Harry da leves
besitos por todo tu costado desnudo mientras tú, bocabajo y con los ojos
cerrados, te limitas a escuchar el sonido de vuestras respiraciones. En la
habitación se respira el amor que acabáis de compartir.
-Bombón, ¿te he
dicho alguna vez que tienes una piel muy suave?
Abres un ojo y
le miras.
-Ese es el
cumplido más raro que me han hecho en toda mi vida. Porque es un cumplido, ¿no?
–sonríes lánguidamente.
-Mmmm –finge
que se lo piensa-. Supongo.
Styles alza la
cabeza para unir sus labios a los tuyos.
-Tú y yo no
somos normales –dices cuando vuestras bocas se separan.
-¿Por qué no?
–te acaricia distraídamente un brazo.
-Porque en un
momento tengo ganas de matarte y dos minutos después estamos haciéndolo –te
apoyas sobre un codo para quedar cara a cara con él.
-Vaya –Harry
mira tu pecho desnudo y tú, poniendo los ojos en blanco, te tapas con la
sábana.
-Céntrate,
¿quieres?
-Bueno, después
de eso, querer no quiero.
-Imbécil
–niegas con la cabeza.
-Está bien.
Pues no sé, yo no suelo tener ganas de matarte.
-Sabes a qué me
refiero.
-Ya… En fin, se
supone que eso es bueno, ¿no? Lo de reconciliarse con facilidad.
-Sí, pero
pelearse tanto no lo es.
-¿Y qué
propones? –se incorpora un poco y apoya la espalda en la pared.
-Pues… -te
muerdes el labio inferior, intentado pensar en algo.
-¿Ves? Es
inevitable que nos peleemos.
-Deberíamos
hablar más las cosas…
-… dijo la que
colgó antes de que pudiera explicarle a qué me refería con lo del supuesto bebé
y Jake –termina Harry.
Sí, tiene
razón, últimamente has estado bastante en guardia. Por ejemplo, él no se ha
largado enfadado cuando ha visto que te habías hecho el test sin esperarle.
Claro que el hecho de que os hayáis quitado un peso de encima porque diera negativo
ha podido influir.
-Lo sé, y lo
siento, pero a ti también te pasa eso a veces.
-Hay una
diferencia –alza el dedo índice para remarcar sus palabras.
-¿Cuál? Que tú
te enfadas conmigo y yo me enfado con el ojitos azules.
-¿Por qué no
puedes decirle Jake, como las personas normales? –suspiras.
-Por el mismo
motivo por el que a ti te llamo bombón.
Os quedáis un
momento en silencio mientras Harry peina tu pelo con sus dedos.
-Creo que
debería ir al médico.
-¿Por qué?
-Por lo del
supuesto embarazo y eso…
-Ah. Hay muchos
motivos de retraso de la regla, no tiene por qué ser nada malo…
-¿Desde cuándo
sabes tú de reglas? –alzas las cejas.
-Bombón, yo sé
de todo lo que te puedas imaginar –te guiña un ojo.
-Claro
–ironizas.
-¿Quieres que
vaya contigo?
-¿Al médico? –te
sorprende bastante que lo proponga.
-No, a bailar
salsa. ¡Pues claro!
-Cuando pida
cita, veremos si puedes venir.
-Vale.
Harry mira
fugazmente el reloj de la mesita de noche.
-¿Pasa algo?
–preguntas, al darte cuenta.
-No, bueno…
-hace una mueca- El lunes tengo un examen.
-Entonces
deberías estar estudiando –te pegas un poco más a él, haciendo que tus palabras
suenen poco convincentes.
-Lo sé, pero no
podía esperar otra semana para intentar arreglar las cosas y –señala la zona de
tu abdomen- saber si había algo ahí dentro.
-Pues ya está,
ya lo tienes todo en orden –le das un beso en la piel del brazo.
-¿Me estás
echando?
-Sólo quiero lo
mejor para ti –sonríes angelicalmente.
-Tienes razón,
tengo que irme a ¡yuju!... –pone los ojos en blanco- estudiar.
Se levanta de
la cama y se pone la ropa bajo tu atenta mirada. Como siempre, tú sigues en la
cama después de que él ya se haya vestido.
-Tooooooma
–Styles se acerca a ti y te tiende tu camiseta.
-Gracias –la
coges con una sonrisa-. Pero necesito antes eso –señalas tu sujetador, que
descansa en lo alto del escritorio.
-Vaya, se me
olvidaba.
