sábado, 14 de septiembre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 8 -2º temporada-

Tu cerebro recrea una escena en la que la moto de Harry tiene un desliz, y se estrella contra una farola. O un muro. O un coche. No importa, el final es el mismo, y un escalofrío de miedo te recorre la espalda. Probablemente ya haya ido a esa velocidad muchas veces, más de las que te quieres imaginar, pero no puedes saber que está haciéndolo y no sentir que un ataque de nervios se apodera de ti.

De repente, se te ocurre algo. Sabes que Harry nunca contesta al teléfono mientras va conduciendo, es decir, se para y responde, pues no puede hablar con el casco puesto. En este momento te agradeces a ti misma los esfuerzos que hiciste para convencerle de que llevara siempre esa protección. Mientras caminas a paso rápido en la dirección a la que él iba, sacas tu móvil del bolsillo y marcas rápidamente su número. Los toques se agotan una vez, y no contesta. Vuelves a intentarlo, y de nuevo se agotan. Te das golpecitos con los dedos en la pierna, impaciente por que conteste a la tercera. Lleva un buen rato sonando cuando, por fin, lo coge.

-¿Qué? –su voz suena malhumorada.

Exhalas un suspiro de alivio.

-¿Qué? –pregunta de nuevo, molesto.
-Styles, bájate ahora mismo de esa moto –intentas que suene impositivo, pero más bien pareces desesperada.
-No tengo por qué… -se calla durante un momento- ¿Dónde estás?
-Aquí –dices, al ver su figura quieta al final de la calle.
-¿Pero qué…?

El joven deja caer el brazo que sostiene el teléfono pegado a su oreja y tú cuelgas conforme te acercas a él. Está sentado en lo alto de su moto, que descansa quieta en la acera. Con su torso envuelto en la chaqueta de cuero negro, y su pelo alborotado por haber llevado el casco, no puedes evitar pensar en lo guapo que está.

-Harry –murmuras, cuando estás lo suficientemente cerca de él.
-Creía que no te apetecía verme –contesta con rencor impreso en sus palabras.
-Tal vez no me apetecía que me vieras a .
-¿Cómo? –sus ojos reflejan desconcierto.
-Quizás no quería que vieras cómo me derrumbaba.
-¿Y lo que me has dicho?
-Lo siento –te sientes pequeña ante su mirada desde lo alto de su imponente moto.
-De todos modos, tienes razón, soy un egoísta –suspira.
-No, no lo eres. Cambiaste toda tu vida por mí –susurras.
-Pero esta mañana no sabía si podría hacerlo por segunda vez –admite.
-Intentémoslo.

Él asiente de forma casi imperceptible con la cabeza, y cruzáis una mirada llena de significado, de sinceridad, de sentimientos.

-Yo también lo siento –se disculpa.

Te encoges de hombros.

-¿Amigos de nuevo? –le tiendes la mano en un gesto solemne.

Él te toma de la mano y da un leve tirón para acercarte a sí.

-Yo no quiero ser tu amigo –dice en tu oído, adoptando su tono de siempre.

Sueltas una risita de alivio.

-Entonces no lo seas.
-Perfecto –te mira un instante-. ¿Sabes qué?
-Obviamente no –sonríes.
-Me apetece chocolate…
-¿Quién es el adicto ahora? –alzas las cejas.
-Estaba pensando en… un bombón.

Entonces entiendes a lo que se refería, y las comisuras de tus labios se giran levemente hacia arriba.

-Llévame a casa –pides.
-Pero…
-Puedes quedarte, si quieres –ladeas la cabeza.
-Ah –sonríe con picardía-. Toma.

Te tiende su casco, y tú lo miras con desaprobación.

-Styles, no vuelvas a ir así de rápido con la moto –le reprendes.
-Siempre voy así –se encoge de hombros.
-Me da igual. ¡Podrías haberte matado!
-Pues mira, un problema menos.
-No digas tonterías –le das un puñetazo.
-Era broma –sacude la cabeza.
-No vuelvas a ir así de rápido, por favor –repites.

Te mira durante un momento, dudando.

-Lo pensaré.
-Prométemelo. Prométemelo o no me pongo el casco nunca más –te cruzas de brazos, mirándolo con autosuficiencia.
-Pues no lo hagas –casi consigue hacerte creer que no le importa, pero no lo logra.
-Está bien –le devuelves el casco y te subes en la moto.
-Vale, lo prometo –resopla-. Ahora póntelo.
-Dilo bien.
-Prometo que no volveré a ir tan rápido con la moto. ¿Contenta?
-Muchísimo –con una sonrisa, le coges el casco de las manos y te lo pones, obediente.
-Bombón… -te lanza una mirada elocuente.
-¿Qué?
-Si no te levantas, no puedo coger el otro casco –dice.
-Ah, lo siento –te sonrojas levemente y vuelves a la acera.
-Gracias.

