lunes, 30 de septiembre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 14 -2º temporada-

Al despertar notas un calor a tu lado al que ya no estás acostumbrada. Abres los ojos y lo primero que ves son las alas que Harry tiene tatuadas en el pecho. Sonríes y alzas tus ojos para encontrarte con los suyos.

-Hola.
-Buenos días, bombón –sus labios se curvan hacia arriba pero no te parece que el gesto se refleje en sus ojos.

Entonces lo recuerdas. Recuerdas que es posible que estés embarazada. Y si no lo estás, puede que tengas algún otro problema serio. También cabe la posibilidad de que sea un simple retraso, pero nunca antes te ha pasado… También recuerdas que ayer te comportaste de forma extraña y Harry no paraba de preguntarte qué te pasaba. Y que no hiciste el amor con él aun sabiendo que él quería. Ahora te sientes ligeramente culpable.

-Styles.
-Dime.
-¿Tienes hambre? –lo miras.
-No me apetece salir de aquí…
-Jake no está, ha ido a ver a sus padres.
-Entonces vamos –aparta las sábanas y se incorpora.
-Ya suponía.

Durante el desayuno intentas que tu voz o tus expresiones no delanten tu preocupación, y hoy lo haces bastante mejor que ayer, eres capaz de actuar con bastante normalidad.

-Necesito estudiar un rato –comentas mientras metes vuestras tazas en el lavavajillas.
-Claro.
-Puedes irte a dar una vuelta o quedarte conmigo, como quieras.
-Prefiero quedarme por aquí, como cuando me iba a fregar el suelo de la biblioteca de tu instituto mientras tú estudiabas.

El recuerdo te hace sonreír, y esta vez de verdad.

-Mis notas bajaron.
-Sólo los días en los que pensabas que te había usado –te recuerda él-. El siguiente curso te fue muy bien.
-Tienes razón –te apoyas un momento en la encimera.
-Claro que la tengo. Así que tranquila, aquí tienes otra vez mi presencia, la musa de tus estudios –se alborota el pelo.
-Oh, gracias, no sé cómo logré sobrevivir sin ti los dicecisiete años antes de conocerte –pones los ojos en blanco.

Harry ríe levemente y te sigue hasta tu cuarto. Durante un rato te observa estudiar, y de vez en cuando te da besitos en el hombro, pero cuando te das cuenta de que no te está sirviendo de nada el estudio porque no eres capaz de concentrarte, dejas el bolígrafo encima del folio y miras a Styles.

-¿Te estoy molestando? –su voz suena preocupada.
-No, no –te masajeas el puente de la nariz con dos dedos.
-¿Entonces? –mueve tu silla giratoria para que quedes mirándole.

Sujetas con fuerza el asiento y te muerdes el labio, ejerciendo tanta presión que sientes que va a sangrar de un momento a otro.

-¿Estás bien? –vuelve a preguntar Harry, igual que hizo tantas veces ayer.
-No. Es posible que esté embarazada –las palabras se escapan de tu boca antes de que puedas sellar tus labios.

De repente parece que toda la sangre de la cara de Styles desaparece, y sus ojos se abren el doble que de costumbre.

-¿Qué? –la voz no le sale de la garganta, pero sabes lo que ha dicho.
-A ver, no lo sé, no estoy segura, no puedo estar segura –contestas atropelladamente-. Pero llevo bastantes días de retraso de la regla, y eso nunca me había pasado, y recuerdo que cuando viniste aquí por primera vez lo hicimos y no usamos nada y es posible que…
-Cálmate, por favor –se levanta de la cama y camina de aquí para allá.
-No puedo calmarme.
-A ver. Así que eso era lo que te pasaba ayer, ¿no? –te mira, luchando para que su respiración mantenga un ritmo normal.
-Sí, pero, ¿qué más da eso? –te levantas también, exasperada.
-A mí me da –se cruza de brazos, y tú no piensas que tal vez para él sea importante porque creía que era por otros motivos.

Te quedas quieta en mitad de la habitación.

-Harry… -susurras.
-¿Qué? –busca tus ojos rápidamente con los suyos.
-Esto no puede estar pasando –dices, a pesar de sentirte tremendamente egoísta por ello, por esa pequeña cosita que es posible que esté creciendo dentro de ti.
-No te preocupes, se va a arreglar –recorre la distancia que os separa y te estrecha entre sus brazos.
-¿Cómo?
-No lo sé –suspira-. A lo mejor ni siquiera estás embarazada.
-Podría ser aún peor –te cuesta respirar.
-Seguro que no es nada grave.
-¡No puedes saberlo! –no entiendes cómo es capaz de estar tan tranquilo.
-Pero…
-¿Me dejarías? –te separas un poco de él.
-¿Cómo?
-Si estuviera embarazada y tuviera al bebé, ¿me dejarías? –no deberías hacerlo, pero estás usando un tono acusador.
-¡Claro que no! –a pesar de eso, el temor se refleja de repente en sus ojos- ¿Cómo puedes decir eso?
-Muchos lo hacen –dices para defenderte.
-¡Yo no soy muchos! Y la decisión de tenerlo o no deberíamos tomarla entre los dos, ¿no crees?
-Ah, así que es eso. Querrías que no lo tuviéramos, sin más, para quitarte un probl…
-¡PARA! –grita, y tú das un respingo.

Se sienta en la cama otra vez, pero ahora parece haber envejecido diez años de golpe.

-Me duele que pienses que querría hacer todo eso –dice en voz baja, tanto que te cuesta oírlo.
-Harry, entiéndelo… -empiezas, pero él vuelve a interrumpirte.
-Pero en cualquier caso, antes de pelearnos por esto o echarnos cosas en cara, deberíamos estar seguros de si lo estás o no.
-¿Y si lo estoy?
-¡Pues ya decidiremos!

Te das cuenta entonces del gran esfuerzo que está haciendo por mantener la calma, pues la noticia debe haberle afectado tanto como a ti cuando te diste cuenta de que podrías estar embarazada, y en ese momento sentiste que te ibas a desmayar. Así que valoras que él siga de una pieza a pesar de todo lo que le has dicho, y te sientes mal por haberlo hecho. Te sientas a su lado en la cama.

-Está bien –te obligas a respirar de forma pausada-. Iremos a una farmacia y compraremos un aparato para hacerme el test. Depende de lo que diga, haremos.
-Exacto.

Harry pasa un brazo por tus hombros y te atrae hacia sí.

-Shhh, todo va a ir bien –repite una y otra vez, quizás más para sí mismo que para ti.

Después de un rato, cuando los dos parecéis más calmados, notas un dedo de Styles bajo tu barbilla que empuja con suavidad hacia arriba para que levantes la vista del suelo.

