los únicos que
te escuchan son la gente del servicio, que está ordenando todas las cosas de la
mudanza.
-Vaya,
viene muy guapa –Charles te sonríe cuando entras en el coche.
-Charles,
ya no está mi madre. Puedes tutearme, ¿recuerdas? –te cruzas de brazos.
-Tienes
razón.
Tú
sonríes.
-Y
gracias –te sonrojas.
Por
algún motivo, sientes que tu seguridad aumenta al decirte que vas guapa. ¿Por
qué será? Sólo vas a ver a Niall, tu amigo… Si fuera Zayn a quien vas a ver, a
lo mejor lo entenderías…
Le
pides a Charles que aparque una calle antes del instituto, y él accede. Caminas
hasta la puerta, pero no te encuentras a Niall. Mejor, así seguro que no te ha
visto. No sabes dónde están los sitios allí, por lo que le preguntas a la mujer
de conserjería, y te indica el camino que tienes que seguir hasta el auditorio.
Conforme
te vas acercando, escuchas un sonido precioso. Es una guitarra, de eso no hay
duda. Y quien sea que la esté tocando lo hace realmente bien. Piensas que a lo
mejor ya han cogido el auditorio y Niall y tú os tenéis que ir a empezar a
practicar a otro sitio. Sin embargo, te acercas a ver. Para tu sorpresa, ves a
Niall sentado en un taburete, muy concentrado, tocando la guitarra. Más que
tocarla, sus dedos parecen acariciar las cuerdas. Te quedas así, pasmada,
escuchando la maravillosa melodía, y a la vez observando la dulce expresión de
concentración de su rostro. Te das cuenta de que no sólo sus ojos celestes son
preciosos, sino que todo él lo es. ¿Por qué no te has dado antes? A lo mejor es
que estabas tan eclipsada con Zayn que no has sido capaz de ver que Niall es
casi igual de guapo que él. O igual.
Te
quedas embobada hasta que termina la canción, y entonces Niall ve que estás
allí, mirándole.
-Lo
siento, no me había dado cuenta de que habías llegado –se disculpa,
levantándose del taburete.
Tú
aún estás como en otro mundo.
-Guau…
Eso ha sido… buf, increíble –señalas la guitarra.
-Gracias
–sonríe-. Llevo muchos años tocando…
-Ya,
tranquilo, sé que yo nunca voy a ser capaz de hacer… eso –ríes.
-¿Quién
te dice que no?
-Que
soy nula para aprender a tocar instrumentos, te lo dije esta mañana.
-Eso
ya lo veremos –Niall acerca un segundo taburete al suyo.
-Ay
Dios… Espero que tengas mucha paciencia –frunces el ceño.
-¡No
seas tonta! –te mira con reproche.
-Lo
soy un poco, pero es que es verdad… ¿Por qué no merendamos o algo antes de ponernos
con esto? –te muerdes el labio.
Niall
ríe.
-Retrasar
el momento no va a hacer que nunca llegue.
-Ya,
pero me da tiempo a prepararme un poco más… psicológicamente y eso.
No
sabes por qué, pero te notas nerviosa. Y tienes algo de miedo de que Niall vea
que eres malísima tocando.
-Pero
en realidad no puedo resistirme si se trata de comer… -él sonríe.
-¿Es
que te gusta comer? –preguntas, también sonriendo, aunque con algo de
nerviosismo.
-Me
encanta. Podría decirse que es uno de mis hobbies –deja su guitarra con cuidado
en el suelo.
Tú
rompes a reír.
-Bueno,
pues habrá que ir a merendar, ¿no? –dices, contenta.
-Sí,
sí, pero no te creas que tenemos que perder demasiado tiempo, que hay aquí en
el instituto una máquina de estas que suelta zumos, batidos, bollería y demás –pone
una sonrisa de medio lado.
-Oh,
vaya… -suspiras- Espero que la máquina esté muy, muuuuuy lejos –sonríes inocentemente.
Prefieres
cuando estáis bromeando, porque sientes que si dices algo inapropiado, él se lo
va a tomar como una broma y no se va a enfadar contigo. Pero, ¿por qué te
preocupa tanto que se enfade contigo? Probablemente porque es uno de tus únicos
amigos aquí… ¿no?
-Pues
está justo ahí –Niall señala una máquina que queda a unos diez metros.
-Jo
–suspiras.
Vais
hasta la máquina.
-¿Qué
quieres tú? –pregunta él.
-Yo
un batido de chocolate y… -miras a ver qué hay- una palmera también de
chocolate. Sí, soy adicta al chocolate –ríes.
-Lo
mío es peor, soy adicto a la comida en general –te imita, y mete dinero en la
máquina.
-¡Eh!
¡No vale! –protestas.
-¿El
qué?
-No
te voy a dejar que me invites –entrecierras los ojos.
-Pues
ya he metido el dinero –sonríe triunfal.
-Entonces
yo te invito a ti–pones los brazos en jarras.
-Sería
muy poco caballeroso si te dejara hacer eso –argumenta Niall.
Si
él supiera que no te cuesta nada invitarle, que podrías haberle invitado todas
las tardes del año a merendar a un Starbucks –con lo caros que son- y tus
padres ni siquiera se darían cuenta de que les falta ese dinero… Pero eso no se
lo puedes decir, claro.
-Bueno,
haz lo que quieras –bufas.
Él
coge un batido y dos cañas de chocolate. Cuando ves lo grandes que son, Niall
se encoje de hombros como diciendo: “ya te he dicho que soy un tragón”.
Tú
sonríes, y os sentáis a comeros las cosas en el suelo del escenario.
Dejáis
la bollería en el suelo mientras abrís vuestros batidos, y cuando vais a coger
tú tu palmera y él su caña, vuestras manos se rozan. Alzas la vista y ves que
Niall te mira con esos ojos tan bonitos y penetrantes. Pero no aparta la mano.
Sientes su cálida piel sobre la tuya, y un estremecimiento te recorre la
espalda. Te sonrojas, y eres tú la que, finalmente, aparta la mano para coger
tu palmera. Eso que has sentido ha sido muy raro… Miras a Niall, y durante un
segundo a quien ves es a Zayn. Sin embargo, esa extraña sensación que has
experimentado cuando has rozado a Niall está ahí…
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AAAh como nos dejas asi?!?! como sabes donde para... XD en serio, la adoro, me encanta, y desearia ser la chica del imagina en la vida real...jejeje bueno que me encanta, y ya te dejo en paz,que soy muy pesada... :P un besazoo
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