EN UN INSTANTE - Capítulo 23.

No dije absolutamente nada. ¿Qué iba a decir? Estaba claro que era cierto, porque si no lo fuera, Amber habría venido a decírmelo cuando Niall no estuviera, habría querido hacer surgir la duda en mí para disfrutar un rato. Sin embargo, se había plantado delante de Niall y había afirmado que eran hermanos. No me cupo duda de que lo eran. Él no lo negó, ni tan siquiera hizo un amago y yo, siendo sincera, estaba demasiado sorprendida como para hablar. No se parecían en nada, pero eran hermanos. Claro que sí me extrañó que Niall nos hubiera dicho que era irlandés. Lo parecía, de hecho, con su pelo rubio y sus mejillas constantemente sonrosadas, pero Amber ni lo parecía ni había dicho jamás que lo fuera. Y llevaba en mi clase mucho tiempo. Entonces... ¿el padre de Niall era el director? ¿Y dónde había estado Niall todo ese tiempo? La verdad, me dolió más que Niall nos hubiera metido deliberadamente, diciéndonos sin dudarlo que sus padres estaban en Irlanda, que el hecho de que no me hubiera dicho que Amber era su hermana. Fue un golpe bajo, sí, pero omitir algo no es tan malo como mentir sobre ello.

-Y lamento mucho que Steve Evans piense que no das la talla para entrar en el mundo de la música -siguió ella, implacable-. Sinceramente, me habría gustado ver cómo le iría a Susan Boyle II.

Mientras ella hablaba, me mordí la cara interna de la mejilla, de modo que la herida de la noche anterior se reabrió, y volví a sentir el sabor a hierro de la sangre. Sin embargo, preferí ese regusto amargo antes que permitirle a Amber ver alguna reacción por mi parte.

-Chao parejita -dijo de repente, y se fue por donde había venido.

Si os paráis a pensarlo, sólo las personas inteligentes son capaces de semejante maldad. Quiero decir, sí, hay gente mala de todas las clases, pero ese tipo de acciones maquiavélicas sólo las lleva a cabo gente inteligente. Es más, las mentes más perversas suelen ser siempre también las más brillantes. No es que Amber fuera una eminencia, pero cuando en ese momento se marchó sabía que eso sólo conseguía agravar la situación entre Niall y yo, y ahí fue la primera vez en que fui consciente de que no hacía las cosas porque sí, sino que las premeditaba, lo cual la convertía en una persona aún más ruin.

Si Amber hubiera esperado para marcharse, habría pasado más tiempo del primer impacto que me habían causado sus palabras, y mi comportamiento con Niall sería más relajado. En cambio, se marchó, dejándome con un montón de dudas que si quería aclarar tenía que preguntarle a él, a Niall. Os diré otra cosa: nunca he entendido por qué Amber me odiaba tanto. Hundirme era su forma de verse superior, supongo. Pero no comprendo por qué sólo lo hacía conmigo. Stephanie llegó a decirme algunas veces que por envidia, pero ninguna persona cuerda me habría envidiado nada. A todo caso, podría envidiar que Niall y yo estuviéramos empezando a tener algo y por eso tenía tantas ganas de destruirlo, pero tampoco era lógico porque Niall era su hermano.

Él seguía sin moverse, aún con la posición protectora que había adoptado al ver aparecer a Amber. Me di cuenta de repente de que seguía mordiéndome la cara interna de la mejilla, y paré de hacerlo, lo que me dificultó mi propósito de no hablar hasta que Niall lo hiciera. No pensaba preguntarle, al menos en ese momento, porque no estaba segura de tener derecho a pedir respuestas.

Niall me miró con ojos turbios, y casi me parecieron menos celestes que de costumbre, más grises. Como las nubes que avisan de que se avecina una tormenta.

-Yo...

Intentó empezar a hablar, pero se calló rápidamente. Siempre le ocurre eso; cuando la situación le sobrepasa, se agobia y no habla por miedo a meter la pata. Claro que yo por entonces no lo sabía, e interpreté su silencio como una consideración de que yo no merecía explicaciones.

-Está bien -me di la vuelta y a paso inseguro caminé hasta mi habitación.

Niall no me siguió. Probablemente se nos hubiera hecho tarde y el profesor Jackson llevaría ya un buen rato esperándonos. Confusa, luché contra la cerradura de la puerta y logré entrar. Stephanie no estaba allí. Seguramente querría proporcionarnos un rato de intimidad y se marchó para que tuviéramos una excusa para bajar juntos en el ascensor. Maldije en voz alta y me lavé los dientes, más por costumbre que porque fuera consciente de que lo estaba haciendo.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza. Niall y Amber, la persona que más me odiaba en el mundo, eran hermanos. Eso podía asumirlo, por mucho que me costase. Pero no era capaz de entender por qué Niall le había contado a su hermana lo que el manager, Steve Evans, le había dicho de mí; le había dado otra cosa más –por si es que no tenía suficientes- para avergonzarme y hacerme daño.

Noté una fuerte presión en el cráneo, lo que siempre me ocurre previamente a un dolor de cabeza. Salí de la habitación con expresión impertérrita. A mí me ocurre que en ocasiones llega un punto en que estoy tan saturada que ni siquiera puedo llorar. Pues eso me pasó en ese momento, era como si tuviera tantas lágrimas agolpadas en los ojos que ninguna pudiera salir. Y os aseguro que tenía muchas ganas de desahogarme, porque por una vez que las cosas parecían empezar a ir mejor en mi vida, todo se hundía de nuevo. Maldita Amber.