Harry lo coge y
te hace un gesto para que te pongas de espaldas a él. Tú lo haces, y justo
después notas sus manos apartando el pelo de tu espalda y haciéndolo caer todo
sobre un hombro. Seguidamente, te coloca el sujetador y, con infinita
delicadeza, lo abrocha, dejando un beso grabado en la piel de tu omóplato.
-No sé si me
gusta más desvestirte o vestirte –reflexiona él.
-Styles, no
puedes dejar que un momento sea tierno, siempre con lo mismo –suspiras,
poniéndote la camiseta.
-Pero si te
encanta –giras la cara y ves que sonríe con autosuficiencia.
-Sí, bueno,
dame mis braguitas, por favor –señalas ahora a una esquina de la habitación,
donde anoche Harry debió lanzarlas.
-Cógelas tú
–las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.
-¿Qué? Ah –te
das cuenta de por qué quiere que las cojas tú y te sonrojas, tapándote todavía
más con la sábana.
-De verdad que
no entiendo esos repentinos ataques de vergüenza tuyos…
-¿Me vas a dar
mis braguitas o no? –te cruzas de brazos.
-Creo que no
–su sonrisa se ensancha aún más.
-Como quieras.
Alzas la
barbilla y, dando un fuerte tirón de la sábana, consigues sacar la parte que
tiene debajo del colchón. La colocas alrededor de tus piernas y, agarrándola
por detrás para que no se caiga, te levantas de la cama y caminas a pequeños
pasitos hasta tu prenda. Una vez la has cogido, vuelves a la cama, extiendes la
sábana y te pones tus braguitas bajo la atónita mirada de Harry. De repente, suelta
una carcajada.
-¿Qué? –le
miras con los ojos entrecerrados.
-¿De verdad has
hecho todo eso sólo para que no te vea desnuda?
-No, lo he
hecho porque si tú no me das lo que te pido, yo tampoco te doy a ti lo que tú
quieres –bufas.
-Eres más
cabezota aún de lo que pensaba –dice como para sí mismo.
Tú ignoras su
comentario y sales de la cama para coger tu pantalón. Styles te da una palmada
en el culo al tiempo que silba el común sonido que hacen los hombres cuando ven
pasar a una chica sexy, y tú te giras para lanzarle una mirada asesina.
-Ah, bombón,
qué poco sentido del humor –se aparta el flequillo de la frente y sale de la
habitación.
Mientras te
pones los pantalones, piensas en que, lo que lleváis de día, el Harry que
tienes a tu lado es el Harry que no conocía de celos o de dudas, el Harry que
te montó en una minúscula barca de madera a la que él llamaba “La Reina de los Mares”. Sales de la
habitación con una sonrisa en los labios.
Vas por el
pasillo hasta la cocina, y te quedas quieta al escuchar las voces de Harry y
Jake en lo que parece ser una conversación entre ellos. Sabes que escuchar a
hurtadillas está mal, pero la sorpresa que te ha provocado que estén
dirigiéndose la palabra por voluntad propia anula tus valores morales.
Te acercas lo
máximo posible a la puerta, pero en un ángulo en que ellos no podrían verte
estuvieran donde estuvieran dentro de la cocina.
-…qué pretendes
–captas la voz de Harry.
-Creo que está
muy claro, Styles –responde Jake.
-Oh, sí, como
el agua –hay un cierto deje de ironía en sus palabras.
-El tiempo me
dará la razón –puedes imaginarte a tu compañero de piso encogiéndose de
hombros.
-Pues para tu
información, ella…
De repente
suena el teléfono de la casa. Das un respingo, turbada, y te alejas de la
puerta de la cocina justo a tiempo para que Jake, al salir, no sospeche que
estabas espiándoles.
-Vaya, buenos
días –te dirige una sonrisa encantadora tras lo que va al salón para coger el
teléfono.
Justo después,
Harry sale de la habitación con cara de pocos amigos.
-¿Todo bien? –preguntas,
frunciendo el ceño.
-Sí –masculla él.
Ah, si pudieras
saber qué iba a decir Styles antes de que sonara el teléfono… Por algún motivo,
piensas que ese “ella” se refería a
ti. ¿Qué otra persona de sexo femenino podrían tener los dos en común?
Suspiras, consciente de que no debes preguntarle, porque sabes que no le hará
gracia que les hayas estado escuchando.
-Tengo que irme
–suspira.
-Lo sé –le pasas
una mano por el brazo, acariciando la suave tela de su camiseta.
