miércoles, 31 de julio de 2013

#Imagina de Liam PARTE 8

Celia se revolvió inquieta en su cama. En ese momento pensaba que no debería haberle besado, y menos siendo viernes. Ahora quedaban dos largos días hasta que pudiera verlo y saber cómo se lo había tomado. También tenía su número, claro, pero no creía que llamarle fuera a arreglar la posible metedura de pata. Y él no tenía el teléfono de ella, ni sabía dónde vivía. Suspiró, consciente de que no parecía haber una manera posible de saber si había hecho mal besándole. Sin embargo, en su fuero interno creía que había estado bien. Muy bien, de hecho. Ni siquiera había llegado a durar dos segundos, pero casi podía sentir todavía sus esponjosos labios rozando los de ella.
Necesitaba contárselo a alguien. Pensó en Eli, pero cuando se enterara iba a montarse una película y acabaría organizando una boda. Era mejor Leire, pues le daría su opinión sincera y más templada. Así de paso le podría preguntar por qué no había ido a la pequeña reunión de esa tarde.
Sacó su teléfono, buscó el número de su amiga y llamó.

-¿Celia? ¿Qué pasa? -preguntó con voz somnolienta.
-¿Te he despertado? -hizo una mueca, mirando el reloj: ya eran las doce de la noche.
-Sí, pero no importa. ¿Ocurre algo?
-¿Por qué no has podido venir a la reunión? -preguntó Celia.
-Tenía cita en el dentista.
-¿Seguro? 
-Lo siento, no voy a dejar de participar en la feria del libro para que tú estés a solas con el profesor -rió levemente.
-De todos modos, es mejor que no nos volvamos a quedar solos -suspiró.
-¿Y eso?
-Le he besado -soltó Celia.
-¡¿QUE QUÉ?! -exclamó su amiga.
-Pues que le he besado.
-Ya... ya lo he escuchado. ¿Pero cómo...?

Celia le explicó un poco lo que había pasado esa tarde.

-Un profesor no invita a una alumna cualquiera a cenar, eso está claro -dijo Leire.
-Es que no lo entiendes. No era mi profesor en ese momento. No me trataba como a una alumna -intentó explicar ella.
-Sigue siendo tu profesor, te trate como te trate.
-¿No te parece bien?
-¿El qué?
-Que me guste.
-¿Te gusta él o te gusta el morbo de estar tonteando con un profesor?
-Intentaré no ofenderme por lo que acabas de decir.
-Tal vez no eres consciente de ello, pero podría ser una posibilidad.
-Supongo que si te he llamado ha sido para tener tu sinceridad.
-Es toda tuya.
-Ya -Celia tomó aire-. ¿Crees que he hecho mal?
-Depende.
-¿De qué? 
-De las consecuencias que tenga ese beso.

No pudieron sacar muchas conclusiones más. Hasta que no supieran cómo había reaccionado Liam, no había mucho más en lo que pensar, así que Celia se fue a dormir con las mismas inquietudes.
El sábado Celia se dedicó a hacer deberes e intentar estudiar, aunque le costó concentrarse.

-¿Te pasa algo? -le preguntó su madre durante la cena.
-No, no es nada -dijo ella algo ausente.

Al día siguiente, el domingo, sus amigas quedaron para ir a tomar café, pero a ella no le apetecía ir, y menos precisamente a esa cafetería. Tenía la sensación de que lo había estropeado todo. Bueno, "todo" lo que tuvieran Payne y ella.
"O vienes o te sacamos de tu casa a rastras", le dijo Eli en un whatsapp.
Y como a las cuatro y media no estaba en la cafetería, cinco minutos después alguien tocó a la puerta.
-Voy yo -dijo a su madre, suponiendo que serían sus amigas.
En efecto, abrió la puerta y allí estaban.

-Vas a venir a tomar café -Eli se cruzó de brazos.
-Pero es que no me apetece -protestó.
-Nos da igual. Vienes y punto -Leire la tomó de la muñeca y tiró de ella hacia fuera-. La secuestramos un rato, os la devolveremos sana y salva -gritó hacia el interior de la casa.

Sin poder decir o hacer nada más, la sacaron del edificio y la arrastraron hasta la cafetería. Patricia y Claudia, sus otras dos amigas, las esperaban allí, guardando el sitio. También habían pedido, y había cinco cafés descansando delante de cinco sillas alrededor de la mesa redonda que habían escogido, al lado de un ventanal.

-Con leche para la señorita –dijo Patri sonriente al ver a Celia.
-Gracias –murmuró ésta, dando un sorbo a su café.
-Chiquilla, ni que estuviéramos en un funeral –reprochó Claudia.
-Pues casi –comentó Leire.
-¿Por?
-¿Se lo cuentas tú o se lo cuento yo?
-Tú –dijo Celia a su amiga.
-Ha besado a su profesor de inglés –soltó Leire.
-¡¿Qué?!
-¡¿Pero cómo…?!
-¡Qué calladito te lo tenías! –Eli habló por encima de las voces de sus amigas, sacándole una sonrisa a Celia.
-¿Y él qué ha hecho? –preguntó Claudia.
-No se sabe. Esta señorita –le dio un codazo suave- se fue casi corriendo y él no pudo decirle nada.
-O no quiso –apuntó la afectada.
-Celi, estaría demasiado sorprendido como para saber qué decir –terció Patricia.

La chica ladeó una sonrisa por el apelativo que había usado su amiga para llamarla; siempre lo empleaba cuando quería hacerla sentir bien.