Por suerte, al bajar en el ascensor no coincidí con Niall. No habría sabido qué decirle, igual que él no había sido capaz de darme ninguna explicación unos minutos atrás. Cuando la puerta del ascensor se abrió, estuve a punto de chocarme con Steph.

-¿Pero dónde estáis? –me preguntó, tirando con fuerza de mí para que me diera prisa.

-Pues yo qué sé dónde estará Niall. Yo estoy aquí, hola –escuché mi propia voz cargada de amargura y de sarcasmo.

-¿Y ahora qué ha pasado? –sin dejar de andar, mi amiga me miró de reojo.

-Pregúntale a Niall. O a su adorable hermana.

Stephanie paró en seco.

-¿Niall tiene una hermana?

Asentí con la cabeza.

-¿Y qué pasa por eso? –Steph entrecerró los ojos.

-Que su hermana es, digamos, la…

Entonces apareció el profesor Jackson, con andares acelerados y cara de pocos amigos.

-¡Vamos! –exigió- ¡Llegaremos tarde!

Echamos a andar tras él, y cuando llegamos a la recepción del hotel, Niall estaba allí, rodeado por sus amigos, como si no hubiera pasado nada. Sabía que Amber me miraba de vez en cuando, así que luché porque mi cara fuera lo más inexpresiva posible. Salimos del hotel a toda prisa, en dirección a alguna de las zonas del Támesis donde se puden tomar los barquitos turísticos.

-¿Qué le pasa a la hermana de Niall? –me susurró Steph al oído durante el camino; los chicos iban a la cola del grupo así que no podían oírnos, y Amber estaba demasiado ocupada en hacerse autofotos con sus amigas.

-Que la tienes ahí –señalé al grupo de chicas.

-¿Cómo? –Steph no pareció comprenderme; obviamente, era demasiado surreal como para creerlo.

-Es Amber.

Fuera de contexto, la cara que se le quedó a Steph habría sido graciosa. No obstante, y teniendo en cuenta que mi cara debió ser la misma al enterarme, no me hizo ni pizca de gracia.

-Estás de coña, ¿no? –soltó una especie de risa histérica.

-¿Tú qué crees?

Stephanie me miró y respiró hondo. Yo debía estar verdaderamente seria para que mi amiga lo aceptara así, sin más, sin hacer más preguntas, sin cuestionarme cómo me había enterado.

-Bueno, no pasa nada. Es su hermana, ya está, eso no hace que Niall sea diferente.

-No, eso no. El hecho de que nos mintiera y nos dijera que era irlandés sí. El hecho de que cuando le hablamos de Amber no dijera “eh, pues esa chica que os cae tan mal es mi hermana” sí. El hecho de que le haya contado lo que ese estúpido manager dijo de mí, también.

Stephanie me miraba cada vez con los ojos más desorbitados, y con la misma pregunta que yo en los labios: ¿quién era Niall en realidad?

No volvimos a hablar hasta que llegamos a la caseta para recoger los tickets. Nuestro profesor de historia fue repartiéndolos de uno en uno, tras lo que nos subimos en el barco. Hacía un día soleado, algo extraño para tratarse de Londres en invierno, y el cielo estaba despejado y azul. Al contrario que mi cabeza. Nos repartimos como quisimos por el pequeño barco, y Steph y yo subimos a la cubierta –que por cierto estaba vacía-, para verlo todo mejor. O para alejarnos del resto, que prefirieron quedarse abajo, protegidos del sol por el techo y contemplando el paisaje londinense a través de cristales.

No sé cuándo subieron los chicos, pero no me di cuenta de que lo habían hecho hasta que estuvieron sentados detrás de nosotras.

-Eh, ¿qué os pasa? –nos preguntó Louis en su tono más amistoso.

Yo no dije nada, ni siquiera me giré para mirarle, y Steph se volvió y contestó que no nos pasaba nada de forma mucho menos agradable que de costumbre.

-Tengo que hablar contigo–dijo Niall en mi oído con un suspiro tras un breve silencio.

El simple hecho de escuchar su voz me hizo daño. No era un dolor agudo, trágico de película. Era el dolor de sentir que estás perdiendo algo que todavía casi ni tenías, el dolor de sentirte traicionado por esa persona a la que tú nunca traicionarías. El dolor de pensar que conoces a un extraño.

-¿Sobre qué? –pregunté, mirando a la nada.

-Lo sabes perfectamente.

-Hablemos, pues –contesté, sin imprimirle a mi voz ninguna emoción.

Noté que Niall se levantaba de su sitio y yo hice lo mismo. Le seguí hasta la parte final de la cubierta del barco, donde los chicos y Steph estaban lo suficientemente lejos como para no oír lo que decíamos. Probablemente nos miraron raro al vernos marcharnos sin decir nada, pero no lo recuerdo.

-Supongo que es el momento de contarte la verdad –dijo Niall exhalando un suspiro.

[Chicas sé que el capítulo está regular pero es lo mejor que he sido capaz de hacer, espero que os haya gustado y no os preocupéis porque la intriga se resolverá pronto. Muy pronto. En fin, comentad en el blog, en menciones por twitter, o si podéis en ambas cosas, por favor. Gracias por leer.]