-¿Bombón? –tú luchas por no mirarle, pero al final lo haces.

De tu garganta sale un sonido ronco, y tienes que carraspear un par de veces hasta que el nudo que se te ha formado te permite hablar.

-¿Sí?
-A lo mejor no sería tan malo que hubiera un pequeño bomboncito ahí dentro –da un leve toque a tu vientre.

Una sonrisa asoma a tus labios.

-¿Y si fuera niño y se pareciese a ti?
-A eso me estaba refiriendo –el tan conocido por ti brillo prepotente aparece en sus ojos, aunque justo después se desvanece.

Ves que la mirada de Harry se ha posado en el reloj de tu mesita de noche.

-Podríamos ir a comprar lo de la prueba ahora –propone.
-No sé si no es un poco pronto, a lo mejor todavía no funciona si me lo hago…
-Bueno, por probar…
-Está bien –os levantáis de la cama y vais hacia la puerta de la casa.

La puerta está a punto de darte en la cara cuando se abre, pero Harry tira de ti antes de que eso ocurra. Sin poder creer lo que estás viendo, abres mucho los ojos mientras tus padres entran a la casa y van directos a abrazarte.

-¡Hola! –exclama tu madre, dándote un sonoro beso en la mejilla.
-Ho… hola –balbuceas, algo desorientada.

Cuando abrazas a tu madre, ves a Harry mirándote con una mezcla entre fastidio y decepción. El plan de ir a hacerte un test para ver si estás embarazada queda desechado, pues ahora que tus padres han llegado no vais a pedirles que se unan a la fiesta y os acompañen a la farmacia. Te encoges de hombros, pero en el fondo te ha molestado tanto como a él.

-¿Cielo? –tu madre acerca mucho su cara a la tuya.
-¿Eh?
-Dice tu madre que cómo estás –tu padre alza las cejas.
-Ah, bien, bien, muy bien –te apresuras a contestar.
-¿Interrumpíamos algo?

Todas las miradas se dirigen a Harry.

-Pues íbamos a salir… -comienza.
-Seguro que los planes se pueden modificar un poco –tu madre lo toma de la muñeca y tira de él hasta el salón.

Te ríes por dentro pensando en que a Styles no debe haberle hecho ni pizca de gracia el gesto.

-Y… ¿cómo es que habéis venido? –te sientas en el sillón al lado de tu novio.
-Nos apetecía verte –dicen sin más.

Algo te hace tener la sensación de que sabían que Harry y tú íbais a estar a solas en el piso y querían vigilaros, pero eso es absurdo, ¿cómo lo iban a saber? Lo que te lleva a pensar otra cosa…

-¿Desde cuándo tenéis llave de la casa? –les lanzas una mirada de reproche.
-Pues desde que Jake nos la dio.
-¿Y por qué yo no lo sabía?
-Se suponía que era obvio.
-Al menos podríais avisar antes de venir –frunces el ceño.
-Y tú podrías recibirnos con algo más de alegría –tu madre se cruza de brazos.

Suspiras.

-Tienes razón –te obligas a decir.

La conversación continúa con tus padres haciéndote un interrogatorio completo de cómo estás allí; aunque ya habéis hablado por teléfono parecen querer volver a saberlo todo viéndote decirlo.

En algún momento te parece que Harry desconecta, pues a él no le preguntan nada, lo cual quizás lo estén haciendo a propósito esperando a que se largue. Sin embargo, te das cuenta de que su pie da golpecitos impacientes sobre la alfombra, y sabes que todavía no se ha ido porque está esperando para ir a la farmacia a comprar el test.

Tus padres, por el contrario, parecen plenamente tranquilos, realizándote todo tipo de preguntas que contestas mecánicamente sin saber muy bien siquiera qué estás diciendo. Tú también estás nerviosa.

-Se está haciendo tarde. Creo que debería irme –dice de repente Harry mientras tus padres toman aire para la siguiente pregunta.

Miras al reloj, y ves que son las siete y media de la tarde. Claro, todas las tiendas habrán cerrado ya. Normalmente se suele ir sobre las ocho y pico, pero hoy no hay nada que le impulse a quedarse, pues lo de tus padres tiene pinta de que va a alargarse. O quizás estarían así hasta que Harry dijera de irse. También es una posibilidad.

-¿Ya? –preguntas, deseando que se quede contigo un poco más.
-Sí –se levanta del sofá con decisión y camina hacia la puerta.
-Te acompaño –dices, levantándote tú también.
-Adiós, Harry –tu padre hace un gesto con la mano, sin mostrar ningún interés por que no se vaya.
-Adiós –masculla él.

Salís del salón bajo la atenta mirada de tus padres.

-Harry… -haces una mueca.
-Lo siento –dice él, abriendo la puerta-. Pero no se van a ir hasta que yo lo haga.
-Lo sé –suspiras.
-Bombón –roza tu barbilla con un dedo.
-¿Sí? –te estremeces.
-¿Podrás esperar a hacerte el test a que yo esté contigo? Por favor –sus ojos te miran, suplicantes.

“Una semana más”, piensas. A pesar de ello, asientes con la cabeza, pues sabes que será menos difícil si le tienes a tu lado.

-Gracias. Me gustaría estar contigo cuando sepamos si hay alguien ahí dentro –dice en un susurro a la vez que toca tu barriga.
-Yo también quiero que estés –te pones de puntillas y le besas.
-Hasta la semana que viene –Harry sale por la puerta con aire abatido.
-Hasta la semana que viene –respondes, aunque él ya no puede oírte.



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miércoles, 25 de septiembre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 13 -2º temporada-

Las semanas pasan rápidamente. Ya tienes algunos amigos en la facultad, Harry todavía ha podido venir todos los fines de semana y Jake y tú os habéis hecho buenos amigos. Además, Styles parece mucho más calmado en cuanto al tema de los celos, si bien cada vez que tiene a tu compañero de piso delante sus músculos se tensan. Algo es algo; en cualquier caso, y, para ser justos, dentro de lo posible todo va bastante bien.

Sin embargo, una tarde de viernes estás buscando tu pintauñas celeste por cielo y tierra cuando te encuentras por casualidad con una caja de compresas sin empezar. Al principio la apartas para seguir buscando, pero luego vuelves tu mirada hacia ellas. ¿Cuánto hace que no usas una de ésas? Haces el cálculo mental, y recuerdas que la regla te vino por última vez algo antes de que te fueras a esa casa. Es decir, hace algo más de cinco semanas. Un escalofrío te recorre la espalda, y tratas de pensar si en alguna de las visitas de Harry habéis sido lo suficientemente descuidados como para olvidar usar protección.

