miércoles, 6 de febrero de 2013

#Imagina de Nialler PARTE 10


Tardas como cinco minutos en reaccionar. Vuelves a leer la carta, dos, tres veces. Y las lágrimas resbalan por tus mejillas sin control. Pero ahora de felicidad. Entiendes perfectamente que haya necesitado su tiempo, no le culpas por ello. Y aun así es él el que te pide perdón, además… ¡te ha dicho que te quiere! Sonríes ampliamente, más ampliamente que nunca. Te levantas de la cama dando saltitos de emoción, y vas corriendo a tu ropero. Buscas desesperadamente entre las decenas de pares de zapatos algunos con tacón que le peguen al vestido, ¡tienes un baile para el que prepararte! Dejas de buscar y miras el reloj. Las siete y media. El baile empieza a las nueve. Seguramente, Niall estará allí a las ocho y media.
Vuelves a la búsqueda de los zapatos. Sí, tenías unos blancos, pero, ¿dónde pueden estar? En ese momento no sabes si agradecer tener muchos zapatos porque así seguro que tendrás algo que ponerte, o si odiar tener tantos, porque no eres capaz de encontrar los que buscas.
-¡¡POR FIN!! –gritas, aliviada, al encontrarlos.
-Señorita, ¿va todo bien? –escuchas que pregunta Robert desde el piso de abajo.
-¡PERFECTAMENTE, ROBERT! ¡MEJOR QUE NUNCA! –exclamas.
Colocas los zapatos al lado de la cama y vuelves al vestidor, ahora en busca de algún accesorio. Abres cajones y cajones, hasta que encuentras una gargantilla y unos pendientes que te gustan. Los llevas también rápidamente a la cama, pero en el camino te das una golpe con uno de los múltiples cajones que hay abiertos.
-¡AAAAAAU!
Entonces tocan a la puerta del cuarto.
-Ya… voy –vas cojeando y abres-. ¡Mamá!
Es casi más raro ver a tu madre en tu cuarto que a Robert.
-Cielo, ¿estás bien?
-Sí, bueno, es que le acabo de dar una patada a un cajón –te masajeas el pie.
Tu madre ve el vestido colocado en la cama y los tacones al lado.
-Robert, trae hielo, por favor –pide, asomándose al hueco de la escalera-. Alguien tiene que ponerse zapatos de tacón esta noche y no debe dolerle el pie.
-Claro, señora.
-¿Vas a ir al baile? –tu madre sonríe.
-Bueno, eso parece –te sonrojas levemente.
-¿Es guapo? –guiña un ojo.
-Mucho –ahora estás totalmente roja.
-Esa es mi chica –te da un beso en la frente.
Entonces Robert aparece con una bolsa de hielo.
-Gracias –lo agradeces de corazón, y te pones el hielo en el pie-. ¡Qué alivio!
Tu madre frunce el ceño.
-Cariño, ¿tú sabes que para los bailes se suele llevar una diadema?
-Ah, ¿sí? –en eso no habías pensado.
Ella asiente con la cabeza.
-Espera un segundo –sale de la habitación, y tú te quedas sentada, esperando a que la hinchazón del pie baje un poco para seguir arreglándote.
Aun tienes que peinarte, maquillarte y vestirte, y sólo tienes cuarenta y cinco minutos. “Espero que me dé tiempo”, piensas.
Tu madre aparece un par de minutos después, con una caja de terciopelo en las manos. Se sienta a tu lado y te mira con amor. Entonces abre la caja, y ante tus ojos hay una preciosa diadema plateada con brillantes, discreta pero elegante.
-Si me hubieras dicho que ibas a ir al baile, te habría comprado una… Pero no sabía nada. Sin embargo… puedes usar la que yo llevé al mío, si quieres. Ese día fue cuando tu padre me pidió salir. Encierra muy buenos recuerdos –sonríe con nostalgia.
-Mamá, me encanta, es preciosa. Claro que quiero llevarla –sonríes también.
Ella te da un beso en la mejilla.
-Aunque para ponerla en esa cabecita tuya… va a haber que peinarte un poco, ¿no? –ríe.
-La verdad es que sí –admites.
-¿Me dejas que te ayude?
Te sorprende que no te proponga llamar a alguno de sus peluqueros. Pero piensas que quizás, como ella no era rica cuando era joven, fue su madre –tu abuela- la que la ayudó a prepararse, y por eso quiera ayudarte ella a ti también.
-¡Por supuesto!
En el rato siguiente, tu madre te ayuda a moldear un poco tu pelo, haciéndote un moño bastante voluminoso en lo alto de tu cabeza, y dejando algunas ondas caer por tu frente y alrededor de tu cara. Es bastante buena peinando, la verdad. Y rápida, sobre todo rápida. Mientras ella te peina, tú te maquillas con cuidado. Tampoco quieres ir demasiado exagerada, sólo un poco de base, algo de colorete rosáceo en las mejillas, sombra de ojos plateada pero sin exagerar, y rímel.
-Cielo, te faltan los labios –dice tu madre cuando ha terminado de peinarte.
-Uy, es verdad –no te habías dado cuenta.
-A ver, déjame –coge una barra de labios de un tono entre rosáceo y rojizo, no demasiado llamativa, y te los pinta con cuidado.
