lunes, 29 de julio de 2013

#Imagina de Liam PARTE 7

Ni siquiera pensó que tal vez las ocho de la tarde fuera demasiado temprano para cenar, Celia sólo podía ser consciente de que Payne caminaba a su lado, ambos en dirección a algún restaurante.

-Seguro que a la comida española no le haces ascos, como al café -comentó ella mientras caminaban.

El joven la miró y luego sonrió.

-Tienes razón, de la comida no me quejo.
-Lo suponía.
-Además, tampoco deberías sentirte directamente ofendida por mi rechazo al café, no es precisamente una bebida típica española -razonó él.

Celia pensó durante un momento en sus palabras y luego negó con la cabeza.

-¿Adónde dices que vamos? -preguntó.
-No sabes aceptar que a veces no tienes razón -él rió levemente.
-¿Por?
-Has cambiado de tema -alzó las cejas.
-Es que ese hilo de conversación ya estaba agotado -se defendió ella.
-Igual que cuando se dice "tomar prestado" en lugar de "robar" -comparó Payne.
-No es lo mismo.

El joven soltó una carcajada, pero no replicó. En lugar de eso, tomó a Celia de la mano para dirigirla al interior de un local que había por donde ellos estaban pasando. Al atravesar las puertas, la chica miró a sus manos entrelazadas y luego a los ojos de Liam. Este pareció darse cuenta por primera vez del posible significado del contacto y apartó su mano con suavidad.

-Una… ¿pizzería? –rió.
-Sí. Así seguro que te gusta la comida –él mostró una de sus sonrisas encantadoras.
-Qué estereotipadas nos tienes a las adolescentes –Celia alzó las cejas.
-Dudo que a ti se te pueda seguir considerando adolescente –comentó el joven mientras se sentaban en una mesa para dos.
-¿Por?
-¿Tienes diecisiete o dieciocho?
-Ya pueden meterme en la cárcel, Payne –bromeó ella.
-Pues con dieciocho yo no te seguiría llamando adolescente.
-Yo me seguiría llamando Celia, tienes razón –ladeó una sonrisa.

Él rió.

-Más bien eres una mujer.

Aquello la hizo sentirse muy bien. No es que quisiera ser mayor, no tenía ningún interés en que pasara el tiempo, en tener más preocupaciones y responsabilidades, pero que Payne la reconociera como una mujer le daba una posibilidad más con él. Si la hubiera visto como una niña, estaba claro que no podría haberle interesado.

-¿Saben ya qué van a beber? –un camarero se acercó a preguntarles, interrumpiendo los pensamientos de la chica.
-Coca-Cola –dijo ella.
-Otra para mí.
-Muy bien, ahora mismo se lo traigo –el hombre tomó nota y se alejó de la mesa.

Liam apoyó un codo en la mesa y su barbilla en esa mano, y miró a Celia.

-Una mujer que se pide Coca-Cola –comentó en tono jocoso.
-Un hombre que lleva a una mujer a cenar a una pizzería –contraatacó ella.
-Vale, tú ganas. La próxima vez te llevaré a un restaurante gourmet.
-O en ese restaurante sirven también té o es que tienes muchas ganas de verme –clavó sus ojos en los del joven.
-¿Por qué lo dices?
-Antes, en la cafetería, has dicho que la próxima vez los dos beberíamos té, y ahora…
-Ya, ya lo pillo –ladeó la cabeza-. Quizás sí que tenga ganas de verte.

Una descarga eléctrica recorrió la columna vertebral de Celia.

-Y tú también te has pedido Coca-Cola.
-Vuelves a tener razón –Payne sonrió.
-Suelo tenerla.

Él puso los ojos en blanco, pero seguía sonriendo. Entonces el camarero les trajo sus bebidas y les preguntó si estaban listos para pedir.

-Pues la verdad es que… -comenzó Liam con su casi perfecto acento español.
-Sí, ya estamos –lo interrumpió ella-. Queremos una “cuatro estaciones” para compartir, gracias.

Cuando el camarero lo hubo apuntado y se fue, el profesor miró a la chica con el ceño fruncido.

-¿Qué? –preguntó ella, como si no supiera por qué la miraba así- ¿Cuántas veces has estado tú en esta pizzería?
-Ninguna, pero…
-Ah, pues yo he estado un montón, así que deja que la experta hable –alzó una ceja.

Payne suspiró, dándose por vencido.

-Eres imposible –dijo.
-Impossibleeeee, impossibleeeee, impossibleeeee –empezó a cantar Celia, lo que provocó la risa de su acompañante.
-Tell them all I know now, shout it from the roof tops –para sorpresa de ella, el joven continuó por donde Celia lo había dejado.
-Vaya, pues cantas bien y todo –dijo.
-Gracias –él hizo una imitación de reverencia-. Cuando vivía en Inglaterra dudé entre si presentarme a Factor-X o hacerme profesor de literatura, y aquí estoy -bromeó.
-Vaya, ahora podrías ser mundialmente conocido y dar conciertos y todo –dijo la muchacha, en broma.
-Pues mírame, me encuentro dándole clase a unos cuantos adolescentes en una pequeña ciudad española.
-Esto es mucho mejor, por supuesto.
-Sin duda.

Ambos rompieron a reír.