Él también se levanta, sube la parte trasera y saca del compartimento otro casco negro para él. Se sube en la moto y espera a que tú también lo hagas. Cuando estáis los dos montados, arranca y el vehículo empieza a desplazarse muy, muy despacio.

-Styles –protestas.
-¿Sí? –gira la cara y te mira inocentemente a través del cristal de su casco.
-Si mi abuela se partiera una cadera andaría más rápido de lo que tú vas –te quejas.
-Creía que querías que fuera despacio.
-Sí, y también quiero llegar a mi casa antes de morirme.
-Entonces, aclárate. Establece prioridades –su voz suena divertida.
-Quiero que vayas a la velocidad permitida –mides tus palabras con cuidado-. Bueno, un par de kilómetros por hora por debajo.
-Está bien –parece satisfecho, y cumple lo que has pedido.

Cuando llegáis a tu casa, todo parece haber vuelto a la normalidad. Esta vez Harry no hace su típico strip-tease, sino que pasáis directamente a lo que viene después, y la verdad es que hacía mucho tiempo que Harry no se esmeraba tanto en llevarte al mismísimo Paraíso.


…...


Días después, a principios de septiembre…

Vas sola en el tren que te lleva hasta Guildford. Tus padres probablemente ya estén allí, y puesto que no iban desde Londres han ido con su coche. Harry ha decidido ir con su moto para volver después a la hora que quiera sin tener que coger el tren. De todos modos, en su viaje de regreso iría solo.

Miras la pequeña maleta que llevas a tus pies, y piensas en los días que has pasado en casa de tus padres. No habéis vuelto a nombrar el tema de Harry, se les nota que están más relajados desde que la universidad te va a hacer alejarte de él. Aunque la relación que tienes con ellos se ha vuelto algo más fría.

Llevaste hasta casa –la de tus padres- todas las cajas con tus cosas de tu otra casa –la que compartías con Julia-, y ellos las han llevado en el coche hasta el piso que vas a tener ahora. Demasiados lugares en los que vivir, cuando en realidad ninguno es en el que querrías estar.

Se te pasa por la cabeza la idea de que Harry vaya conduciendo a la misma velocidad que el otro día, pero te prometió que no lo haría, y crees que está cumpliendo su promesa. Todo esto le está agobiando muchísimo, incluso más que a ti. Porque tú te vas, pero él se queda. Tu vida va a ser diferente, vivirás en una casa nueva, irás a sitios nuevos, conocerás a gente nueva. Pero la vida de Harry será exactamente la misma… sólo que sin ti. Si la situación fuera al revés, no sabes si serías capaz de soportarlo.

Cuando el tren por fin llega a la parada correspondiente, tras algo menos de una hora de viaje, suspiras mientras caminas por el andén. ¿Habrán llegado ya tantos tus padres como Harry? Esperas que no sea así, porque entonces sería realmente incómodo para los tres.

-¡Hola, cielo! –exclama tu madre, antes de que te des cuenta siquiera de dónde procede su voz.

Miras alrededor, desconcertada.

-Aquí –dice ella, y te das la vuelta; te encuentras a tus padres mirándote de una forma que no habías visto antes.
-Ah, hola –le das un corto abrazo a tu madre y un beso en la mejilla a tu padre-. ¿Ha llegado Harry?
-Sigo pensando que él debería venir otro día –comenta la mujer.
-¿Por qué? Forma parte de mi vida, igual que vosotros –haces un gesto de cansancio con la mano-. ¿Ha llegado o no?
-Sí, ha ido al baño, aunque parece que el váter se lo ha tragado –interviene tu padre.
-Si lo estabais mirando con esa cara, no me extrañaría que se hubiera tirado a ver si el agua de la cisterna se lo tragaba –respondes, con repentino mal humor.
-No seas exagerada –recrimina tu padre.
-Voy a buscarlo.

Dejas la pequeña maleta con ellos y te diriges con decisión al cuarto de baño de hombres.

-¿Harry? –preguntas, sin mirar dentro del baño- Harry, ¿estás ahí?
-Pasa, si quieres. No hay nadie –escuchas su voz hueca, carente de emoción.
-No sé si… -asomas un poquito la cabeza y lo ves con las manos apoyadas en el lavabo, con la mirada perdida en algún punto del espejo- Está bien –entras.

Sus ojos buscan los tuyos en la superficie reflectante.

-No sé si puedo hacerlo –susurra.
-¿El qué? –te acercas a él y le acaricias el pelo de la nuca con dulzura- Siento si mis padres han sido…
-No, no tiene que ver con ellos –encoge levemente los hombros ante tu contacto.
-¿Entonces?
-No sé si puedo ir hasta ese sitio, decirte adiós, y ver cómo cierras la puerta, dejándome a mí al otro lado –dice atropelladamente.
-Harry, te dije que no tenías por qué venir…
-¡Pero es que tampoco podía quedarme en Londres y despedirme de ti en la estación de tren! –exclama de repente, apartando la vista del espejo y mirándote a los ojos.
-No es el fin del mundo –dices en voz bajita, aunque sientes que sí lo sea-. Nos veremos de vez en cuando. Hablaremos por teléfono, por skype.
-No es lo mismo –recorre tu mejilla con la yema de su dedo índice.
-Pero es lo que tenemos –respiras hondo.

