Las semanas
pasan rápidamente. Ya tienes algunos amigos en la facultad, Harry todavía ha
podido venir todos los fines de semana y Jake y tú os habéis hecho buenos
amigos. Además, Styles parece mucho más calmado en cuanto al tema de los celos,
si bien cada vez que tiene a tu compañero de piso delante sus músculos se
tensan. Algo es algo; en cualquier caso, y, para ser justos, dentro de lo
posible todo va bastante bien.
Sin embargo,
una tarde de viernes estás buscando tu pintauñas celeste por cielo y tierra
cuando te encuentras por casualidad con una caja de compresas sin empezar. Al
principio la apartas para seguir buscando, pero luego vuelves tu mirada hacia
ellas. ¿Cuánto hace que no usas una de ésas? Haces el cálculo mental, y
recuerdas que la regla te vino por última vez algo antes de que te fueras a esa
casa. Es decir, hace algo más de cinco semanas. Un escalofrío te recorre la
espalda, y tratas de pensar si en alguna de las visitas de Harry habéis sido lo
suficientemente descuidados como para olvidar usar protección.
Entonces
recuerdas la primera vez que Styles fue a verte al piso, cuando por la mañana
empezó a hacerte cosquillas y acabasteis haciendo el amor. No, no usasteis
nada. El miedo te paraliza, y sientes que el latido de tu corazón se acelera.
No puede ser.
No puedes estar
embarazada.
No-es-posible.
¿O sí?
Biológicamente, es posible. Pero no puedes creerlo.
Claro que
también puede ser que sea un retraso por… cualquier otra causa natural, si bien
sueles ser regular y a los veintinueve días siempre vuelve. No sabes qué te
asusta más, si la opción de estar embarazada o la de que ahí dentro algo esté
funcionando mal. Piensas en tumores, operaciones, cáncer…
Sigues sin
poder moverte, con el paquete de compresas agarrado tan fuertemente entre tus
dedos que el fino plástico amenaza con romperse.
De repente
aparece en tu mente una imagen de Harry sosteniendo a un bebé en brazos, y
luego te ves a ti misma haciendo lo mismo, sola. Piensas en la cantidad de
veces que se escucha cómo chicas adolescentes se quedan embarazadas y los
padres de las criaturas las abandonan para que las críen ellas solas. Harry no
haría eso. No, claro que no. ¿Verdad que no?
La cabeza
empieza a darte vueltas y tienes que sentarte en la tapadera del váter para no
caerte al suelo. Te echas agua fría en la cara para intentar pensar con
claridad. Tal vez deberías esperar varios días y ver qué pasa. Sí, eso es. Si
después de varios días sigue sin venirte… Te sujetas al lavabo con fuerza. Si
después de varios días sigue sin venirte, tendrás que hacerte una prueba a ver
qué pasa. Y en algún momento deberías decírselo a Harry. Pero, ¿cuándo? ¿Hoy?
¿En unos días? ¿Cuando te hagas la prueba? Agg.
Entonces suena
el portero.
¿El portero?
¡Claro! ¡Es viernes! ¡Harry!
Te miras
fugazmente al espejo en busca de signos de desesperación, y lo único que
encuentras es algo de palidez que de todos modos no puedes solucionar sin que
se note que te has echado maquillaje. Sales precipitadamente y chocas con algo.
-Ay –protestas,
apartándote un poco.
-Lo siento –se
disculpa Jake-. Como no venías a abrir, lo he hecho yo. Iba a buscarte porque
tampoco aparecías.
Asientes con la
cabeza. Ni siquiera tiene que decirte quién es, pues es obvio. Te pones
realmente nerviosa. Aún no has decidido si se lo vas a decir o no. Pero, ¿qué
le dirías? “Hola, Harry, te he echado de
menos. Ah, a lo mejor estoy embarazada”, te imaginas diciéndolo como si no
tuviera importancia. No, imposible. No puedes decírselo. Te da demasiado miedo
cómo reaccione. Pero…
-Hola, bombón
–una boca se topa con la tuya, y tardas un momento en responder al beso.
-Hola –contestas
no demasiado efusiva-. ¿Cómo has entrado?
-Yo también
tenía ganas de verte –dice Harry, soltando un bufido-. Pues por la puerta, que
estaba abierta.
-Ah, Jake debe
haberla abierto.
-Qué amable por
su parte –esboza una sonrisa irónica.
-Sí, bueno
–estás lo suficientemente distraída como para no saber exactamente qué ha
dicho.
-¿Te pasa algo?
–agacha un poco la cabeza para que quede a la altura de la tuya.
