Al despertar
notas un calor a tu lado al que ya no estás acostumbrada. Abres los ojos y lo
primero que ves son las alas que Harry tiene tatuadas en el pecho. Sonríes y
alzas tus ojos para encontrarte con los suyos.
-Hola.
-Buenos días,
bombón –sus labios se curvan hacia arriba pero no te parece que el gesto se
refleje en sus ojos.
Entonces lo
recuerdas. Recuerdas que es posible que estés embarazada. Y si no lo estás,
puede que tengas algún otro problema serio. También cabe la posibilidad de que
sea un simple retraso, pero nunca antes te ha pasado… También recuerdas que
ayer te comportaste de forma extraña y Harry no paraba de preguntarte qué te
pasaba. Y que no hiciste el amor con él aun sabiendo que él quería. Ahora te
sientes ligeramente culpable.
-Styles.
-Dime.
-¿Tienes
hambre? –lo miras.
-No me apetece
salir de aquí…
-Jake no está,
ha ido a ver a sus padres.
-Entonces vamos
–aparta las sábanas y se incorpora.
-Ya suponía.
Durante el
desayuno intentas que tu voz o tus expresiones no delanten tu preocupación, y
hoy lo haces bastante mejor que ayer, eres capaz de actuar con bastante
normalidad.
-Necesito
estudiar un rato –comentas mientras metes vuestras tazas en el lavavajillas.
-Claro.
-Puedes irte a
dar una vuelta o quedarte conmigo, como quieras.
-Prefiero
quedarme por aquí, como cuando me iba a fregar el suelo de la biblioteca de tu
instituto mientras tú estudiabas.
El recuerdo te
hace sonreír, y esta vez de verdad.
-Mis notas
bajaron.
-Sólo los días
en los que pensabas que te había usado –te recuerda él-. El siguiente curso te
fue muy bien.
-Tienes razón
–te apoyas un momento en la encimera.
-Claro que la
tengo. Así que tranquila, aquí tienes otra vez mi presencia, la musa de tus
estudios –se alborota el pelo.
-Oh, gracias,
no sé cómo logré sobrevivir sin ti los dicecisiete años antes de conocerte
–pones los ojos en blanco.
Harry ríe
levemente y te sigue hasta tu cuarto. Durante un rato te observa estudiar, y de
vez en cuando te da besitos en el hombro, pero cuando te das cuenta de que no
te está sirviendo de nada el estudio porque no eres capaz de concentrarte,
dejas el bolígrafo encima del folio y miras a Styles.
-¿Te estoy
molestando? –su voz suena preocupada.
-No, no –te
masajeas el puente de la nariz con dos dedos.
-¿Entonces?
–mueve tu silla giratoria para que quedes mirándole.
Sujetas con
fuerza el asiento y te muerdes el labio, ejerciendo tanta presión que sientes
que va a sangrar de un momento a otro.
-¿Estás bien?
–vuelve a preguntar Harry, igual que hizo tantas veces ayer.
-No. Es posible
que esté embarazada –las palabras se escapan de tu boca antes de que puedas
sellar tus labios.
De repente
parece que toda la sangre de la cara de Styles desaparece, y sus ojos se abren
el doble que de costumbre.
-¿Qué? –la voz
no le sale de la garganta, pero sabes lo que ha dicho.
-A ver, no lo
sé, no estoy segura, no puedo estar segura –contestas atropelladamente-. Pero
llevo bastantes días de retraso de la regla, y eso nunca me había pasado, y
recuerdo que cuando viniste aquí por primera vez lo hicimos y no usamos nada y
es posible que…
-Cálmate, por
favor –se levanta de la cama y camina de aquí para allá.
-No puedo
calmarme.
-A ver. Así que
eso era lo que te pasaba ayer, ¿no? –te mira, luchando para que su respiración
mantenga un ritmo normal.
-Sí, pero, ¿qué
más da eso? –te levantas también, exasperada.
-A mí me da –se
cruza de brazos, y tú no piensas que tal vez para él sea importante porque
creía que era por otros motivos.
Te quedas
quieta en mitad de la habitación.
-Harry…
-susurras.
-¿Qué? –busca
tus ojos rápidamente con los suyos.
