miércoles, 9 de octubre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 18 -2º temporada-

Harry da leves besitos por todo tu costado desnudo mientras tú, bocabajo y con los ojos cerrados, te limitas a escuchar el sonido de vuestras respiraciones. En la habitación se respira el amor que acabáis de compartir.

-Bombón, ¿te he dicho alguna vez que tienes una piel muy suave?

Abres un ojo y le miras.

-Ese es el cumplido más raro que me han hecho en toda mi vida. Porque es un cumplido, ¿no? –sonríes lánguidamente.
-Mmmm –finge que se lo piensa-. Supongo.

Styles alza la cabeza para unir sus labios a los tuyos.

-Tú y yo no somos normales –dices cuando vuestras bocas se separan.
-¿Por qué no? –te acaricia distraídamente un brazo.
-Porque en un momento tengo ganas de matarte y dos minutos después estamos haciéndolo –te apoyas sobre un codo para quedar cara a cara con él.
-Vaya –Harry mira tu pecho desnudo y tú, poniendo los ojos en blanco, te tapas con la sábana.
-Céntrate, ¿quieres?
-Bueno, después de eso, querer no quiero.
-Imbécil –niegas con la cabeza.
-Está bien. Pues no sé, yo no suelo tener ganas de matarte.
-Sabes a qué me refiero.
-Ya… En fin, se supone que eso es bueno, ¿no? Lo de reconciliarse con facilidad.
-Sí, pero pelearse tanto no lo es.
-¿Y qué propones? –se incorpora un poco y apoya la espalda en la pared.
-Pues… -te muerdes el labio inferior, intentado pensar en algo.
-¿Ves? Es inevitable que nos peleemos.
-Deberíamos hablar más las cosas…
-… dijo la que colgó antes de que pudiera explicarle a qué me refería con lo del supuesto bebé y Jake –termina Harry.

Sí, tiene razón, últimamente has estado bastante en guardia. Por ejemplo, él no se ha largado enfadado cuando ha visto que te habías hecho el test sin esperarle. Claro que el hecho de que os hayáis quitado un peso de encima porque diera negativo ha podido influir.

-Lo sé, y lo siento, pero a ti también te pasa eso a veces.
-Hay una diferencia –alza el dedo índice para remarcar sus palabras.
-¿Cuál? Que tú te enfadas conmigo  y yo me enfado con el ojitos azules.
-¿Por qué no puedes decirle Jake, como las personas normales? –suspiras.
-Por el mismo motivo por el que a ti te llamo bombón.

Os quedáis un momento en silencio mientras Harry peina tu pelo con sus dedos.

-Creo que debería ir al médico.
-¿Por qué?
-Por lo del supuesto embarazo y eso…
-Ah. Hay muchos motivos de retraso de la regla, no tiene por qué ser nada malo…
-¿Desde cuándo sabes tú de reglas? –alzas las cejas.
-Bombón, yo sé de todo lo que te puedas imaginar –te guiña un ojo.
-Claro –ironizas.
-¿Quieres que vaya contigo?
-¿Al médico? –te sorprende bastante que lo proponga.
-No, a bailar salsa. ¡Pues claro!
-Cuando pida cita, veremos si puedes venir.
-Vale.

Harry mira fugazmente el reloj de la mesita de noche.

-¿Pasa algo? –preguntas, al darte cuenta.
-No, bueno… -hace una mueca- El lunes tengo un examen.
-Entonces deberías estar estudiando –te pegas un poco más a él, haciendo que tus palabras suenen poco convincentes.
-Lo sé, pero no podía esperar otra semana para intentar arreglar las cosas y –señala la zona de tu abdomen- saber si había algo ahí dentro.
-Pues ya está, ya lo tienes todo en orden –le das un beso en la piel del brazo.
-¿Me estás echando?
-Sólo quiero lo mejor para ti –sonríes angelicalmente.
-Tienes razón, tengo que irme a ¡yuju!... –pone los ojos en blanco- estudiar.

Se levanta de la cama y se pone la ropa bajo tu atenta mirada. Como siempre, tú sigues en la cama después de que él ya se haya vestido.

-Tooooooma –Styles se acerca a ti y te tiende tu camiseta.
-Gracias –la coges con una sonrisa-. Pero necesito antes eso –señalas tu sujetador, que descansa en lo alto del escritorio.
-Vaya, se me olvidaba.

