Te bajas del
tren con un suspiro de alivio, aunque probablemente no deberías sentirlo. Ni
siquiera has pensado qué le vas a decir a Harry, no quieres hacerlo, porque
sabes que de todos modos cuando le tengas delante la culpabilidad te oprimirá
el pecho de tal modo que acabarás derrumbándote.
Miras el gran
reloj que cuelga del techo del andén, dándole un aire antiguo y ligeramente
fuera de lugar encima de esas máquinas tan modernas capaces de alcanzar
velocidades con las que seguramente el relojero que hiciera el aparato ni
siquiera había soñado, y ves que son las tres de la tarde. Tu estómago suelta
un gruñido inoportuno, y parece que no va a dejar de hacerlo hasta que comas algo.
Por eso, te
paras en una pizzería y te compras un trozo de pizza para llevar y una botella
de agua. Mordisqueas la pizza sin demasiado entusiasmo a la vez que sales de la
estación. Tu estómago te dice que comas, pero tus nervios parecen regodearse con
la amenaza de echarlo en cualquier momento.
Hay un largo
camino desde la estación hasta la casa de Harry, pero decides no coger un taxi.
En parte porque no sientes ninguna prisa por llegar y en parte porque te
apetece disfrutar de la atmósfera cargada de contaminación pero tan familiar de
Londres. Es increíble cómo a veces le tenemos apego a viejas cosas que son
peores que las nuevas que nos ofrecen, y a pesar de saberlo seguimos eligiendo
la costumbre, lo que nos hace sentir como en casa. La repentina similitud de
ese pensamiento con Harry y Jake te hace estremecerte, y piensas que quizás
habría sido mejor coger un taxi.
Entonces
recuerdas que es sábado, y que como tal, Styles debe estar en el restaurante.
Te muerdes incoscientemente el labio ante la idea de verlo como cuando le
conociste, con esos vaqueros negros gastados que casi podrían pasar por
pantalones de tela, la camisa abierta un par de botones y los faldones por
fuera. Por un momento te preguntas si no deberían haberlo despedido ya por ir así
al trabajo, aunque también puede ser que así atraiga a un montón de chicas que
eligen ese lugar para comer sólo por verle. Tú probablemente lo harías. Resoplas
con una punzada irracional de celos, y tomas la calle que te lleva al
restaurante.
Por fin ves la
conocida puerta, y la abres con el estómago encogido. Hay un par de mesas
ocupadas, y las demás esperan con los cubiertos pulcramente puestos a que
alguien a quien se le ha hecho tarde vaya apresuradamente a comer. No parece
haber ningún camarero fuera en ese momento, y no quieres entrar a la cocina sin
Harry acompañándote, por si alguien te regaña, por lo que te sientas en una de
las mesas libres y esperas.
Un par de
minutos después, aparece un chico vestido con pantalones negros y camisa
blanca, pero su pelo no es rizado ni sus ojos verdes.
-Hola, Patrick
–te levantas para darle un abrazo a tu amigo.
-Hey, trocito de
chocolate –te guiña un ojo y corresponde a tu abrazo-. Hacía un siglo que no te
veía.
-Sí, bueno,
tampoco he tenido demasiado tiempo para venir –te apoyas en la mesa.
-¿Cómo te va en
Guildford?
-No puedo
quejarme –te encoges de hombros intentando quitarle importancia, pues en las
semanas que llevas allí te han pasado suficientes cosas como para escribir un
libro.
-Bueno, eso
está bien –sonríe-. Supongo que no vienes a comer.
-Pues no –fijas
tu mirada en la puerta de la cocina, que permanece inmóvil-. ¿Y Harry?
Patrick frunce
el ceño, repentinamente incómodo.
-Se ha ido hace
un rato –contesta.
-¿Se ha ido?
–entrecierras los ojos- ¿Por qué?
-No sé, dijo
que tenía algo que hacer, y como no tenemos mucha gente… –hace un gesto de
cabeza para referirse a los clientes.
-¿Estaba bien?
–tu mente trabaja a toda velocidad pensando qué puede haberle pasado.
-Esto… -parece
reacio a contestar- Daba la impresión de que estuviera preocupado.
-¿Preocupado?
-Inquieto. Más
bien inquieto.
-Ajá –esperas a
que añada algo.
Y lo hace.
-Ha salido
antes todos los días desde hace al menos tres fines de semana –dice, turbado.
-No debe ser
nada grave cuando a mí no me ha comentado nada –sentencias.
Sin embargo,
tanto tu amigo como tú sabéis que el hecho de que no te lo haya dicho no hace
la situación menos preocupante; al contrario, da sensación de que esté haciendo
en secreto lo que sea que haga.