-Esto no puede
estar pasando –dices, a pesar de sentirte tremendamente egoísta por ello, por
esa pequeña cosita que es posible que esté creciendo dentro de ti.
-No te
preocupes, se va a arreglar –recorre la distancia que os separa y te estrecha
entre sus brazos.
-¿Cómo?
-No lo sé
–suspira-. A lo mejor ni siquiera estás embarazada.
-Podría ser aún
peor –te cuesta respirar.
-Seguro que no
es nada grave.
-¡No puedes
saberlo! –no entiendes cómo es capaz de estar tan tranquilo.
-Pero…
-¿Me dejarías?
–te separas un poco de él.
-¿Cómo?
-Si estuviera
embarazada y tuviera al bebé, ¿me dejarías? –no deberías hacerlo, pero estás
usando un tono acusador.
-¡Claro que no!
–a pesar de eso, el temor se refleja de repente en sus ojos- ¿Cómo puedes decir
eso?
-Muchos lo
hacen –dices para defenderte.
-¡Yo no soy muchos! Y la decisión de tenerlo o no
deberíamos tomarla entre los dos, ¿no crees?
-Ah, así que es
eso. Querrías que no lo tuviéramos, sin más, para quitarte un probl…
-¡PARA! –grita,
y tú das un respingo.
Se sienta en la
cama otra vez, pero ahora parece haber envejecido diez años de golpe.
-Me duele que
pienses que querría hacer todo eso –dice en voz baja, tanto que te cuesta
oírlo.
-Harry,
entiéndelo… -empiezas, pero él vuelve a interrumpirte.
-Pero en
cualquier caso, antes de pelearnos por esto o echarnos cosas en cara,
deberíamos estar seguros de si lo estás o no.
-¿Y si lo
estoy?
-¡Pues ya
decidiremos!
Te das cuenta
entonces del gran esfuerzo que está haciendo por mantener la calma, pues la
noticia debe haberle afectado tanto como a ti cuando te diste cuenta de que
podrías estar embarazada, y en ese momento sentiste que te ibas a desmayar. Así
que valoras que él siga de una pieza a pesar de todo lo que le has dicho, y te
sientes mal por haberlo hecho. Te sientas a su lado en la cama.
-Está bien –te
obligas a respirar de forma pausada-. Iremos a una farmacia y compraremos un
aparato para hacerme el test. Depende de lo que diga, haremos.
-Exacto.
Harry pasa un
brazo por tus hombros y te atrae hacia sí.
-Shhh, todo va
a ir bien –repite una y otra vez, quizás más para sí mismo que para ti.
Después de un
rato, cuando los dos parecéis más calmados, notas un dedo de Styles bajo tu
barbilla que empuja con suavidad hacia arriba para que levantes la vista del
suelo.
-¿Bombón? –tú
luchas por no mirarle, pero al final lo haces.
De tu garganta
sale un sonido ronco, y tienes que carraspear un par de veces hasta que el nudo
que se te ha formado te permite hablar.
-¿Sí?
-A lo mejor no
sería tan malo que hubiera un pequeño bomboncito ahí dentro –da un leve toque a
tu vientre.
Una sonrisa
asoma a tus labios.
-¿Y si fuera
niño y se pareciese a ti?
-A eso me
estaba refiriendo –el tan conocido por ti brillo prepotente aparece en sus ojos,
aunque justo después se desvanece.
Ves que la
mirada de Harry se ha posado en el reloj de tu mesita de noche.
-Podríamos ir a
comprar lo de la prueba ahora –propone.
-No sé si no es
un poco pronto, a lo mejor todavía no funciona si me lo hago…
-Bueno, por
probar…
-Está bien –os
levantáis de la cama y vais hacia la puerta de la casa.
La puerta está
a punto de darte en la cara cuando se abre, pero Harry tira de ti antes de que
eso ocurra. Sin poder creer lo que estás viendo, abres mucho los ojos mientras
tus padres entran a la casa y van directos a abrazarte.
-¡Hola!
–exclama tu madre, dándote un sonoro beso en la mejilla.
-Ho… hola
–balbuceas, algo desorientada.