-¿Crees que…? –empieza,
pero luego cierra la boca y pone una expresión como si se estuviera obligando a
sí mismo a callarse.
-¿Qué? –le instas
a que te lo diga.
-Nada, nada.
Te toma entre sus
brazos para besarte, y mientras vuestros labios permanecen unidos escuchas de
fondo la melodiosa voz de Jake parloteando por teléfono.
-Styles –murmuras,
cuando os separáis.
-¿Ajá? –roza tu
mejilla con sus dedos.
Con tus dedos
índice y pulgar, elevas las comisuras de sus labios para que sonría.
-Prefiero
incluso tu sonrisa prepotente antes que esa cara.
Le consigues
arrancar una.
-Mejor así –le das
un sonoro beso en la mejilla-. Ale, que estudies mucho.
-Bueeeeno –va hasta
la puerta de la entrada.
-Mucho –recalcas.
Abres la puerta
y haces un gesto teatral invitándole a salir.
-Intentaré
venir la semana que viene –dice él, antes de salir.
Asientes con la
cabeza, y Harry se vuelve hacia ti para darte un fugaz beso. Te despides con la
mano y él sale de la casa sin decir nada más.
Cuando cierras
la puerta y miras al largo pasillo, lo ves oscuro y vacío, como siempre que
Styles se va. El problema es que lo que en realidad queda oscuro y vacío no es
el pasillo, sino tu corazón.
-¿Le pasa algo
a la pared? –la voz de Jake te sobresalta.
-¿Qué? –ladeas la
cabeza, dirigiendo tus ojos hasta él.
-Ah, no sé,
como la mirabas tan fijamente… -se encoje de hombros- A lo mejor habría que
pintarla.
-No, no es nada
–sonríes levemente y te llevas una mano a las cervicales.
-¿Son las once
y media de la mañana y ya estás cansada? Eso es un problema –señala Jake.
-No estoy
cansada… -rebates.
Bueno, quizás
no estás cansada de lo que va de día, estás más bien exhausta de esta
situación, de sentir que te quedas sola una semana tras otra, de echar de menos
a Harry cada minuto que no está a tu lado, y de que el noventa por ciento del
tiempo que estáis juntos sea o enfadados o sufriendo.
-Venga, que te
preparo un café –te toma distraídamente de la mano y tira de ti hasta la
cocina-. Y aprovecho y me tomo yo otro.
-No me vendría
mal, la verdad, tengo bastante que estudiar –piensas en el examen de
Matemáticas de la semana próxima y te da un escalofrío.
-Pues vamos, y
luego pintamos la pared del pasillo –guiña un ojo y te coloca, literalmente,
apoyada en la encimera mientras él prepara el café.
-Jake –le miras.
-¿Sí? –deja su
mano, que sostiene la cafetera, muy quieta en el aire.
-Hoy te noto
especialmente feliz –comentas.
-Simplemente
hay días mejores que otros –se encoge de hombros y sigue con su trabajo.
Enciende la
cafetera y coloca en ella todo lo necesario, incluido una cápsula de color
marrón que contiene lo que se convertirá en vuestro café.
Jake se agacha
para abrir un cajón del que supones que va a sacar las cucharas, y tú te
apartas un poco, pues tus piernas están tapando el tirador. Cuando se levanta,
te parece que pierde un poco el equilibrio –cosa que nunca antes habías visto
que le sucediera-, y su cuerpo choca sin querer contra el tuyo. Pero ése no es
el motivo de que te quedes clavada en el sitio como si fueras de piedra. El
motivo de tu estupefacción es que, entonces, sus labios húmedos rozan por un
momento los tuyos, presionándolos levemente, y la mano de Jake acaricia como de
casualidad tu costado. El beso dura sólo un segundo, pero lo suficiente como
para saber que no ha sido un beso inocente, no ha sido una casualidad
desafortunada, no ha sido un accidente. Jake ni siquiera tiene la decencia de
avergonzarse de lo que acaba de hacer, porque ha sido tan consciente como tú de
que, en la última milésima de ese segundo, tus labios se han abierto casi
imperceptiblemente y han respondido a los suyos.
[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]
Que? Queeeee????? Noooo ana no hagas estoooo noooooo mas problemas y mas y maaaaaasss nooooooooooooooo No le hagas esto a harry!!! Noooooooo
ResponderEliminar¡¡UUUUUUUUUUUUUUUIIIIII VIENEN PROBLEMASSS!!!
ResponderEliminarMe encantaaaaa