-No, estoy bien
–no debes parecer muy convincente por cómo te mira-. De verdad, Styles.
-Si tú lo
dices… -sigue sin creérselo, pero lo deja estar.
En ese momento
Harry se queda mirando a algo en el fondo del pasillo y buscas qué está viendo.
Claro, no se habría puesto así si no fuera por Jake, que camina hacia vosotros
desde su dormitorio.
-Hola, Harry
–su voz denota alegría, pero no te queda claro si es fingida o no; por algún
motivo te parece que a Jake no le cae bien tu novio.
-Hola –aprieta
con fuerza la mandíbula, haciendo las líneas inferiores de su cara algo más
rectas que de costumbre.
Entonces se te
ocurre algo. Quizás no sea lo mejor, sobre todo porque Harry no estará
especialmente cómodo, pero necesitas que no se fije demasiado en lo confusa que
te sientes, porque si lo hace acabará sonsacándote qué te pasa.
-Eh, Jake
–giras tu cuerpo un poco hacia él para que no pase de largo.
Los dos chicos
parecen sorprendidos.
-¿Sí? –ahora su
sonrisa sí parece sincera.
-Bueno, esto…
-lo miras a él y luego a Styles- He pensado que a lo mejor podríamos quedarnos
aquí a cenar. Tampoco habéis tenido tiempo de conoceros demasiado, y eso habría
que cambiarlo, ¿no?
Tienes la
sensación de estar viendo un partido de tenis al mirarles a los dos,
especialmente por el intercambio de miradas que está teniendo lugar entre Jake
y Harry. ¿Qué se traen entre manos? Por un momento se te olvida que puede que
tengas a un bebé dentro de tu barriga y tratas de encontrar significado a su
conversación sin palabras. Jake da la impresión de estar ocultando una sonrisa
y lo mucho que conoces a Harry te hace pensar que está angustiado.
-Por mí perfecto
–declara finalmente tu compañero de piso.
-Claro, ¿por
qué no? –dice Styles justo después, y aunque se te ocurre que él quizás tenga
muchos motivos para no hacerlo, no dices nada- Nosotros lo preparamos, no te
preocupes.
Las cejas de
Jake se alzan de su posición unos milímetros, pero asiente con la cabeza y
vuelve a tomar rumbo a su dormitorio.
-Me avisáis
cuando esté –dice justo antes de cerrar la puerta.
Ni siquiera da
las gracias. Aunque, ¿por qué iba a darlas? Os está dejando a solas, lo que
supuestamente os beneficia a vosotros. Ah, te está empezando a doler la cabeza.
Harry te toma
de la muñeca y te lleva hasta la cocina con ímpetu.
-Bombón, no
juegues conmigo –se cruza de brazos.
-No sé por qué
dices eso –retrocedes hasta chocar con la encimera.
-¿Se puede
saber qué acaba de pasar ahí fuera? –señala a la puerta.
-Eso mismo me
pregunto yo –tu voz se convierte en un susurro.
-No he sido yo
el que ha invitado al ojitos azules a cenar con nosotros.
-Deberías
conocerle antes de odiarle tanto.
Él ignora tus
palabras.
-Antes de
invitarlo con nosotros a la cama, me avisas, por si no me apetece –sus ojos te
miran, fríos, y ese comentario te duele más de lo que él cree.
-Lo haré –te
limitas a decir.
-¿Me vas a
decir qué te pasa?
Sopesas la idea
de decirle lo que te preocupa durante un momento, pero luego la descartas;
ahora sí que sería la peor decisión, porque respondería de forma irracional.
-Styles, no es
nada.
-No me lo creo.
-Pues muy bien.
-Es que no
entiendo por qué…
Para evitar que
siga, le besas. Él lo ha hecho muchas veces contigo, pero notas que le
desconcierta que ahora seas tú la que lo usa con él, y no al revés. Y, a pesar
de lo que estaba diciendo, responde a tu beso con pasión. Como si lo que le
preocupara fuera que nunca más fueras a besarle. Mientras vuestros labios se
deslizan los unos sobre los otros, te preguntas cómo sería tener un hijo junto
a él. Te pegas a su cuerpo, sintiendo que le necesitas a tu lado, y él lo
interpreta tal y como quizás es, una muestra de deseo, así que te sujeta por la
cintura y hace que te sientes en la encimera. Automáticamente, rodeas su torso
con tus piernas y dejas que bese todo tu cuello. Ni siquiera recuerdas cómo
habéis llegado hasta ahí. ¿No estábais enfadados? Qué más da. Los labios de
Harry en los tuyos hacen que te olvides de todo.
-Bombón
–susurra entre tus labios.