-Puede que se
vaya antes para estudiar… -cavilas.
-¿Harry?
–Patrick te mira con escepticismo, y de repente parece arrepentido de lo que ha
dicho.
-Sí, parece
poco probable –suspiras por segunda vez en poco rato.
-Seguro que no
es nada.
-Ya, bueno –le
das otro corto abrazo-. Voy a su casa, independientemente de eso, necesito
hablar con él.
-¿Todo bien?
–te besa en la mejilla con afecto.
Ladeas la
cabeza en un gesto ambiguo que podría ser tanto sí como no, y tras despedirte
del chico sales del restaurante, con el lúgubre pensamiento de que Styles no va
a estar en su casa cuando tú llegues.
En efecto, tras
tocar a la puerta por cuarta vez, decides que no está ahí dentro. Apoyas la
espalda contra la pared del rellano, abatida. ¿Qué puede estar haciendo? Se te
pasan un montón de ideas por la cabeza y ninguna de ellas es precisamente
agradable. Ag, con lo bien que iba vuestra relación hasta que apareció Jake…
Bueno, o hasta que tú te fuiste a otra ciudad, o hasta que Harry se volvió un
celoso compulsivo, o hasta que tú besas a otra persona que no es tu novio. Todo
es demasiado caótico.
Te sientas en
el suelo a esperar. No estás dispuesta a volver a Guildford con las manos vacías,
sin haber hablado con él y, para bien o para mal, haber descargado tu
conciencia, y ahora sobre todo sin saber qué demonios lleva haciendo Styles
toda la tarde.
Sacas el móvil,
tentada por la idea de llamar a Julia y contarle tus penas. Otra vez. No, tu
amiga no se merece que estés todo el día dándole la vara con tus problemas,
especialmente porque ella no lo hace contigo. En su lugar, pulsas en una
aplicación que te descargaste hace tiempo de un juego que consiste en hacer
saltar a un muñequito mal dibujado por unas plataformas. Sin embargo, a los dos
minutos te das cuenta de que estás mirando la pantalla sin verla realmente, por
lo que bloqueas el móvil y lo guardas en tu mochila.
No sabes cuánto
tiempo ha pasado, ni siquiera quieres mirarlo porque no te va a beneficiar en
absoluto saber las horas que llevas allí, cuando escuchas unos golpes pesados
ascender por las escaleras, como pisadas de una persona muy cansada. Te sientas
con la espalda recta y escuchas atentamente. Sí, estás casi segura de que son sus pisadas. Hay ciertas cosas de Harry
que podrías reconocer en cualquier parte.
Tiene la mirada
fija en el suelo, así que tú le ves a él antes de que él te vea a ti. Por la
postura de su cuerpo, da la sensación de que Hulk lo hubiera usado como un saco
de boxeo, y tienes que resistir el impulso de saltar hacia él y estrecharlo
entre tus brazos. Sostiene algo que no distingues entre los dedos, y vuestras
miradas se encuentran justo cuando él alza la cabeza y se lleva eso que tiene
en la mano a los labios. Sus ojos muestran pánico, un pánico tan atroz que
nunca pensaste que le verías mirarte así, pero esto dura únicamente un segundo,
y luego sólo deja que se note en sus pupilas la sorpresa. Sorpresa que debe
estar reflejada en todo tu rostro, pero multiplicada por un millón. O, mejor,
dos millones.
No crees poder
ser capaz de articular una sola palabra, por lo que, en su lugar, apoyas ambas
manos en el suelo, como para sujetarte, pues de repente todo a tu alrededor ha
empezado a girar de una forma bastante desagradable.
-No esperaba
verte aquí –acierta a decir él, con pesar.
-Eso me lo creo
–logras pronunciar las palabras con un esfuerzo que te parece sobrehumano.
-¿Pasa algo? –intenta
quitarle importancia al cigarrillo que sostiene entre sus dedos, bajando la
mano lentamente.
-Precisamente
eso me gustaría saber –murmuras; aún no puedes creer lo que estás viendo.
-Oh, vamos,
bombón, ni que nunca hubieras visto a una persona fumando –da una calada, como
desafiándote, o tal vez pidiéndote que te enfades con él, porque sabe que se lo
merece.
-Es sólo que no
sabía que tú lo hacías –intentas mantener tu voz inexpresiva.
-¿Te molesta
que lo haga? –alza las cejas.
-Me molesta que
no me lo hayas dicho –sientes ganas de darle una bofetada, de chillarle que no
es justo que te excluya de su vida, de sus hábitos, de esa manera, pero no lo
haces porque quizás sí que sea justo… por lo que has sentido por Jake.