Entonces recuerdas la primera vez que Styles fue a verte al piso, cuando por la mañana empezó a hacerte cosquillas y acabasteis haciendo el amor. No, no usasteis nada. El miedo te paraliza, y sientes que el latido de tu corazón se acelera.

No puede ser.

No puedes estar embarazada.

No-es-posible.

¿O sí? Biológicamente, es posible. Pero no puedes creerlo.

Claro que también puede ser que sea un retraso por… cualquier otra causa natural, si bien sueles ser regular y a los veintinueve días siempre vuelve. No sabes qué te asusta más, si la opción de estar embarazada o la de que ahí dentro algo esté funcionando mal. Piensas en tumores, operaciones, cáncer…

Sigues sin poder moverte, con el paquete de compresas agarrado tan fuertemente entre tus dedos que el fino plástico amenaza con romperse.

De repente aparece en tu mente una imagen de Harry sosteniendo a un bebé en brazos, y luego te ves a ti misma haciendo lo mismo, sola. Piensas en la cantidad de veces que se escucha cómo chicas adolescentes se quedan embarazadas y los padres de las criaturas las abandonan para que las críen ellas solas. Harry no haría eso. No, claro que no. ¿Verdad que no?

La cabeza empieza a darte vueltas y tienes que sentarte en la tapadera del váter para no caerte al suelo. Te echas agua fría en la cara para intentar pensar con claridad. Tal vez deberías esperar varios días y ver qué pasa. Sí, eso es. Si después de varios días sigue sin venirte… Te sujetas al lavabo con fuerza. Si después de varios días sigue sin venirte, tendrás que hacerte una prueba a ver qué pasa. Y en algún momento deberías decírselo a Harry. Pero, ¿cuándo? ¿Hoy? ¿En unos días? ¿Cuando te hagas la prueba? Agg.

Entonces suena el portero.

¿El portero? ¡Claro! ¡Es viernes! ¡Harry!

Te miras fugazmente al espejo en busca de signos de desesperación, y lo único que encuentras es algo de palidez que de todos modos no puedes solucionar sin que se note que te has echado maquillaje. Sales precipitadamente y chocas con algo.

-Ay –protestas, apartándote un poco.
-Lo siento –se disculpa Jake-. Como no venías a abrir, lo he hecho yo. Iba a buscarte porque tampoco aparecías.

Asientes con la cabeza. Ni siquiera tiene que decirte quién es, pues es obvio. Te pones realmente nerviosa. Aún no has decidido si se lo vas a decir o no. Pero, ¿qué le dirías? “Hola, Harry, te he echado de menos. Ah, a lo mejor estoy embarazada”, te imaginas diciéndolo como si no tuviera importancia. No, imposible. No puedes decírselo. Te da demasiado miedo cómo reaccione. Pero…

-Hola, bombón –una boca se topa con la tuya, y tardas un momento en responder al beso.
-Hola –contestas no demasiado efusiva-. ¿Cómo has entrado?
-Yo también tenía ganas de verte –dice Harry, soltando un bufido-. Pues por la puerta, que estaba abierta.
-Ah, Jake debe haberla abierto.
-Qué amable por su parte –esboza una sonrisa irónica.
-Sí, bueno –estás lo suficientemente distraída como para no saber exactamente qué ha dicho.
-¿Te pasa algo? –agacha un poco la cabeza para que quede a la altura de la tuya.
-No, estoy bien –no debes parecer muy convincente por cómo te mira-. De verdad, Styles.
-Si tú lo dices… -sigue sin creérselo, pero lo deja estar.

En ese momento Harry se queda mirando a algo en el fondo del pasillo y buscas qué está viendo. Claro, no se habría puesto así si no fuera por Jake, que camina hacia vosotros desde su dormitorio.

-Hola, Harry –su voz denota alegría, pero no te queda claro si es fingida o no; por algún motivo te parece que a Jake no le cae bien tu novio.
-Hola –aprieta con fuerza la mandíbula, haciendo las líneas inferiores de su cara algo más rectas que de costumbre.

Entonces se te ocurre algo. Quizás no sea lo mejor, sobre todo porque Harry no estará especialmente cómodo, pero necesitas que no se fije demasiado en lo confusa que te sientes, porque si lo hace acabará sonsacándote qué te pasa.

-Eh, Jake –giras tu cuerpo un poco hacia él para que no pase de largo.

Los dos chicos parecen sorprendidos.

-¿Sí? –ahora su sonrisa sí parece sincera.
-Bueno, esto… -lo miras a él y luego a Styles- He pensado que a lo mejor podríamos quedarnos aquí a cenar. Tampoco habéis tenido tiempo de conoceros demasiado, y eso habría que cambiarlo, ¿no?

Tienes la sensación de estar viendo un partido de tenis al mirarles a los dos, especialmente por el intercambio de miradas que está teniendo lugar entre Jake y Harry. ¿Qué se traen entre manos? Por un momento se te olvida que puede que tengas a un bebé dentro de tu barriga y tratas de encontrar significado a su conversación sin palabras. Jake da la impresión de estar ocultando una sonrisa y lo mucho que conoces a Harry te hace pensar que está angustiado.

-Por mí perfecto –declara finalmente tu compañero de piso.
-Claro, ¿por qué no? –dice Styles justo después, y aunque se te ocurre que él quizás tenga muchos motivos para no hacerlo, no dices nada- Nosotros lo preparamos, no te preocupes.

Las cejas de Jake se alzan de su posición unos milímetros, pero asiente con la cabeza y vuelve a tomar rumbo a su dormitorio.

-Me avisáis cuando esté –dice justo antes de cerrar la puerta.

Ni siquiera da las gracias. Aunque, ¿por qué iba a darlas? Os está dejando a solas, lo que supuestamente os beneficia a vosotros. Ah, te está empezando a doler la cabeza.

Harry te toma de la muñeca y te lleva hasta la cocina con ímpetu.

-Bombón, no juegues conmigo –se cruza de brazos.
-No sé por qué dices eso –retrocedes hasta chocar con la encimera.
-¿Se puede saber qué acaba de pasar ahí fuera? –señala a la puerta.
-Eso mismo me pregunto yo –tu voz se convierte en un susurro.
-No he sido yo el que ha invitado al ojitos azules a cenar con nosotros.
-Deberías conocerle antes de odiarle tanto.

Él ignora tus palabras.

-Antes de invitarlo con nosotros a la cama, me avisas, por si no me apetece –sus ojos te miran, fríos, y ese comentario te duele más de lo que él cree.
-Lo haré –te limitas a decir.
-¿Me vas a decir qué te pasa?

Sopesas la idea de decirle lo que te preocupa durante un momento, pero luego la descartas; ahora sí que sería la peor decisión, porque respondería de forma irracional.

