domingo, 20 de octubre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 22 -2º temporada-

Jake se levanta de la cama y automáticamente mira el móvil para ver qué hora es. No son ni las ocho de la mañana. Sabe que es probable que ella ya se haya levantado, pero de todos modos espera que no lo haya hecho. Así podrá estar allí cuando se despierte, y con suerte ella volverá a lanzarse a sus brazos y a dejarla que la bese.

“Por algo se empieza”, piensa.

Se pone una camiseta sin mangas que deje sus hombros bien al descubierto, y unos pantalones vaqueros que encuentra en la silla del escritorio. Se sonríe a sí mismo en el espejo, y sabe que podría conseguir a cualquier chica con sólo mirarla. Por un momento, considera la posibilidad de salir esa noche y encontrar a alguna muchacha; lleva demasiado tiempo sin sexo. Sin embargo, sabe que eso no le va a ayudar en su propósito.

Se pasa una mano por el pelo, revolviéndoselo. Cuando la vio en la boda, instantáneamente supo que esa chica tenía que ser suya. Se imaginó acariciando sus pequeños pechos y le invadió un fuerte calor por todo el cuerpo. Pero cuando vio que tenía novio, comprendió que no iba a ser tan fácil. Al ver cómo miraba al chico de pelo rizado… eso le hizo desearla aún más. Le miraba con total adoración, como si fuera un Dios. Y Jake había necesitado que a quien mirara así fuera a él.

Cuando desapareció de la boda como por arte de magia, pensó que había perdido la oportunidad, aunque había notado cómo ella le miraba de vez en cuando mientras comían, y sabía que le había parecido atrayente con esa actitud encantadora suya que era como miel para las abejas. Y resultó que fue incluso atractivo para su madre, que apareció un día allí en su casa preguntándole si realmente estaría dispuesto a compartir piso con su hija. Había vuelto a adoptar ese carácter responsable y adorable y había conseguido que la mujer le contara que Styles no era un buen novio para ella, que le haría daño, y sin embargo alguien como él sería perfecto. Había sonreído ante la idea, básicamente porque tener novia sería para él como comer la misma comida durante todos los días de tu vida, un desperdicio y un aburrimiento, aunque la mujer debió pensar que era por el cumplido. Pero su deseo de tener a la chica desnuda en su cama había aparecido de nuevo, al igual que las heridas que están cicatrizando pero al hacer un movimiento confiado vuelven a abrirse. Accedió, por su puesto.

Se le había presentado un reto tan excitante y aparentemente complicado que, sólo con recordar todos los progresos que había hecho desde que ella entró por la puerta, la adrenalina se disparó por su cuerpo. Solía preferir a las chicas fáciles, siempre y cuando fueran bonitas, porque no requería prácticamente nada de tiempo llevárselas a la cama. Pero esta vez era distinto. Era mejor, de hecho. Porque, además, una vez que la consiguiera por primera vez, podría acostarse con ella tantas veces como quisiera. Sólo tendría que andar dos pasos para llegar hasta su dormitorio.

Jake empieza a alterarse con sus propios pensamientos, por lo que abre la puerta del cuarto y sale con decisión. Al salir al pasillo, ve luz salir por la rendija de la puerta entornada del baño, y empieza a escucharse el agua de la ducha. Sintiéndose ajeno a la posibilidad de ser descubierto –o quizás teniéndola más en cuenta que nunca-, abre muy despacio la puerta un poco más, lo suficiente para poder mirar a la ducha a través de ella. Contempla la sombra de su estilizada figura recortarse en la cortina de la bañera, y se hace la nota mental de que debería cambiar esas cortinas por unas transparentes.

Vuelve a cerrar la puerta del baño y va hasta la cocina. Mientras prepara café para dos, se dice a sí mismo que lo que está haciendo no está mal. Es posible que se haya obsesionado con esa chica, pero cuanto más le cuesta conseguirla, más empeño le pone en hacerlo. Porque Jake no está acostumbrado a que se le resista ninguna chica. En realidad, le va a hacer un favor. Él no le va a hacer más mal del que Styles podría hacerle.

Va a echarse una taza de café cuando escucha unos pasos dubitativos entrar en la cocina.

-Buenos días –la voz de ella suena afligida.
-¿Cómo has pasado la noche? –pregunta Jake, acercándose a ella.
-No ha sido la mejor de mi vida, la verdad –suspira, y él se da cuenta de que hay unos profundos surcos morados bajo sus ojos.
-Irá a mejor, ya verás –entrelaza sus dedos con los de ella, y oculta una sonrisa triunfal cuando la chica no se aparta.
-Jake, creo que deberíamos hablar –dice en tono cansado.

El joven frunce el ceño. Eso nunca es bueno cuando viene de una mujer, pero asiente, comprensivo, y apoyando sus manos en los hombros de ella, la sienta en una de las sillas de la mesa de la cocina. Él coge otra y la coloca justo al lado de la de ella.

-¿Te apetece café? –señala a la cafetera.

Ella niega con la cabeza.

-No creo que sea capaz de comer nada.
-Pero esto no es comer, es beber –esboza su encantadora sonrisa-. Y te vendrá bien.

Jake coge la cafetera y vierte el contenido en una taza para ella y otra para él. Ella la coge con manos temblorosas y se la lleva a los carnosos labios para darle un pequeño sorbo.

