miércoles, 28 de mayo de 2014

TESTIGOS DE LA LUNA - Capítulo 13.

I

Natasha apoya los brazos en la mesa mientras esperan a que el camarero les traiga la pizza que acaban de pedir. Sus brazaletes hacen un ruido estridente al chocar contra la madera, y Owen mira hacia el lugar del que proviene el ruido, contrariado.

-Si te pones unas pulseras un poco más grandes ya parecería que llevas manga larga –dice en tono de reproche.

La joven suspira. Es como si su novio tuviera que quejarse absolutamente por todo, como si ella tuviera que hacer algo siempre mal, que no fuera de su agrado. Casi parece que haya dejado de gustarle a Owen. 

Viendo que su novia no dice nada, el chico coloca sus brazos encima de la mesa y le quita los brazaletes a Natasha. Ella aparta las manos rápidamente, escondiéndolas bajo la mesa, pero él ha tenido tiempo de ver las marcas azuladas que ya comienzan a desaparecer de sus muñecas.

-Enséñame las manos –dice Owen, aunque no en tono autoritario.
-No hay que…
-Naty, enséñame las manos –ahora lo exige.

Volviendo a suspirar, Natasha coloca de nuevo las manos sobre la mesa. Owen examina los morados durante unos segundos, sin decir nada.

-¿Quién te ha hecho esto? –pregunta finalmente.
-¿Me lo estás preguntando en serio? 
-Claro.
-Owen, fuiste tú.
-¿Qué? ¿Yo? Imposible.

El camarero aparece con la pizza y la deja en el centro de la mesa. Es joven, tal vez incluso un año menor que ellos, y le dedica una bonita sonrisa a Natasha. 

-Ese tío no podría haberte comido más con los ojos –se queja una vez que el camarero se ha ido.
-Mientras no venga a pegarme un bocado… -intenta bromear Natasha.
-A mí no me hace gracia.
-A mí esto tampoco –se señala sus muñecas.

No tenía intención de decirle nada a Owen, prefería que no se enterase. Pero ahora que él lo ha visto, no va a dejarle que simplemente ignore el daño físico que le ha hecho. 

-Yo no te he podido hacer eso. ¿Cuándo lo he hecho, según tú? –ni se digna a mirar sus muñecas.
-El viernes. Me agarraste con fuerza y…
-En otros momentos no te molesta que te sujete con fuerza.

Natasha se lleva una mano a la frente, cansada.

-Owen, ¿por qué no puedes tomarte las cosas en serio? Tú me has hecho esto, al menos admítelo y déjate de tonterías que no vienen a cuento –le suelta.
-¿Qué? –se sorprende ante su reacción- Es la verdad.
-Ah, cállate. 

Natasha se levanta de su silla y camina con decisión hasta la puerta del restaurante. Sale de allí y echa a andar, sin mirar siquiera si Owen la ha seguido o no. Está enfadada. Le quiere, le quiere muchísimo. Pero últimamente, su novio se está comportando como un auténtico estúpido, y no la trata bien. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué no la puede querer y ya está? ¿Por qué tiene que hacerla sufrir? La joven morena se abandona al llanto mientras se pregunta qué es lo que ella está haciendo mal. 


II

Derek se dispone a abrir la puerta del copiloto de su coche, pero Ayleen se adelanta y sale del vehículo.

-Y yo que pensaba que a las chicas os gustaba que el príncipe os abriera la puerta de la carroza… 
-Tú más que un príncipe pareces un rockero gótico –puntualiza la pelirroja.

Él suelta una carcajada y cierra el coche.

-No siempre llevo ropa negra.

Ayleen niega con la cabeza y espera a que Derek empiece a andar, para seguirlo. En el rato que han estado en el coche no lo ha pasado mal, al contrario, ha estado bastante cómoda a pesar de las continuas insinuaciones del joven. Sólo espera ser capaz de resistirlo durante lo que queda de tarde.

-Así que no quieres ir al McDonald’s…
-No.
-Entonces tengo que pensar en otra alternativa –Derek se lleva una mano a la barbilla.
-¿En serio querías llevarme allí?
-Que no, que es broma –sonríe-. Ven.

Derek la coge de la mano para guiarla por entre las calles de Chicago. Ayleen se estremece. Ese contacto es absolutamente innecesario, no va a perderse, pero no hace por soltar su mano. Tampoco pasa nada por eso, no es que vayan andando como una parejita de enamorados. De hecho van a paso bastante rápido. 

Tras unos minutos llegan a una zona con césped que queda justo al lado del lago Michigan, y en la que hay un número considerable de turistas. Al fondo se ve una noria y se adivina la parte superior de un tiovivo.

-¿Dónde estamos? –pregunta Ayleen, que nunca ha estado allí.
-Bienvenida al Navy Pier –hace un gesto con la mano como invitándola a entrar a algún sitio, y sonríe.
-Pero…
-Es como un mini parque de atracciones, ¿no lo conocías?

