Los
siguientes días tienen un transcurso muy extraño. Al menos, nada sucede como tú
esperabas que lo hiciera. Louis y tú os habéis vuelto a ver, por supuesto, pero
no habéis sacado el tema de qué va a haber entre vosotros a partir de ahora. Tú
notas que hay algo diferente, en la forma de miraros y de hablaros, si bien es
algo muy sutil, casi imperceptible. Y sobre todo, todavía no ha habido un
maldito beso. Quizás basándote en la infinidad de películas románticas que has
visto, tienes la sensación de que hasta que no haya beso, no hay nada
confirmado.
En
ese momento estáis en tu cuarto, Louis sentado en tu cama con las rodillas
dobladas y tú apoyando tu espalda en sus piernas, pero en lugar de por delante,
por el lado. Así, haciendo los dos una figura con forma de L, puedes mirarle de reojo de vez en cuando. Ayer acabasteis vuestro
trabajo de Arte y hoy estáis haciendo el resumen del fragmento de Romeo y Julieta. No es que sea estrictamente
necesario que lo hagáis juntos, pero estás tan acostumbrada a ello que hacer
los deberes sin Louis sería como hacerlos sin papel y lápiz. Inconcebible.
Como
venís haciendo a lo largo de la tarde, para que el trabajo sea algo menos
tedioso, tú lees en voz alta las partes de Julieta y él las de Romeo.
-“¿Quién fue tu guía para descubrir este
sitio?” –preguntas, con mucha menos pasión en la voz de la que debería
poner alguien que interpretara el papel de la enamorada.
-“Amor, que fue el primero que me incitó a
indagar; él me prestó consejo y yo le presté mis ojos. No soy piloto; sin
embargo, aunque te hallaras tan lejos como la más extensa ribera que baña el
más lejano mar, me aventuraría por mercancía semejante” –Louis sí pone
intensidad en sus palabras; siempre le gustó más la literatura.
-“Tú sabes que el velo de la noche cubre mi
rostro; si así lo fuera, un rubor virginal verías teñir mis mejillas por lo que
me oíste pronunciar esta noche. Gustosa quisiera guardar las formas, gustosa
negar cuanto he hablado; pero, ¡adiós cumplimientos! ¿Me amas? Sé que dirás:
sí, yo te creeré bajo tu palabra. Con todo, si lo jurases, podría resultar
falso, y de los perjurios de los amantes dicen que se ríe Júpiter. ¡Oh gentil
Romeo! Si de veras me quieres, decláralo con sinceridad; o, si piensas que soy
demasiado ligera, me pondré desdeñosa y esquiva, y tanto mayor será tu empeño
en galantearme. En verdad, arrogante Montesco, soy demasiado apasionada, y por
ello tal vez tildes de liviana mi conducta; pero, créeme, hidalgo, daré pruebas
de ser más sincera que las que tienen más destreza en disimular. Yo hubiera
sido más reservada, lo confieso, de no haber tú sorprendido, sin que yo me
apercibiese, mi verdadera pasión amorosa. ¡Perdóname, por tanto, y no atribuyas
a liviano amor esta flaqueza mía, que de tal modo ha descubierto la oscura
noche!”
Te
quedas callada durante unos segundos, incapaz de mirar al joven. Desde que ha
salido de tus labios ese “¿Me amas?”,
en realidad pronunciado por Julieta, has notado que las piernas de Louis se
tensaban, y tú misma has sentido como si le estuvieras preguntando a él y no a
Romeo.
-Así
es como deberías haber leído todo el rato –comenta él pasados unos minutos.
-¿Así
cómo? –miras fijamente a tus pies, que intuyes bajo la pequeña mantita que los
cubre.
-Parecía
que de verdad estuvieras sintiendo ese amor y esa pasión –contesta despreocupadamente,
si bien los dos sabéis que esa despreocupación es fingida.
-Nadie
puede sentir el amor y la pasión que sentían Romeo y Julieta –luchas por no
sonrojarte.
-No
digas tonterías, todo el mundo puede sentirlo –te contradice Louis.
-Demuéstramelo
–te atreves a decir.
Él
guarda silencio. Sabes que está luchando consigo mismo por decir o hacer algo,
aunque no estás muy segura de qué. Sin embargo, cierra el tema de conversación
con un suspiro.
-¿Vas
a ir al baile de Navidad? –pregunta.
