domingo, 6 de octubre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 16 -2º temporada-

Jake se da cuenta de que estás tan nerviosa que se ofrece a llevarte a la universidad en su moto veinte minutos antes de que sea la hora de iros. Te sorprende que lo proponga teniendo en cuenta que siempre vais en autobús, pero entonces se te ocurre que tal vez, antes de que tú estuvieras, él iba en moto. ¿Y por qué no sigue haciéndolo así aunque tú estés? Si es por ir contigo, podría haberte preguntado si preferías ir en autobús en lugar de ir con él. Sacudes la cabeza, sin que nada tenga en realidad demasiado sentido. Tampoco te sientes con ganas de pensar también en eso.

Tu regla sigue desaparecida, estás enfadada con Harry, hoy vas por fin a hacerte el test del embarazo y para colmo tienes un examen de química orgánica.

Así que… sí, aceptas que Jake te lleve con antelación. De todos modos, llevas un cuarto de hora sentada en una silla de la cocina todalmente lista para salir.

-Te noto… preocupada –comenta Jake mientras salís de la casa.
-Estoy bien –contestas, aunque te tiembla la voz.
-No, no lo estás –se coloca enfrente de ti y posa sus manos en tus hombros, mirándote con afectación.

Sus ojos azules te miran de una forma tan intensa que te ves obligada a bajar la vista.

-¿Qué te pasa? –pregunta.
-Nada… -no suena demasiado creíble.

Jake te mira de forma elocuente y tú suspiras.

-Ah, está bien –claro que tampoco puedes decirle toda la verdad, así que…-. Estoy enfadada con Harry.

Notas que la expresión del chico cambia, aunque no logras distinguir qué siente en este momento.

-Vaya… ¿Qué ha pasado? –quita las manos de tus hombros y vuelve a caminar.
-Pues… -no encuentras la forma de decirlo sin sugerir que puedes estar embarazada, y eso sería demasiado incómodo.
-Es igual, no hace falta que lo digas. Supongo que es bastante obvio –se encoge de hombros-. Es un chico muy celoso, ¿no crees?

Le miras, atónita.

-¿Cómo…?
-Bueno, no hace falta ser un genio para darse cuenta. Se nota que es de esa clase de chicos que están sintiendo celos constantemente, y eso es porque son demasiado posesivos. Piensan que la otra persona les pertenece –sostiene la puerta del portal para que salgas-. Te lo advierto, puede haber algunos muy violentos.

Te recorre un escalofrío al recordar a Harry arrodillado sobre aquel tipo del bar, pegándole puñetazos hasta que todo el suelo estuvo ensangrentado y su cara había perdido la forma definida.

-Harry no es… -intentas defenderle.
-¿Estás segura de que no? –te mira de soslayo.

Guardas silencio, pues cualquier otra cosa que dijeras en su defensa sería mentira. Sí, es un chico violento. Pero a ti nunca te haría daño. De hecho, hizo aquello por defenderte. Jake te tiende un casco y sonríe con total naturalidad.

-En fin, ¿cómo va esa química orgánica?

Te pones el casco con desgana.

-Gracias por recordármelo –protestas.
-Era lo menos que podía hacer –él también se pone su casco y se sube en la moto.

Tú vacilas. Todo es demasiado parecido a cuando vas con Harry, sólo que esta vez el pasajero de delante no es él. Tampoco sabes si querrías que lo fuera. Insinuó que te acostabas con Jake, da igual cómo intente explicar que no quería decir eso. Lo dijo. Y la duda te duele aún más que sus celos. Aunque, en realidad, es lo mismo. Los celos son dudas, las dudas son celos. Tú también vives lejos de él, pero no estás todo el rato pensando en si estará viendo a otras chicas, porque no crees que lo esté haciendo. No es justo que él piense lo contrario.

-¿Subes? –pregunta Jake, ladeando la cabeza.
-¿Eh? –vuelves al mundo real-. Ah, sí, claro.

Te montas en la moto y rodeas la cintura de él con tus brazos, más por costumbre que porque sientas miedo de caerte. Eso ya lo superaste.

-¿Jake? –apoyas la mejilla en su espalda.
-¿Sí, preciosa? –gira la cabeza para mirarte de reojo.
-¿Te importa que a la vuelta pasemos por una farmacia? Necesito comprar unas pastillas para el dolor de cabeza –intentas que suene real, y por una vez crees que lo hace.
-Claro –asiente con la cabeza y arranca la moto-. ¿Lista?
-Por supuesto.

Sí, estás lista. Especialmente para hacerte de una vez ese maldito test, en cuanto vuelvas de clase. De todos modos, ¿por qué tienes que esperar a Harry para hacerte una prueba cuando él ni siquiera cree que si de verdad estás embarazada el hijo sea con total seguridad de él?


Con la espalda apoyada en la pared del cuarto de baño, sostienes el aparatito blanco y azul entre tus manos temblorosas. Ahora ya no estás tan segura de que realmente sea bueno hacerte el test tu sola… pero estás decidida a ello. Es más, cuanto más tiempo tardes en decidirte, más probabilidades hay de que Harry llegue antes de que te lo hagas.

