Tardas
como cinco minutos en reaccionar. Vuelves a leer la carta, dos, tres veces. Y
las lágrimas resbalan por tus mejillas sin control. Pero ahora de felicidad.
Entiendes perfectamente que haya necesitado su tiempo, no le culpas por ello. Y
aun así es él el que te pide perdón, además… ¡te ha dicho que te quiere!
Sonríes ampliamente, más ampliamente que nunca. Te levantas de la cama dando
saltitos de emoción, y vas corriendo a tu ropero. Buscas desesperadamente entre
las decenas de pares de zapatos algunos con tacón que le peguen al vestido,
¡tienes un baile para el que prepararte! Dejas de buscar y miras el reloj. Las
siete y media. El baile empieza a las nueve. Seguramente, Niall estará allí a
las ocho y media.
Vuelves
a la búsqueda de los zapatos. Sí, tenías unos blancos, pero, ¿dónde pueden
estar? En ese momento no sabes si agradecer tener muchos zapatos porque así
seguro que tendrás algo que ponerte, o si odiar tener tantos, porque no eres
capaz de encontrar los que buscas.
-¡¡POR
FIN!! –gritas, aliviada, al encontrarlos.
-Señorita,
¿va todo bien? –escuchas que pregunta Robert desde el piso de abajo.
-¡PERFECTAMENTE,
ROBERT! ¡MEJOR QUE NUNCA! –exclamas.
Colocas
los zapatos al lado de la cama y vuelves al vestidor, ahora en busca de algún
accesorio. Abres cajones y cajones, hasta que encuentras una gargantilla y unos
pendientes que te gustan. Los llevas también rápidamente a la cama, pero en el
camino te das una golpe con uno de los múltiples cajones que hay abiertos.
-¡AAAAAAU!
Entonces
tocan a la puerta del cuarto.
-Ya…
voy –vas cojeando y abres-. ¡Mamá!
Es
casi más raro ver a tu madre en tu cuarto que a Robert.
-Cielo,
¿estás bien?
-Sí,
bueno, es que le acabo de dar una patada a un cajón –te masajeas el pie.
Tu
madre ve el vestido colocado en la cama y los tacones al lado.
-Robert,
trae hielo, por favor –pide, asomándose al hueco de la escalera-. Alguien tiene
que ponerse zapatos de tacón esta noche y no debe dolerle el pie.
-Claro,
señora.
-¿Vas
a ir al baile? –tu madre sonríe.
-Bueno,
eso parece –te sonrojas levemente.
-¿Es
guapo? –guiña un ojo.
-Mucho
–ahora estás totalmente roja.
-Esa
es mi chica –te da un beso en la frente.
Entonces
Robert aparece con una bolsa de hielo.
-Gracias
–lo agradeces de corazón, y te pones el hielo en el pie-. ¡Qué alivio!
Tu
madre frunce el ceño.
-Cariño,
¿tú sabes que para los bailes se suele llevar una diadema?
-Ah,
¿sí? –en eso no habías pensado.
Ella
asiente con la cabeza.
-Espera
un segundo –sale de la habitación, y tú te quedas sentada, esperando a que la
hinchazón del pie baje un poco para seguir arreglándote.
Aun
tienes que peinarte, maquillarte y vestirte, y sólo tienes cuarenta y cinco
minutos. “Espero que me dé tiempo”, piensas.
Tu
madre aparece un par de minutos después, con una caja de terciopelo en las
manos. Se sienta a tu lado y te mira con amor. Entonces abre la caja, y ante
tus ojos hay una preciosa diadema plateada con brillantes, discreta pero
elegante.
-Si
me hubieras dicho que ibas a ir al baile, te habría comprado una… Pero no sabía
nada. Sin embargo… puedes usar la que yo llevé al mío, si quieres. Ese día fue
cuando tu padre me pidió salir. Encierra muy buenos recuerdos –sonríe con
nostalgia.
-Mamá,
me encanta, es preciosa. Claro que quiero llevarla –sonríes también.
Ella
te da un beso en la mejilla.
-Aunque
para ponerla en esa cabecita tuya… va a haber que peinarte un poco, ¿no? –ríe.
-La
verdad es que sí –admites.
-¿Me
dejas que te ayude?
Te
sorprende que no te proponga llamar a alguno de sus peluqueros. Pero piensas
que quizás, como ella no era rica cuando era joven, fue su madre –tu abuela- la
que la ayudó a prepararse, y por eso quiera ayudarte ella a ti también.
-¡Por
supuesto!
En
el rato siguiente, tu madre te ayuda a moldear un poco tu pelo, haciéndote un moño
bastante voluminoso en lo alto de tu cabeza, y dejando algunas ondas caer por
tu frente y alrededor de tu cara. Es bastante buena peinando, la verdad. Y
rápida, sobre todo rápida. Mientras ella te peina, tú te maquillas con cuidado.
Tampoco quieres ir demasiado exagerada, sólo un poco de base, algo de colorete
rosáceo en las mejillas, sombra de ojos plateada pero sin exagerar, y rímel.
-Cielo,
te faltan los labios –dice tu madre cuando ha terminado de peinarte.
-Uy,
es verdad –no te habías dado cuenta.
-A
ver, déjame –coge una barra de labios de un tono entre rosáceo y rojizo, no
demasiado llamativa, y te los pinta con cuidado.