-Venga, anímate, al menos podrás decir que besaste a Liam Payne –Eli le guiñó un ojo-. Serás la envidia de toda la clase.
-No quiero que nadie lo sepa –dijo ella-. Imagínate la que se montaría…
-Tiene razón –coincidió Leire.
-Por favor, chicas, no se lo digáis a nadie.
-No te preocupes.

Miró a sus amigas y todas le sonrieron con cariño. Se sintió bien de tenerlas a su lado.

Justo entonces el reloj de la cafetería dio las cinco, y la puerta del local se abrió, dejando paso a un tipo alto, de pelo castaño claro y vivos ojos marrones. Él se dio cuenta de la presencia de Celia antes de que ella fuera consciente de a quién estaba viendo.

Payne se acercó cautelosamente a la mesa de las chicas, y Celia tuvo que hacer un esfuerzo por dejar la taza de café en la mesa sin que resbalara por sus manos hasta hacerse añicos contra el suelo.

-Hola –dijo él; parecía un saludo dirigido hacia las cinco chicas, pero sólo miraba a una.

Leire le dio otro codazo a su amiga, pero éste más fuerte, haciéndola reaccionar.
-Ho… hola –murmuró Celia.
-¿Te apetece… hablar? –preguntó Payne.

Las otras muchachas se miraron entre sí y asintieron levemente con la cabeza.

-Vamos al baño –informó Eli, tras lo que todas se levantaron y se perdieron tras la puerta del aseo.
-Vaya una excusa más mala –bufó Celia, aunque ellas ya no podían escucharla.
-Lo hacen con buena intención, supongo.
-Claro –suspiró.

Una camarera se acercó y le preguntó al profesor qué quería tomar.

-Té, por favor –pidió él.
-El té de las cinco –dijo Celia cuando la mujer se hubo ido, al recordar la hora que era-. Qué inglés.
-Sólo para algunas cosas –sonrió.

Se produjo un breve silencio, en el que ambos parecían reflexionar sobre qué decir.

-No esperaba verte aquí –comentó ella.
-Ni yo a ti.

Sin embargo, la chica estaba convencida de que él también había pensado en ella al decidir ir a esa cafetería. No porque creyera que iba a verla ese día, sino porque las dos veces que se habían visto a solas habían comenzado ahí.

-Aún no has respondido a mi pregunta –dijo Payne.
-¿Qué pregunta? –se tocó el pelo, nerviosa.
-A la de si te apetece hablar.
-Ya estamos hablando, ¿no? –replicó la chica.
-Tienes razón. Seré más concreto: ¿te apetece hablar sobre lo que pasó ayer?

La camarera trajo el té de Liam, lo que le dio a Celia un minuto para pensar en qué contestarle.

-No sé si me apetece, pero supongo que hay que hacerlo –contestó al fin.
-Sí, yo también lo supongo.
-¿De qué quieres hablar exactamente?
-Bueno, no del trozo de pizza que dejamos en el plato –bromeó él, aunque también se le notaba algo nervioso.
-Dime.
-Sabes muy bien de qué.
-Dilo –pidió ella de nuevo.
-Del… beso.

Celia respiró hondo.

-¿No te gustó? –intentó parecer relajada.
-Precisamente ese es el problema…
-Bueno, yo… -empezó una disculpa, pero él le impidió continuar.
-Que me gustó.

La chica alzó las cejas, sorprendida ante esa respuesta, y algo descolocada. No lo esperaba.

-¿Y eso es un problema?
-Sí.
-¿Por qué?

Payne dio un largo trago a su té.

-Porque no debió haberme gustado.
-Pues no veo el por qué.
-Ya estuvo lo suficientemente mal que te llevara a cenar por ahí… -trató de explicarse.
-¿Porque eres mi profesor?
-Porque soy tu profesor –asintió.
-Eso es una excusa.
-¿Una excusa? Ojalá lo fuera –Payne resopló.
-Explica eso.
-Mira, eres una alumna, mi alumna. Y besar a una alumna está mal, pero que muy mal.
-Si crees que lo hago porque eres mi profesor, estás muy equivocado con respecto a la clase de persona que soy.
-No creo que lo hayas hecho por eso –se defendió él-. ¿Pero no entiendes que está mal?

Celia se cruzó de brazos y miró fijamente a esos ojos marrones que brillaban de forma tan intensa.

-Sólo hay una respuesta, y en realidad es bastante sencilla –dijo la joven.
-¿Qué?

-¿Merece la pena cometer el delito para recibir la recompensa? –preguntó ella- ¿Te gusto lo suficiente como para que no te importe lo que esté mal y lo que esté bien?


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10 comentarios:

  1. Ayy que bonito jo! Sigueloooo ;)

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  2. Aaaaaaah!!!! Me encanta, me encanta, me encantaaa!!! Siguela prontooo porfiiis no puedo esperar mas que emocion hahah vale ya:) xx.

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  3. ¡¡¡¡Me encanta!!! :)

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  4. Cada una de tus palabras son incréibles, como su escritora <3
    Atentamente, una anónima para que sonrías ;)

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  5. Porfavor... SIGUELO. SIGUELO. NO ME DEJES ASI. ESTOY MURIENDO D:

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  6. Me ha encantado.Cada dia espero con ansias tu imagina es como una droga jajjaaj eres muy buena escritora no dejes de escribir nunca. <3

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  7. Ahhhhhh!!! Me encanta pero no puedes dejarlo ahi. Esta genial, no te desanimes por gente tonta. Sabes, no les gusta porque es de Liam, nada mas. Esta genial y si tanta gente te lo dice sera por algo. Continuaaaaaa :)
    Lots of Love C =
    Una anonima xx

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