-Así que en realidad eres profesor de literatura…
-Sí, eso es lo que estudié.
-¿Y cómo es que ahora estás aquí? –preguntó ella.
-Bueno, cuando acabé la carrera me ofrecieron una beca para venirme a España. El trabajo en Reino Unido tampoco es que sobre, y menos para gente con mis estudios –explicó.
-¿Y eso fue…?
-Hace dos años.
-¿Llevas dos años en España? –sus cejas se levantaron levemente.
-Sí, ¿tan malo te parece mi español? –ladeó una sonrisa.
-No, no, es muy bueno. ¡Lo hablas perfectamente!
-Gracias –hizo un gesto con la mano para quitarle importancia-. Ahora trabajo donde me llaman, como sustituto. Aunque es posible que el año que viene me den una plaza fija.
-¿Dónde? –intentó parecer menos interesada de lo que en realidad estaba.
-Aún no lo sé. No me gusta hacer planes para el futuro, porque nunca sé dónde voy a estar cuando la sustitución se acaba.

Celia no sabía si había notado cierto tono de disculpa en su voz.

-Y… ¿cuánto va a durar más o menos la baja de mi antiguo profesor de inglés?
-No lo sé con seguridad… Al menos un par de meses.

La chica asintió.

Poco después les trajeron la pizza, y mientras comían se dedicaron a hablar de todo un poco. ¿Cuál es tu color favorito?; ¿Tienes mascotas?; ¿Hace mucho frío en Inglaterra en invierno?; ¿Cómo es posible que te guste el café?...

Con cada nueva frase, Celia sentía que el profesor se escondía un poco más y aparecía un joven cualquiera en su lugar. Bueno, uno cualquiera no. El que le gustaba a ella, claro. Payne.

-No puedo más –protestó ella.
-Cómete ese trozo –le instó.
-¡No puedo! Voy a explotar… Cómetelo tú por mí –casi suplicó.
-Es tú trozo, tú te lo comes, no me valen excusas.
-Cuando reviente y llene la pizzería de sangre, vas a ser tú el que quite las manchas –se cruzó de brazos.
-Qué dulce –ironizó él.
-Que te comas la pizza.
-No voy a hacerlo –también cruzó los brazos.
-Pues se queda ahí.
-Muy bien.

El trozo descansaba intacto en la bandeja mientras un poco después los dos salían de la pizzería.

-Eres una cabezota –dijo Payne.
-Tú lo eres tanto o más que yo –contestó Celia.

Sin embargo, no pudieron evitar que una sonrisa asomara a sus rostros. En ese momento, la chica notó algo vibrar en su bolsillo. Sacó el móvil y vio que tenía un mensaje de su madre diciendo que se fuera ya a casa, que era tarde.

-Bffff –protestó ella.
-¿Qué pasa? –la miró.
-Mi madre. Dice que me vaya ya.
-Bueno, ya son las once…
-Como no le haga caso, no va a parar de hacerme preguntas.
-No es muy aconsejable que le digas que has salido con tu profesor de inglés, ¿no? –esbozó una sonrisa.
-Más bien no –admitió la muchacha.
-Entonces vete antes de que te metas en un lío.
-Ya –suspiró.
-Te acompaño a casa.
-¡No! Mejor no.
-Vaya, ¿por qué?

La chica dudó un instante. ¿Y si sus padres estaban sentados en el balcón? Solían hacerlo para tomar el fresco, y así de paso veían con quién volvía a casa su hija. Eso le pareció demasiado patético como para decírselo a Liam.

-Ya se sabe lo que pasa en los portales cuando los chicos acompañan a las chicas a su casa… -adoptó una voz atrevida.

Él negó con la cabeza y rió.

-¿De verdad que no quieres?
-¿Que pase lo que siempre pasa o que me acompañes? –sonrió.
-Mmmm… ambas cosas.
-Te sacaré de dudas –se encogió de hombros.
-¿Cóm…?

Sin pensárselo demasiado, se puso de puntillas y unió sus labios con los de él durante tan sólo un segundo. Aun así, su respiración ya se había vuelto irregular, y sentía el estómago contraído. Tal vez se hubiera pasado de la raya, y a pesar de ello sentía unas ganas inmensas de volver a besar sus extremadamente suaves labios. Sin embargo, sabía que era mejor no tentar a la suerte. Así que, sin mirarle a la cara, se dio la vuelta y echó a andar a paso rápido en dirección a su casa.


Liam no la siguió. Quizás estaba demasiado sorprendido o… quizás Celia sí que se hubiera pasado de la raya.


[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

10 comentarios:

  1. Me encanta!!! yay soy el primer comentario (: amo este imagina de verdad que e leido todos tus imaginas y todos me gustan! porfa siguela pronto que me muero por seguir leyendo! ;)

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  2. We Estoy Enamorada Del Imagina... ME ENCANTA COMO ESCRIBES!!! =)

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  3. Leo tus imaginas desde el principio y me encantan. Solo decirte que no lo dejes, que escribes genial y que subas pronto! :)

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  4. Aaaaaaaah!!! No me puedo creer que le haya besado que fuertee!! Me encanta de verdad es precioso:)) Siguelo cuanto antes

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  5. No esperaba otra cosa de Celia, ¡olé ella! Wow, qué fuerte. Liam flipando en O,. JAJAJA

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  6. DIOS MIO ANA, TIENES QUE SEGUIRLO CUANTO ANTEEES ENSERIO!!!

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  7. OH DIOS MIO OANAOANSOSBXJDBU SIGUELO EN CUANTO PUEDAS. INCREIBLE.

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  8. Lo siento, pero no me gusta.

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  9. Increible,totalmente increible,esta vez la.choca es la mas.atrevida jajaja eso es genial :)

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  10. DIOS LA AMO LA AMO SIGUELAAA

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