-Styles, no es nada.
-No me lo creo.
-Pues muy bien.
-Es que no entiendo por qué…

Para evitar que siga, le besas. Él lo ha hecho muchas veces contigo, pero notas que le desconcierta que ahora seas tú la que lo usa con él, y no al revés. Y, a pesar de lo que estaba diciendo, responde a tu beso con pasión. Como si lo que le preocupara fuera que nunca más fueras a besarle. Mientras vuestros labios se deslizan los unos sobre los otros, te preguntas cómo sería tener un hijo junto a él. Te pegas a su cuerpo, sintiendo que le necesitas a tu lado, y él lo interpreta tal y como quizás es, una muestra de deseo, así que te sujeta por la cintura y hace que te sientes en la encimera. Automáticamente, rodeas su torso con tus piernas y dejas que bese todo tu cuello. Ni siquiera recuerdas cómo habéis llegado hasta ahí. ¿No estábais enfadados? Qué más da. Los labios de Harry en los tuyos hacen que te olvides de todo.

-Bombón –susurra entre tus labios.
-¿Qué?
-Nunca te alejes de mí, por favor –su tono de súplica te penetra y se apodera de todo tu cerebro como si tuviera garras, pues te duele el dolor con que él lo dice.
-No lo hagas tú –contestas, pensando lo que podría pasar si estuvieras embarazada.
-No lo haré –te besa.
-Entonces yo tampoco –le besas tú.
-Dios, soy un cursi –dice de repente.
-Muchísimo –asientes con la cabeza-. Y tenemos que preparar la cena.

De un salto, te bajas de la encimera, y Styles te sigue por la cocina con cara de pocos amigos. El fuego del momento anterior ya te ha abandonado, y de nuevo estás demasiado preocupada como para pensar con normalidad. Después de preparar algo que esperas que pueda comerse, llamáis a Jake.

-Qué buena pinta –dice él al ver los platos.
-Si tú lo dices –suspiras.
-¿Estás bien? –te pregunta Jake.

Te da la sensación de que Harry lo mira con algo de sorpresa.

-Ag, ¿qué os ha dado hoy a los dos? –tienes que esforzarte para que suene creíble- No me pasa nada.
-Voy conociéndote, y a mí no puedes engañarme, no estás normal –os sentáis a la mesa y la mirada de Harry de repente fulmina a tu compañero de piso.
-Lo que sea que le pase, ya lo dirá cuando ella quiera y a quien ella queira –interviene Styles.

Tu cerebro está bloqueado, así que dejas de prestarle atención a los dos chicos. Intentas pensar qué hacer, qué decir, o simplemente la idea de que puedas estar embarazada ocupa tu cabeza y parece estar dando golpes por toda la parte interior de tu cráneo, deseando salir y provocándote un horrible y creciente dolor de cabeza.

Cuando termináis de cenar, te das cuenta de que los dos están en un profundo silencio, cada uno mirando su plato.

-Lo siento, chicos, me duele la cabeza –te llevas una mano a la sien-. Me voy a ir a mi cuarto.

Eso sí se lo creen, quizás porque lo que has dicho es verdad. Aunque no toda la verdad.

-Está bien, vamos –Harry se levanta, recoge tu plato y el suyo y los mete en el lavavajillas.
-Mejórate… y que durmáis bien –dice Jake cuando estáis saliendo de la cocina, y a tu novio no parece hacerle ninguna gracia el comentario.

Al llegar a tu dormitorio te quitas la ropa y te quedas mirando a Harry.

-No es sólo que te duele la cabeza, ¿verdad? –pregunta él de repente.
-Harry, yo… -no sabes qué decir, así que no dices nada.
-Está bien –asiente con la cabeza con gesto de afectación.

Te metes en la cama y te tapas hasta el cuello, pues ya empieza a refrescar por la noche.

-Necesito dormir –dices con voz débil, evitando mirarle.

Sabes que él esperaba otra cosa de esa noche, y tú también lo hacías hasta que te ha surgido algo mucho más grave por lo que preocuparte.

-Lo siento… -te disculpas.

Styles no dice nada durante un momento, como si estuviera demasiado ocupado pensando en algo, algo que no parece nada bueno.

-No importa –te da un beso en la frente y sonríe, pero sabes que está decepcionado.
-Gracias –buscas sus labios con los tuyos para besarle brevemente, apoyas tu cabeza en su pecho y cierras los ojos deseando que al despertar nada de lo que a pasado por tu mente a lo largo de la tarde sea cierto.


E, independientemente de si es cierto o no, Harry está creándose una idea propia de por qué has actuado como lo has hecho hoy, y es posible que sus pensamientos estén muy, muy lejos de la verdad, y sin embargo sean aún peores que ésta. 


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domingo, 22 de septiembre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 12 -2º temporada-

Harry y tú camináis bajo un cielo en el que se mezclan tantos colores diferentes que es difícil nombrarlos todos. Aunque tal vez “puesta de sol” sea una buena forma de definirlos.

-Es una ciudad bonita –dices mirando a un par de niños que se cruzan con vosotros correteando.
-Lo es más desde que estás tú, seguro.
-Styles –lo miras.
-¿Qué?
-Nada. Bueno, que se me hace raro cuando sacas tu faceta romántica –sonríes.
-Será que te veo demasiado poco –contesta.
-Puede ser.

Sientes la calidez de su mano alrededor de la tuya, y te das cuenta de lo mucho que has echado de menos ese contacto. Como has estado ocupada instalándote, acomodándote a la casa y demás, tampoco has tenido demasiado tiempo para pensar. Pero cuantos más días lleves lejos de él, peor lo vas a pasar.

-¿Y cuando no puedas venir en el fin de semana? –preguntas de repente.
-Pues que me volveré tan empalagoso que te diré que te quiero después de cada frase y te regalaré cajas de bombones.

Alzas las cejas.

-El día que hagas eso te dejaré –dices, muy seria.
-Mejor me pegas un tiro –bromea.
-De acuerdo.

Los dos reís en una carcajada silenciosa.

-Me ha gustado la pizza, aunque esperaba algo más… sofisticado –lo miras por el rabillo del ojo esperando su reacción.
-“Me ha gustado la pizza, aunque esperaba algo más sofisticado”, dijo la chica que cuando tiene una cita pide pollo con patatas… y agua.
-¿Qué…? –tardas un momento en recordar a aquel chico, Mike, y la cita que tuviste con él, gracias a la cual conociste a Harry.
-¿Se enciende ya la bombillita, bombón? –él ríe levemente.
-Soy una chica sencilla –dices en tu defensa.
-Entonces yo no soy quién para cambiarte llevándote a sitios más exquisitos –su expresión de autosuficiencia te hace soltar un bufido.
-Tú sí que no cambias nunca.
-Tampoco quieres que lo haga.
-Cierto.
-Pues no sé de qué te quejas –se encoge de hombros.

