Ni siquiera
pensó que tal vez las ocho de la tarde fuera demasiado temprano para cenar,
Celia sólo podía ser consciente de que Payne caminaba a su lado, ambos en
dirección a algún restaurante.
-Seguro que a
la comida española no le haces ascos, como al café -comentó ella mientras
caminaban.
El joven la
miró y luego sonrió.
-Tienes razón,
de la comida no me quejo.
-Lo suponía.
-Además,
tampoco deberías sentirte directamente ofendida por mi rechazo al café, no es
precisamente una bebida típica española -razonó él.
Celia pensó
durante un momento en sus palabras y luego negó con la cabeza.
-¿Adónde dices
que vamos? -preguntó.
-No sabes
aceptar que a veces no tienes razón -él rió levemente.
-¿Por?
-Has cambiado
de tema -alzó las cejas.
-Es que ese
hilo de conversación ya estaba agotado -se defendió ella.
-Igual que
cuando se dice "tomar prestado" en lugar de "robar"
-comparó Payne.
-No es lo
mismo.
El joven soltó
una carcajada, pero no replicó. En lugar de eso, tomó a Celia de la mano para
dirigirla al interior de un local que había por donde ellos estaban pasando. Al
atravesar las puertas, la chica miró a sus manos entrelazadas y luego a los
ojos de Liam. Este pareció darse cuenta por primera vez del posible significado
del contacto y apartó su mano con suavidad.
-Una…
¿pizzería? –rió.
-Sí. Así seguro
que te gusta la comida –él mostró una de sus sonrisas encantadoras.
-Qué estereotipadas
nos tienes a las adolescentes –Celia alzó las cejas.
-Dudo que a ti
se te pueda seguir considerando adolescente –comentó el joven mientras se
sentaban en una mesa para dos.
-¿Por?
-¿Tienes
diecisiete o dieciocho?
-Ya pueden
meterme en la cárcel, Payne –bromeó ella.
-Pues con
dieciocho yo no te seguiría llamando adolescente.
-Yo me seguiría
llamando Celia, tienes razón –ladeó una
sonrisa.
Él rió.
-Más bien eres
una mujer.
Aquello la hizo
sentirse muy bien. No es que quisiera ser mayor, no tenía ningún interés en que
pasara el tiempo, en tener más preocupaciones y responsabilidades, pero que
Payne la reconociera como una mujer le daba una posibilidad más con él. Si la
hubiera visto como una niña, estaba claro que no podría haberle interesado.
-¿Saben ya qué
van a beber? –un camarero se acercó a preguntarles, interrumpiendo los pensamientos
de la chica.
-Coca-Cola –dijo
ella.
-Otra para mí.
-Muy bien,
ahora mismo se lo traigo –el hombre tomó nota y se alejó de la mesa.
Liam apoyó un
codo en la mesa y su barbilla en esa mano, y miró a Celia.
-Una mujer que
se pide Coca-Cola –comentó en tono jocoso.
-Un hombre que
lleva a una mujer a cenar a una pizzería –contraatacó ella.
-Vale, tú ganas.
La próxima vez te llevaré a un restaurante gourmet.
-O en ese
restaurante sirven también té o es que tienes muchas ganas de verme –clavó sus
ojos en los del joven.
-¿Por qué lo
dices?
-Antes, en la
cafetería, has dicho que la próxima vez los dos beberíamos té, y ahora…
-Ya, ya lo
pillo –ladeó la cabeza-. Quizás sí que tenga ganas de verte.
Una descarga
eléctrica recorrió la columna vertebral de Celia.
-Y tú también
te has pedido Coca-Cola.
-Vuelves a
tener razón –Payne sonrió.
-Suelo tenerla.
Él puso los
ojos en blanco, pero seguía sonriendo. Entonces el camarero les trajo sus
bebidas y les preguntó si estaban listos para pedir.
-Pues la verdad
es que… -comenzó Liam con su casi perfecto acento español.
-Sí, ya estamos
–lo interrumpió ella-. Queremos una “cuatro estaciones” para compartir,
gracias.
Cuando el
camarero lo hubo apuntado y se fue, el profesor miró a la chica con el ceño
fruncido.
-¿Qué? –preguntó
ella, como si no supiera por qué la miraba así- ¿Cuántas veces has estado tú en
esta pizzería?
-Ninguna, pero…
-Ah, pues yo he
estado un montón, así que deja que la experta hable –alzó una ceja.
Payne suspiró,
dándose por vencido.
-Eres imposible
–dijo.
-Impossibleeeee, impossibleeeee, impossibleeeee
–empezó a cantar Celia, lo que provocó la risa de su acompañante.
-Tell them all I know now, shout it from the
roof tops –para sorpresa de ella, el joven continuó por donde Celia lo
había dejado.
-Vaya, pues
cantas bien y todo –dijo.
-Gracias –él hizo
una imitación de reverencia-. Cuando vivía en Inglaterra dudé entre si
presentarme a Factor-X o hacerme
profesor de literatura, y aquí estoy -bromeó.
-Vaya, ahora
podrías ser mundialmente conocido y dar conciertos y todo –dijo la muchacha, en
broma.
-Pues mírame,
me encuentro dándole clase a unos cuantos adolescentes en una pequeña ciudad
española.
-Esto es mucho
mejor, por supuesto.
-Sin duda.
Ambos rompieron
a reír.
-Así que en
realidad eres profesor de literatura…
-Sí, eso es lo
que estudié.
-¿Y cómo es que
ahora estás aquí? –preguntó ella.
-Bueno, cuando
acabé la carrera me ofrecieron una beca para venirme a España. El trabajo en
Reino Unido tampoco es que sobre, y menos para gente con mis estudios –explicó.