Luego te echas brillo en los labios, un poquito de laca en el pelo para que no se desmorone el peinado, y te miras al espejo.
En realidad, pareces otra. Aunque te gusta cómo vas, es una de las pocas veces en las que te ves guapa. Unas mariposas revolotean en tu estómago al pensar en Niall.
Te quedan diez minutos.
-Ponte el vestido tranquilamente, luego cuando salgas ya veré cómo has quedado –tu madre sonríe.
-Gracias mamá, de verdad –la abrazas, y ella sale de la habitación.
Te pones el vestido con cuidado, y te abrochas los tacones. Ya casi no te duele el pie donde te has dado el golpe. Vas hacia el espejo de cuerpo entero que hay en el vestidor, y te miras. Pareces una de esas princesas Disney. Y además, tú también tienes un príncipe encantador que va a ir a por ti. Sólo esperas que la magia no se te acabe a las doce, como a Cenicienta. No, Niall jamás te haría algo así. Te ves sonreír, y sientes que estás a punto de volver a llorar –de felicidad-, pero consigues evitarlo. No podrías ponerte a retocarte el maquillaje ahora.
-Cielo, acaban de tocar a la puerta del jardín –informa tu madre desde el otro lado de la puerta.
-Pasa si quieres, mamá –dices, desde el vestidor.
Ella lo hace.
-¡Estás preciosa! –exclama, emocionada.
Te encoges de hombros.
-Gracias a ti, en parte –sonríes.
-Pásalo genial, ¿sí? De parte de papá también… Ya sabes que está trabajando –aparta la mirada.
-Lo sé. Y no le culpo, no le dije que iba a ir al baile –abrazas una vez más a tu madre.
-Ese chico te gusta mucho, ¿a que sí? –te mira.
Asientes con la cabeza.
-¡Pues no lo dejes escapar!
Ríes ante las palabras de tu madre.
-No lo haré.
-Adelante, te está esperando abajo –se deshace suavemente de tu abrazo, y te da un empujoncito para que bajes las escaleras-. Y tenías razón, es guapo –susurra en tu oído justo antes de que bajes el primer escalón.
Puesto que las escaleras son de caracol, no puedes ver a Niall hasta que has bajado más de la mitad. En ese momento, vuestros ojos se encuentran, y te asaltan unas increíbles ganas de correr hacia él y besarlo. Pero ya lo harás después. Dejas que él te observe boquiabierto mientras bajas, sonriente y fingiendo no tener prisa. Cuando pones el pie en el suelo, alzas la mirada, y conectas tus ojos con los de él.
-Estás… eres… ¡guau!... preciosa… –murmura frases sin llegar a terminarlas.
-Gracias, tú también estás muy guapo –dices.
Y es la verdad. Lleva un traje negro, una camisa blanca y una corbata celeste, que resalta el color de sus ojos. Va sencillo, pero realmente guapo.
-Veo que el vestido te queda bien –sonríe.
-Te lo dijo Louis, ¿no?
-Bueno, yo le pedí a Louis que te pidiera que le acompañaras, fingiera una llamada, tú vieras algún vestido que te gustara, y… sí, supongo que él me lo dijo.
-¡Así que fue por eso! –exclamas, sorprendida.
-Sí.
-¿Todo este tiempo ya tenías las cosas claras y no me has dicho nada? –reprochas.
-Ajá. Quería que fuera bonito de verdad –tuerce el gesto.
-Pues lo ha sido, tonto –sonríes y le das un beso en la mejilla.
Niall te mira otra vez de arriba abajo.
-Dios, es que… buf, estás increíble –suelta el aire que había contenido.
-Bueno, bueno, déjate ya de mentirme –le tiendes una mano y él te la toma con dulzura-. ¿Nos vamos al baile?
-Claro, señorita. ¿Quiere ver su carroza? –pregunta Niall en tono teatral.
-Por supuesto –ríes.
Salís caminando de la mano, y ves que enfrente de la casa espera un taxi.
-Una carroza bastante bonita, sí, sin duda –ahora ríes a carcajadas.
-Mi humilde persona no se podía permitir una carroza-limusina, lo siento –sonríe.
-Está bien así –te ayuda a entrar al taxi, y él se sienta a tu lado justo después.
El coche se pone en marcha sin necesidad de que Niall diga nada.
-¿Preparada para ir al baile conmigo? –pregunta él, con ojos brillantes.
Tú asientes con la cabeza. En ese momento sientes que podrías ir con él no sólo al baile, sino al fin del mundo. 


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5 comentarios:

  1. PERFECCION PURA! Es perfecta en serio, me esta encantando y a la vez me estoy muriendo deseando que eso me pase a mi xD lo vas a seguir, no? Muchas gracias de verdad, sigue asi, que lo haces genial :D

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  2. Y Martha? Harry, Liam y Louis con quien van al baile? Zayn va a ir con otra chica que no sea la ex-novia?

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  3. DIOS MIO, que perfección de imagina, en serio, me encanta♥

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Motivos para sonreír.