-¿Qué?
-Nunca te
alejes de mí, por favor –su tono de súplica te penetra y se apodera de todo tu
cerebro como si tuviera garras, pues te duele el dolor con que él lo dice.
-No lo hagas tú
–contestas, pensando lo que podría pasar si estuvieras embarazada.
-No lo haré –te
besa.
-Entonces yo
tampoco –le besas tú.
-Dios, soy un
cursi –dice de repente.
-Muchísimo
–asientes con la cabeza-. Y tenemos que preparar la cena.
De un salto, te
bajas de la encimera, y Styles te sigue por la cocina con cara de pocos amigos.
El fuego del momento anterior ya te ha abandonado, y de nuevo estás demasiado
preocupada como para pensar con normalidad. Después de preparar algo que
esperas que pueda comerse, llamáis a Jake.
-Qué buena
pinta –dice él al ver los platos.
-Si tú lo dices
–suspiras.
-¿Estás bien?
–te pregunta Jake.
Te da la
sensación de que Harry lo mira con algo de sorpresa.
-Ag, ¿qué os ha
dado hoy a los dos? –tienes que esforzarte para que suene creíble- No me pasa
nada.
-Voy
conociéndote, y a mí no puedes
engañarme, no estás normal –os sentáis a la mesa y la mirada de Harry de
repente fulmina a tu compañero de piso.
-Lo que sea que
le pase, ya lo dirá cuando ella quiera y a quien ella queira –interviene
Styles.
Tu cerebro está
bloqueado, así que dejas de prestarle atención a los dos chicos. Intentas pensar
qué hacer, qué decir, o simplemente la idea de que puedas estar embarazada
ocupa tu cabeza y parece estar dando golpes por toda la parte interior de tu
cráneo, deseando salir y provocándote un horrible y creciente dolor de cabeza.
Cuando
termináis de cenar, te das cuenta de que los dos están en un profundo silencio,
cada uno mirando su plato.
-Lo siento,
chicos, me duele la cabeza –te llevas una mano a la sien-. Me voy a ir a mi
cuarto.
Eso sí se lo
creen, quizás porque lo que has dicho es verdad. Aunque no toda la verdad.
-Está bien,
vamos –Harry se levanta, recoge tu plato y el suyo y los mete en el
lavavajillas.
-Mejórate… y
que durmáis bien –dice Jake cuando
estáis saliendo de la cocina, y a tu novio no parece hacerle ninguna gracia el
comentario.
Al llegar a tu
dormitorio te quitas la ropa y te quedas mirando a Harry.
-No es sólo que
te duele la cabeza, ¿verdad? –pregunta él de repente.
-Harry, yo… -no
sabes qué decir, así que no dices nada.
-Está bien
–asiente con la cabeza con gesto de afectación.
Te metes en la
cama y te tapas hasta el cuello, pues ya empieza a refrescar por la noche.
-Necesito
dormir –dices con voz débil, evitando mirarle.
Sabes que él
esperaba otra cosa de esa noche, y tú también lo hacías hasta que te ha surgido
algo mucho más grave por lo que preocuparte.
-Lo siento… -te
disculpas.
Styles no dice
nada durante un momento, como si estuviera demasiado ocupado pensando en algo,
algo que no parece nada bueno.
-No importa –te
da un beso en la frente y sonríe, pero sabes que está decepcionado.
-Gracias
–buscas sus labios con los tuyos para besarle brevemente, apoyas tu cabeza en
su pecho y cierras los ojos deseando que al despertar nada de lo que a pasado
por tu mente a lo largo de la tarde sea cierto.
E,
independientemente de si es cierto o no, Harry está creándose una idea propia
de por qué has actuado como lo has hecho hoy, y es posible que sus pensamientos
estén muy, muy lejos de la verdad, y sin embargo sean aún peores que ésta.
[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]
ayayay por favor¡¡¡¡ que es esto aayayay por dios , es perfecto en serio ,pero por favor no nos dejes asi eres la mejor , me encanta.
ResponderEliminarBsss guapa
Dios mio!!!! No me hagas esto, no puede estar embarada!!!! Esta super interensante ana. Sigue asi :)
ResponderEliminarNo nos dejes asiii porfavooor :((( me encanta!!! ;D
ResponderEliminarAy ay ay ay ay OMG que fantastico
ResponderEliminarNOOOO! Ahora Hazza se va a pensar que es porque ya no lo quiere :(
ResponderEliminarME ENCANTAAAAAAAAAAA *____*
ResponderEliminarSiguela por Dioooooooooooooos esta super buenaaaaaaaaa
ResponderEliminar