Jake se da
cuenta de que estás tan nerviosa que se ofrece a llevarte a la universidad en
su moto veinte minutos antes de que sea la hora de iros. Te sorprende que lo
proponga teniendo en cuenta que siempre vais en autobús, pero entonces se te ocurre
que tal vez, antes de que tú estuvieras, él iba en moto. ¿Y por qué no sigue haciéndolo
así aunque tú estés? Si es por ir contigo, podría haberte preguntado si
preferías ir en autobús en lugar de ir con él. Sacudes la cabeza, sin que nada
tenga en realidad demasiado sentido. Tampoco te sientes con ganas de pensar
también en eso.
Tu regla sigue
desaparecida, estás enfadada con Harry, hoy vas por fin a hacerte el test del
embarazo y para colmo tienes un examen de química orgánica.
Así que… sí,
aceptas que Jake te lleve con antelación. De todos modos, llevas un cuarto de
hora sentada en una silla de la cocina todalmente lista para salir.
-Te noto…
preocupada –comenta Jake mientras salís de la casa.
-Estoy bien
–contestas, aunque te tiembla la voz.
-No, no lo
estás –se coloca enfrente de ti y posa sus manos en tus hombros, mirándote con
afectación.
Sus ojos azules
te miran de una forma tan intensa que te ves obligada a bajar la vista.
-¿Qué te pasa?
–pregunta.
-Nada… -no
suena demasiado creíble.
Jake te mira de
forma elocuente y tú suspiras.
-Ah, está bien
–claro que tampoco puedes decirle toda la verdad, así que…-. Estoy enfadada con
Harry.
Notas que la
expresión del chico cambia, aunque no logras distinguir qué siente en este
momento.
-Vaya… ¿Qué ha
pasado? –quita las manos de tus hombros y vuelve a caminar.
-Pues… -no
encuentras la forma de decirlo sin sugerir que puedes estar embarazada, y eso
sería demasiado incómodo.
-Es igual, no
hace falta que lo digas. Supongo que es bastante obvio –se encoge de hombros-.
Es un chico muy celoso, ¿no crees?
Le miras,
atónita.
-¿Cómo…?
-Bueno, no hace
falta ser un genio para darse cuenta. Se nota que es de esa clase de chicos que
están sintiendo celos constantemente, y eso es porque son demasiado posesivos.
Piensan que la otra persona les pertenece –sostiene la puerta del portal para
que salgas-. Te lo advierto, puede haber algunos muy violentos.
Te recorre un
escalofrío al recordar a Harry arrodillado sobre aquel tipo del bar, pegándole
puñetazos hasta que todo el suelo estuvo ensangrentado y su cara había perdido
la forma definida.
-Harry no es…
-intentas defenderle.
-¿Estás segura
de que no? –te mira de soslayo.
Guardas
silencio, pues cualquier otra cosa que dijeras en su defensa sería mentira. Sí,
es un chico violento. Pero a ti nunca te haría daño. De hecho, hizo aquello por
defenderte. Jake te tiende un casco y sonríe con total naturalidad.
-En fin, ¿cómo
va esa química orgánica?
Te pones el
casco con desgana.
-Gracias por
recordármelo –protestas.
-Era lo menos
que podía hacer –él también se pone su casco y se sube en la moto.
Tú vacilas.
Todo es demasiado parecido a cuando vas con Harry, sólo que esta vez el
pasajero de delante no es él. Tampoco sabes si querrías que lo fuera. Insinuó
que te acostabas con Jake, da igual cómo intente explicar que no quería decir
eso. Lo dijo. Y la duda te duele aún más que sus celos. Aunque, en realidad, es
lo mismo. Los celos son dudas, las dudas son celos. Tú también vives lejos de
él, pero no estás todo el rato pensando en si estará viendo a otras chicas,
porque no crees que lo esté haciendo. No es justo que él piense lo contrario.
-¿Subes?
–pregunta Jake, ladeando la cabeza.
-¿Eh? –vuelves
al mundo real-. Ah, sí, claro.
Te montas en la
moto y rodeas la cintura de él con tus brazos, más por costumbre que porque
sientas miedo de caerte. Eso ya lo superaste.
-¿Jake? –apoyas
la mejilla en su espalda.
-¿Sí, preciosa?
–gira la cabeza para mirarte de reojo.
-¿Te importa
que a la vuelta pasemos por una farmacia? Necesito comprar unas pastillas para
el dolor de cabeza –intentas que suene real, y por una vez crees que lo hace.
-Claro –asiente
con la cabeza y arranca la moto-. ¿Lista?
-Por supuesto.
Sí, estás
lista. Especialmente para hacerte de una vez ese maldito test, en cuanto
vuelvas de clase. De todos modos, ¿por qué tienes que esperar a Harry para
hacerte una prueba cuando él ni siquiera cree que si de verdad estás embarazada
el hijo sea con total seguridad de él?
…
Con la espalda
apoyada en la pared del cuarto de baño, sostienes el aparatito blanco y azul
entre tus manos temblorosas. Ahora ya no estás tan segura de que realmente sea
bueno hacerte el test tu sola… pero estás decidida a ello. Es más, cuanto más
tiempo tardes en decidirte, más probabilidades hay de que Harry llegue antes de
que te lo hagas.
Lees por cuarta
vez las instrucciones –que no tienen ninguna clase de dificultad-, y por fin te
sientas en el váter para tomar la muestra de orina que tiene la respuesta a tus
dolores de cabeza de la última semana.