Ella niega con la cabeza.

-Vamos, la comida nos espera –vuelve a tirar suavemente de ella para que anden de nuevo.
-Bueno.

Juntos, entran en el recinto, en cuya entrada pone efectivamente, en letras grandes, Navy Pier. Allí hay menos gente que en la zona exterior del césped, pero sigue estando bastante abarrotado. Lo cierto es que Ayleen esperaba que la llevase a un sitio más tranquilo, pero puede que aquel lugar acabe incluso gustándole, así que no va a juzgarlo antes de conocerlo. 

Nada más entrar, encuentran a la izquierda un montón de restaurantes, uno al lado de otro, y cada uno con diferentes tipos de comida. Hay un mejicano, un indio, un italiano… 

-Elija usted –Derek hace un gesto con la mano que los abarca a todos.
-¿El italiano? 
-Me parece bien.

Ayleen es perfectamente consciente de que sus manos siguen entrelazadas. El tacto rugoso y cálido de la piel de Derek contra la suya le produce una especie de cosquilleo en el estómago, que sube por su espalda y acaba en la nuca. ¿Por qué tiene que ser tan exageradamente atractivo?

Entran al restaurante y se sientan en una mesa para dos. 

-¿Ves? No ha sido tan malo aceptar mi invitación –comenta Derek, echándole un vistazo a la carta.
-Eso todavía está por ver.
-Por lo pronto, ni te he secuestrado ni nos hemos estrellado con el coche.
-Por lo pronto –Ayleen cierra su carta; ya ha decidido lo que va a pedir.
-Tampoco te he mordido ni nada por el estilo… aunque me gustaría hacerlo. 

La joven pone los ojos en blanco. Es un capullo, todo el rato con sus obvias insinuaciones sexuales. Las mujeres buscan más que eso en un tío, y parece que él no se da cuenta. Pues ella no está dispuesta a ser una de las muchas con las que seguro que se acuesta. Simplemente han quedado para comer, ni siquiera es una cita. 

Afortunadamente, durante la comida no hablan mucho, se centran en masticar sus respectivos almuerzos, a pesar de lo cual ninguno de los dos se siente incómodo. Tampoco es que sea uno de esos silencios de complicidad que se dan con sólo unas pocas personas en el mundo, es sencillamente un silencio. 

Cuando terminan de comer, el camarero, un señor de mediana edad y con clara pinta italiana les trae la cuenta. Ayleen saca la parte que le toca pagar de su cartera y la deja en la pequeña bandeja de color verde, blanca y roja en que descansa el tiquet. 

-Invito yo, pelirroja –Derek quita el dinero de la joven.
-De ninguna manera –lo vuelve a poner-. No pienso dejarte que me invites.
-¿Por qué? No te voy a obligar a que me compenses de otra manera –sonríe con picardía.
-No es por eso, imbécil –Ayleen resopla-. No me gusta que me paguen las cosas, y punto.
-Menuda cabezota estás hecha.
-Y tú eres un pesado, y me aguanto. 
-Bueno, como quieras –riendo, Derek acepta poner sólo la parte que le corresponde. 

Un instante después, el camarero vuelve a aparecer y coge el dinero. 

-Gracias, pareja, pasad una buena tarde –dice con un curioso acento italiano guiñando un ojo.
-No somos pareja –protesta Ayleen, pero el hombre ya se ha marchado.
-En realidad sí, una pareja es simplemente que haya dos personas juntas.
-Ag –exasperada, sale del restaurante.

El chico moreno la sigue sin poder dejar de sonreír. Siempre le ha gustado sacar de sus casillas a las muchachas, especialmente porque después de encandilarlas siempre consigue lo que quiere. 

-¿Qué, te apetece subirte ahí? –Derek señala una atracción con unos columpios que giran en el aire.
-Claro, tengo unas ganas locas de vomitar la lasaña –contesta irónicamente Ayleen.
-Hoy estás especialmente simpática.
-Ese es el efecto que causas sobre mí. 
-Ah, ¿sí?
-Sí.

La mirada de Derek cambia completamente. Entrecierra los ojos, se pasa la lengua por el labio inferior y se coloca delante de Ayleen. Ella deja de andar y levanta un poco los ojos para mirarle. 

-¿Qué… haces?

Él ladea una sonrisa, sin dejar de penetrarla con la mirada. Con las yemas de los dedos, acaricia despacio el brazo izquierdo de Ayleen, subiendo hasta su hombro, ahora bajando por su escote hasta llegar justo a donde comienza el pequeño canal que forman sus pechos. La joven va a apartarse pero en lugar de seguir bajando, como ella se temía, Derek recorre su cuello hasta llegar a la barbilla y… chasquea los dedos.

Ayleen da un rebote, como si un mago acabara de despertarla de un sueño. 