Sin embargo, toda esta conversación te alegra, porque no es el Harry celoso que se está dejando ver últimamente, sino el Styles prepotente que te solía sacar de quicio desde el día en que os conocisteis.

El sol ya está completamente oculto, y la oscuridad empieza a invadir las calles.

-¿Crees que deberíamos volver ya? –Harry te mira con un deje de impaciencia que tardas un momento en ubicar.
-Eres un ansioso.
-Si no quieres que…
-¡Claro que quiero! –te apresuras a decir- Y lo sabes.
-Me extraña que nunca digas que te duele la cabeza, o que pongas como excusa que tienes la regla, o que no te apetece.

Te sonrojas y diriges tu mirada al suelo, deseando que la oscuridad impida que él lo note.

-Ya se ha sonrojado otra vez la niña pequeña –pues no, se ha dado cuenta-. ¡Guapa!

No puedes evitar sonreír.

-¿Y por qué voy a decir nada de eso si sí me apetece? –vuelves a sacar el tema.
-Tú eres la mujer, a mí no me preguntes –alza las manos en gesto de defensa.

Lo ves tan guapo así que sientes el impulso de besarle. Él corresponde rápidamente a tu beso acariciando tu espalda con una mano y tu mejilla y tu cuello con la otra. Durante lo que dura el momento sientes como si no estuvierais viviendo en ciudades distintas, como si siguierais tan juntos como siempre, y nada os hubiera separado. Tal vez es porque los dos habéis tenido cuidado de no nombrar vuestra separación más de lo necesario, o porque creéis que con el deseo de que todo sea como antes de verdad vais a volver a ello. En cualquier caso, ahora te sientes feliz, ajena a todo.

-Vámonos –dices en los labios de Harry.

Camináis a buen paso de vuelta a la casa y cuando llegáis, Jake ya debe estar acostado porque no está en las habitaciones comunes. Aun así, esperáis a llegar hasta tu dormitorio y cerrar la puerta para empezar a besaros.

Harry toma tu rostro entre sus manos y sus labios se mueven sobre los tuyos con fiereza. Tu espalda choca contra la puerta y tiras de la camiseta de Styles para que se pegue más a ti, deseando sentir su cuerpo. Él, sin dejar de besarte, lleva una mano a tu seno y lo abarca, para después acariciarlo. Todo está sucediendo tan rápido, está tan movido por la pasión que ni siquiera te das cuenta de cómo llegan tus dedos hasta su pecho por debajo de la camiseta. Sí eres consciente de Harry separando su otra mano de tu mejilla y recorriendo con ella desde tu rodilla por toda la parte interior del muslo hasta llegar a la tela de tu braguita, que también acaricia por encima. Sueltas un gemido sin pensar que Jake está en la habitación de al lado, y echas la cabeza levemente hacia atrás, suspirando. Styles aprovecha ese movimiento para hundir su cabeza en tu cuello y deslizar su lengua por la línea de tu clavícula.

-Harry… -pides, y él entiende perfectamente a qué te refieres.

Con un salto, entrelazas tus piernas alrededor de su cintura y él, todavía besándote, te lleva hasta la cama, donde se deja caer encima de ti para seguir con aquello que llevabais una semana esperando.


Me despierto después de haber dormido tranquilamente sin despertarme por la noche ni una sola vez, y compruebo por la luz que entra por la ventana que ya es de día. Miro a mi derecha, y ahí está, dormida y tan preciosa como siempre. Aparto un mechón de pelo que le tapa un poco la cara y contemplo durante un instante su expresión de placidez. La fina sábana blanca deja entrever su figura desnuda que se oculta debajo, y tengo que contenerme para no despertarla y pedirle que volvamos a hacerlo.

Exploro la habitación con la mirada, y mientras tanto me doy cuenta de que tengo la boca seca y con un sabor algo desagradable. No parece que en el dormitorio haya agua, pero cuanto más pienso lo que me apetece un vaso, más sed tengo.

Bueno, tampoco tardaré nada en ir a la cocina a por uno, y sé dónde están los vasos por el primer día que estuve aquí. Y si el ojitos azules me ve salir del dormitorio en bóxers, mejor. Así se dará cuenta de que aunque él viva con ella, hay cosas que por mucho que quiera él no tiene y yo sí.

Me levanto con mucho cuidado de la cama. Soy consciente de que como ella se despierte mientras yo no estoy se va a llevar un susto, pero no tardaré en volver. Salgo de la habitación de puntillas, aunque mis pies tampoco hacen ruido, porque voy descalzo. Voy ya más tranquilo por el pasillo hasta la cocina, y cuando veo que Jake está allí desayunando ya es demasiado tarde para dar la vuelta, pues él también me ha visto. Aprieto la mandíbula pero sonrío para mis adentros cuando alza las cejas de forma casi imperceptible.

-Buenos días –digo, de buen humor ante su reacción.
-Buenos días –responde él, y me resulta raro que de repente no parezca ni siquiera molesto.

Ignorándole, abro la puerta del armario donde están los vasos y saco uno, que inmediatamente después pongo debajo del grifo.

-Veo que lo pasasteis bien anoche –dice el ojitos azules.
-Veo que tú no te cortas ni un pelo –contesto sin mirarle.
-Disfruta mientras puedes.

No puedo evitar dirigir mi mirada hacia la suya, que me recibe con un brillo de prepotencia.

-Eso haré –me limito a contestar, aunque está claro lo que intenta decirme.
-No creas que ella aguantará tus celos durante mucho tiempo –se recuesta en su silla.

Cierro el grifo con un golpe más fuerte de lo que debería, sin dejar de mirarle. Ni siquiera me molesto en preguntarme por qué sabe este tío cómo me siento; probablemente sea sólo que es bastante de suponer.

-No debería decírtelo, ya que no me beneficiaría si lo corrigieras, pero los celos significan que no confías en tu pareja. Y eso la cansará –continúa sin esperar a que responda.
-¿Y entonces por qué se supone que me lo dices? –cojo el vaso con las dos manos para impedir que una de ellas se estrelle en la cara del ojitos azules.
-Porque sé que aun así no serás capaz de dejar de sentirte celoso –dice como si fuera lo más obvio del mundo-. Lo que me lleva a pensar que… quizás sí que tengas motivos para ello.
-No sé por qué debería estar celoso de ti –intento controlar mi voz-. No eres tú el que acaba de estar en la cama con ella.
-Cierto –me dirige una mirada que hace que sienta ganas de arrancarle los ojos-. Y si lo hubiera estado, sería lo suficientemente caballeroso como para no ir diciéndolo por ahí.