Él asiente con la cabeza, aunque sabes que no se siente mejor. Lo sabes porque a ti te pasa exactamente lo mismo. Sin embargo, ya tendrás tiempo de llorar cuando estés encerrada en tu nueva habitación; ahora no es el momento.

-Ya lo he rescatado –dices en un tono mucho más alegre de lo que sientes, cuando salís de nuevo al andén.
-¿Se había quedado atrancado en el váter? –masculla tu padre, haciendo referencia a vuestra conversación anterior.
-¿Qué? –Styles frunce el ceño.
-Nada, nada –esbozas una sonrisa falsa y coges tu maleta.
-Por favor –dice Harry, con una formalidad inusitada en él, quitándote la maleta de la mano.
-Tampoco pesa –señalas las ruedas-, pero como quieras.

Os tomáis de la mano que a él le queda libre y comenzáis a andar en dirección a la salida. Tienes la sensación de que las miradas de tus padres, que van por detrás, están quemando vuestras manos unidas, pero ignoras ese detalle.

Al llegar a la puerta, ves el coche de tus padres aparcado en la calle que queda enfrente, y la moto de Harry un par de plazas a la izquierda.

-Os iré siguiendo, porque no sé dónde está la casa –dice Harry casi con esfuerzo por tener que hablar con tus padres.
-Está bien. No te vayas a perder –responde tu padre.

Le lanzas una mirada asesina que él ignora abriéndote la puerta del coche para que entres. Diriges tus ojos a Harry, sin saber qué hacer. Es como si te obligaran a elegir.

-Supongo que, como siempre, no querrás subirte en la moto –dice él como si nada.
-Por supuesto, odio ese trasto –señalas su vehículo, intentando poner expresión indescifrable para que no sepan que estás mintiendo.

En realidad, te das cuenta de que Harry lo hace para intentar que tus padres no le odien más. Probablemente, si supieran que te subes en la moto con él, te atarían a tu cama para que no pudieras salir de tu cuarto nunca más. Te subes en el coche con tus padres, y tienes que apartar algunas bolsas para poder atarte el cinturón.

-Está aquí cerca –informa tu madre, aunque no te interesa la información, no quieres saber nada acerca de tu nueva vivienda hasta que sea estrictamente necesario.

Te fijas en las expresiones de tus padres y ves que están tranquilos. Claro, no es la primera vez que te dejan en otra ciudad para que vivas sola. Ya sufrieron el síndrome del nido vacío hace dos años. Y, sin embargo, no puedes evitar pensar que hay algo más que hace que no parezcan en absoluto preocupados.

Cuando el coche por fin se para, sales de él tan rápido como te es posible. Miras alrededor. Bueno, la zona no tiene mala pinta, hay un parque en la otra acera, y los edificios están bien cuidados. Mientras tanto, tu madre ya ha tocado al piso correspondiente y sostiene la puerta abierta con una mano.

-Primero lo ves y luego vamos subiendo las cosas –dispone.

Asientes con la cabeza y, de nuevo de la mano de Harry, subís las escaleras. Al llegar al tercero, tu madre para en la puerta B, que está abierta.

-¡Hola, ya estamos aquí! –dice, desde fuera.

Harry aprieta un poco más tu mano y justo entonces aparece por la puerta una persona a la que no esperabas. Su nombre tarda un momento en salir de tus labios, impregnado de sorpresa.


-J… Jake.



[Espero que os haya gustado. Por favor, mencionadme en twitter o comentad con vuestra opinión, y marcad en las casillas de abajo la opción que más se asemeje a lo que os ha parecido el #Imagina, ES MUY IMPORTANTE, gracias.]

5 comentarios:

  1. Oh my fucking God. Siguela pronto, el el mejor imagina evere.

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  2. Respuestas
    1. Jake es un amigo,del novio de la boda a la que fueron el otro dia y a jake le gusta “bombón“ y Harry le tiene odio eterno

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  3. dios!! mio1!!! AAAAAA!!!!!!! La tienes que seguir!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! en serio ya esta llegando lo bueno :)

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  4. Ana cielo tienes que seguirla es apsolutamente genial y si no la prontito ire a tu casa y entrare a tu habitacion por la noche y te torturare muajjajaja okno.
    Yo lo se, tu lo sabes, nosotras sabemos que la seguiras pronto xD
    De la novela no hay mucho que decir porque seguro que te lo han dicho muchas pero muchas veces (segurisimo) asique te dire algo que ya sepas (sorry) y es que AMO tu novela la primera parte fue alucinante y la segunda es todabia mejor bueno me despido de ti y me voy un besazo para la mejor escritora

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