Pones
los ojos en blanco, desencantada de que no se haya atrevido a dar por fin el
paso. Eres consciente de que ya se siente mejor con respecto a Veronica, pero
aun así… parece que todavía no piense que sea momento de iniciar una relación
contigo.
-No
creo, la verdad –respondes.
-Ya,
yo tampoco. ¿A ti no te lo había pedido alguien?
-Sí,
el chico del aparato dental que lleva pidiéndomelo desde que entramos al
instituto –haces un gesto con la mano quitándole importancia-. Tenía pensado
aceptar si tú ibas con Veronica, ya sabes, para no dejarte solo mientras ella
estuviera retocándose el maquillaje en el baño, pero ya me parece que no.
-¿De
verdad ibas a aceptar? –su voz suena incrédula.
-Claro
que sí –le miras con indignación-. Ni que el chico tuviera la peste o algo.
-No,
por supuesto que no.
-Ir
juntos a un baile no implica firmar un contrato matrimonial, ¿sabes? –algo en
la conversación te está haciendo sentir molesta.
-¿Querrías
ir conmigo? –suelta Louis de repente.
Te
das cuenta de que tenías la boca abierta porque ibas a hablar, y la cierras
despacio. Vaya, pensabas que no te lo iba a pedir nunca.
-No
–ladeas la cabeza.
Louis
se queda desconcertado, sin saber qué decir.
-Sólo
iba a ir a ese estúpido baile si tú estabas allí –explicas.
-¿Querrías
no ir al baile conmigo, entonces? –sus ojos azules te miran brillantes.
Esbozas
una sonrisa.
-Eso
me gusta más.
-Mmm,
tengo varias propuestas. Podemos ir al parque a congelarnos de frío, ver una
película bajo el calor de una manta… -anuncia como el presentador de un
programa de televisión.
-Dicho
así, creo que prefiero la peli –te arrebujas en tu jersey.
-Sí,
yo también la prefiero –te guiña un ojo-. Eres muy rara, enana.
-¿Por
qué?
-La
mayoría de las chicas quieren ir a los bailes acompañadas de sus príncipes
azules…
-¿Y
quién dice que tú seas un príncipe azul?
-¿Qué?
Venga ya, lo llevo escrito en la frente –se señala esa parte del cuerpo-. Mira,
aquí. Príncipe azul.
-Ja
–te incorporas y te giras para que quedéis de frente.
-Sé
que no soy el príncipe perfecto, pero…
-Yo
no quiero un príncipe, Louis –niegas con la cabeza.
-Quieres
alguien que sepa comunicarse con las almohadas, lo sé.
Lo
miras, desconcertada.
-¿Con
las almohadas?
-Sí,
¿no te acuerdas? Aquella noche en el parque. Lo de que consultaríamos con la
almohada qué íbamos a ser a partir de ese momento.
-Ah
–recuerdas-. Sí, no estaría mal.
-Pues
voy a contarte un secreto.
-Cuéntame.
Se
acerca mucho a ti, pegando sus labios a tu oído.
-La
almohada sí que me ha hablado.
-¿Y
qué te ha dicho?
-Que
soy tonto.
-Bueno,
eso ya lo sabíamos todos.
-No
en ese sentido –frunce el ceño, pero luego sonríe-. Me ha dicho que es todo tan
sencillo como que seamos tal y como éramos antes, excepto por un par de
cosillas que hay que cambiar. Como lo de que tengo que entrar a tu cuarto por
la puerta.
-¿Qué…?
-Exacto.
La almohada es tu padre –su risa rebota en las cuatro paredes del dormitorio.
-¿Has
hablado de esto con mi padre? –tu cara adquiere el color de un tomate.
-¿Por
qué no? Tú también deberías haberlo hecho. A él le pasó exactamente igual que a
nosotros –se cruza de brazos-. ¿Quieres saber qué me dijo? Me dijo: “deja que las cosas sigan su curso,
continuad con vuestra amistad, y ahora que estás soltero, lo que tenga que
pasar, irá pasando”. O al menos eso es lo que hicieron tus padres, y les
funcionó.
Piensas
en lo que te acaba de decir. Así que era por eso… No te ha besado, ni tocado,
porque prefiere que las cosas surjan cuando sea el momento oportuno, con naturalidad.
En fin, tal vez fuera mejor así…
-Pero
Louis…
-¿Qué?
–alza los ojos hacia ti.
-Yo
llevo ya mucho tiempo esperando.
-Yo
también –admite.
-Tú
tenías a Veronica.
-Suena
horrible, pero la tenía porque intentaba no poder tenerte a ti.