Después de unos
diez segundos, miras el aparato y ves que en la pequeña pantalla aparece un
reloj de arena. Ah, sí, ahora tienes que esperar tres minutos hasta saber la
respuesta.
Te levantas del
váter y tiras de la cadena con impaciencia sin apartar la mirada del aparato,
que descansa en el borde del lavabo.
¿De verdad
estás preparada para saber la respuesta tú sola?
Das un respingo
al escuchar tu teléfono móvil.
-¿Diga? –logras
contestar después de un rato intentando sacarlo del bolsillo.
-¡Hola, fea!
–la familiar voz de Julia suena al otro lado de la línea.
Das un suspiro
de alivio al descubrir que es ella y no Harry quien te estaba llamando.
-Hola
–respondes, a pesar de ello sin mucha efusividad.
-¿Qué tal tu
examen? –pregunta tu amiga.
Durante estos
últimos días la has llamado bastante a menudo, pues necesitabas a alguien con
quien poder desahogarte por completo, y ese único alguien es Julia. Así que
ella lo sabe absolutamente todo sobre tu situación actual.
-¿De verdad me
preguntas por eso?
-Vale, ¿estás
embarazada o no? –suspira ella.
-Bueno, el
examen me ha salido bien –contestas rápidamente.
-¿Ves? No tiene
sentido que te pregunte por lo demás.
-Si te esperas
tres minutos te digo si lo estoy o no –vuelves a mirar el aparato; el odioso
reloj de arena sigue ahí.
-Espera,
espera, espera… ¿Y Harry? ¿Qué me he perdido?
-Harry no está
–te limitas a decir.
-¿Te has hecho
el test sin él? –parece horrorizada-
Sabes que eso sólo va a empeorar las cosas, ¿verdad?
-Dudo que
puedan empeorar –resoplas.
-Ya pero…
Toc, toc, toc.
-¿Sí? –tapas el
auricular y miras en dirección a la puerta del baño.
-¿Puedo pasar?
–tu boca se abre formando una “o” al
escuchar la voz de Harry.
-Esto… espera
–dices para que él pueda oírte-. ¡Ahora salgo!
Abres el grifo
para que parezca que estás haciendo algo.
-Julia, Harry
está aquí –susurras al teléfono.
-¡¿Cómo?!
-Sí, acaba de
llegar, está al otro lado de la puerta, ¿qué hago? –necesitas con desesperación
uno de sus infalibles consejos.
-Bueno, no creo
que te convenga echarle demasiado en cara lo del otro día cuando vas a darle un
motivo para que él también se enfade contigo.
De nuevo tres
toques a la puerta, esta vez más impacientes.
-¿Pasa algo?
–pregunta Styles.
-No, nada, voy
–dices en voz alta-. Julia, tengo que colgar, luego hablamos… si sigo viva.
Abres la puerta
del baño y sales de él cerrándola tras de ti.
-¿Estás segura
de que no pasa nada? –te mira con preocupación, y te das cuenta de que debes
tener un aspecto un tanto desaliñado.
-Styles –cambias
de tema-, que sepas que sigo molesta contigo.
-Déjame
explicártelo –pide.
Piensas en lo
que Julia te ha recomendado.
-Inténtalo –te
cruzas de brazos.
-A ver, yo sólo
estaba haciendo una comparación, no es que pensara que hubiera ninguna
posibilidad de que vosotros… en fin, que sé que eso no es así, pero esa forma
de llamarte me molestó, y no pensé en cómo podrías interpretar lo que iba a
decir –habla atropelladamente, como si tuviera miedo a que te dieras la vuelta
y te marcharas.
Lo miras con
los ojos entrecerrados. Es bastante difícil pasar por alto su expresión de
desesperación, pero tampoco puedes dejar de sentirte molesta con él de repente.
Sus celos son agotadores.
-Lo siento
–duda un momento antes de decirlo-, bombón.
Tú suspiras.
-Styles, es que
no lo entiendes. No es sólo eso. Es que un día tras otro soportando esa
desconfianza en mí… cansa, y duele.
Tus palabras
parecen clavársele como cuchillos, pero se limita a asentir con la cabeza.
-¿Todo bien por
aquí? –Jake aparece de la nada en el pasillo y camina hasta vosotros.
-Perfectamente
–contesta Harry con los dientes apretados.
-¿Seguro? –una
sonrisa desconcertante asoma a sus ojos.
-Bueno, si me
necesitáis, estaré en mi dormitorio.
-¿Ves? Es
insoportable –dice Styles ahora en voz más baja, aunque Jake ya ha cerrado la
puerta de su cuarto.
-No conmigo.
-Y no desconfío
de ti, desconfío de él –aclara.
-Como si yo no
supiera decir que no –pones los ojos en blanco y vas hacia el salón.
Harry te sigue,
exasperado.
-No entiendes
cómo me siento.
-Ni tú cómo me
siento yo –te plantas en mitad de la habitación con los brazos en jarras-.
Styles, esto tiene que parar.
-Es difícil,
¿sabes? –se pasa una mano por el pelo.
Entonces ves
algo de color oscuro resaltando sobre su piel clara. Parece… sangre.
-Styles… -te acercas
a él y coges su mano entre las tuyas- ¿Qué es esto?
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esta exelente mujer eres buenisima me encanta :3
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