Harry lo coge y te hace un gesto para que te pongas de espaldas a él. Tú lo haces, y justo después notas sus manos apartando el pelo de tu espalda y haciéndolo caer todo sobre un hombro. Seguidamente, te coloca el sujetador y, con infinita delicadeza, lo abrocha, dejando un beso grabado en la piel de tu omóplato.

-No sé si me gusta más desvestirte o vestirte –reflexiona él.
-Styles, no puedes dejar que un momento sea tierno, siempre con lo mismo –suspiras, poniéndote la camiseta.
-Pero si te encanta –giras la cara y ves que sonríe con autosuficiencia.
-Sí, bueno, dame mis braguitas, por favor –señalas ahora a una esquina de la habitación, donde anoche Harry debió lanzarlas.
-Cógelas tú –las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.
-¿Qué? Ah –te das cuenta de por qué quiere que las cojas tú y te sonrojas, tapándote todavía más con la sábana.
-De verdad que no entiendo esos repentinos ataques de vergüenza tuyos…
-¿Me vas a dar mis braguitas o no? –te cruzas de brazos.
-Creo que no –su sonrisa se ensancha aún más.
-Como quieras.

Alzas la barbilla y, dando un fuerte tirón de la sábana, consigues sacar la parte que tiene debajo del colchón. La colocas alrededor de tus piernas y, agarrándola por detrás para que no se caiga, te levantas de la cama y caminas a pequeños pasitos hasta tu prenda. Una vez la has cogido, vuelves a la cama, extiendes la sábana y te pones tus braguitas bajo la atónita mirada de Harry. De repente, suelta una carcajada.

-¿Qué? –le miras con los ojos entrecerrados.
-¿De verdad has hecho todo eso sólo para que no te vea desnuda?
-No, lo he hecho porque si tú no me das lo que te pido, yo tampoco te doy a ti lo que tú quieres –bufas.
-Eres más cabezota aún de lo que pensaba –dice como para sí mismo.

Tú ignoras su comentario y sales de la cama para coger tu pantalón. Styles te da una palmada en el culo al tiempo que silba el común sonido que hacen los hombres cuando ven pasar a una chica sexy, y tú te giras para lanzarle una mirada asesina.

-Ah, bombón, qué poco sentido del humor –se aparta el flequillo de la frente y sale de la habitación.

Mientras te pones los pantalones, piensas en que, lo que lleváis de día, el Harry que tienes a tu lado es el Harry que no conocía de celos o de dudas, el Harry que te montó en una minúscula barca de madera a la que él llamaba “La Reina de los Mares”. Sales de la habitación con una sonrisa en los labios.

Vas por el pasillo hasta la cocina, y te quedas quieta al escuchar las voces de Harry y Jake en lo que parece ser una conversación entre ellos. Sabes que escuchar a hurtadillas está mal, pero la sorpresa que te ha provocado que estén dirigiéndose la palabra por voluntad propia anula tus valores morales.

Te acercas lo máximo posible a la puerta, pero en un ángulo en que ellos no podrían verte estuvieran donde estuvieran dentro de la cocina.

-…qué pretendes –captas la voz de Harry.
-Creo que está muy claro, Styles –responde Jake.
-Oh, sí, como el agua –hay un cierto deje de ironía en sus palabras.
-El tiempo me dará la razón –puedes imaginarte a tu compañero de piso encogiéndose de hombros.
-Pues para tu información, ella…

De repente suena el teléfono de la casa. Das un respingo, turbada, y te alejas de la puerta de la cocina justo a tiempo para que Jake, al salir, no sospeche que estabas espiándoles.

-Vaya, buenos días –te dirige una sonrisa encantadora tras lo que va al salón para coger el teléfono.

Justo después, Harry sale de la habitación con cara de pocos amigos.

-¿Todo bien? –preguntas, frunciendo el ceño.
-Sí –masculla él.

Ah, si pudieras saber qué iba a decir Styles antes de que sonara el teléfono… Por algún motivo, piensas que ese “ella” se refería a ti. ¿Qué otra persona de sexo femenino podrían tener los dos en común? Suspiras, consciente de que no debes preguntarle, porque sabes que no le hará gracia que les hayas estado escuchando.   