-¿Y eso fue…?
-Hace dos años.
-¿Llevas dos
años en España? –sus cejas se levantaron levemente.
-Sí, ¿tan malo
te parece mi español? –ladeó una sonrisa.
-No, no, es muy
bueno. ¡Lo hablas perfectamente!
-Gracias –hizo un
gesto con la mano para quitarle importancia-. Ahora trabajo donde me llaman,
como sustituto. Aunque es posible que el año que viene me den una plaza fija.
-¿Dónde? –intentó
parecer menos interesada de lo que en realidad estaba.
-Aún no lo sé.
No me gusta hacer planes para el futuro, porque nunca sé dónde voy a estar
cuando la sustitución se acaba.
Celia no sabía
si había notado cierto tono de disculpa en su voz.
-Y… ¿cuánto va
a durar más o menos la baja de mi antiguo profesor de inglés?
-No lo sé con
seguridad… Al menos un par de meses.
La chica
asintió.
Poco después
les trajeron la pizza, y mientras comían se dedicaron a hablar de todo un poco.
¿Cuál es tu color favorito?; ¿Tienes
mascotas?; ¿Hace mucho frío en Inglaterra en invierno?; ¿Cómo es posible que te
guste el café?...
Con cada nueva
frase, Celia sentía que el profesor se escondía un poco más y aparecía un joven
cualquiera en su lugar. Bueno, uno cualquiera no. El que le gustaba a ella,
claro. Payne.
-No puedo más –protestó
ella.
-Cómete ese
trozo –le instó.
-¡No puedo! Voy
a explotar… Cómetelo tú por mí –casi suplicó.
-Es tú trozo,
tú te lo comes, no me valen excusas.
-Cuando
reviente y llene la pizzería de sangre, vas a ser tú el que quite las manchas –se
cruzó de brazos.
-Qué dulce –ironizó
él.
-Que te comas
la pizza.
-No voy a
hacerlo –también cruzó los brazos.
-Pues se queda
ahí.
-Muy bien.
El trozo
descansaba intacto en la bandeja mientras un poco después los dos salían de la
pizzería.
-Eres una
cabezota –dijo Payne.
-Tú lo eres
tanto o más que yo –contestó Celia.
Sin embargo, no
pudieron evitar que una sonrisa asomara a sus rostros. En ese momento, la chica
notó algo vibrar en su bolsillo. Sacó el móvil y vio que tenía un mensaje de su
madre diciendo que se fuera ya a casa, que era tarde.
-Bffff –protestó
ella.
-¿Qué pasa? –la
miró.
-Mi madre. Dice
que me vaya ya.
-Bueno, ya son
las once…
-Como no le
haga caso, no va a parar de hacerme preguntas.
-No es muy
aconsejable que le digas que has salido con tu profesor de inglés, ¿no? –esbozó
una sonrisa.
-Más bien no –admitió
la muchacha.
-Entonces vete
antes de que te metas en un lío.
-Ya –suspiró.
-Te acompaño a
casa.
-¡No! Mejor no.
-Vaya, ¿por
qué?
La chica dudó
un instante. ¿Y si sus padres estaban sentados en el balcón? Solían hacerlo
para tomar el fresco, y así de paso veían con quién volvía a casa su hija. Eso
le pareció demasiado patético como para decírselo a Liam.
-Ya se sabe lo
que pasa en los portales cuando los chicos acompañan a las chicas a su casa… -adoptó
una voz atrevida.
Él negó con la
cabeza y rió.
-¿De verdad que
no quieres?
-¿Que pase lo
que siempre pasa o que me acompañes? –sonrió.
-Mmmm… ambas
cosas.
-Te sacaré de
dudas –se encogió de hombros.
-¿Cóm…?
Sin pensárselo
demasiado, se puso de puntillas y unió sus labios con los de él durante tan
sólo un segundo. Aun así, su respiración ya se había vuelto irregular, y sentía
el estómago contraído. Tal vez se hubiera pasado de la raya, y a pesar de ello
sentía unas ganas inmensas de volver a besar sus extremadamente suaves labios.
Sin embargo, sabía que era mejor no tentar a la suerte. Así que, sin mirarle a
la cara, se dio la vuelta y echó a andar a paso rápido en dirección a su casa.
Liam no la
siguió. Quizás estaba demasiado sorprendido o… quizás Celia sí que se hubiera
pasado de la raya.
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Me encanta!!! yay soy el primer comentario (: amo este imagina de verdad que e leido todos tus imaginas y todos me gustan! porfa siguela pronto que me muero por seguir leyendo! ;)
ResponderEliminarWe Estoy Enamorada Del Imagina... ME ENCANTA COMO ESCRIBES!!! =)
ResponderEliminarLeo tus imaginas desde el principio y me encantan. Solo decirte que no lo dejes, que escribes genial y que subas pronto! :)
ResponderEliminarAaaaaaaah!!! No me puedo creer que le haya besado que fuertee!! Me encanta de verdad es precioso:)) Siguelo cuanto antes
ResponderEliminarNo esperaba otra cosa de Celia, ¡olé ella! Wow, qué fuerte. Liam flipando en O,. JAJAJA
ResponderEliminarDIOS MIO ANA, TIENES QUE SEGUIRLO CUANTO ANTEEES ENSERIO!!!
ResponderEliminarOH DIOS MIO OANAOANSOSBXJDBU SIGUELO EN CUANTO PUEDAS. INCREIBLE.
ResponderEliminarLo siento, pero no me gusta.
ResponderEliminarIncreible,totalmente increible,esta vez la.choca es la mas.atrevida jajaja eso es genial :)
ResponderEliminarDIOS LA AMO LA AMO SIGUELAAA
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