Temo lanzar el vaso en cualquier momento, por lo que lo apoyo con calma en la mesa y aprieto mis manos alrededor de la repisa del fregadero.

-Aunque, de todos modos… ni siquiera te enterarás si estoy con ella –sé que es para sacarme de mis casillas y no voy a caer en esa trampa.
-Ella es demasiado para ti –respondo con desprecio.
-No, si para ti no lo es.

¿Se cree mejor que yo el ojitos azules? Deberíamos comprobarlo cuando ella no estuviera a un par de habitaciones de nosotros, cuando yo pudiera pegarle sin que ella me lo impidiera.

-Como la toques, te mato –clavo mis ojos en los de Jake, y esas palabras me recuerdan a unas que dije hace ya más de un año, también refiriéndome a ella.
-¿Y si ella me dejara? ¿Y si quisiera? ¿Y si me pidiera que la tocara? ¿Que la acariciara? ¿Que le hiciera el amor lentam…
-¡CÁLLATE!
-…ente?
-¡QUE TE CALLES, JODER! –grito, cerrando los ojos con fuerza.

Él parece divertirse con la situación.

-¿Qué harías si ella quisiera? –vuelve a preguntar.

Me esfuerzo en borrar de mi mente la imagen que se acaba de formar por culpa de las palabras que ese hijo de puta.

-Probablemente te pegaría una paliza –respondo.
-No lo harías –asegura.
-No me conoces –digo, porque sé perfectamente que sí lo haría.
-Ni tú a mí –esboza una sonrisa prepotente y me imagino esa cara perfecta amoratada por mis golpes.
-Vete a la mierda.
-De hecho, eres tú el que se va en unas horas. Y yo me quedaré aquí. Con ella. Seré su amigo hasta que se dé cuenta de que no quiere seguir contigo, y entonces la consolaré –mis ganas de matarle son tan grandes que noto que como haga el simple movimiento de respirar mi cuerpo se va a tirar a por él.
-Buena suerte –suelto con desprecio, y camino hacia la puerta tras coger mi vaso de agua.
-Buena suerte a ti, Styles. Vas a necesitarla –escucho su voz que sale de la cocina y recorro el pasillo a toda velocidad.

Quiero pegarle. Necesito pegarle. Y no debería estar pensando esto, lo sé, pero, joder, odio a ese tío con todas mis fuerzas. Al entrar al dormitorio y verla a ella todavía dormida y desnuda en la cama me relajo un poco. El ojitos azules tiene razón en una cosa, aunque daría un dedo porque no fuera así: los celos significan desconfianza. Y yo confío plenamente en ella. De quien no me fío es de él. No sé si lo que quiere es sólo acostarse con ella o algo más, pero cualquiera de las opciones me provoca náuseas. Sea lo que sea, hará cualquier cosa para conseguirlo, y me niego en rotundo a que se atreva a respirar siquiera aire que haya estado en los pulmones de ella.

Me bebo mi vaso de agua y me tumbo en la cama, porque aunque hace un momento mis músculos estaban totalmente tensos –quizás preparados para darle un merecido puñetazo a ese gilipollas-, ahora las piernas han empezado a temblarme. Beso la piel desnuda del hombro de ella, y voy bajando por su brazo hasta que la escucho hacer un ruidito y justo después abre los ojos.

Los míos, que están a la altura de los suyos, deben mirarla de alguna forma especial, triste o tal vez anhelante, porque ella susurra:

-Te quiero.
-Yo también a ti, bombón –la beso en la comisura de los labios.
-Estás frío –comenta ella al tocar mi piel.
-Estaba destapado –contesto, pues sé que no debe saber nada de mi viaje a la cocina y la conversación con ese maldito compañero de piso que sus padres le han buscado.
-Ven aquí –me abraza y noto la calidez de su cuerpo sobre el mío.

Le acaricio el pelo, y lucho con todas mis fuerzas por cambiar mi actitud, por dejar de mostrarme celoso.

-¿Sabes qué?
-¿Qué? –me da un beso en el pecho.
-He pensado que es mejor que compartas piso con un chico que con una chica –digo.
-¿Por qué? –parece confusa.
-Porque si hubiera una chica en la habitación de al lado, seguro que por la noche se habría metido aquí y habría intentado violarme –me esfuerzo por poner una sonrisa que parezca real.

Creo que la convenzo, porque escucho su risa. Luego me mira frunciendo el ceño.

-A lo mejor no le gustarías…
-Vamos, bombón. Yo le gusto a todo el mundo.
-Bueeeeno…
-Claro que si Jake fuera gay…
-¡Jake no es gay! –dice ella.

Me extraña que lo diga con tanta seguridad, pero no pregunto cómo lo sabe, ni por qué. Prefiero no saberlo.

-A lo mejor descubre que lo es después de conocerme –bromeo.
-Entonces sería yo la que debería estar celosa –me muestra una bonita sonrisa.
-No estoy celoso –bufo, ¡¿tanto se me nota?!
-¿Ni un poquito? –me empieza a dar besos por el pecho.
-¿Tú lo estarías?
-¿Si Jake fuera gay? –alza una ceja.
-¡Si yo viviera con otra chica!

Reflexiona durante un momento.

-Supongo –dice al final.


Para cambiar de tema, empiezo a hacerle cosquillas hasta que rompe a reír desesperadamente, y entonces me doy cuenta de que su risa tiene que escucharse por toda la casa. Eso significa que el ojitos azules también lo está escuchando… Puede que yo no viva con ella, y que tenga algunos motivos para sentirme celoso. Pero yo tengo lo que él desea, y, cada vez que venga, puedo hacer que él sí que tenga verdaderos motivos para envidiarme.



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viernes, 20 de septiembre de 2013

#Imagina de Harry PARTE 11 -2º temporada-

Bip, bip, bip.

Ag. Dejas tu mano caer en el despertador y lo apagas con más violencia de la estrictamente necesaria. Los grandes números color azul chillón señalan las siete de la mañana. ¿Por qué es tan temprano?

Te levantas de la cama, todavía medio dormida, y logras que tus pies entren en las zapatillas después de varios intentos. Al abrir la puerta del dormitorio para salir, te quedas desorientada. Tardas un momento en recordar dónde estás, por qué y… con quién.

-Vaya, buenos días a ti también –Jake pasa por tu lado y te dirige una prolongada mirada.
-¡Ay, mierda! –exclamas al darte cuenta de que estás en ropa interior, y vuelves a meterte en tu habitación.

Te das una palmada en la frente. Estás acostumbrada a dormir sólo con eso e ir al baño por la mañana sin necesidad de cambiarte, pero eso es algo que está claro que tienes que modificar.

-Dios –murmuras, sonrojándote, aunque ya nadie puede verte.

