Observo
distraídamente la sangre que sale como sin ganas de mis nudillos cada vez que
muevo un poco los dedos para conseguir que el papelito blanco forme algo
parecido a un tubo. Tengo una semana para que se curen, y la experiencia me
demuestra que lo hacen. Saco un mechero del bolsillo trasero de mis vaqueros y
coloco la mecha en la punta del tubo, tras lo que doy una calada y el papel
empieza a oscurecerse y quemarse poco a poco. Creo que me parezco bastante a
ese cigarrillo. A este paso, yo también voy a acabar consumiéndome.
En cuanto la
nicotina entra a mi cuerpo, me siento mucho más relajado, y noto una
satisfacción difícil de describir. Suelto el humo que tengo dentro, provocando
una breve estela blanca en la oscuridad de la noche. Bueno, hay una luz. Una
pequeña y parpadeante luz sobre la destrozada puerta, gracias a la que veo al
tipo salir y acercarse hacia mí.
-De nuevo ganador
–comenta, sacando un paquete de cigarrillos de su chaqueta.
Me encojo de
hombros.
-¿Tienes fuego?
–mira el cigarro que descansa en mi labio inferior.
-No, lo he
encendido con dos piedras –ironizo, y él suelta una carcajada ronca.
Le paso mi mechero
y Andy disfruta tranquilamente de su primera calada después de un buen rato. No
puedo reprochárselo, entiendo cómo se siente.
-Hace poco que
fumas, ¿no? –me pregunta, devolviéndome el mechero.
-¿Por?
–prefiero no darle detalles de mi vida.
-No tienes los
dedos amarillos. Ni los dientes –me señala con el cigarro-. Y yo que tú los
conservaría así.
-Cada uno tiene
sus motivos.
-Ajá.
Si le digo que
empecé a fumar porque necesitaba algo a lo que aferrarme probablemente pensará
que soy débil. Y seguramente lo sea. Claro que un cigarro no va a hacer que un
tren atropelle al ojitos azules. O que mi chica no esté embarazada. Doy
rápidamente otra calada al pensar en la posibilidad.
-Aquí tienes.
El tipo mete la
mano en un bolsillo interior de la chaqueta y saca un pequeño taco de billetes,
que yo alargo la mano para coger.
-Hoy has estado
bien. ¿Has tenido un mal día? –no parece preguntarlo con malicia, más bien con
curiosidad.
Veo imágenes en
mi mente de todo lo que ha pasado este fin de semana, de la cena con ese
capullo que no dejaba de insinuar que estaba deseando tirarse a mi novia, de mi
novia diciéndome que puede que esté embarazada, y luego preguntándome si voy a
dejarla.
-No ha sido el
mejor de mi vida –reconozco.
-Si eso te
motiva… -señala el dinero- Trescientas veinte libras.
-Vaya –noto que
mis cejas se levantan un poco.
-Sí, vaya. Con
esto todavía puedes hacer que el día mejore un poco –ríe de nuevo.
Sonrío
guardándome el dinero en el pantalón. Andy me cae bien. Tal vez porque casi
siempre que lo veo viene a traerme dinero. Él es quien lleva el tema de las
apuestas en el club –si se puede llamar club-,
y se encarga de llevarle sus ganancias al ganador. Claro que también se queda
con una parte. De todos modos, no lo hago por el dinero, lo hago para
desahogarme.
-¿Me dirás
algún día dónde aprendiste a boxear así, Styles?
-Ya te lo he
dicho, en ninguna parte –tiro lo que queda del cigarro al suelo y lo aplasto
con el zapato.
-Es imposible
–niega con la cabeza como para darle fuerza a sus palabras.
-No lo es.
-Pero sí, viene
bien ser un chico tan misterioso –dice como para sí-. No sé por qué, pero hace
que la gente apueste más por ti.
-Apuestan por
mí porque siempre gano –resoplo.
-También puede
ser. ¿Vendrás mañana?
Niego con la
cabeza.
-Ah, es verdad.