Te
muerdes el labio inferior, ligeramente consciente de que esa es la primera vez
que te dice algo claramente, que el trabajo no lo hacen las miradas y las
posiciones corporales, unidas con los años de conocimiento mutuo, sino que las
palabras dan forma a aquello que ambos sabéis que sentís.
-Pues
aquí me tienes –tu voz se convierte en un susurro.
-¿Y
si hago algo mal y lo estropeo? –pregunta, también susurrando.
-Que
no se podrá decir que no lo intentamos –apoyas la palma de tu mano en su
mejilla.
-¿Crees
que…?
Asientes
con la cabeza, adivinando sus pensamientos.
Louis
parece relajarse de repente, como si se hubiera liberado de un gran peso que
hubiera estado cargando a la espalda, y te mira con el asomo de una sonrisa en
los labios. Pone una de sus manos encima de la tuya, que permanece en su
mejilla, y se inclina hacia delante, hacia ti. Lo primero que notas es ese
penetrante y adorado olor a naranja que le acompaña como un sello de identidad.
Después, su pecho se pega al tuyo, y finalmente, con mucha delicadeza, sus
labios se posan sobre tus labios. Es la primera vez que alguien te besa, y no
estás muy segura de qué tienes que hacer. Así que te dejas llevar. No hay
prisa, no hay tiempo ni espacio, sólo vuestras bocas deslizándose con mucha
lentitud la una sobre la otra. Por fin. Sonríes bajo sus labios y él te pasa la
yema de sus dedos por la línea del mentón y el cuello, en un gesto dulce más
que sensual. Tus ojos están fuertemente cerrados, pero cuando los abres te
encuentras las azules profundidades de los de Louis mirándote fijamente, como
si quisiera absorber cada detalle de ti. Sin mediar palabra, separáis vuestros
rostros y él hunde la cabeza en tu pelo, vuestras respiraciones agitadas y los
corazones latiendo con fuerza, pero con la calma de aquel que sabe que después
de sacar un pie de las arenas movedizas va a pisar, por fin, tierra firme.
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Oh dios miiiooo!!!Me ha encantadoo!! Porfiin el ansiado besoo!!Ay! Estoy feliz! Porfin se han besadoo!
ResponderEliminarSiguela pronto Ana porfavoor no puedo esperar a la siguiente parte.Besos:)
Porfiiiinn capituloooo OMG ES PERFECTOOOOOOOO PORFIN SE HAN BESADOOOO <3<3<3
ResponderEliminarAhora quiero momentos monosos entre Louis y rayis *-*
Espero que subas pronto capi y que pases una feliz navidad :)
Perfecto como siempre. Cada vez escribes mejor. Y por fin el preciado beso ,super dulce por cierto. El siguiente pronto porfi :) xoxo
ResponderEliminarEs perfeztooo *-*
ResponderEliminarPero necesito continuación YA.
Te ha quedado genial,de verdad :)
Beesoos :"3
Estas cosas ahora no, Ana, querida. No, eh, no!
ResponderEliminarEntro en Twitter y lo primero que veo es que J.K.Rowling quiere hacer una obra con Harry hasta los 11 años. Luego, Eri sube capítulo. Y ahora tú. No es justo, Ana, no es justo!
Peeeeeeeeeeerooooooo como estamos en Navidad (casi) te perdono, porque el Espíritu Santo me ha dado un extra de bondad jajajja
Yo no puedo leer capítulos así porque luego me paso media tarde pensando en como hacer para esperar tranquilamente hasta la siguiente parte, pero NO PUEDO!!!
Pero como te quiero demasiado, espero jajaja
Bueno, lo de siempre. No cambies nunca y sigue escribiendo historias así.
Te quiero!!
María <3
mmm creo que le estas dando muchas vueltas a las cosas y alargándolo innecesariamente ... porque no son amigos como antes...pero tampoco son novio .... en fin
ResponderEliminareso si el beso es muy lindo , pero ahora no puedes dejar pasar el beso , es decir que actúen como si nada , seria ridículo
espero el siguiente con curiosidad
El siguiente pronto porfi :)
ResponderEliminarMe encanta. Me encanta. Me encanta.
ResponderEliminarLo amé. Lo amé. Lo amé.
Sigue asi Ana, es genial. Y amo como escribes *___*
Al fin se besan!!! Parece q no llegaria nuncaa jajajja :D
ResponderEliminarSigueeeeeeeeeeeeee i luv u<3<3<3
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