Luego
te echas brillo en los labios, un poquito de laca en el pelo para que no se
desmorone el peinado, y te miras al espejo.
En
realidad, pareces otra. Aunque te gusta cómo vas, es una de las pocas veces en
las que te ves guapa. Unas mariposas revolotean en tu estómago al pensar en
Niall.
Te
quedan diez minutos.
-Ponte
el vestido tranquilamente, luego cuando salgas ya veré cómo has quedado –tu madre
sonríe.
-Gracias
mamá, de verdad –la abrazas, y ella sale de la habitación.
Te
pones el vestido con cuidado, y te abrochas los tacones. Ya casi no te duele el
pie donde te has dado el golpe. Vas hacia el espejo de cuerpo entero que hay en
el vestidor, y te miras. Pareces una de esas princesas Disney. Y además, tú
también tienes un príncipe encantador que va a ir a por ti. Sólo esperas que la
magia no se te acabe a las doce, como a Cenicienta. No, Niall jamás te haría
algo así. Te ves sonreír, y sientes que estás a punto de volver a llorar –de felicidad-,
pero consigues evitarlo. No podrías ponerte a retocarte el maquillaje ahora.
-Cielo,
acaban de tocar a la puerta del jardín –informa tu madre desde el otro lado de
la puerta.
-Pasa
si quieres, mamá –dices, desde el vestidor.
Ella
lo hace.
-¡Estás
preciosa! –exclama, emocionada.
Te
encoges de hombros.
-Gracias
a ti, en parte –sonríes.
-Pásalo
genial, ¿sí? De parte de papá también… Ya sabes que está trabajando –aparta la
mirada.
-Lo
sé. Y no le culpo, no le dije que iba a ir al baile –abrazas una vez más a tu
madre.
-Ese
chico te gusta mucho, ¿a que sí? –te mira.
Asientes
con la cabeza.
-¡Pues
no lo dejes escapar!
Ríes
ante las palabras de tu madre.
-No
lo haré.
-Adelante,
te está esperando abajo –se deshace suavemente de tu abrazo, y te da un
empujoncito para que bajes las escaleras-. Y tenías razón, es guapo –susurra en
tu oído justo antes de que bajes el primer escalón.
Puesto
que las escaleras son de caracol, no puedes ver a Niall hasta que has bajado
más de la mitad. En ese momento, vuestros ojos se encuentran, y te asaltan unas
increíbles ganas de correr hacia él y besarlo. Pero ya lo harás después. Dejas
que él te observe boquiabierto mientras bajas, sonriente y fingiendo no tener
prisa. Cuando pones el pie en el suelo, alzas la mirada, y conectas tus ojos
con los de él.
-Estás…
eres… ¡guau!... preciosa… –murmura frases sin llegar a terminarlas.
-Gracias,
tú también estás muy guapo –dices.
Y
es la verdad. Lleva un traje negro, una camisa blanca y una corbata celeste,
que resalta el color de sus ojos. Va sencillo, pero realmente guapo.
-Veo
que el vestido te queda bien –sonríe.
-Te
lo dijo Louis, ¿no?
-Bueno,
yo le pedí a Louis que te pidiera que le acompañaras, fingiera una llamada, tú
vieras algún vestido que te gustara, y… sí, supongo que él me lo dijo.
-¡Así
que fue por eso! –exclamas, sorprendida.
-Sí.
-¿Todo
este tiempo ya tenías las cosas claras y no me has dicho nada? –reprochas.
-Ajá.
Quería que fuera bonito de verdad –tuerce el gesto.
-Pues
lo ha sido, tonto –sonríes y le das un beso en la mejilla.
Niall
te mira otra vez de arriba abajo.
-Dios,
es que… buf, estás increíble –suelta el aire que había contenido.
-Bueno,
bueno, déjate ya de mentirme –le tiendes una mano y él te la toma con dulzura-.
¿Nos vamos al baile?
-Claro,
señorita. ¿Quiere ver su carroza? –pregunta Niall en tono teatral.
-Por
supuesto –ríes.
Salís
caminando de la mano, y ves que enfrente de la casa espera un taxi.
-Una
carroza bastante bonita, sí, sin duda –ahora ríes a carcajadas.
-Mi
humilde persona no se podía permitir una carroza-limusina, lo siento –sonríe.
-Está
bien así –te ayuda a entrar al taxi, y él se sienta a tu lado justo después.
El
coche se pone en marcha sin necesidad de que Niall diga nada.
-¿Preparada
para ir al baile conmigo? –pregunta él, con ojos brillantes.
Tú
asientes con la cabeza. En ese momento sientes que podrías ir con él no sólo al
baile, sino al fin del mundo.
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PERFECCION PURA! Es perfecta en serio, me esta encantando y a la vez me estoy muriendo deseando que eso me pase a mi xD lo vas a seguir, no? Muchas gracias de verdad, sigue asi, que lo haces genial :D
ResponderEliminarY Martha? Harry, Liam y Louis con quien van al baile? Zayn va a ir con otra chica que no sea la ex-novia?
ResponderEliminarParte 11 !
ResponderEliminarPARTE 11!!
ResponderEliminarDIOS MIO, que perfección de imagina, en serio, me encanta♥
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