Tienes que volver como nuevo –mira mis nudillos ensangrentados y mi ceja
abierta.
-Es parte del
mito –ladeo una sonrisa que no sé si siento.
-Más bien del
misterio –tira también su cigarro pero no se molesta en apagarlo.
-Lo que sea.
-Styles.
-¿Hm?
-Ándate con ojo
–dice, y por un momento creo que en tono protector.
Asiento con la
cabeza y me voy de allí sin decir nada más. Sé muy bien a qué se refería Andy.
Pero él no sabe que yo estoy acostumbrado a esto, que sé que si me preguntan
qué me ha pasado no puedo dudar al decir que me caí por las escaleras, o que es
mejor que evite a la policía, por si acaso. Piensa que nunca antes he hecho
algo ilegal. En fin, si él supiera.
Camino
tranquilamente en dirección a casa, sintiendo el dolor que tengo por todo el
cuerpo como algo revitalizador. Estoy hecho polvo. Sí, sería más fácil volver
en mi moto, pero no quiero darle a toda esa gente el número de mi matrícula
para que puedan localizarme. Yo en ese sótano sólo me dedico a boxear mientras
bastante gente mira, pero no quiero saber nada más de nadie de allí. Noto el
calor de los billetes en mi chaqueta y me subo la cremallera hasta la barbilla.
Sí, su dinero no tengo ningún problema en aceptarlo. De todos modos, seguro que
si Andy se lo quedara, acabaría gastándoselo en tabaco.
Es un poco
irónico cómo por miedo a perder a mi novia esté haciendo aquello que ya me hizo
perderla una vez. Aunque esta vez es un poco más… sofisticado. Sonrío
brevemente por intentar hacerme creer a mí mismo que peleas de boxeo ilegales
pueden ser sofisticadas. Sin embargo, cuando todos los domingos salgo de ese
sótano, me siento un poco mejor.
No puedo evitar
sacar papel y tabaco para hacerme otro cigarro. El camino de vuelta a casa se
hace muy aburrido al ir solo.
Entonces, mientras
estoy intentando que el tabaco quede en equilibrio para conseguir juntar los
dos extemos del papelito blanco, me suena el teléfono. Lo enrollo rápidamente
–lo que hace que parte de las pequeñas hojas caigan al suelo-, lo enciendo y me
lo llevo a la boca. A pesar de todo, me da tiempo a contestar antes de que
cuelguen.
-¿Diga? –doy
una calada a mi algo vacío cigarro.
-¡Styles!
¿Dónde estabas? Has tardado un montón en cogerlo –escucho la preocupación en la
voz de mi chica, y me siento algo culpable.
Si supiera que
últimamente estoy fumando, y que de nuevo hago cosas ilegales, es posible que
me dejara. Y aunque no lo hiciera, le haría mucho daño.
-Lo siento –me
disculpo a toda velocidad-. Estaba saliendo de la ducha –miento.
-Vaya unas
horas de ducharse.
-Ya, es que
necesitaba despejarme –eso es, sin vacilar.
-Ah, bueno, lo
entiendo –oigo cómo suspira.
-¿Cómo lo
llevas? –le pregunto.
-Bueno… Intento
no pensar demasiado en… eso.
-Piensa en mí.
Puedo
imaginarme cómo pone los ojos en blanco y luego sonríe.
-Ya lo hago.
Ése es el problema.
-¿Tan feo soy?
-Styles, ¿tú
diciendo que puede que seas feo? ¡Menuda sorpresa! –su voz suena algo más
relajada.
-Una cosa es
que lo diga y otra es que lo piense –ladeo una sonrisa.
-Ya me
extrañaba a mí.
Ambos nos quedamos
callados durante un momento, que yo aprovecho para inspirar el humo de mi
cigarro.
-¿Se han ido ya
tus padres? –pregunto, para dejar de pensar en lo cerca que está ella de lo que
estoy haciendo, pero a la vez sin saber nada de ello.
-Sí, justo
cuando Jake ha llegado –oigo un suspiro.