Vas hasta el armario donde está tu ropa recién colocada, y coges una camiseta de manga corta de Harry que te dio para que te la llevaras contigo. Ahora tiene otra utilidad, aparte de verla y sentir ganas de llorar, ya que te vale como vestido. Te miras en el espejo, agradecida de que al menos el conjunto de ropa interior no fuese de encaje o provocativo –en este año que has estado con Harry te has comprado varios-, sino que es simplemente de color rojo con dibujitos. Te pones rápidamente la camiseta y sales de tu cuarto.

Después de ir al baño, te pasas por la cocina.

-Lo siento –te disculpas, sonrojándote nada más ver a Jake.
-No tienes que disculparte –él te muestra una preciosa sonrisa-. Ver a una chica bonita nunca es un problema.

Genial, ahora tu cara debe parecer un tomate.

-Vaya, no pretendía incomodarte –hace una mueca.
-No, tranquilo –vas hasta el frigorífico, más por hacer algo que porque tengas hambre.
-Bonita camiseta, por cierto –comenta, y no sabes si es irónico o no.
-Gracias –sacas un cartón de leche del frigorífico-. Es de Harry.

No sabes muy bien por qué dices eso. Es probable que el hecho de que Jake te haya visto casi desnuda haga que necesites dejar claro que eres de Harry y de nadie más.

-Lo quieres mucho, ¿no? –comenta, abriendo un armario- ¿Cereales, galletas, tostadas…?
-Cereales –coges una caja del armario que Jake ha abierto-. Sí, mucho. Tanto como tú querrías a tu novia, si tuvieras.
-¿Qué te hace pensar que no tengo? –te mira.
-Lo dijiste en la boda.
-Ah.

¿Por qué te has puesto en guardia? Jake sólo quiere ser tu amigo, y lo único que ha hecho ha sido hacerte un cumplido, probablemente para quitarle hierro al asunto de que te ha visto en ropa interior. Además, ha visto lo mismo que vería si hubiera ido a la playa contigo. Decides ser más amable.

-Mmm, están buenos estos cereales –dices, tras masticar la primera cucharada.
-De Tesco –contesta.
-Pues nunca los había probado.
-Por eso propuse que fuéramos a comprar juntos –sonríe.

Termináis de desayunar y os vais a vuestras respectivas habitaciones para cambiaros de ropa. Te pones una sencilla camiseta ancha de manga corta color celeste y unos pantalones cortos blancos.

-¿Crees que hará frío? –preguntas en voz alta desde tu cuarto.
-Depende de qué consideres como frío –responde él.
-¿Vas en manga corta?
-Sí.
-¿Llevas chaqueta?
-No.
-Vale.

El tiempo no varía mucho con respecto a Londres, pero él, de manera inconsciente, sabe si en las clases y en los pasillos hace más calor o más frío que fuera. Debe ser la primera opción.

Te recoges el pelo en una cómoda coleta y aplicas algo de máscara a tus pestañas, más que nada para quitarte la cara de dormida.

-Ya estoy –decís los dos prácticamente a la vez, saliendo de vuestros dormitorios, que quedan uno al lado del otro.

Ambos soltáis una carcajada.

-¿Lista para tu primer día? –Jake te mira.
-No, pero nunca llegaría a estarlo –contestas, sincerándote.
-Entonces… vamos.

Te sorprende lo fácil que se hace hablar con este chico. Es decir, cuando abrió la puerta de la casa y lo encontraste allí, no te agradó nada que fuera él. Claro que es posible que el problema fuera que a Harry no le caía bien, como cualquier chico que esté a cinco metros a la redonda de ti. Pero, a pesar de lo que él diga, Jake está demostrando ser alguien muy simpático, que se está esforzando por que estés bien. Sin Harry delante, la situación no parece tan preocupante.

Os montáis en vuestro autobús y hacéis los veinte minutos de recorrido sin hablar demasiado, ya que tú vas mirando todo lo que os rodea, empapándote de tu nueva ciudad. Al bajar del vehículo, Jake te guía hasta el recinto en el que vosotros dais clase, puesto que ambos estáis en la rama de Ciencias e Ingeniería. La zona resulta ser bastante agradable, rodeada de amplios jardines de césped –muy comunes en Inglaterra, la verdad-, aunque el color ladrillo del edificio quizás desentona un poco. Al caminar hacia la entrada, ves una figura hecha con chapas de metal superpuestas, que deja ver la forma de un ciervo.

-Es el símbolo de la universidad –aclara Jake al ver la dirección de tu mirada.

Asientes con la cabeza y seguís andando. Una vez habéis entrado, os paráis en un tablón de anuncios que está rodeado por un número bastante grande de jóvenes.

-Esas son las listas de cada clase –explica el chico, a la vez que os acercáis a mirar.

Entre tanta cabeza que dificulta la visión, al final conseguís localizar vuestros nombres.

-Yo tengo en el aula E24 –dices.
-Yo en la C14 –frunce el ceño y mira el reloj-. Me da tiempo a acompañarte.
-No quiero que llegues tarde tu primer día de clase –tu protesta suena tan débil que Jake ni se molesta en considerarla.
-No digas tonterías, la que no debe llegar tarde eres tú –posa ambas manos en tus hombros y te dirige por entre la gente-. A mí ya me conocen de sobra aquí, es mi tercer año, ¿recuerdas?

Cuando Jake te deja en la puerta de tu nueva clase, aún quedan varios minutos para que sean las ocho y media y empiecen las clases. Le das las gracias al joven y esperas a que suene el timbre.

El resto de semana pasa bastante rápido. Cada día sumas un buen montón de folios a tu escritorio; los profesores de universidad no se andan con distracciones, y sólo con estudiarte lo poco que llevas las tardes pasan casi enteras. Al menos todavía vas entendiendo las miles de cosas que los profesores ponen en la pizarra. El resto de tiempo lo dedicas a hacer las tareas de la casa, aunque Jake y tú os acabáis dando cuenta de que las acabáis antes si las hacéis juntos, en lugar de repartíroslas. Cocináis juntos, limpiáis juntos, ordenáis juntos. Así al menos se hace menos aburrido. También os dais algún que otro paseo por el barrio, para disfrutar del inusitado buen tiempo, pues hace días que no llueve y el sol brilla en el cielo. Además, las conversaciones con Harry justo antes de irte a dormir se han convertido en una costumbre que te encanta.

Cuando sales de clase el viernes, estás realmente eufórica.

-Vaya, qué feliz te veo –dice Jake al encontrarse contigo en la puerta.
-Lo estoy –respondes con una sonrisa.
-¿Y eso?
-Bueno, hoy no tengo tantos apuntes nuevos –haces un gesto con las manos, en las que sostienes una pila de folios menor que la de costumbre-. Y he estado hablando con algunas chicas de mi clase.