-Tengo que irme –suspira.
-Lo sé –le pasas una mano por el brazo, acariciando la suave tela de su camiseta.
-¿Crees que…? –empieza, pero luego cierra la boca y pone una expresión como si se estuviera obligando a sí mismo a callarse.
-¿Qué? –le instas a que te lo diga.
-Nada, nada.

Te toma entre sus brazos para besarte, y mientras vuestros labios permanecen unidos escuchas de fondo la melodiosa voz de Jake parloteando por teléfono.

-Styles –murmuras, cuando os separáis.
-¿Ajá? –roza tu mejilla con sus dedos.

Con tus dedos índice y pulgar, elevas las comisuras de sus labios para que sonría.

-Prefiero incluso tu sonrisa prepotente antes que esa cara.

Le consigues arrancar una.

-Mejor así –le das un sonoro beso en la mejilla-. Ale, que estudies mucho.
-Bueeeeno –va hasta la puerta de la entrada.
-Mucho –recalcas.

Abres la puerta y haces un gesto teatral invitándole a salir.

-Intentaré venir la semana que viene –dice él, antes de salir.

Asientes con la cabeza, y Harry se vuelve hacia ti para darte un fugaz beso. Te despides con la mano y él sale de la casa sin decir nada más.

Cuando cierras la puerta y miras al largo pasillo, lo ves oscuro y vacío, como siempre que Styles se va. El problema es que lo que en realidad queda oscuro y vacío no es el pasillo, sino tu corazón.

-¿Le pasa algo a la pared? –la voz de Jake te sobresalta.
-¿Qué? –ladeas la cabeza, dirigiendo tus ojos hasta él.
-Ah, no sé, como la mirabas tan fijamente… -se encoje de hombros- A lo mejor habría que pintarla.
-No, no es nada –sonríes levemente y te llevas una mano a las cervicales.
-¿Son las once y media de la mañana y ya estás cansada? Eso es un problema –señala Jake.
-No estoy cansada… -rebates.

Bueno, quizás no estás cansada de lo que va de día, estás más bien exhausta de esta situación, de sentir que te quedas sola una semana tras otra, de echar de menos a Harry cada minuto que no está a tu lado, y de que el noventa por ciento del tiempo que estáis juntos sea o enfadados o sufriendo.

-Venga, que te preparo un café –te toma distraídamente de la mano y tira de ti hasta la cocina-. Y aprovecho y me tomo yo otro.
-No me vendría mal, la verdad, tengo bastante que estudiar –piensas en el examen de Matemáticas de la semana próxima y te da un escalofrío.
-Pues vamos, y luego pintamos la pared del pasillo –guiña un ojo y te coloca, literalmente, apoyada en la encimera mientras él prepara el café.
-Jake –le miras.
-¿Sí? –deja su mano, que sostiene la cafetera, muy quieta en el aire.
-Hoy te noto especialmente feliz –comentas.
-Simplemente hay días mejores que otros –se encoge de hombros y sigue con su trabajo.

Enciende la cafetera y coloca en ella todo lo necesario, incluido una cápsula de color marrón que contiene lo que se convertirá en vuestro café.


Jake se agacha para abrir un cajón del que supones que va a sacar las cucharas, y tú te apartas un poco, pues tus piernas están tapando el tirador. Cuando se levanta, te parece que pierde un poco el equilibrio –cosa que nunca antes habías visto que le sucediera-, y su cuerpo choca sin querer contra el tuyo. Pero ése no es el motivo de que te quedes clavada en el sitio como si fueras de piedra. El motivo de tu estupefacción es que, entonces, sus labios húmedos rozan por un momento los tuyos, presionándolos levemente, y la mano de Jake acaricia como de casualidad tu costado. El beso dura sólo un segundo, pero lo suficiente como para saber que no ha sido un beso inocente, no ha sido una casualidad desafortunada, no ha sido un accidente. Jake ni siquiera tiene la decencia de avergonzarse de lo que acaba de hacer, porque ha sido tan consciente como tú de que, en la última milésima de ese segundo, tus labios se han abierto casi imperceptiblemente y han respondido a los suyos. 



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2 comentarios:

  1. Que? Queeeee????? Noooo ana no hagas estoooo noooooo mas problemas y mas y maaaaaasss nooooooooooooooo No le hagas esto a harry!!! Noooooooo

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  2. ¡¡UUUUUUUUUUUUUUUIIIIII VIENEN PROBLEMASSS!!!

    Me encantaaaaa

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