Lees por cuarta vez las instrucciones –que no tienen ninguna clase de dificultad-, y por fin te sientas en el váter para tomar la muestra de orina que tiene la respuesta a tus dolores de cabeza de la última semana.

Después de unos diez segundos, miras el aparato y ves que en la pequeña pantalla aparece un reloj de arena. Ah, sí, ahora tienes que esperar tres minutos hasta saber la respuesta.

Te levantas del váter y tiras de la cadena con impaciencia sin apartar la mirada del aparato, que descansa en el borde del lavabo.

¿De verdad estás preparada para saber la respuesta tú sola?

Das un respingo al escuchar tu teléfono móvil.

-¿Diga? –logras contestar después de un rato intentando sacarlo del bolsillo.
-¡Hola, fea! –la familiar voz de Julia suena al otro lado de la línea.

Das un suspiro de alivio al descubrir que es ella y no Harry quien te estaba llamando.

-Hola –respondes, a pesar de ello sin mucha efusividad.
-¿Qué tal tu examen? –pregunta tu amiga.

Durante estos últimos días la has llamado bastante a menudo, pues necesitabas a alguien con quien poder desahogarte por completo, y ese único alguien es Julia. Así que ella lo sabe absolutamente todo sobre tu situación actual.

-¿De verdad me preguntas por eso?
-Vale, ¿estás embarazada o no? –suspira ella.
-Bueno, el examen me ha salido bien –contestas rápidamente.
-¿Ves? No tiene sentido que te pregunte por lo demás.
-Si te esperas tres minutos te digo si lo estoy o no –vuelves a mirar el aparato; el odioso reloj de arena sigue ahí.
-Espera, espera, espera… ¿Y Harry? ¿Qué me he perdido?
-Harry no está –te limitas a decir.
-¿Te has hecho el test sin él? –parece horrorizada- Sabes que eso sólo va a empeorar las cosas, ¿verdad?
-Dudo que puedan empeorar –resoplas.
-Ya pero…

Toc, toc, toc.

-¿Sí? –tapas el auricular y miras en dirección a la puerta del baño.
-¿Puedo pasar? –tu boca se abre formando una “o” al escuchar la voz de Harry.
-Esto… espera –dices para que él pueda oírte-. ¡Ahora salgo!

Abres el grifo para que parezca que estás haciendo algo.

-Julia, Harry está aquí –susurras al teléfono.
-¡¿Cómo?!
-Sí, acaba de llegar, está al otro lado de la puerta, ¿qué hago? –necesitas con desesperación uno de sus infalibles consejos.
-Bueno, no creo que te convenga echarle demasiado en cara lo del otro día cuando vas a darle un motivo para que él también se enfade contigo.

De nuevo tres toques a la puerta, esta vez más impacientes.

-¿Pasa algo? –pregunta Styles.
-No, nada, voy –dices en voz alta-. Julia, tengo que colgar, luego hablamos… si sigo viva.

Abres la puerta del baño y sales de él cerrándola tras de ti.

-¿Estás segura de que no pasa nada? –te mira con preocupación, y te das cuenta de que debes tener un aspecto un tanto desaliñado.
-Styles –cambias de tema-, que sepas que sigo molesta contigo.
-Déjame explicártelo –pide.

Piensas en lo que Julia te ha recomendado.

-Inténtalo –te cruzas de brazos.
-A ver, yo sólo estaba haciendo una comparación, no es que pensara que hubiera ninguna posibilidad de que vosotros… en fin, que sé que eso no es así, pero esa forma de llamarte me molestó, y no pensé en cómo podrías interpretar lo que iba a decir –habla atropelladamente, como si tuviera miedo a que te dieras la vuelta y te marcharas.

Lo miras con los ojos entrecerrados. Es bastante difícil pasar por alto su expresión de desesperación, pero tampoco puedes dejar de sentirte molesta con él de repente. Sus celos son agotadores.

-Lo siento –duda un momento antes de decirlo-, bombón.

Tú suspiras.

-Styles, es que no lo entiendes. No es sólo eso. Es que un día tras otro soportando esa desconfianza en mí… cansa, y duele.

Tus palabras parecen clavársele como cuchillos, pero se limita a asentir con la cabeza.

-¿Todo bien por aquí? –Jake aparece de la nada en el pasillo y camina hasta vosotros.
-Perfectamente –contesta Harry con los dientes apretados.
-¿Seguro? –una sonrisa desconcertante asoma a sus ojos.
-Bueno, si me necesitáis, estaré en mi dormitorio.
-¿Ves? Es insoportable –dice Styles ahora en voz más baja, aunque Jake ya ha cerrado la puerta de su cuarto.
-No conmigo.
-Y no desconfío de ti, desconfío de él –aclara.
-Como si yo no supiera decir que no –pones los ojos en blanco y vas hacia el salón.

Harry te sigue, exasperado.

-No entiendes cómo me siento.
-Ni tú cómo me siento yo –te plantas en mitad de la habitación con los brazos en jarras-. Styles, esto tiene que parar.
-Es difícil, ¿sabes? –se pasa una mano por el pelo.

Entonces ves algo de color oscuro resaltando sobre su piel clara. Parece… sangre.


-Styles… -te acercas a él y coges su mano entre las tuyas- ¿Qué es esto?


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1 comentario:

Motivos para sonreír.