-No es que lo
haga desde hace mucho tiempo –parece deseoso de explicarse, pero sin embargo te
mira desde el último escalón de las escaleras sin saber qué hacer.
-¿Por qué?
-Porque
necesitaba algo que me hiciera sentirme diferente –comprende a qué te refieres.
-¿Diferente de
qué?
-De esa
preocupación constante que me estaba, y me está, volviendo loco –da una calada
a su cigarro y te da la sensación de que la necesitaba de verdad.
-¿Y el tabaco
ayuda? –preguntas, escéptica.
-No lo
suficiente –se aparta el flequillo de la cara y ese gesto te hace fijarte más
en sus facciones.
Te levantas del
suelo de un salto, alarmada.
-¡¿Pero qué te
han hecho?! –vas hasta él, pero te paras a un par de pasos de su cuerpo.
Harry hace una
mueca.
-Me he caído de…
-…la moto,
¿verdad? –le interrumpes antes de que pueda continuar, recordando lo que te
dijo el otro día sobre las heridas de su mano y su ceja.
Asiente con la
cabeza, aunque notas que es consciente de que sabes que te está mintiendo.
Y entonces,
estallas.
-¿SE PUEDE
SABER QUÉ PASA CONTIGO? –recorres la distancia entre vosotros y le das un
empujón en el pecho, aunque no le haces moverse ni un milímetro- ¡DEJA DE MENTIRME,
STYLES! ¡Vengo aquí para hablar contigo, porque necesito hacerlo, ¿y qué me
encuentro?! Que fumas, ¡y yo ni siquiera lo sabía! ¡Estaba contigo cuando
vendías esas putas piezas ilegales, Styles, estaba contigo! ¡No me importa lo
que hagas, LO QUE NECESITO ES QUE ME LO DIGAS! Y ahora, cualquiera sabe dónde
llevarás toda la tarde, ¡llevo aquí horas! Vienes con esto –señalas su cara
magullada- ¡y me vuelves a soltar la misma mentira que ayer!
Harry te
observa despotricar contra él hasta que aprovecha un momento en que paras para
respirar para interrumpirte.
-¡No te he
mentido! –suelta.
-¡¿QUE QUÉ?!
-Mira, no te he
dicho toda la verdad, ¡pero es que no habría servido de nada!
-Oh, sí, habría
servido de mucho. Por ejemplo, ¡yo ahora no estaría enfadada porque ya sabría
que fumas, y que haces lo que sea que haces para tener la cara así! Que espero
que no sea con ninguna tía sadomasoquista porque entonces te arranco la cabeza,
Styles –estás tan enfadada que tu voz suena surrealmente aguda, o tal vez sea
por los gritos que estás dando.
-¡¿Pero qué
dices de una tía sadomasoquista?! –lanza el cigarro al suelo de la escalera y
lo pisa con fuerza- ¿Quieres saber lo que hago? ¡¿Quieres?!
-¡SÍ!
Ninguno de los
dos parecéis muy preocupados por estar en el rellano de un edificio pegando
voces, más bien necesitáis soltar todo lo que tenéis contenido dentro.
-Está bien.
¡Boxeo! Sí, ¡boxeo! –saca algo parecido a papel de su chaqueta y lo tira,
haciéndolo caer justo delante de tus pies y esparcirse por todo el suelo- La
gente apuesta, yo gano dinero, y no, ¡no es legal! ¡Ya puedes correr tranquila
con Jake y demostrarle que él tenía razón, que no merezco estar contigo!
Sus palabras te
golpean en el pecho con tanta fuerza que casi te cuesta respirar.
Especialmente, sus últimas palabras.
-¿Pero qué te
pasa, Styles? ¡¿Por qué te pones así conmigo?! –no entiendes lo que está pasando,
te cuesta asimilar todo lo que está diciendo.
-¡Porque no es
justo que tú te enfades conmigo porque no te haya dicho cosas cuando estoy
seguro de que hay otras cosas que tú tampoco me has dicho! –se lleva las manos
a la cabeza y luego las deja caer a los lados con desesperación.
De repente,
vuelves a sentir los labios de Jake sobre los tuyos. ¿Cómo es posible que Harry
lo sepa? No puede saberlo, ¿o sí?
-¿Por qué dices
eso? –respondes con una pregunta.
La culpabilidad
debe verse con claridad en tu rostro, o al menos él parece darse cuenta de que
ocurre algo.
-Dime que no
hay nada que no me hayas contado y que por lo tanto soy el único que lo ha
hecho mal –su voz suena fría como el hielo.