-Perdona por
decírtelo, pero cada vez me caen peor.
-Lo entiendo, a
mí están empezando a sacarme de quicio.
-De todas
formas, es absurdo que no quieran que estés a solas conmigo –le doy una patada
a una pequeña piedra que me encuentro en el camino.
-Ya, pero
bueno… Ahora me preocupan otras cosas…
-Lo sé. Pero
por favor, espera hasta el viernes que viene –pido.
-Lo haré.
Aunque si noto alguna patadita antes, te aviso –logra bromear.
Noto que el
color desaparece de mis mejillas al pensar en la posibilidad real de que tenga
a un bebé en su interior, de que yo pueda estar a nueve meses de tener un hijo.
Sería un padre pésimo. Ah, ¿por qué el sexo tiene ese problema tan grande? Yo
no quiero tener hijos todavía, y no sé si alguna vez llegaré a querer.
-Styles, ¿estás
ahí?
-Sí, perdona
–sacudo la cabeza y un rizo me rebota en la frente-. Estaba pensando.
-¿En qué?
-En que no
sabría ser un buen padre –digo sólo parte de la verdad.
-Lo serías –sus
palabras suenan tan dulces que me hacen tirar el cigarro con fuerza y rabia
contra el suelo.
-Bueno, no
tiene sentido darle más vueltas a esto. Prefiero que tengamos un hijo a que tu
retraso sea por culpa de una enfermedad o algo más grave –lo pienso así, pero
también lo digo para intentar sentirme una mejor persona.
-Oh, Harry…
Sé que se ha
emocionado; sólo espero no haberla hecho llorar.
-¿Lista para
cenar, preciosa? –escucho de repente como muy lejos del teléfono.
Tardo tan solo
unos segundos en ubicar esa voz y comprender quién es el que ha llamado preciosa a MÍ chica.
-¡Un momento!
–dice ella, pero suena amortiguado; supongo que ha tapado el altavoz del móvil
con la mano.
-Interesante
–mascullo cuando noto que destapa el altavoz.
-No empieces
–replica, quizás molesta. Me da igual, más molesto estoy yo.
-Simplemente me
parece interesante.
-¿El qué?
–pregunta, sin ganas.
-Que otro tío
llame a mi novia preciosa –intento
aparentar indiferencia.
-Joder, Styles,
con lo bien que estabas últimamente –suspira de nuevo.
-Me pregunto
si, si realmente estás embarazada, llamará al bebé hijo.
-¡¿Qué se
supone que estás insinuando?! –alza la voz.
Ay mierda.
-No quería
decir eso, sólo me refería a que igual que a ti te llama como si… -intento
explicarme, pero ella me interrumpe.
-Sí, lo que tú
digas. Me voy a cenar –cuelga antes de que pueda decir nada más.
Genial. Ahora
cree que he insinuado que se acuesta con Jake. Dios. ¿Por qué has dicho nada,
estúpido? Agggg. ¿Podría ir mi vida peor ahora mismo? Y encima ni siquiera
puedo verla hasta el viernes. A saber lo que pasará hasta ese día. Me paso las
manos por el pelo y tiro fuertemente, haciéndome más daño en los nudillos que
en el cuero cabelludo. En fin, creo que mañana por la noche romperé la
tradición y volveré a ir a ese antro a boxear.
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Como puede escribir alguien tan bien? Me encanta el cap, espero el siguiente. :)
ResponderEliminarhola "preciosa" , como puedes escribir tan bien ? , no me lo explico , en serio. Es perfecto como siempre (como no) , espero el siguiente capitulo .Sigue asi plisss
ResponderEliminarBsss guapa
Ooooooooooo <3
ResponderEliminar¡Wooow! No deja indiferente a nadie esté capítulo. Es genial, como siempre. A pesar de que no subas tan a menudo, aunque a mí no se me hace tan larga la espera, cuando veo una nueva publicación en el blog me saca una sonrísa, porque sé que será estupendo.
ResponderEliminarAtentamente, una anónima para que sonrías :))