Él ríe levemente y te mira como si fueras una niña pequeña.

-¿Y…?
-¿Cómo que “y…”? –alzas una ceja.
-Que tienes que estar tan feliz por algo más.
-Claro –sonríes abiertamente-. Es viernes.
-¿Y qué pasa los viernes?
-¡Pues que Harry viene! –das un saltito de alegría.
-Ah, eso –fija la mirada al frente.
-Sí, eso –dices, ajena a su repentino cambio de actitud.

Al llegar a casa son casi las cinco, y Jake propone ir haciendo la cena.

-Bueno, no sé si hoy cenaré aquí –contestas-. Pero te ayudo a preparar la tuya.

Él acepta asintiendo con la cabeza, y juntos preparáis espaguetis para uno. Estás abriendo una bolsa de queso para gratinar cuando tocan al portero.

-¡Voy yo! –exclamas, aunque Jake está a tu lado y podría oírte perfectamente aunque lo dijeras en voz más baja.
-Claro.
-¿Sí? –preguntas, poniéndote el telefonito en la oreja.
-Mmmm… me apetece muchísimo algo de chocolate –es todo lo que recibes como respuesta.

Abres rápidamente la puerta del portal, y corres hasta la de la casa, para abrirla también. No te has dado cuenta de que Jake está apoyado en el quicio de la de la cocina, observando, así que en cuanto ves al chico de pelo rizado aparecer en el rellano, no resistes el impulso de correr hasta él y lanzarte a sus brazos.

-Hola –dice él atrapándote en un fuerte abrazo.
-Hola –hundes tu cara en su pecho e inspiras su aroma.

Buscas desesperadamente sus labios con los tuyos y enredas tus dedos en el pelo de él, olvidándote del resto del mundo, sintiendo solamente la calidez del cuerpo de Harry casi fusionándose con el tuyo.

-Te he echado de menos –susurra él en tus labios.
-Y yo a ti –le das otro beso.

Harry mete una mano en el bolsillo trasero de tu pantalón y empieza a explorar tus labios con su lengua cuando se escucha un ruido metálico proveniente de la cocina. Los dos os giráis a mirar, y tú te asomas para ver qué pasa dentro.

-Se me ha caído –se excusa Jake, sosteniendo una olla en una mano-. Ah, hola, Harry.
-Hola –contesta él, seco, enroscando tu cintura con una mano y atrayéndote hacia sí.

Recuerdas lo tenso que se pone Harry con todo esto y piensas que tienes que tener cuidado con cómo tratas a tu compañero de piso.

-Oye Jake…
-¿Sí?
-No te importa que Harry se quede aquí a dormir, ¿verdad?

Tarda un momento en contestar, y te parece ver un cruce de miradas cargadas de significado entre los dos chicos. Pero, ¿cómo va a ser eso posible? Lo último que Styles puede querer es comunicarse con Jake.

-Claro que no, tú puedes hacer lo que quieras con quien quieras en tu dormitorio –contesta él, y por algún motivo Harry se tensa aún más-. Es decir, que si alguna vez quieres traer a una amiga a dormir, por ejemplo, puedes hacerlo. Pagas tu mitad del alquiler igual que yo.
-Ya, pero… quería asegurarme de que estás de acuerdo –dices, mirándolo a los ojos.
-Pues lo estoy –abre la bolsa de queso para gratinar y lo echa encima de sus espaguetis.
-Había pensado que podíamos salir a cenar fuera –te comenta Harry al ver la comida.
-Ah, sí, claro –miras a donde lo está haciendo él-. Eso es para Jake, no para nosotros –sonríes.

Entonces te fijas en lo guapo que va Harry, con una chaqueta de cuero marrón oscuro, una camiseta blanca debajo y unos pantalones vaqueros que le sientan de maravilla. Siempre consigue ir rematadamente atractivo con lo que sea que se ponga.

-Tengo que cambiarme de ropa –coges a Styles de la mano y tiras de él hasta tu dormitorio, ya que no sería una buena idea dejarlo a solas con Jake.
-Pero si así estás preciosa –te mira de arriba a abajo.
-Lo que tú digas –cierras la puerta cuando los dos habéis entrado.

Él se sienta en tu cama mientras espera a que escojas algo que ponerte.

-¿Qué tal la clase de hoy? –pregunta.
-Muy bien, he conocido a varias chicas muy simpáticas –contestas, sacando un vestido del armario.
-Me alegro.
-Tus clases empiezan el lunes, ¿no? –buscas alguna chaqueta que le pegue al vestido.
-Sí –escuchas como suspira.
-Te vendrá bien, Styles. Será una buena forma de distraerte.
-Sí, ya veo que a ti te han servido –comenta, y no estás segura de que no sea en tono de reproche.
-¿Por qué lo dices? –te giras y alzas una ceja.
-Por nada –niega con la cabeza-. Por cierto, me ha parecido que te llevas bastante bien con el ojitos azules.
-Se llama Jake –te cruzas de brazos-. Y no creo que fuera lo mejor para mí que me llevara mal con él.
-No he dicho nada –hace como si sus labios fueran una cremallera y los cierra.

Para dos días que Harry va a estar contigo, no quieres estar molesta con él, así que dejas pasar la conversación por alto y colocas el vestido color salmón sobre tu cuerpo, a modo de prueba.

-¿Te gusta? –miras a Styles mordiéndote el labio.
-Mucho –asiente con la cabeza.
-Pues decidido.

Te quitas el pantalón y la camiseta que llevas, pero antes de poder ponerte el vestido, Harry ya ha llegado hasta ti y ha colocado ambas manos sobre tus caderas. Te besa con pasión y tú sueltas una carcajada.

-Pensándolo mejor, quizás no tenga hambre –dice él.
-Pues yo sí tengo –te apartas un poco, divertida, y te pones la prenda.
-Ay, bombón, no seas así –protesta.
-¿No eres lo suficientemente paciente como para esperar a que volvamos? –te pones unas cómodas sandalias.
-Me va a costar todas mis fuerzas –te regala esa sonrisa con hoyuelos que te tiene enamorada.
-Pues reserva algunas, que las vas a necesitar –lo miras con picardía, y Harry asiente con la cabeza.

Al salir de la habitación, de la mano de Styles, ves a Jake sentado en la cocina comiendo solo. Te sientes mal por él, por dejarlo allí, cuando él se ha preocupado tanto por ti. Pero tus ganas de estar con Harry son mayores, así que te despides de él y tu novio y tú salís a la calle.

Te apetece muchísimo pasar el fin de semana con Harry, y puede ser por eso que no hayas pensado que quizás tenerle a Jake y a él en el mismo piso durante dos días puede que no tenga buenas consecuencias para ninguno de vosotros.





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