-Ese era el efecto que creía que causaba sobre ti –se da la vuelta y echa a andar.
-¿Y qué efecto se supone que ha sido ese? –ella sigue aturdida, con el corazón latiéndole de repente a toda velocidad.
-Dímelo tú. Lo sabes perfectamente.
-Ya te he dicho que no puedes ir por ahí acariciando a la gente sin más.
-Me gusta hacerlo.
-¡Pues no tienes derecho a tomarte esas confianzas! 
-¿Quién dice que no? 
-Yo lo digo.
-Pero si te ha encantado. 
-No. 
-Pues te podrías haber apartado.

Ayleen une con fuerza los labios. Quiere soltarle alguna bordería, decirle cuatro cosas bien claras, pero sabe que no lo hará. Es que… bueno, Derek tiene razón. Podría haberse apartado, y por un momento ha estado a punto de hacerlo, pero finalmente no lo ha hecho. Él sabe perfectamente como manejar a una chica, y eso es un problema para Ayleen. A pesar de que le atraiga, sabe que no es el tío adecuado, que no sería bueno para ella y que, en caso de acabar enamorándose de él, terminaría con el corazón roto, porque él sólo la quiere para pasarlo bien. Se pregunta por qué está allí con él, por qué ha ido si no debía hacerlo. Respira hondo, pensando con temor que como siga así sí que acabará, de una forma u otra, con el corazón roto.


[Aquí tenéis otro capítulo. No sé si las cosas están pasando demasiado lentas o rápidas para vuestro gusto, así que decidme por favor qué os parece el ritmo de la novela. Bueno, ahí está empezando a pasar algo entre ellos que veremos a ver a dónde llega o cómo acaba. Como siempre, por favor, comentad en el blog y mencionadme en twitter, necesito saber que leéis, gracias]

3 comentarios:

  1. Hola Ana :)
    Me encanta Derek, es tan... no sé, me gusta mucho. Y el capítulo también. Otra vez más has vuelto a hacer un muy buen capítulo, y no, no va demasiado lento, por lo menos para mi gusto. Yo creo que el ritmo que lleva la novela es perfecto, ni muy rápido ni muy lento.
    Ya estoy deseando que subas el siguiente capítulo.
    ¡Besos!

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  2. ASDFGHJKLÑ *-*

    ¡HOLA PEQUEÑA PIRAÑA!

    Vale, ni idea de por qué. Sólo ignóralo y ya.

    Me encanta, ¿vale? Pues vale.

    Derek es tan... Derek... No sé, me gusta mucho.

    A mi -personalmente- me parece que el ritmo de la novela es perfecto. No vas muy rápido, pero tampoco muy lento.

    Bueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeno, ¿qué más? Quiero el catorce prontito e.e Que me dejas con la intriga y así no se puede vivih'

    En fin, pues eso.

    Muuuuuuchos besitos :)

    -Tu fan número uno xx.

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  3. Sabes que hace mucho tiempo que no comento y eso no te gusta porque piensas que no leo. Bueno, quería aclararte esto, jamás dejaré de leerte, por mucho que no comente, por mucho que no veas una mención mía en Twitter, quiero que sepas que estoy leyéndote capítulo tras capítulo. Puede que no haya ninguna prueba de ello, pero no siempre tengo tiempo de esmerarme como me esmero en un comentario o simplemente escribirte un tweet (aún tengo el problema informático). Dicho esto, empezaré con mi opinión sobre cómo va la novela.

    Primer punto; Connor. Es la persona más adorable que he leído en mi vida, trata super bien a Ayleen, y lo del casi beso la otra noche... No quería que pasase, porque soy #TeamDerek ya lo sabes, pero además porque prefiero que esté con Natasha, que Owen no la merece. Ella merece a un chico como Connor que la trate como una reina, que la haga sentirse querida todos y cada uno de los días, que la cuide, la mime y no la trate como un juguete sexual like Owen do. Ahora me gustaría tocar el tema Derek; o sea, como se puede ser tan exasperante e irresistible a la vez, me muero. Que asco le tengo en algunas situaciones pero que mono que es siempre, ¡dios! No puedo, estoy deseando que pase algo más entre ellos bc así... Podré soñar con él, aunque ya lo hago JAJAJAJAJAJAJAJA no, mis sueños no son tan bonitos, no aparece ese preciado monumento. Ojalá, sabes. Pero bueno, me conformo con un fondo negro y unicornios con piel de arco iris paseándose por él.

    Me voy despidiendo ya que tengo la cacerola con las ranas saltando y wno, no quiero que se me quemen ejejeejejejejejejeejejejejeje. Okya. No, en serio, me tengo que ir. Necesito helado y la tienda me cierra a las 20:30 y son las y cinco. (I have the menstruation, it hasn't sens but you ignore it, you know that I'm not a normal person) Me gustaría quedarme más tiempo contándote mis cavilaciones peeeeero, el helado me puede. Sabes que no me importa cuando subas, mientras lo hagas, lo importante no es lo que se tarda, lo importante es que no pares.

    PD: Te quiero, teo. @Rachelforever99

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Motivos para sonreír.