-Hablemos –dice él, recogiéndole un mechón de pelo detrás de la oreja; a las chicas les encantan esas cosas.
-Es sobre lo que me dijiste ayer…
-¿Que te quiero? –la mira inocentemente, pero en su interior está muy satisfecho consigo mismo por habérselo dicho, porque sabe que así le ha hecho pensar en él.

Ella hace un gesto casi como de dolor, y cierra los ojos.

-Exacto.
-¿Qué pasa con eso? Sé que tú no sientes lo mismo, pero eso es porque ahora estás confusa, acabas de romper con Harry… -bebe un sorbo de su café a propósito, para dejar sus últimas palabras un momento en el aire- Pero no me importa. Puedo esperar.

Mentira. No puede esperar. Si por él fuera, la desnudaría allí mismo, en mitad de la cocina. Se siente como una persona en el desierto que ve agua a lo lejos, pero por mucho que avance para acercarse, el agua siempre está a la misma distancia. Sin embargo, con palabras dulces y aparentemente románticas será todo mucho más sencillo. No es que necesite que ella se enamore de él, pero muchas chicas son así, no se acuestan con alguien a menos que estén enamoradas. Paradójicamente, decirle que puede esperar, hacerla creer que no le importa el tiempo que ella necesite, hará que ella caiga antes en sus brazos. Es extraño, porque esto se ha convertido en una mezcla entre un juego y una obsesión para él.

-Jake, yo… -ella busca la mano de él con la suya- no es eso. Es que yo quiero a Harry. Sé que me ha hecho daño y me ha mentido, y que probablemente es mejor que no estemos juntos. Pero le quiero. Y creéme, me haría falta mucho tiempo antes de querer a otra persona. No sería justo para ti estar esperando todo este tiempo.

Vaya, eso es un nuevo obstáculo. Bueno, al menos el hecho de que sienta lástima por él le hace avanzar un paso en su propósito. Es rastrero, pero sorprendentemente efectivo.

-Cuando nos besamos… -Jake baja los ojos hasta sus manos entrelazadas, para que ella sea consciente de que ha sido ella misma la que ha buscado el contacto- Te gustó.

La chica suspira.

-Lo sé. Es que no sé cómo explicártelo. Tú… tú atraes a cualquier chica. Y yo soy humana, ¿sabes? Pero no siento hacia ti lo mismo que tú hacia mí.

“Oh, seguro que lo sientes, pero no te atreves a decírmelo”, piensa Jake.

-¿Por qué le quieres? –pregunta de repente.

Ella parece desconcertada durante un momento, pero luego su rostro se muestra asombrosamente relajado.

-¿Por qué me quieres tú a mí? –contesta.

Jake se queda sin palabras. Mierda. Es una chica lista, no sólo condenadamente atractiva, sino también lista.

-¿Ves? –dice ella, cuando él no responde- Algunas cosas suceden sin explicación.
-Podría decirte todo lo que me encanta de ti.
-Ya, pero a mí me gustan muchas cosas de ti, y a pesar de ello no estoy enamorada de ti –parece costarle decirlo.
-Ya entiendo lo que quieres decir.
-Lo siento, Jake –da otro leve sorbo de su café, y se levanta de la silla.

Ella deja su taza prácticamente llena en la mesa de la cocina y se inclina para darle un beso en el pelo. Jake contempla sus senos a tan poca distancia de sus ojos que tiene que contenter el impulso de alzar una mano para acariciarlos.

Al verla salir de la cocina, se obliga a mantener la mente fría, porque ya ha empezado a fantasear otra vez con ella. Tiene una obsesión con el sexo, y lo sabe. ¿Qué más da? Todos los hombres son como él, pero algunos fingen lo contrario.

Se termina tranquilamente su café sentado en la mesa de la cocina. No va a ir tras ella porque las chicas se agobian con facilidad. Cuando te quieren para algo, te buscan, como ha hecho ella al venir a hablar con él. Y ha sido una conversación más productiva de lo que podría parecer, porque se ha dado cuenta de que aunque ella no le quiere, le gustaría hacerlo. Sus padres podrían tener algo que ver, sí. Mejor, así tal vez se obligue un poco a sí misma a estar con él.

Sabe que tiene que hacer algo más. Lo que ahora necesita es que ella odie a Styles, que lo odie de tal modo que, aunque sea por despecho, no importa por qué lo haga, pero acceda a estar con él. Jake se acaricia la barbilla, pensativo. ¿Cómo puede hacer que le odie? Le quiere demasiado. Quizás si…

Sus labios se curvan en una sonrisa. Recuerda aquel día en que se la encontró en el pasillo en ropa interior. Cuando se dio la vuelta rápidamente para irse, vio que tenía en la espalda, justo debajo del cierre del sujetador, una pequeña mancha de nacimiento marrón en la piel. Esa puede ser una información muy valiosa si se sabe usar con el novio –o ex novio- de una chica. Si consigue hacer que Styles explote, si consigue que esté tan tremendamente furioso que vaya a hablar con ella para volver a molestarla con sus estúpidos celos… Seguro que ella se da definitivamente cuenta de que quiere a un chico que no merece la pena, se enfadará tanto con Harry que, sólo por resentimiento, accederá a estar con él.


Lo único que Jake tiene que hacer es hacer creer a Styles que ya se ha acostado con ella. El huracán de después ya vendrá solo. 



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Motivos para sonreír.