-Harry… -ahora
no te muestras ni siquiera molesta con él por haberte mentido, por haberle
estado esperando durante horas y por gritarte; sólo intentas salvar lo que de
repente te has dado cuenta de que se está hundiendo.
-Dímelo –exige él.
-Escucha…
-¡DILO!
-¡Nos besamos!
¡Me besó! –te corriges.
Su labio
inferior se separa levemente del superior, horrorizado.
-¿Qué? –su voz
usualmente ronca sale de sus labios más aguda de lo normal.
-No sé, no sé
lo que pasó –te acercas a él, pero Harry retrocede un escalón-. ¡Él me besó! Yo
estaba desprevenida, no me di cuenta y…
-No sólo no le
apartaste –concluye-. Sino que le besaste.
-¡No pretendía
hacerlo! –te defiendes.
-¡Pero lo has
hecho!
-¡Y venía a
decírtelo! No como tú, ¡que has tenido que esperar a que yo me entere!
-¡¿Y qué más
da?! Lo que importa es que haya pasado. No esperaba que hicieras esto, te juro
que por muy celoso que estuviera jamás pensé que…
-¡Dios, Styles,
ha sido sólo un beso!
-¡No puede
haber sido sólo un beso si has venido a decírmelo! –exclama, y la verdad que
hay en sus palabras te hace estremecer- Si no hubiera significado nada para ti,
no te habrías sentido culpable por ello.
-Está bien –cedes-.
No pude evitar sentir algo. Cualquier chica sentiría algo. Pero es sólo una
simple…
-¿Atracción
física? –adivina- Eso no importa. Yo habré hecho muchas cosas mal sin
decírtelo, pero en ninguna de ellas he mirado siquiera a otras chicas.
El hecho de que
te esté acusando de ser algo que no eres te hace sentir ganas de vomitar.
-¿Sabes qué?
Estoy harta –escupes las palabras-. Harta de que pienses que me voy a acostar
con cualquier tío que se me acerque, harta de tus celos, de que me mientas y de
estar siempre peleando. A lo mejor lo que necesitamos es dejar esto de una vez.
-Totalmente de
acuerdo –responde él, al contrario de lo que esperabas oír; parece
verdaderamente furioso.
-Bien –echas a
andar y pasas por su lado sin dedicarle ni una sola mirada.
-Y estarás
harta de todo ello, pero esto nos demuestra que yo tenía razón desde el
principio –escuchas que dice desde detrás de ti, pero ya no te quedan fuerzas
para seguir luchando, por lo que bajas las escaleras sin decir ni una palabra
más, con lágrimas silenciosas derramándose de tus ojos.
[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]
oyoyoy, k bonito pero a la vez que triste, joo :( , bueno pero estoy segura que se arreglara pronto y que acabaran juntos y felices (eso espero jaja), bueno bss guapa
ResponderEliminarOooooooooooooooooo:(
ResponderEliminarEspero q se reenconcilien prontoo<3
Ooihh me ha encantado siguele pronto por favor siempre estoy ansiosa deseando de que subas un nuevo capitulo. Escribes realmente bien buemo escribred MUY BIEN ME ENCANTA :)
ResponderEliminarPrimero, escribes super genial!! Me encantaaaa! Y segundo, por favor que se reconcilien, que deje a Jake y se vaya de alli!! Me has hecho llorar y todo asi que necesito que queden bien joo
ResponderEliminarUOOOOOOOOOOOO !!! Es tan ASDFGHJKL !!!!! Me encanta me encanta me encanta ! En serio, si escribir es lo que de verdad te gusta nunca dejes de hacerlo porque eres realmente buena. No se que decirte que no te hayan dicho ya, pero quiero que sepas que ahora mismo no estoy pasando por mi mejor momento y el poco tiempo que tardo en devorar cada capitulo que escribes es mi ratito de paz, asi que muchas gracias :)
ResponderEliminarEn serio!!!!!!!!! Pofvafor continua, yo i 3 amigas directioners somos unas adictas!!!!cada vez que subes uno nos alegras el dia!!!! I nos partes el corazon cuando discuten :( Haz que vuelvan!!!!
ResponderEliminarMe matas :c
ResponderEliminarOh Dios mio! Dime que volveran a estar juntos por favor que me muero... Aii esto es mucho mejor que un libro lo malo ea que te deja con la maldita intriga 3 malditos dias... :(
ResponderEliminarSubeloo yaaaa lo necesitooo:´´((
ResponderEliminarNo pueden romper otra vez yo me muero de verdad no siguela pronto ¡¡ <3.
ResponderEliminar