Cuando abrazas
a tu madre, ves a Harry mirándote con una mezcla entre fastidio y decepción. El
plan de ir a hacerte un test para ver si estás embarazada queda desechado, pues
ahora que tus padres han llegado no vais a pedirles que se unan a la fiesta y
os acompañen a la farmacia. Te encoges de hombros, pero en el fondo te ha
molestado tanto como a él.
-¿Cielo? –tu
madre acerca mucho su cara a la tuya.
-¿Eh?
-Dice tu madre
que cómo estás –tu padre alza las cejas.
-Ah, bien,
bien, muy bien –te apresuras a contestar.
-¿Interrumpíamos
algo?
Todas las
miradas se dirigen a Harry.
-Pues íbamos a
salir… -comienza.
-Seguro que los
planes se pueden modificar un poco –tu madre lo toma de la muñeca y tira de él
hasta el salón.
Te ríes por
dentro pensando en que a Styles no debe haberle hecho ni pizca de gracia el
gesto.
-Y… ¿cómo es
que habéis venido? –te sientas en el sillón al lado de tu novio.
-Nos apetecía
verte –dicen sin más.
Algo te hace
tener la sensación de que sabían que Harry y tú íbais a estar a solas en el
piso y querían vigilaros, pero eso es absurdo, ¿cómo lo iban a saber? Lo que te
lleva a pensar otra cosa…
-¿Desde cuándo
tenéis llave de la casa? –les lanzas una mirada de reproche.
-Pues desde que
Jake nos la dio.
-¿Y por qué yo
no lo sabía?
-Se suponía que
era obvio.
-Al menos
podríais avisar antes de venir –frunces el ceño.
-Y tú podrías
recibirnos con algo más de alegría –tu madre se cruza de brazos.
Suspiras.
-Tienes razón
–te obligas a decir.
La conversación
continúa con tus padres haciéndote un interrogatorio completo de cómo estás
allí; aunque ya habéis hablado por teléfono parecen querer volver a saberlo
todo viéndote decirlo.
En algún
momento te parece que Harry desconecta, pues a él no le preguntan nada, lo cual
quizás lo estén haciendo a propósito esperando a que se largue. Sin embargo, te
das cuenta de que su pie da golpecitos impacientes sobre la alfombra, y sabes
que todavía no se ha ido porque está esperando para ir a la farmacia a comprar
el test.
Tus padres, por
el contrario, parecen plenamente tranquilos, realizándote todo tipo de
preguntas que contestas mecánicamente sin saber muy bien siquiera qué estás
diciendo. Tú también estás nerviosa.
-Se está
haciendo tarde. Creo que debería irme –dice de repente Harry mientras tus
padres toman aire para la siguiente pregunta.
Miras al reloj,
y ves que son las siete y media de la tarde. Claro, todas las tiendas habrán
cerrado ya. Normalmente se suele ir sobre las ocho y pico, pero hoy no hay nada
que le impulse a quedarse, pues lo de tus padres tiene pinta de que va a
alargarse. O quizás estarían así hasta que Harry dijera de irse. También es una
posibilidad.
-¿Ya?
–preguntas, deseando que se quede contigo un poco más.
-Sí –se levanta
del sofá con decisión y camina hacia la puerta.
-Te acompaño
–dices, levantándote tú también.
-Adiós, Harry
–tu padre hace un gesto con la mano, sin mostrar ningún interés por que no se
vaya.
-Adiós
–masculla él.
Salís del salón
bajo la atenta mirada de tus padres.
-Harry… -haces
una mueca.
-Lo siento
–dice él, abriendo la puerta-. Pero no se van a ir hasta que yo lo haga.
-Lo sé –suspiras.
-Bombón –roza
tu barbilla con un dedo.
-¿Sí? –te
estremeces.
-¿Podrás
esperar a hacerte el test a que yo esté contigo? Por favor –sus ojos te miran,
suplicantes.
“Una semana
más”, piensas. A pesar de ello, asientes con la cabeza, pues sabes que será menos
difícil si le tienes a tu lado.
-Gracias. Me
gustaría estar contigo cuando sepamos si hay alguien ahí dentro –dice en un
susurro a la vez que toca tu barriga.
-Yo también
quiero que estés –te pones de puntillas y le besas.
-Hasta la
semana que viene –Harry sale por la puerta con aire abatido.
-Hasta la
semana que viene –respondes, aunque él ya no puede oírte.
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